Manuel Rozental: Quienes me señalan pretenden silenciarme

03/06/2009
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El colombiano Manuel Rozental, responde sobre las falsas acusaciones hechas en su contra por parte del gobierno de Uribe y habla sobre su compromiso a favor de la lucha de los pueblos indígenas de su país.

La siguiente entrevista fue realizada a Manuel Rozental miembro de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) en Colombia.  El pasado mes de Marzo, Manuel junto con el periodista Hollman Morris, fueron injustamente señalados por el gobierno de Uribe de tener vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), siendo esta una clara estrategia gubernamental no solo para desprestigiar su trabajo en el área, sino como una forma de deslegitimar y criminalizar la lucha indígena, después de las importantes movilizaciones realizadas a finales del año pasado conocidas como la MINGA.

- Manuel, recientemente la Revista Cambio publicó un artículo el 4 de marzo, en el cual te vinculan junto con el periodista Hollman Morris, de tener conexiones con los grupos guerrilleros ¿Cómo es que se da esta ofensiva?

El hecho concreto es que se me señala dentro de un artículo que acusa a Hollman Morris de tener vínculos con las FARC, como alguien que colabora con Hollman, a nombre del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en una “cruenta lucha” entre las FARC y el ELN por el control territorial del Norte del Cauca.  La fuente de información es el famoso computador de Raúl Reyes.  Hay varias cosas para aclarar:

1- Es falsa la información en mi contra.  No tengo vínculos con el ELN, no existe, que yo sepa, una cruenta lucha entre el ELN y las FARC por el control territorial del Norte del Cauca y con Hollman hemos trabajado desde hace años en tareas estrictamente comunicativas para darle la palabra a los procesos populares y a los pueblos comprometidos con luchas de resistencia popular no armada que son víctimas del régimen y de la insurgencia.  En conclusión, se trata de un montaje.

2- En el pasado han aparecido varias veces señalamientos como el que se hace en mi contra en esta misma revista y en otros medios.  El caso más recordado es el del humorista Jaime Garzón.  El resultado es el asesinato de las personas señaladas.  Es decir, que se trata de una legitimación de un homicidio político.  El contenido falso de este señalamiento me presenta como miembro o colaborador del ELN (un grupo insurgente), enemigo de otro grupo insurgente (las FARC), ambas enemigas de la Fuerza Pública del Estado Colombiano y de los paramilitares.  Es decir que cualquiera (insurgencia, paramilitares y ejército) tienen justas razones para asesinarme.  Quienes planean matarme, introducen esta información en un medio masivo, para que la muerte quede justificada.  Es la legitimación de una muerte planificada.

3- Ya en el pasado fui acusado de ser miembro de la CIA y “Terrorista Internacional”.  Tuve que asilarme, defenderme de ataques y sospechas de todos los frentes y someterme a investigaciones y juicios que casi me cuestan la vida.  Con este señalamiento y otros hechos que se vienen dando, regresan las amenazas para silenciarme.  Soy, evidentemente un estorbo.

4- Incómodo desde mi trabajo como comunicador y como pedagogo y analista político desde la ACIN (Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca).  He hecho parte de un esfuerzo colectivo, al que contribuyo en la perspectiva de construir una palabra que se camina en resistencia al proyecto de la codicia global del capital transnacional, que se expresa en Colombia a través del régimen de despojo integral que sufrimos.  Este esfuerzo da frutos en conciencia y movilización crecientes.  Es una voz que lejos de callarse se fortalece y escucha transformándose en movilización y agenda de lucha.  Quienes me señalan pretenden silenciarme y, a través del terror, silenciar el proyecto del que hago parte.  Es, en efecto, una ofensiva contra la Minga de Resistencia Social y Comunitaria: una convocatoria en marcha a todo el pueblo Colombiano para pasar de ser un país con dueños y sin pueblos a construir un país de los pueblos sin dueños.  Las Mingas son prácticas andinas ancestrales que buscan lograr un objetivo común, sin dueños y con beneficiarios colectivos.  La última acción de la Minga fue una movilización de 61 días que culminó en Bogotá con una convocatoria amplia.  Quienes se oponen a que los pueblos asumamos nuestro destino, amenazan y matan con mentiras.

