Pensar la situación mundial para una renovación del movimiento altermundialista
10/07/2012
- Opinión
El Consejo Internacional del Foro Social Mundial (FSM) ha programado para su reunión de Monastir un debate abierto sobre la situación mundial. Un debate que tiene varios objetivos. Fundamentalmente, evaluar el desarrollo de los foros sociales y reflexionar sobre la situación del Consejo Internacional para una mejor percepción de sus contradicciones internas y para acentuar el papel del proceso en la profundización de las movilizaciones y luchas. Se trata también de colaborar en la preparación del FSM de 2013 en Túnez. El debate no debe limitarse al análisis, sino además poner el acento sobre el modo de fortalecer el proceso poniéndolo al servicio de los movimientos sociales y ciudadanos. En este texto introductorio se hace un punteo de los diferentes temas que caracterizan el espacio de debate: la crisis y su evolución; el nuevo ciclo de luchas y revoluciones; la batalla por las ideas; las movilizaciones y transformaciones políticas; la región Maghreb-Machrek; la situación del proceso de los foros sociales.
La crisis y su evolución
Lo que se convino en llamar crisis se va profundizando. Los FSM analizaron en diversas oportunidades la naturaleza de esta crisis, y también lo hicieron los foros sociales temáticos y regionales y el Consejo internacional. Ya se admite que la dimensión financiera - la más visible - es una consecuencia que da cuenta de la profundidad de la crisis. Más allá de las crisis abiertas, alimentarias, energéticas, climáticas, monetarias, … la crisis se caracteriza por la articulación de cuatro dimensiones : la dimensión económica y social, que es la de las desigualdades sociales y la corrupción ; la geopolítica con el fin de la hegemonía de los Estados Unidos, la crisis en Japón y Europa y el ascenso de nuevas potencias ; la ideológica con la interpelación a la democracia y los movimientos xenófobos y racistas ; la ecológica con la puesta en peligro del ecosistema planetario.
En realidad, se trata de una triple crisis, de tres crisis, una dentro de la otra : una crisis del neoliberalismo en cuanto fase de la mundialización capitalista ; una crisis del propio sistema capitalista que combina la contradicción específica del modo de producción con la contradicción entre capital y trabajo y la que se plantea entre el modelo productivista y los problemas del ecosistema planetario ; una crisis de civilización, la crisis de la civilización occidental, que necesita revisar las relaciones entre la especie humana y la naturaleza que definieron la modernidad occidental y marcaron algunos de los fundamentos de la ciencia contemporánea.
La resistencia de los pueblos ha ahondado la crisis del neoliberalismo; confirma el papel de las contradicciones sociales en el agotamiento de esta fase de la mundialización capitalista. Las desigualdades sociales, la desocupación y la precarización han disminuido el consumo popular y originado una crisis de « superproducción ». El recurso al desendeudamiento encontró sus límites; con la extensión de los mercados financieros derivados, contaminó todos los mercados de valores. La explosión de los « subprimes » ha marcado el traspaso de la deuda de las familias a de las instituciones financieras. Con el salvataje de los bancos a cargo de los Estados arrancó la crisis de las deudas públicas. La reducción de los déficits mediante la aplicación de planes de ajuste debería supuestamente ser una solución para esta crisis, sin tocar las ganancias y manteniendo el control a cargo del mercado mundial de capitales y los privilegios de los accionistas. La resistencia popular se opone a todo ello. El enfrentamiento ha tomado un cariz muy desfavorable en Europa, donde crisis económica y crisis geopolítica se combinan de modo muy particular y se juega la perduración de la supremacía del mercado mundial de capitales.
Sin embargo, el agotamiento del neoliberalismo no significa la superación del capitalismo. Abre un período de crisis estructural que será escenario de una confrontación entre tres salidas posibles: el fortalecimiento de la dictadura financiera bajo nuevas formas y la inclusión de la naturaleza en los circuitos financieros; el reordenamiento del capitalismo sobre la base de una regulación pública y una modernización social; una ruptura que se abre hacia la superación del capitalismo. Las nuevas situaciones estarán caracterizadas por articulaciones especificas entre estas tres salidas.
