Siempre Memoria. Siempre la vida
24/03/2011
- Opinión
El 24 de marzo de 1976 un golpe de Estado cívico-militar derrocó al gobierno constitucional de la Presidenta María Estela Martínez de Perón e instauró una dictadura que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983 a través de una Junta Militar encabezada por los comandantes de las tres Fuerzas Armadas: Ejército; Armada y Fuerza Aérea. Los golpistas tomaron al poder en un contexto de violencia creciente, caracterizado por acciones de Terrorismo de Estado en el cual participaba también un grupo de civiles denominado Tripe A (Alianza Anticomunista Argentina)
Fueron los años más duros y siniestros que tuvo que vivir nuestra Patria. Años en los que mujeres y hombres eran arrancados de sus hogares o lugares de trabajo y nunca más aparecieron. Imperaba el pánico, la censura; las palabras podían convertirse en un camino directo hacia la muerte.
El gobierno militar secuestró, torturó y ejecutó clandestinamente a decenas de miles de personas sospechadas de ser guerrilleros o activistas civiles sin relación con las organizaciones armadas, y estableció centros clandestinos de detención para llevar a cabo estas tareas. Más tarde se los conoció como ‘’desaparecidos’’. La gran mayoría de ellos fueron ejecutados y enterrados en fosas comunes o arrojados al río desde aviones de la Fuerza Aérea. Perversamente se apropiaron de los niños de madres en cautiverio. Hubieron más de 500 criaturas arrancadas del vientre de su madre, de los cuales 100 han sido recuperados ya por el trabajo incesante de las Abuelas de Plaza de Mayo.
El País comenzaba a sumirse en una larga y profunda oscuridad. Se pusieron en práctica una serie de reformas con una matriz profundamente conservadora siguiendo las nuevas doctrinas neoliberales de la Escuela de Chicago, que tendieron a desmontar el estado de bienestar, desindustrializar, favoreciendo al sector financiero y agrícola – ganadero en desmedro de la clase trabajadora, generando un profundo y perverso cambio cultural con las consecuencias que aún hoy nos alcanzan.
Cuando el Presidente Néstor Kirchner estableció el 24 de marzo como el Día Nacional de la Memoria y la Justicia, dio lugar a un espacio para la reflexión y el análisis de nuestros errores pasados. La Memoria es la herramienta que tenemos siempre a mano para no repetir historias. Memoria no significa detenerse en el pasado; significa recordar para seguir. Tan prudente es tener presente esos años de muerte y desasosiego, como lo es hacerle conocer a los niños y jóvenes en formación, todo y cuanto ocurrió durante los años en la que una trilogía asesina, que deshonró la historia de las gestas libertadoras de nuestras Fuerzas Armadas, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, se adueñó de un País desvalido, el mismo País que hoy transita un presente sin mordazas y dispuesto a defender esta Democracia y su derecho a soñar.
Este no fue el primer genocidio en nuestras tierras. De la Memoria permanente y el castigo a los responsables: civiles y militares, dependerá que sea el último.
Este no fue el primer genocidio en nuestras tierras. De la Memoria permanente y el castigo a los responsables: civiles y militares, dependerá que sea el último.
Boletin "El Grito Argentino", Año 2 - Nº 024, marzo 2011
https://www.alainet.org/fr/node/148622
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