Extractivismo en contradicción
15/07/2012
- Opinión
Aunque, desde cierto punto de vista “revolucionario” se puede estar de acuerdo con la visión de Eduardo Paz Rada, la conceptualización del proceso que él describe en su artículo “Falso dilema: ambientalismo versus extractivismo” (Alainet, 11 Jul 2012) tiene varias incongruencias que reflejan, una vez más, la confusión general estratégica del “progresismo” o “izquierdismo” latinoamericano en relación con lo ambiental y que suele encontrarse en un callejón sin salida, entorpeciendo el avance de los cambios estructurales necesarios para un nuevo modelo de vida.
El gran valor que tiene el aporte de Eduardo Paz es que pone sobre el tapete lo ambiental, un tema fundamental que el “progresismo” e “izquierdismo” latinoamericano ignora o menosprecia, ya que no encuentra respuestas a las nuevas realidades del Siglo XXI. Inclusive habla de “Socialismo Siglo XXI” pero con cabezas aún estancadas en situaciones extemporáneas de la revolución cubana de hace 50 años.
No han desarrollado una nueva posición latinoamericana, lo que es particularmente asombroso entre los sociólogos, quienes todavía no asumen el significado de la dimensión ambiental, reduciendo lo ambiental a problemas de basura, árboles y otros elementos ambientales menores, dejando a un lado aspectos fundamentales como lo es la relación ser humano – naturaleza. ¿Cuál sociólogo trata sobre los derechos de la naturaleza? Parece que problemas altisonantes, como Cambio Climático y Economía Verde, les llama mediáticamente la atención, cuando ellos deberían asumir asuntos de fondo, como lo es la proyección socioambiental, en una nueva era ambiental, en trilogía con la economía y sociología. Cuando de la economía surgió la sociología ocurrió algo similar, la negación de la sociología; ahora lo es la ecología.
A ver, ¿en qué acierta Eduardo Paz? Como lo menciona al final de su artículo, en la necesidad de una “propuesta democrática más intensa y comprometida con el desarrollo integral de los sectores y clases populares, hacia la integración basada en la liberación nacional y la construcción de un socialismo nacional latinoamericano”. Aunque debe quitarse la palabra “nacional” al final de este enunciado, no solo porque suena demasiado a Hitler, sino porque se contradice, o es nacional o es latinoamericano; donde debe prevalecer la segunda acepción en términos transfronterizos populares. Ahora, ¿qué significa “desarrollo integral”? No más ni menos que la correlación de lo económico, social y ambiental, y esto con protagonismo desde abajo hacia arriba; con procesos populares plenamente participativos y no solo representativos.
La integración latinoamericana, dentro de un esquema de segunda “liberación nacional”, algo como el modelo chino, en las condiciones actuales no puede sino significar la formación de otro bloque mercantilista dentro de la geopolítica global. Tal bloque latinoamericano sería solo un escalón hacia otra etapa - “un socialismo latinoamericano”. Mientras que se organicen los pueblos latinoamericanos y formen sólidas plataformas políticas para asumir el poder e instalar el socialismo se tendrá que ver de qué manera los burgueses latinoamericanos de la “liberación nacional” puedan pelearse su espacio global. Es de verse si pueden surgir transnacionales “latinoamericanas” no manejadas por accionistas gringos, ni por Wall Street. Así como se comportan las burguesías de todo el mundo, esa pelea involucraría cruentas guerras imperiales para defender el territorio latinoamericano de invasiones yanquis, europeas o chinas.
Con o sin “liberación latinoamericana”, por lo pronto, vamos a seguir con el mismo modelo burgués extractivista-consumista, estatal o no estatal, que seguirá destruyendo el Patrimonio Natural y Cultural latinoamericano. Según el criterio etapista de Eduardo Paz, hay que superar primero “otras contradicciones” más importantes que la cuestión del ambientalismo y extractivismo, para lo que, de facto, sería necesario destruir el Patrimonio Natural con el fin de lograr la pobreza mental industrial-consumista de los países “desarrollados” y recién luego, cuando ya se han depredado los recursos, se debería buscar una sociedad ambientalmente responsable. En otras palabras, Paz mide la pobreza con la riqueza material consumista, como la mayoría de los “progresistas” e “izquierdistas” latinoamericanos, en lo que están de acuerdo con las corporaciones transnacionales y su tecnología destructora. Según este pensamiento, los pueblos latinoamericanos deben tener el mismo “derecho” que los pueblos “avanzados” sin medir la pobreza de fondo del “avance industrial” que se esconde detrás del consumismo.
El consumismo “avanzado” solo es factible con el extractivismo, el mismo extractivismo que ha generado las supuestas “riquezas” de los países industrializados, con la división internacional del trabajo que él mismo denuncia. Con esta estrecha visión plantea que el ambientalismo es un artificio imperialista para armar una contradicción aparente al extractivismo y que de fondo solo aporta a que los recursos naturales sean protegidos para que las transnacionales los puedan saquear. Al mismo tiempo, critica que los países “progresistas” latinoamericanos se están entregando a las transnacionales, de lo que se entiende que, según Paz, está en juego una trilogía de: ambientalistas – gobiernos “progresistas” – corporaciones transnacionales. Vamos a aclarar esta confusión.
