El agua: origen y fin del cosmos
19/04/2007
- Opinión
A lo largo del presente trabajo haré lo posible por abordar la temática “el agua, origen y fin del cosmos” de manera simple y comprensiva.
Inmersos en la crisis del agua dulce, cuya mayor expresión la vemos reflejada en su escasez a nivel global, me pregunto si la misma responde a:
- la relación hombre - naturaleza
- la problemática de la gobernabilidad
- la pérdida de valores, entendida como la consecuencia de una crisis moral y ética universal.
Actualmente podría decir que existe un consenso creciente en que la situación mundial indica la necesidad urgente de generar nuevas ideas, nuevos modos de pensar y de actuar.
Es sabido que cada época se mueve con una determinada concepción del mundo, a cuya imagen toman cuerpo los objetos de la realidad. Ante la presente situación descripta el primer interrogante que debemos evacuar es “si realmente queremos cambiar algo o bien tranquilizar nuestras conciencias”.
Cada nueva figura de la filosofía encuentra su génesis principalmente cuando discrepa con el sistema establecido, cuando no le encuentra sentido. Al respecto, decía Jaspers “que las cosas se están poniendo tan oscuras en el mundo actual, que la razón tiene que luchar constantemente contra diversos usurpadores que detentan su poder y prestigio”.
En la difícil coyuntura internacional en la que nos encontramos, entiendo provechoso volver a los clásicos, cuyos aportes perduran en el tiempo y representan una valiosísima fuente de ideas para alimentar nuestra reflexión. Hecho este comentario me parece oportuno recordar a Platón, quién en su libro VII de “La República” nos cuenta el “mito de la caverna”, que señala con elocuente objetividad la insuficiencia de la sensación fenoménica para alcanzar el conocimiento de la realidad. Haciendo una breve síntesis, podría decir que la mencionada alegoría incita a los “encadenados en las apariencias” para que se atrevan a buscar la verdad por si mismos, interesante aporte para tener en cuenta en nuestros días en los que debemos aprender a convivir con las preguntas inteligentes que somos capaces de formular y las respuestas plausibles que somos capaces de dar.
La filosofía griega presocrática, emerge espontáneamente de la situación misma del hombre en el mundo y se ha caracterizado por su naturalismo o por su acento cosmológico, meditación relativa al sistema del mundo. En otras palabras, el comienzo de la preocupación filosófica helénica se dirige al examen de la naturaleza como problema, entendiendo por “naturaleza” el elemento generador de las cosas a partir del cual se pone orden en el cosmos o en la realidad universal toda (1).
Entre tantas respuestas a este interrogante, Tales de Mileto sostuvo que la sustancia esencial generadora del cosmos es el “agua”. Desde la Antigüedad, vemos como el “agua” es considerada el elemento y principio de todos los seres.
Actualmente la Organización de Naciones Unidas informó que la cuarta parte de la población mundial carece de agua potable salubre y que esta proporción se duplicará dentro de veinte años. En el contexto analizado quisiera destacar que del total de los recursos hídricos del planeta el agua dulce solamente representa el 3%, distribuida en un 2% en casquetes de hielo, glaciares y aguas subterráneas mientras que tan sólo el 1% aflora en aguas superficiales.
Como se advierte el agua dulce continúa siendo uno de los recursos naturales no renovables más preciados, por lo tanto de su adecuado suministro y gestión dependen la agricultura, la ganadería, la salud y alimentación de las personas, los ecosistemas, la industria, la energía, el mantenimiento de la paz y la estabilidad social. En tal sentido el analista norteamericano Hughes Butts sostiene que “ningún país podrá ser económica o socialmente estable sin una provisión de agua segura”.
Al respecto, resulta importante dejar establecido el concepto de “agua” que se debate en los conflictos globales: “un bien social ligado al derecho a la vida versus una mercancía de lucro”(2). No resuelta aún la mencionada discusión, me parece significativo citar las sabias palabras de nuestro querido Dr. Luis Orlando Andorno, quien decía “que los romanos decían que las cosas sagradas, como el agua, estaban fuera del comercio”.
En virtud de lo expuesto observamos intereses contrapuestos, por un lado, las empresas privadas persiguen como única meta la ganancia y por otro, los consumidores tienen por finalidad la preservación de este recurso vital. Bajo este enfoque, no podemos perder de vista que las naciones del Norte necesitan de los recursos naturales del Sur para continuar con sus procesos de expansión motivados en la acumulación de riquezas, por lo tanto destaco que quien logre controlar los recursos hídricos, dominará la economía mundial y la vida en un futuro no muy lejano.