- Sin duda, uno de los métodos y pretextos por excelencia utilizados para desprestigiar a las movilizaciones sociales (en este caso a la Minga) por el  gobierno de Alvaro Uribe, ha sido la de vincularlos con las acciones de las FARC.  ¿Que opinas al respecto? 

El Gobierno Uribe se sostiene gracias a su política contra las FARC.  Ello quiere decir, paradójicamente, que someter o derrotar a las FARC por la vía de la fuerza, es la razón de ser del Gobierno, pero también que si esto llegara a suceder, quedaría expuesto el verdadero carácter del régimen y su misión de entregar las riquezas y el trabajo a intereses transnacionales.  Uribe necesita de las FARC para justificarse y perpetuarse en el poder.  La lucha de la Minga, es orientada por una agenda de 5 puntos que parte de rechazar el modelo económico transnacional y los Tratados de Libre Comercio (TLC), actuar para reemplazar la legislación de despojo por legislación para el bienestar de los pueblos en armonía con la naturaleza, denunciar el terror como una política de Estado y Transnacional al servicio de alcanzar los objetivos del Capital, exigir el cumplimiento de obligaciones de Estado sin importar cual sea el Gobierno de turno y, finalmente, consolidar en principio y práctica una agenda de los pueblos.  En el marco de esta agenda, el terror es un medio para lograr fines del capital.  Por eso la Minga rechaza el terror y la guerra, vengan de donde vengan en la medida en que terminan dándole una justificación a la intervención y ocupación militar del capital.  La insurgencia es funcional al régimen en el contexto y bajo los intereses de Uribe.  Por eso, Uribe no nos puede aceptar como una fuerza popular de oposición y transformación.  Tendría que reconocer y responder a la agenda.  Prefiere y necesita que seamos terroristas o fuerzas insurgentes armadas, lo que le permite atacarnos y convocar la solidaridad y respaldo de quienes lo apoyan por su lucha contra las FARC.  Si somos FARC, es justo someternos por la vía de la fuerza.  Esto es lo que hizo durante la Minga, con un ataque militar a civiles sin armas, con toda la fuerza de la contraguerrilla.  Logramos detener un ataque más grande movilizando solidaridad y denunciando la agresión.  Hicimos públicas internacionalmente las imágenes de encapuchados y policías disparando contra indígenas sin armas.  El Presidente mintió al decir que somos de las FARC, mintió al decir que los atacamos con bombas y armas y mintió al aseverar que no dispararon contra los indígenas.  Las imágenes, dos muertos por balas de fusil M-16 y más de 120 heridos a bala demostraron el carácter del régimen.

El 16 de diciembre, un mes luego de terminar la marcha a Bogotá, en un intento por asesinar a líder indígena Aida Quilcué, el ejército colombiano, por órdenes del más alto nivel, asesinó a su compañero, Edwin Legarda.  La intención de este magnicidio era presentar a Aida y a Edwin como miembros de las FARC en un montaje en el que se encontraran armas y camuflados en la camioneta donde los mataron.  Un “falso positivo”.  Uribe se legitima señalando toda oposición como si fueran de las FARC.  En el caso de la Minga, el propósito es difamar una agenda que lo desnuda.  El desafío de la Minga es precisamente el de demostrar desde su agenda, que en Colombia hay más que guerra entre el Estado y la Insurgencia armada.  Hay un pueblo de pueblos con su agenda.  Esto amenaza al proyecto de muerte y a quienes se benefician del mismo.

- Ya han pasado algunos meses desde que se realizó la MINGA, un  importante recorrido nacional en protesta por la exigencia del cumplimiento de los derechos de los pueblos indígenas. ¿Cómo fue esa experiencia?