El nuevo ciclo de luchas y revoluciones
La hipótesis es que la respuesta de los pueblos al ahondamiento de la crisis en 2008 y a las políticas de austeridad represivas abre un nuevo ciclo de luchas y revoluciones. Los nuevos aires originados en Túnez se han propagado en primer lugar en Egipto. Enarbolando la lucha contra las dictaduras, se extendieron por toda la región del Maghreb-Machrek. Atravesaron el Mediterráneo y se difundieron por el sur de Europa, en España, Portugal y Grecia planteando el tema de la democracia real. Ganaron nuevas fuerzas atravesando el Atlántico con los “occupy” Wall Street, Londres, Montreal e identificaron a las oligarquías con un eslogan: “Ustedes son el 1%, nosotros el 99%”. Hoy en día adopta formas más amplias en múltiples países del mundo - Chile, Canadá, Senegal, Croacia - reclamando por la quiebra de los sistemas de educación y la generalización del endeudamiento. Los pueblos de las plazas gritan « Ya basta ! », « Ca suffit ! » en la « Plaza del Sol » de Madrid, la « Plaza de Catalunya » en Barcelona y en tantas otras ciudades, bajo el impulso de la plaza de la Cashbah en Túnez y la plaza El Tahrir en El Cairo. El poder económico y el poder político, en franca complicidad, han sido señalados como los responsables de la crisis. Han caído las máscaras la dictadura del poder financiero y su resultado, la « democracia de baja intensidad ».
Más allá de las especificidades, este nuevo ciclo de luchas proclama la justicia social, el rechazo de la miseria, las desigualdades, y la corrupción ; la reivindicación de sistemas democráticos que garanticen las libertades individuales y colectivas, la dignidad de cada individuo ; las contradicciones geopolíticas asociadas a la hegemonía occidental ; las contradicciones ecológicas cada vez más perceptibles. Echan luz sobre las contradicciones sociales entre capas populares y oligarquías. Son reivindicaciones que adoptan consignas compartidas por los movimientos de todos los países del mundo y a escala mundial. Las renuevan y las comparten en el espacio público construyéndolas como evidencias. Cuestionan la hegemonía cultural necesaria para la perduración del dominio de los valores de la burguesía y las élites dirigentes.
Lo que emerge de las plazas es una nueva generación que se impone en el espacio público. No es la juventud definida como un segmento etario sino una generación cultural que se inserta en una situación y la transforma. Pone en evidencia la existencia de profundas transformaciones sociales asociadas a la escolarización de la sociedad con su doble traducción en la fuga de cerebros y profesionales desocupados. Las migraciones vinculan a esta generación con el mundo y sus contradicciones en términos de consumo, culturas y valores. Los resultados son evidentemente contradictorios pero reducen el aislamiento y el encierro. Los profesionales desocupados construyen una nueva alianza de clases entre los hijos de capas populares y capas medias. Los nuevos movimientos estudiantiles marcan la quiebra de los sistemas educativos a escala mundial. El neoliberalismo ha roto su promesa de educación con pleno empleo y buen vivir con consumo. Y además, el fenómeno del sobre-endeudamiento estudiantil ha precarizado violentamente a las nuevas generaciones.
Esta nueva generación es la que está construyendo con sus exigencias e inventiva una nueva cultura política. Modifica el modo de vincular los determinantes de las estructuraciones sociales: clases y capas sociales, religiones, referencias nacionales y culturales, pertenencias de género y edad, migraciones y diásporas, territorios. Experimenta nuevas formas de organización desde el manejo de redes digitales y sociales, afirmando la auto-organización y la horizontalidad. Intenta definir, en las diferentes situaciones que atraviesa, formas de autonomía entre los movimientos e instancias políticas. Busca maneras de vincular lo individual y lo colectivo. Quizás sea este el nivel en que las redes sociales diversas son portadoras de nuevas culturas, como el caso de los colectivos de software libre que pueden llevar adelante sus luchas ofensivas en forma colectiva pero salvaguardando celosamente la independencia de las individualidades. La reapropiación del espacio público es una reivindicación de la soberanía popular. Las plazas están renovando las ágoras. Hay ocupación e intercambio, pero no con el voto, que siempre es necesario pero casi nunca alcanza. No es un cambio en la relación con lo político sino un proceso de redefinición de lo político.