Dada la complejidad del mundo actual, se avisora que el agua brota como el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI. Los expertos no descartan que las próximas guerras tengan su fundamento en la soberanía del “agua”. Cómo podemos justificar guerras de esta índole después de 2000 años de civilización, de afrontar una revolución científica, tecnológica e industrial.
Luego de tantos años de meditación, concluyo diciendo que venimos del caos y nos dirigimos hacia el caos, ¿cuál es el por qué de esta afirmación? Todavía no hemos encontrado una receta para garantizar la supervivencia de la humanidad y de todas las especies que pueblan el planeta, decimos que el agua es fuente de vida y sin embargo aún hoy, hay quiénes sostienen que para asegurar la vida a través de la provisión de agua, la guerra, puede ser una alternativa, es decir, eliminar vidas para salvar vidas con el agravante de que a su vez las guerras devoran grandes cantidades de agua. Evidentemente 2000 años han pasado y no hemos perdido estos viejos hábitos, estimo nos queda mucho por aprender.
Por los motivos expuestos sostengo que la guerra como “medio” para solucionar el conflicto de la escasez global del agua dulce es el menos indicado si realmente el “fin” es la preservación del mencionado recurso.
¿Cuál es el camino?
La problemática de la gobernabilidad del agua, se centra en el desarrollo de un marco institucional para su adecuada gestión, Global Water Partnership ensaya la siguiente definición: “la gobernabilidad del agua hace referencia al rango de los sistemas políticos, sociales, económicos y administrativos que se establecen para desarrollar y manejar los recursos hídricos y el suministro de agua en los diferentes niveles de la sociedad”.
Según este enfoque, el problema del agua se basa en una crisis de gestión de los recursos hídricos, esencialmente causada por la utilización de métodos inadecuados y promueve con carácter prioritario la gestión integrada de los mismos.(3)
Asimismo, a lo largo de la historia la relación hombre-naturaleza ha tomado distintas posiciones, pero desde la revolución industrial se produjo un quiebre con el entorno, la raza humana recurre a los grandes avances tecnológicos y utiliza la naturaleza únicamente como un recurso a extraer sin prever ni buscar una manera de reponer.(4)
Llevamos más de 200 años estableciendo una relación utilitaria con la naturaleza y demás está aclarar que el agua también se ha convertido en un mero bien cuya disposición se encuentra al servicio de la producción.
No obstante todo lo dicho, personalmente entiendo que la escasez mundial del agua dulce obedece a una crisis moral y ética universal. Al comenzar la presente reflexión, he destacado que cada época se mueve con una determinada concepción del mundo, por lo tanto si tomamos como valor supremo el “confort”, seguramente la tendencia actual sobre la escasez del agua cada día será más profunda. Por el contrario, si realzamos el valor “vida” con jerarquía suprema y absoluta, progresivamente veremos atemperada esta situación global de escasez.
Es claro que el agua dulce constituye un medio escaso de supervivencia, también sabemos que el mercado sabe de precios pero no de valores…ahora bien ¿cómo salir de la crisis en la que ya estamos inmersos? Una herramienta ineludible para evacuar el presente interrogante toma cuerpo en recurrir a la ética griega, que establece una asociación entre la naturaleza, la vida, el hombre y la sociedad. Los griegos no eran individualistas, se preocupaban por lograr el bienestar común y del mayor número…entonces, ¿por qué no pensar en un sistema capitalista sustentable morigerado en sus efectos residuales por el pensamiento antiguo?
Evidentemente para considerar al valor “vida” supremo y absoluto, vamos a necesitar un gran cambio. Con el transcurrir del tiempo hemos sido testigos de numerosas revoluciones, pero creo que ya nos ha llegado el momento de afrontar una “revolución mental” a los fines de evitar vernos subsumidos nuevamente en el caos.
- Virginia María Chiesa es abogada (UNR) - Rep. Argentina. Alumna de la “Maestría en Sistemas Ambientales Humanos”, Centro de Estudios Interdisciplinarios (U.N.R.). Autora del libro: “MERCOSUR: Un nuevo desafío para la humanidad. La crisis del agua” UNR Editora, prólogo: Dr. Luis Orlando Andorno y de otros artículos sobre recursos hídricos publicados en Argentina, América Latina y la Unión Europea.