La Minga nace desde los pueblos indígenas, pero es de todos los pueblos.  En realidad, la Minga se hace pública en septiembre de 2004 con una marcha masiva del Cauca a Cali, en la que participan unas 80.000 personas.  Es la manifestación civil más fuerte de oposición al Gobierno Uribe.  Luego de un arduo trabajo interno de planificación y pensamiento de los pueblos indígenas, nace la Posición Política de los Pueblos Indígenas[1].  Recoge la conciencia de los pueblos indígenas que se enfrenta a un régimen transnacional y que por ello es necesario hacer Minga (esfuerzo colectivo) para resistir y transformar la realidad.  Solos no podemos.  La Minga es una conversación en marcha para que los pueblos podamos desde donde podamos.  Comienza un camino de tejer entre procesos y resistencias, sin dueños, para detener el proyecto que despoja por codicia y reemplazarlo por un país de los pueblos en armonía con la naturaleza.  Un mundo posible y necesario.  Es la fase alternativa de un proceso que comenzó hace 516 años con la resistencia, luego la recuperación, consolida autonomía desde territorios propios y sale de allí a tejer.  La agenda quedó planteada en el 2004 y plasmada en el Mandato Indígena y Popular[2].  A partir de allí la Minga viene avanzando con la Consulta frente al TLC, la Cumbre de los Pueblos, Liberación de la Madre Tierra y la Visita por el País que Queremos.  El Mandato se viene cumpliendo, pero el terror avanza y con él el TLC y las leyes que despojan: código minero, ley forestal, ley de aguas, Estatuto Rural y muchos más.  Es hora de movilizarnos.  El 11 de octubre de 2008, se bloquean pacíficamente vías en el Cauca.  Se resiste la represión violenta del Gobierno.  Se marcha hasta Cali (80.000 indígenas).  Uribe se niega a hablar con la Minga, pero debe hacerlo una semana más tarde.  Ante la agenda de 5 puntos, él y su gabinete, en territorio indígena, obligados a hablar con el pueblo, no tienen respuestas.  Mienten, engañan, encubren.  La Minga marcha los más de 1000 kilómetros hasta Bogotá.  Visitando el país y convocando a asumir la agenda.  El 21 de noviembre la Minga se congrega en la Plaza de Bolívar y convoca al país a asumirla.  A tomar la agenda y trabajarla.  A tejer desde el dolor de todas y todos una agenda.  A movilizarnos y a encontrarnos a más tardar el 12 de Octubre de 2009.  Viene avanzando tal como lo mostramos en el documental “País de los Pueblos sin dueños”.  Ya no es solamente indígena.  Es un camino.  Una criatura con vida propia que se nutre de las luchas y conciencias de los pueblos todos.  El mismo 21 de noviembre, Uribe firma el TLC con Canadá en Lima, para desafiar a la Minga.  Infiltra los movimientos sociales.  Señala líderes indígenas.  Hace maniobras, crea movimientos indígenas y sindicales de bolsillo, compra conciencias y manipula.  La Minga enfrenta sus propias contradicciones y las de los pueblos, pero avanza.  Los asesinatos y amenazas aumentan.  Los escándalos que involucran al Presidente no se pueden encubrir.  Las transnacionales que se benefician de esto van quedando expuestas y el papel de los Gobiernos del primer mundo va quedando a la vista.  Quienes impulsamos la Minga estamos siendo perseguidos, pero esta va permeando por debajo y avanza en la penumbra para iluminarse en la movilización que se va tejiendo.  Hay quienes utilizan la Minga con fines electorales.  Hay quienes no creen que se pueda y se acomodan.  Pero se cae el Estatuto Rural por la fuerza de la Minga.  Se detiene el TLC con EEUU y Canadá.  Se resiste la violencia y el terror, se construye y se moviliza.  La Minga es un camino para que los pueblos avancen.


- Actualmente, ¿existe algún diálogo con el gobierno?

Algunos líderes indígenas han insistido en sentarse a dialogar y negociar con el Gobierno.  Los resultados son nulos.  El Gobierno se niega siquiera a asistir, mientras crea la OPIC, una organización indígena a su servicio, señala, amenaza y mata líderes.  La Minga no se niega al diálogo, pero no tiene por principio nada que negociar con el Gobierno actual.  Frente al TLC y al modelo, queda resistirlo, generarle alternativas y detenerlo en solidaridad con otros pueblos.  Frente al terror como política de Estado, hay que tumbarla.  Denunciar, convocar a la Corte Penal Internacional, al relator de los Pueblos Indígenas y la solidaridad de los pueblos.  Frente a las leyes de despojo, desobediencia civil, movilizaciones, lograr que sean declaradas inconstitucionales todas y generar legislación alternativa.  Exigir el cumplimiento de convenios (no negociables) y hacer agenda propia.  Por principio, esta no es una agenda de diálogo entre el Gobierno y la Minga.  Es una agenda de transformación desde los pueblos, que acepta el diálogo para acordar mecanismos de cumplimiento.  Lo difícil de este proceso es la costumbre aún arraigada de lo reivindicativo.  Sin negar el derecho a exigir, se trata de transformar desde los pueblos.  Esto no se negocia.  Pero es un proceso y por ello hay contradicciones y dificultades.  Solamente la conciencia colectiva convertida en estrategia práctica podrá mostrar el camino.