Sabemos lo que son las transnacionales y los gobiernos “progresistas”, pero ¿qué es lo que se entiende bajo “ambientalismo”? Es donde se crea un profundo desentendimiento. Tal vez, lo más sencillo para diferenciar categorías de ambientalismos, es señalar dos tipos: el ambientalismo-ecologismo popular y el ambientalismo burgués-imperialista. Para eso, primero hay que entender lo que involucra la dimensión ambiental. Si observamos el proceso moderno del ambientalismo, que comenzó con la identificación documentada de los límites de crecimiento del sistema capitalista (ratificando lo que Carlos Marx ya demostró científicamente hace más de 100 años) hace 45 años por el Club de Roma, luego el informe Brundtland y las Cumbres de la Tierra, que vinculan estos límites a la destrucción de la naturaleza, lo ambiental es contemporáneamente, luego de lo económico y social, la tercera dimensión de la sociedad humana y atraviesa todos sus estamentos. ¿Qué hacer frente a la destrucción planetaria causada por el sistema capitalista y la amenaza a la sobrevivencia del ser humano?
El ambientalismo-ecologismo popular plantea en su ecología política el cambio profundo del modo de producción y de vida, que es la causa fundamental del desastre planetario ecológico, social y económico contemporáneo. Otro aspecto crucial de esta posición es la convivencia armónica del ser humano con la naturaleza, donde se respetan mutuamente los derechos humanos y los derechos de la naturaleza. El ambientalismo burgués-imperialista, en cambio, sostiene la mitigación de los impactos del modo producción y de vida actual; producir lo mismo pero “limpio” como dicen. En esta posición el ambientalismo burgués se enreda continuamente, como lo demuestra todo el debacle del “Cambio Climático” y de la “Economía Verde”, dejando al descubierto sus verdaderas intenciones de permanecer en el poder global y seguir expoliando vilmente a los pueblos, como lo demostraron las cumbres ambientales de Kopenhagen y la reciente de Río20+.
Entonces, ¿de qué falsedad se está hablando al relacionar el ambientalismo con el extractivismo? El ambientalismo-ecologismo popular rechaza tajantemente a las transnacionales, que son las más depredadoras y las causantes del extractivismo. Si se opone al extractivismo en América Latina no es, pues, para abrir las puertas a las transnacionales, sino que se opone tajantemente a la política neoextractivista de los llamados “gobiernos progresistas” que son ellos los que abren las puertas a las transnacionales y proceden a destruir el Patrimonio Natural para entregar unas dádivas a la población pobre. En actuales condiciones, invitar a las transnacionales es entregar nuestro bien público a los gringos y chinos, y dejarnos huesos pelados con todo lo que significa su tecnología química-transgénica destructora. ¿De qué sirve atender precariamente a las “otras contradicciones fundamentales” que menciona Paz con el poco dinero que dejan las transnacionales si esto compromete un futuro de pobreza para nuestros hijos y nietos? ¿Acaso sociología es sólo ver el momento cortoplacista? ¿Acaso construimos un país digno y sustentable sobre servicios sociales paternalistas e insustentables del Estado?
Aunque no sean los gringos o chinos, igualmente es reprochable que empresas latinoamericanas se prestan al mercantilismo destructivo del sistema mundial consumista burgués. Igual van a despilfarrar las riquezas, mientras que la pobreza sigue rampante en todo el planeta. El ambientalismo-ecologismo popular plantea que el Patrimonio Natural debe servir para construir un nuevo modo de vida, con una economía solidaria que otorga soberanía alimentaria generacional. Solo así tiene sentido el “uso interno endógeno” que menciona Paz. De nada nos sirve el “nacionalismo defensivo con proyecciones de fortalecer la economía estatal y social” si se sigue con el modo de producción destructor y el modo de vida consumista burgués, ya que ello sólo “permite una mejor redistribución de las riquezas y los excedentes” para la élite privilegiada, como la situación en el mundo lo demuestra por doquier.
De nada nos servirá la “independencia economía, soberanía política y participación de las masas” si Latinoamérica sigue con este modelo destructor. El “uso interno de los recursos naturales en procesos de industrialización avanzada” (Paz) solo puede significar el desmantelamiento de la gran industria y de los sistemas químicos-transgénicos, construir una nueva era posindustrial, algunos dicen “de conocimiento”, basada en el empoderamiento comunitario de sus vidas, la pequeña y mediana producción solidaria y la soberanía alimentaria en estrecha convivencia armónica con la naturaleza. Superemos contradicciones, como esta: por un lado ataca al extractivismo y a los gobiernos que se entregan a las transnacionales (igual que lo hacen los ambientalistas-ecologistas populares), por otro indica que los opositores al extractivismo abortan “los procesos de avance social y económico que se consiguieron en la última década”. Esta parece ser una contradicción fundamental de los “progresistas” e “izquierdistas” latinoamericanos frente a los necesarios procesos de cambio revolucionario en la era ambiental.
Guayaquil, Ecuador, julio 2012
Federico Koelle D.
Ambientalista-ecologista popular
https://www.alainet.org/fr/node/159577
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