La cuestión que se abre hoy en día es la de la relación entre los nuevos movimientos y el movimiento altermundialista. Los nuevos movimientos no se han organizado dentro del altermundialismo, aunque la relación entre ambos existió desde el comienzo. La hipótesis es que el presente ciclo de luchas corresponde a una nueva fase del movimiento altermundialista. Y esto requiere considerar que el altermundialismo, en cuanto movimiento histórico y anti-sistémico, comenzó con los inicios del neoliberalismo y ya ha atravesado varias fases: en 1980, en los países del sur contra la deuda, el ajuste estructural, el FMI y el Banco Mundial; en 1995, con las luchas contra la precariedad, la desocupación y la destrucción de la protección social; en 2000 con el proceso de los foros sociales mundiales. Hoy en día, los nuevos movimientos marcan una nueva fase. Y una nueva fase no anula las precedentes. Cada nueva fase prolonga y renueva las formas de las fases precedentes. Las obliga a transformarse. Los nuevos movimientos marcan la transición entre la última fase del ciclo abierto por el neoliberalismo y los movimientos anti-sistémicos de la fase en ciernes
El enfrentamiento ideológico
El enfrentamiento se ha mostrado con más claridad en la batalla de las ideas. Los foros sociales mundiales dado esta batalla en dos planos: el de una orientación alternativa y el de las medidas inmediatas que se imponen en relación con las consecuencias de la crisis sobre las condiciones de vida de las capas populares.
En los foros sociales mundiales ha surgido una orientación alternativa. Las diferentes sociedades y el mundo pueden organizarse con una lógica distinta de la lógica dominante de subordinación al mercado mundial de los capitales. Las diferentes sociedades y el mundo pueden organizarse a partir del acceso de todos a los derechos y la igualdad de derechos, en los planos local y planetario.
En los últimos diez años, los Foros han planteado numerosas propuestas de aplicación inmediata : la supresión de paraísos fiscales y jurídicos, el impuesto a las transacciones financieras, la diferenciación entre bancos de depósitos y bancos de negocios, la socialización del sector financiero ; la prohibición del mercado de derivados, la redistribución de los ingresos, la protección social universal ... Son propuestas que en sí no tienen nada de revolucionario, pero hoy en día son retomadas por economistas del establishement e incluso algunos gobiernos. Aunque sus declaraciones no producen ningún efecto porque la implementación requeriría una ruptura con el dogma neoliberal y la dictadura de los mercados financieros. Y estas fuerzas son las dominantes y no van a acceder a renunciar sin enfrentamientos a sus gigantescos privilegios.
En los debates de los movimientos para la preparación de Rio+20 se observó una confrontación entre las tres posibles salidas de la crisis estructural. El documento de trabajo preparado por las Naciones Unidas y los Estados está centrado en una visión de la « economía verde » que los movimientos cuestionan en su totalidad. Dentro de esta visión, la salida de la crisis pasa por la ampliación del mercado mundial, por ese « mercado ilimitado » que requiere el crecimiento. Para la ampliación del mercado mundial, que llaman mercado verde, proponen financiarizar la Naturaleza, mercadizar todo lo vivo y privatizaciones generalizadas. Un planteo inverso al de cualquier planteo de regulación publica y ciudadana. Una extensión de la lógica neoliberal, la lógica del capitalismo desregulado que condujo a la catástrofe.
Según esta lógica, hay que oponerse a la idea de que el acceso a los derechos es gratuito. La Naturaleza produce servicios (capta el carbono, purifica el agua,....). Y se afirma que la gratuidad degrada esos servicios. Para mejorarlos, hay que fijarles un precio, un precio definido por el mercado. Hay que mercadizarlos e introducir propiedad en ellos. El objetivo es reemplazar el derecho de propiedad humana sobre la Naturaleza par una propiedad privada que permita una buena gestión de la Naturaleza. Esa gestión de la Naturaleza tendría que quedar en manos de las grandes empresas multinacionales, financiarizadas, que sí sabrían administrarla y cubrir las insuficiencias. Una nueva ofensiva está en marcha para eliminar toda referencia a los derechos fundamentales con posibilidades de debilitar la preeminencia de los mercados. Dicha ofensiva apunta al sometimiento de las Naciones Unidas a las presiones de las multinacionales, la subordinación del derecho internacional al derecho empresarial. La alianza entre los Estados y las grandes empresas financieras marginaliza el multilateralismo y pone en peligro el derecho internacional.