Notas
1) ALVAREZ GARDIOL, Ariel. “Manual de Filosofía del Derecho”, p.39-40, Editorial Juris, Rosario, 1998.
2) CHIESA, Virginia M. “Mercosur. Un nuevo desafío para la humanidad: la crisis del agua”, p.27, UNR Editora, Rosario, 2005.
3) ELIZONDO, Silvana - PAZOS, Leonardo. “La cuestión del agua dulce en la Argentina desde una perspectiva estratégica” Centro de Estudios Estratégicos del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas dependiente del Ministerio de Defensa de la Nación Argentina, p.23, editorial bibliográfica de Voros S.A., junio de 2006.
4) CASTELLI, Luis. “Revista Nueva - Diario La Capital”, p.16, 03/12/2006.
Inmersos en la crisis del agua dulce, cuya mayor expresión la vemos reflejada en su escasez a nivel global, me pregunto si la misma responde a:
- la relación hombre - naturaleza
- la problemática de la gobernabilidad
- la pérdida de valores, entendida como la consecuencia de una crisis moral y ética universal.
Actualmente podría decir que existe un consenso creciente en que la situación mundial indica la necesidad urgente de generar nuevas ideas, nuevos modos de pensar y de actuar.
Es sabido que cada época se mueve con una determinada concepción del mundo, a cuya imagen toman cuerpo los objetos de la realidad. Ante la presente situación descripta el primer interrogante que debemos evacuar es “si realmente queremos cambiar algo o bien tranquilizar nuestras conciencias”.
Cada nueva figura de la filosofía encuentra su génesis principalmente cuando discrepa con el sistema establecido, cuando no le encuentra sentido. Al respecto, decía Jaspers “que las cosas se están poniendo tan oscuras en el mundo actual, que la razón tiene que luchar constantemente contra diversos usurpadores que detentan su poder y prestigio”.
En la difícil coyuntura internacional en la que nos encontramos, entiendo provechoso volver a los clásicos, cuyos aportes perduran en el tiempo y representan una valiosísima fuente de ideas para alimentar nuestra reflexión. Hecho este comentario me parece oportuno recordar a Platón, quién en su libro VII de “La República” nos cuenta el “mito de la caverna”, que señala con elocuente objetividad la insuficiencia de la sensación fenoménica para alcanzar el conocimiento de la realidad. Haciendo una breve síntesis, podría decir que la mencionada alegoría incita a los “encadenados en las apariencias” para que se atrevan a buscar la verdad por si mismos, interesante aporte para tener en cuenta en nuestros días en los que debemos aprender a convivir con las preguntas inteligentes que somos capaces de formular y las respuestas plausibles que somos capaces de dar.
La filosofía griega presocrática, emerge espontáneamente de la situación misma del hombre en el mundo y se ha caracterizado por su naturalismo o por su acento cosmológico, meditación relativa al sistema del mundo. En otras palabras, el comienzo de la preocupación filosófica helénica se dirige al examen de la naturaleza como problema, entendiendo por “naturaleza” el elemento generador de las cosas a partir del cual se pone orden en el cosmos o en la realidad universal toda (1).
Entre tantas respuestas a este interrogante, Tales de Mileto sostuvo que la sustancia esencial generadora del cosmos es el “agua”. Desde la Antigüedad, vemos como el “agua” es considerada el elemento y principio de todos los seres.
Actualmente la Organización de Naciones Unidas informó que la cuarta parte de la población mundial carece de agua potable salubre y que esta proporción se duplicará dentro de veinte años. En el contexto analizado quisiera destacar que del total de los recursos hídricos del planeta el agua dulce solamente representa el 3%, distribuida en un 2% en casquetes de hielo, glaciares y aguas subterráneas mientras que tan sólo el 1% aflora en aguas superficiales.
Como se advierte el agua dulce continúa siendo uno de los recursos naturales no renovables más preciados, por lo tanto de su adecuado suministro y gestión dependen la agricultura, la ganadería, la salud y alimentación de las personas, los ecosistemas, la industria, la energía, el mantenimiento de la paz y la estabilidad social. En tal sentido el analista norteamericano Hughes Butts sostiene que “ningún país podrá ser económica o socialmente estable sin una provisión de agua segura”.
Al respecto, resulta importante dejar establecido el concepto de “agua” que se debate en los conflictos globales: “un bien social ligado al derecho a la vida versus una mercancía de lucro”(2). No resuelta aún la mencionada discusión, me parece significativo citar las sabias palabras de nuestro querido Dr. Luis Orlando Andorno, quien decía “que los romanos decían que las cosas sagradas, como el agua, estaban fuera del comercio”.