- ¿Cuáles son los actuales desafíos de la MINGA?

Tejer entre pueblos y procesos.  Esto enfrenta amenazas y ataques externos y contradicciones internas.  Enfrenta la Minga un aparato de terror, propaganda y políticas de estado que dividen, fragmentan, generan desconfianzas y absorben aún a los procesos populares dentro de lógicas institucionales del Estado.  Recorrer el país e intercambiar.  Dar a conocer la agenda y permitir que se la apropien en los barrios, en las calles, en los sindicatos y campos, en grupos y organizaciones sin intentar controlarla desde centros de poder.  Romper jerarquías, mientras se hace trabajo disciplinado y articulado.  Hacer Minga va en contravía de las prácticas culturales establecidas de derechas e izquierdas.  La minga es una mancha que se expande, no una vanguardia que dirige.  Esto es muy difícil de asumir.  El mercado crea figuras y vocerías.  Pero además enfrentamos un régimen de terror y un aparato de propaganda que distorsionan, tergiversan y destruyen.  Hay que caminar, visitar, compartir, aprender, escuchar, enseñar.  La Minga la dirige la agenda y el compromiso de resistir el proyecto de muerte del capital global y generarle alternativas.  Ese desafío grande se enreda en desafíos pequeños, cotidianos.  La fuerza de la Minga está, a la vez, en que de poco sirve el discurso si no vamos cambiando la manera de vivir y de relacionarnos.  La Minga ya está poniendo a prueba el discurso elegante y atractivo frente a la verdad escueta de los hechos.  Es un mandato y  un llamado a transformar transformándonos.  Nadie sabe si vamos a ser capaces de asumirla, pero ya está allí reclamando que lo hagamos.

- En tu opinión, ¿Cuál es la diferencia entre  las movilizaciones de la MINGA realizada en el  2004 “por la Vida, la Autonomía, la Libertad, la Justicia y la Alegría", a la realizada el año pasado entre los mes de octubre y noviembre?

En el fondo es la misma movilización, la misma agenda, un tiempo más tarde.  Es un paso adelante en términos de magnitud y de alcance.  La agenda no se quedó encerrada en el Cauca, aunque falta mucho para que sea ampliamente asumida.  Hay mucho positivo porque desde el 2004 se ha venido avanzando.  La conciencia de la gente, de otra parte, no ha crecido con la capacidad de movilización y de convocatoria que tenemos y esto es algo que hay que examinar y superar.  Hay más fuerza de movilización que conciencia.  Esto debe superarse y es una lección que nos queda.  Si la conciencia y la agenda se fueran adelante sin movilización, sería un discurso sin acción.  Palabras vacías.  Cuando la acción se va por delante del discurso, se corre el riesgo de moverse a ciegas eventualmente, sin un rumbo claro, lo que permite que intereses particulares se roben o aprovechen el propósito colectivo.  Como dice el pensamiento Nasa: “Las palabras sin acción son vacías, la acción sin palabras es ciega, y las palabras y la acción por fuera del espíritu de la comunidad son la muerte”.  Lo que avanzamos desde el 2004 en los hechos es en la necesidad de reconocer el desafío de movilizarnos a conciencia en el espíritu de las comunidades. ¿Seremos capaces?  La respuesta se encuentra en la superación de la contradicción entre una ética establecida del interés particular con discurso colectivo, a una ética de la práctica y el compromiso colectivo que se exprese en el espejo de su discurso.  Esto está por resolverse y es una tarea de todas y todos.  La dirigencia debe respetar esta tarea y el mandato colectivo, superando el afán de hablar por los pueblos.  En la Minga coherente, los pueblos no delegan la autoridad sino la representación.  La autoridad en una verdadera democracia, nunca se delega.  Estamos lejos de hacer esto realidad.  El camino de la Minga entre el 2004 y hoy, es el camino de esta dificultad.

- ¿Cuál es tu participación en la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca?