La segunda concepción es la del Green New Deal, defendida por ciertas corrientes modernistas, en especial por Joseph Stiglitz y Paul Krugman. Postulan un reordenamiento profundo del capitalismo, que incluye una regulación publica y una redistribución de los ingresos. Resulta poco audible porque implica un enfrentamiento con la lógica dominante, la lógica del mercado mundial de capitales que rechaza las referencias keynesianas y no está dispuesto a aceptar que algún proceso inflacionario venga a disminuir la revalorización de las ganancias. Situación que nos recuerda que el New Deal adoptado en 1933 solo pudo aplicarse en 1945, después de la segunda guerra mundial.
La tercera concepción es la de los movimientos sociales y ciudadanos; fue explicitada a lo largo del proceso de los foros sociales mundiales. Los movimientos sociales no son indiferentes a la posibilidad de mejoras en el empleo y el poder adquisitivo que podría ser el aporte del Green New Deal. Pero constatan la imposibilidad de concretarlos dentro de las actuales relaciones de fuerza. Consideran que el crecimiento productivista asociado a cualquier capitalismo, aunque sea un capitalismo regulado, no escapa a los límites del ecosistema planetario y no resulta viable.
Los movimientos sociales preconizan una ruptura, la ruptura de la transición social, ecológica y democrática. Plantean nuevas concepciones, nuevas maneras de producir y consumir. Mencionemos algunas de ellas: bienes comunes y nuevas formas de propiedad, control de la finanza, buen-vivir y prosperidad sin crecimiento, reinvención de la democracia, responsabilidades comunes y diferenciadas, servicios públicos basados en los derechos, etc. El objetivo es que la organización de las sociedades y el mundo esté fundada en el acceso de todos los hombres a los derechos. Hoy esa ruptura está en marcha con las diferentes luchas emprendidas, pues la creatividad nace de las resistencias que se van encontrando y de las prácticas concretas de emancipación que, del nivel local al global, prefiguran las alternativas.
Las movilizaciones y las transformaciones políticas
El enfrentamiento ideológico es necesario. Sobre todo si no se olvida la necesaria batalla por la hegemonía cultural. Pero no resulta suficiente. Y al proceso de los foros sociales y el movimiento altermundialista se le plantean dos problemas: las movilizaciones y las transformaciones políticas.
¿Cómo lograr que las movilizaciones estén a la altura de los desafíos? Dos preguntas se le plantean al proceso de los FSM. ¿Permite el proceso del FSM fortalecer la movilización de los movimientos en los diferentes planos nacionales y en el plano de las grandes luchas (salariales, campesinas, de las mujeres, los derechos humanos, los pueblos originarios, ecologistas...)? ¿Permite el proceso de los FSM que avance la movilización a escala mundial frente a los poderes financieros y el mercado mundial de capitales, económicos, y las multinacionales, políticos y las instituciones internacionales? Resulta manifiesto que es indispensable avanzar en estos campos y que se requieren nuevas propuestas.
¿Cómo construir las salidas políticas? También en este punto la cuestión se plantea en dos escalas: la de las perspectivas a largo plazo y la de las oportunidades inmediatas. Los movimientos que integran el movimiento altermundialista hacen hincapié en la transformación en profundidad, en la necesaria transición, que es ruptura, social, ecológica y democrática. Propugnan el necesario enfrentamiento con los mercados financieros como determinante de dicha transición.
A largo plazo, es preciso volver sobre la cuestión del poder. Si se sigue postulando que la cuestión política pasa por la toma del poder del Estado, por elecciones de preferencia, se cae en una evolución hacia los partidos-estado con el riesgo de quedar separado de la parte de la población que descree de la política. También hay que interrogarse sobre la naturaleza contradictoria del Estado, instrumento de dominación para la burguesía y su reproducción, pero al mismo tiempo instrumento del interés general en la regulación publica y ciudadana. El tema es definir los desafíos de la nueva revolución: la definición de nuevas relaciones sociales, la reinvención de la democracia y la nueva fase de descolonización.
En lo inmediato, el poder político se define en situación. Los movimientos deben definir en cada país, a nivel nacional, en relación con los Estados y en función de las situaciones, la relación con los partidos políticos y las instancias políticas. Desde este punto de vista, sin perder el sentido crítico, tienen la posibilidad de evaluar el interés de ciertos regímenes e influir en su evolución. A nivel mundial, el movimiento altermundialista define su acción en la batalla ideológica, en la batalla de las ideas, para el derecho internacional. Los movimientos tienen ante sí grandes posibilidades de acción, especialmente a nivel local y a nivel de las grandes regiones. Resulta esencial que conserven su autonomía, una autonomía que no excluye los compromisos directos en situación. Los movimientos participan de la necesaria separación de los poderes, condición del respeto de las libertades individuales y colectivas que es lo que define una democracia. El desafío es la reinvención de la relación entre poder y política.
Entre tres temas, la urgencia, la dictadura del realismo y la transformación estructural, los movimientos se ven confrontados a la necesidad de definir un nuevo pensamiento estratégico. Sobre todo porque también se enfrentan al tema muy serio de nuevas estrategias militares, guerra sin fin y desestabilización sistemática.
La región del Maghreb y el Machrek
El FSM se reunirá en Túnez, punto de partida del nuevo ciclo de luchas y revoluciones. Las insurrecciones mediterráneas son portadoras de una esperanza revolucionaria. Hay que reconocer que estamos en una situación revolucionaria, aquella situación que se abre « cuando los de abajo ya no quieren ser gobernados y cuando los de arriba ya no pueden gobernar ». Y en este ciclo de revoluciones lo nuevo está en gestación, no hay nada predeterminado. Atravesamos un período que invita a abrir la discusión pública sobre revoluciones y rupturas. Van surgiendo algunas pistas.
El tiempo de las revoluciones es un tiempo largo y no lineal. las rupturas no son definitivas. Se desvían algunas situaciones para que las insurrecciones populares deriven en guerras civiles. Las revueltas populares contra los regímenes dictatoriales deben enfrentar represiones sangrientas que además abren las puertas a todas las maniobras de las potencias dominantes y vecinas. Y dificultan la percepción de los desafíos a largo plazo frente a la coyuntura de situaciones dramáticas.
Más allá de esta democratización necesaria, una orientación alternativa a la mundialización capitalista está en gestación. Esta orientación debe responder a actuales las contradicciones sociales, ecológicas, geopolíticas, democráticas. Otro desafío mayor es el de una nueva fase de la descolonización, que correspondería al paso de la independencia de los estados, que caracterizó a la primera etapa de la descolonización, a la autodeterminación de los pueblos. Esta nueva etapa de la descolonización no se reduce al ascenso de los llamados países emergentes, sino que se construye en la convergencia de los movimientos que progresaron en el espacio de los foros sociales mundiales. Esta nueva etapa de la descolonización va a plantear temas como el agotamiento de los recursos naturales, en especial del agua, el clima, la biodiversidad, el control de las materias primas y el acaparamiento de tierras.
Hay una parte de lo nuevo que está buscando su camino en la escala regional y solo es visible a nivel de una generación. En el sur de Europa, hace unos treinta años, las salidas de las dictaduras fueron aprovechadas por regímenes aliados al neoliberalismo que han mostrado los límites de la democratización. Esta situación es reveladora del callejón sin salida en que se encuentra Europa y la necesidad de reinventar su naturaleza. América Latina fue saliendo de sus dictaduras durante los últimos treinta años y la democratización abrió un período de democracias burguesas. Estos regímenes implementaron sistemas neoliberales de crecimiento, que responden a la lógica dominante, y democratizaciones más o menos limitadas. Y los Estados Unidos pasaron de controlar las dictaduras a nuevas formas de control sobre las democracias burguesas. Pero a lo largo de este proceso se han desarrollado nuevos movimientos sociales y ciudadanos, modificando la situación en numerosos países y en la Región y abriendo la posibilidad de nuevas evoluciones.