En los últimos 7 años estoy casi permanentemente dedicado a este proceso.  Ayudé a tejer el plan estratégico de la fase alternativa.  Creo que he podido aportar a generar conciencia sobre el contexto global y el proyecto del capital, a la vez que aprender del proceso cultural local.  Desde allí he hecho aportes en equipo en diferentes áreas como educación, salud, conflicto armado, etc.  En los últimos años, he trabajado desde el Tejido de Comunicación y Relaciones Externas para la Verdad y la Vida.  Internamente en el esfuerzo de lograr comunidades concientes, movilizadas y actuando en consecuencia.  Hacia fuera, en ayudar a nombrar la palabra desde el proceso con las luchas populares de otros pueblos.  Leemos las coyunturas, estudiamos temas de fondo y actuamos frente a estos, denunciamos y movilizamos en emergencia, fomentamos identidades y culturas y fomentamos relaciones recíprocas fuera.  He aportado a la construcción de la agenda de la Minga, no solamente como discurso sino como práctica.  Pero todo esto, dando todo lo que tengo y conozco y aprendiendo todo lo que puedo en un esfuerzo colectivo.  Lo que he hecho no lleva mi nombre.

- La actual y absurda política de “seguridad democrática” propuesta por el gobierno colombiano, solo demuestra que en los últimos años, han aumentado los índices de violencia contra los grupos indígenas ¿Cómo es que se da este  incremento?

Más de 1250 indígenas han sido asesinados desde que Uribe asumió el poder.  Este ha sido el Gobierno más nefasto de la historia reciente para los pueblos indígenas.  Los pueblos indígenas constituyen, de una parte, el mayor desafío político y ético al proyecto que Uribe representa a nombre de transnacionales.  Pero además, son los territorios y los saberes indígenas, los que Uribe debe entregar a través del terror, la propaganda y las políticas de Estado.  Estas dos dinámicas combinadas hacen que Uribe se ensañe contra los indígenas y que los indígenas se conviertan en sus mayores víctimas y en sus más fuertes opositores.  Dado que constituyen una minoría (2% de la población), la intención es el etnocidio.  Esto lo encubre el Gobierno con discursos indigenistas, o lo justifica generando resentimiento de la población no indígena contra quienes el Gobierno señala como atrasados y enemigos irracionales del progreso.  Uribe es un enemigo de los pueblos indígenas, pero la muerte de los indígenas es la muerte de la posibilidad de un país viable.  Sin Uribe esto seguirá igual, ya que el Proyecto de Muerte, cuyo paradigma es “Ser para Tener”, es decir que la vida existe para convertirse en mercancía y acumular a costa de explotación, empobrecimiento y destrucción natural, no comenzó con su gobierno ni terminará con su mandato a menos que el régimen transnacional sea reemplazado por uno popular.  Este paradigma es opuesto al de los Planes de Vida o Tener para ser, en donde la economía y la generación de riquezas es un medio para promover y proteger la vida.  Uribe es el representante de la agenda del proyecto de muerte, más allá de superar el horror que el trae y por el que debe responder en justicia y derecho, se trata de resistir y superar este proyecto de muerte a cuyo nombre se realiza el genocidio y etnocidio.

- La región del Cauca, es conocida por ser una zona de alta tensión. ¿Cómo es que se  organizan los grupos indígenas ante esta situación de militarización, de la inserción de grupos paramilitares, las detenciones injustas, desparecidos, asesinatos, etc.?

La larga etapa de resistencia indígena, entre la llegada de los españoles y 1970, deja lecciones a partir de estrategias para sobrevivir.  La lucha armada de 110 años, a partir de la Cacica Gaitana desde comienzos del Siglo 16.  La salida negociada en la que Manuel de Quilos Ciclos y Juan Tama obtienen, infiltrándose a la iglesia, reconocimiento real al territorio y a la autonomía y la movilización conciente que deja Manuel Quintín Lame cuando enseña desde mediados del siglo XIX hasta mediados del Siglo XX a recuperar la conciencia y el orgullo de ser indígenas, garantiza la supervivencia y prepara a los indígenas para una segunda etapa.  La etapa de recuperación se inicia con el nacimiento clandestino del Consejo Nacional Indígena del Cauca (CRIC) en febrero de 1970 en el norte del Cauca, con una plataforma de lucha que busca Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía.  Se inicia la exitosa recuperación de tierras y el más grande y rápido proceso de reforma agraria popular en el continente hasta ese momento.  A comienzos de los 80, ya hay tierra para la gente.  Ahora se necesita Gente para la Tierra y, bajo la orientación del sacerdote Nasa Álvaro Ulcué Chocué, comienza la fase de autonomía en la que, a través de Proyectos Comunitarios, se viene consolidando un territorio autónomo con un Gobierno propio en medio de la guerra y de la persecución.  La asociación de los 7 proyectos comunitarios establece la ACIN.  En el 2004, concientes del proyecto neoliberal, con el Mandato Indígena y Popular y el comienzo de la Minga, nace la fase alternativa.  Esta historia, hecha desde las bases, por las gentes más humildes, perseguidas y maltratadas del país, es la fuerza de la gente que explica lo que allí avanza.  Paramilitares, ejército, insurgencia armada, proyectos económicos, sectas religiosas, racismo.  Políticas excluyentes y ahora el Plan Colombia y las transnacionales agreden sin descanso a un pueblo cuya conciencia le ha permitido resistir y pervivir, convocando y uniéndose ahora a la lucha de otros pueblos desde allí.

- ¿Cómo se da la relación entre los grupos indígenas y la guerrilla en esa región.  ¿Existe algún tipo de diálogo o acuerdo?

En el pasado se han dado diálogos.  La posición es exigir respeto al proceso, a la cultura y a la autonomía.  La diferencia de fondo es que la insurgencia armada, aunque comparte la resistencia al mismo agresor, tiende a no reconocer ni respetar la lucha indígena.  La lucha de clase por la vía armada se hace excluyente.  Para los indígenas, la lucha es desde y para el proyecto cultural colectivo como pueblos.  Sin esta identidad, ¿para qué la lucha?  En el momento hay una diferencia ética y estratégica con la lucha armada.  Ética, por el principio de defensa de la vida.  Estratégica, porque las acciones de guerra o terror, justifican la retaliación y dan el pretexto para la ocupación territorial.  La propuesta es una salida negociada al conflicto desde el respeto, reconociendo el carácter político de la insurgencia armada y con propuestas claras frente al proyecto del capital y a su régimen.

- Ante los continuos embates contra los medios alternativos, ¿cómo ha sido el  trabajo y la experiencia del Tejido de Comunicación Indígena Alternativo?

El Tejido ha sido atacado duramente.  El 14 de diciembre de 2008, una acción de sabotaje destruyó los equipos de transmisión y sacó del aire la emisora.  Todavía no hemos podido conseguir los recursos que necesitamos para salir al aire, pero vamos a salir de nuevo pronto, por un esfuerzo colectivo.  El 7 de febrero, Gustavo Ulcué se libró de un intento de homicidio en su casa por parte de dos sicarios.  Tuvo que dejar el territorio, pero sigue trabajando con el Tejido y promoviendo la Minga.  Luego vino el señalamiento en mi contra en Cambio. Posteriormente viene la persecución por parte de sicarios contra Hugo Dagua.  Se protege con estrategias del Tejido y su familia busca refugio en su resguardo.  Emilio Basto es arrestado y acusado de incitar a la violencia, porque venía de hacer video foros.  Logra defenderse, aunque se le violan todos los derechos y una denuncia amplia genera rechazo a su detención arbitraria.  Nos ataca el régimen, porque lo cuestionamos y le damos la palabra a la resistencia pacífica y a la agenda de los pueblos.  Nos ataca la insurgencia armada, porque rechazamos sus acciones cuando irrespetan al proceso y ejercen la violencia contra el pueblo.  No les gusta la autonomía de la Minga de Resistencia Indígena y Popular.  Pero también, con toda honestidad hay que decirlo, nos ponen en riesgo las contradicciones internas del proceso.  La reacción de respaldo al Tejido ha sido mínima, por no decir totalmente ausente, por parte de las autoridades y líderes que nos deberían respaldar.  Esto contrasta visiblemente con el apoyo que nos dan las bases, quienes conocen nuestro trabajo que realizamos en las comunidades y contrasta también con el enorme respaldo externo en el país y fuera, con los miles de lectores que están pendientes de nuestro trabajo y con los “nudos” en Canadá, Europa, Estados Unidos y otros países, que hacen Minga de Comunicación con el Tejido.  Todo esto, aunque difícil, nos demuestra que estamos cumpliendo con nuestro deber.  Defendemos la agenda de la Minga.  Somos críticos con fundamento.  Le damos libertad a la palabra seria.  Nos empeñamos en que resistir y construir alternativas responda a una acción conciente frente a un modelo de codicia, que la agenda política no quede sometida a intereses reivindicativos, que nadie por la fuerza imponga sus intereses, que todo pueda ser cuestionado abiertamente, en espacios de reflexión con argumentos y que nada sea impuesto por algunos que pretendan hablar a nombre de la colectividad.  Creemos en Caminar la Palabra y exigimos respeto a quienes repiten esto, pero que, a veces, no lo respetan y se sirven de estos principios para satisfacer intereses particulares.  No aceptamos ni dentro ni fuera, un país ni un mundo con dueños.  Son los pueblos los que deben tener la palabra y la palabra de los pueblos es libre, franca y abierta.  Por eso nuestra tarea sigue: informamos para reflexionar, decidir y actuar en consecuencia.  Visibilizar, fortalecer y proteger el proceso es lo que nos corresponde.  Manda la palabra colectiva.  No nos van a silenciar, porque somos un Tejido con otras y otros dentro y fuera y si callan una voz, las demás seguirán adelante.  Pero somos humildes.  Tenemos limitaciones y necesitamos ayuda, apoyo y solidaridad.  No para nosotros, sino para poder seguir escribiendo, hablando, haciendo videos, intercambiando.  Somos y seguiremos siendo comunicación viva y palabra que camina, si quienes nos escuchan se mueven para proteger la palabra y el camino.  Tememos que alguien pueda caer en cualquier momento y no queremos mártires.  Amamos la vida y la defendemos, por eso llamamos a que nos ayuden a protegernos.