Hay más ejemplos que permiten reflexionar sobre el tiempo largo y caótico de los cambios revolucionarios. Una mirada sobre estos períodos permite recordar que, después de todo acontecimiento revolucionario suele abrirse un período de retroceso, o directamente de restauración. Es el caso de las movilizaciones del período 1965 a 1973, en todo el mundo, que va a asistir al retorno al individualismo de la pasión libertaria, al reciclaje elitista de la pasión igualitaria, al amor por lo universal confundido con la occidentalización y a la imaginación canalizada por la mercadización. Todas las revoluciones están inconclusas, pero su impulso sigue avanzando en cada movimiento de emancipación.
En la región del Maghreb-Machrek, las contradicciones van a ampliarse entre los intentos de los regímenes conservadores y los nuevos movimientos sociales y ciudadanos que van a construirse en el nuevo período. En esta perspectiva se sitúa la reflexión sobre la evolución del islam político. Y también en esta situación, y en todas las regiones, puede mostrar la realidad migratoria la importancia, exacerbada por la crisis, del racismo y la xenofobia en todas las diversas sociedades. Las sociedades son múltiples y el rechazo al extranjero pone en peligro la cohesión de cada una de ellas.
La situación del proceso de los foros sociales mundiales
El altermundismo es un movimiento histórico que prolonga y renueva todos los anteriores: el movimiento por los derechos civiles y políticos, el obrero, el descolonizador, el movimiento para la renovación de la democracia. También él debe renovarse. El agotamiento del neoliberalismo, junto con las voluntades de superación, va a terminar en una nueva fase de la mundialización capitalista con una nueva lógica, sus contradicciones y nuevas fuerza anti-sistémicas.
El proceso de los foros sociales mundiales se difunde. La nueva cultura política impregna las iniciativas y las movilizaciones mucho más allá del proceso. las actividades auto-organizadas, la búsqueda de formas de autoridad que no se basen en las jerarquías, la diversidad en la convergencia de los movimientos ya son referencias admitidas.
Los foros temáticos profundizan la orientación estratégica, que es la de la igualdad de derechos y las movilizaciones contra la lógica del capitalismo. Son portadores de una nueva generación de derechos (los derechos de la Naturaleza, la libertad de circulación, la soberanía alimentaria,…) y los anticipan. Plantean propuestas de políticas públicas. Permiten intercambios sobre prácticas concretas de emancipación concretas. El objetivo es comenzar ya a construir un mundo distinto a partir de las alternativas y rupturas necesarias para lograrlo. La lista de los foros temáticos, regionales y mundiales es cada vez más larga; se calculan alrededor de cincuenta para el período de 2012 hasta comienzos de 2013.
Los foros nacionales y regionales están explorando nuevas vías de transformación política y abriendo el tema de la evolución de los regímenes y las relaciones entre movimientos y Estados. Hay políticas post-neoliberales en gestación. No son anticapitalistas pero buscan vías de autonomía frente al mercado mundial de capitales (tasas a la exportación, nacionalizaciones,…) y posibilidades de redistribución parcial. Se traducen en una fragmentación del movimiento social. La autonomía de los movimientos sociales sigue siendo prioritaria, incluso en las negociaciones y el apoyo a determinados regímenes.
Queda abierto un tema: la evolución del Consejo Internacional y su papel.
El movimiento altermundialista no puede reducirse a los foros sociales. Hay nuevos movimientos que están cobrando gran relevancia. Y nuevas iniciativas en curso, como lo vimos con las movilizaciones contra el G20 y la Cumbre de los Pueblos en Rio+20. A partir del proceso de los foros sociales mundiales, el objetivo es pensar el paso a una nueva etapa y emprender una profunda renovación del movimiento altermundialista.
25-06-2012
Texto introductorio al debate sobre la situación global, del Consejo Internacional del Foro Social Mundial, que tendrá lugar el 15 de julio de 2012, en Monastir.
https://www.alainet.org/fr/node/159475
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