- El estado de exclusión de los pueblos indígenas ha sido en las últimas décadas motivo de diversas movilizaciones en muchos países de nuestra América Latina. El “ya basta  continental”, producto de 500 años de lucha, se sintió tanto en  México con el levante zapatista, así como en el sur con los indígenas Mapuches y las continuas movilizaciones en la zona Andina del Perú, Bolívia y Ecuador. ¿Cómo es que los indígenas colombianos se insertan en esta lucha continental?

Es que hay dos paradigmas opuestos.  La expansión neoliberal del capital llega hasta la última frontera para convertir aún el material genético, el código esencial de información, la memoria que da vida, en mercancía y propiedad privada.  Para el capital transnacional, el saber indígena, los territorios indígenas y la riqueza que allí queda, son recursos escasos y esenciales para acumular.  Es una locura suicida y ciega.  Saben que el agua se acaba y esto los excita porque sube el precio y quien la controle tendrá más ganancias.  Saben que el calentamiento desplazará pueblos enteros por tsunamis y catástrofes ambientales y se emocionan porque este desplazamiento les permite expulsar pueblos enteros y apropiarse de territorios para megaproyectos.  Aprovechan el alto precio de minerales y las guerras, para entrar a territorios de víctimas y abrir minas a cielo abierto destruyendo para siempre tierras, montañas, aguas y pueblos enteros.  Por eso la fuerza de los pueblos indígenas.  Porque para los indígenas desde Canadá hasta Patagonia, desde Chiapas hasta Bolivia y ciertamente en el Cauca, o detenemos este “proyecto de muerte” equivocado y que está a punto de acabar con la vida toda, o nos quedamos sin futuro.  Como la muerte no es alternativa, hay que sembrar de vida el futuro.  No es compatible el capital con la armonía y equilibrio con la Madre Tierra.  Hay que hacer que la historia madure y se armonice con los ritmos y tiempos de la Naturaleza.  Esta madurez está en los principios esenciales de los pueblos indígenas.  Por eso ahora la disyuntiva es, morir a manos del capital transnacional o reconocernos como pueblos de la Madre Tierra, es decir, como indígenas y transformar para pervivir.  Por eso ser indígenas es mucho más que lo racial y o simbólico o folclórico con lo que se confunde dentro y fuera.  Ser indígenas es rescatar el vínculo práctico con la Madre Tierra, reconocernos como criaturas del territorio, transformar las relaciones sociales para que el poder ya no sea necesario y consolidar una nueva economía que incluya primero la de la Naturaleza, luego la de la subsistencia y por último, la del intercambio y los mercados, para los excedentes.  O tenemos para ser en armonía con la vida o somos para tener y nos destruimos.  Por eso los pueblos indígenas reclaman que no hay causas indígenas, porque todas las causas son nuestras.

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