En virtud de lo expuesto observamos intereses contrapuestos, por un lado, las empresas privadas persiguen como única meta la ganancia y por otro, los consumidores tienen por finalidad la preservación de este recurso vital. Bajo este enfoque, no podemos perder de vista que las naciones del Norte necesitan de los recursos naturales del Sur para continuar con sus procesos de expansión motivados en la acumulación de riquezas, por lo tanto destaco que quien logre controlar los recursos hídricos, dominará la economía mundial y la vida en un futuro no muy lejano.
Dada la complejidad del mundo actual, se avisora que el agua brota como el mayor conflicto geopolítico del siglo XXI. Los expertos no descartan que las próximas guerras tengan su fundamento en la soberanía del “agua”. Cómo podemos justificar guerras de esta índole después de 2000 años de civilización, de afrontar una revolución científica, tecnológica e industrial.
Luego de tantos años de meditación, concluyo diciendo que venimos del caos y nos dirigimos hacia el caos, ¿cuál es el por qué de esta afirmación? Todavía no hemos encontrado una receta para garantizar la supervivencia de la humanidad y de todas las especies que pueblan el planeta, decimos que el agua es fuente de vida y sin embargo aún hoy, hay quiénes sostienen que para asegurar la vida a través de la provisión de agua, la guerra, puede ser una alternativa, es decir, eliminar vidas para salvar vidas con el agravante de que a su vez las guerras devoran grandes cantidades de agua. Evidentemente 2000 años han pasado y no hemos perdido estos viejos hábitos, estimo nos queda mucho por aprender.
Por los motivos expuestos sostengo que la guerra como “medio” para solucionar el conflicto de la escasez global del agua dulce es el menos indicado si realmente el “fin” es la preservación del mencionado recurso.
¿Cuál es el camino?
La problemática de la gobernabilidad del agua, se centra en el desarrollo de un marco institucional para su adecuada gestión, Global Water Partnership ensaya la siguiente definición: “la gobernabilidad del agua hace referencia al rango de los sistemas políticos, sociales, económicos y administrativos que se establecen para desarrollar y manejar los recursos hídricos y el suministro de agua en los diferentes niveles de la sociedad”.
Según este enfoque, el problema del agua se basa en una crisis de gestión de los recursos hídricos, esencialmente causada por la utilización de métodos inadecuados y promueve con carácter prioritario la gestión integrada de los mismos.(3)
Asimismo, a lo largo de la historia la relación hombre-naturaleza ha tomado distintas posiciones, pero desde la revolución industrial se produjo un quiebre con el entorno, la raza humana recurre a los grandes avances tecnológicos y utiliza la naturaleza únicamente como un recurso a extraer sin prever ni buscar una manera de reponer.(4)
Llevamos más de 200 años estableciendo una relación utilitaria con la naturaleza y demás está aclarar que el agua también se ha convertido en un mero bien cuya disposición se encuentra al servicio de la producción.
No obstante todo lo dicho, personalmente entiendo que la escasez mundial del agua dulce obedece a una crisis moral y ética universal. Al comenzar la presente reflexión, he destacado que cada época se mueve con una determinada concepción del mundo, por lo tanto si tomamos como valor supremo el “confort”, seguramente la tendencia actual sobre la escasez del agua cada día será más profunda. Por el contrario, si realzamos el valor “vida” con jerarquía suprema y absoluta, progresivamente veremos atemperada esta situación global de escasez.
Es claro que el agua dulce constituye un medio escaso de supervivencia, también sabemos que el mercado sabe de precios pero no de valores…ahora bien ¿cómo salir de la crisis en la que ya estamos inmersos? Una herramienta ineludible para evacuar el presente interrogante toma cuerpo en recurrir a la ética griega, que establece una asociación entre la naturaleza, la vida, el hombre y la sociedad. Los griegos no eran individualistas, se preocupaban por lograr el bienestar común y del mayor número…entonces, ¿por qué no pensar en un sistema capitalista sustentable morigerado en sus efectos residuales por el pensamiento antiguo?
Evidentemente para considerar al valor “vida” supremo y absoluto, vamos a necesitar un gran cambio. Con el transcurrir del tiempo hemos sido testigos de numerosas revoluciones, pero creo que ya nos ha llegado el momento de afrontar una “revolución mental” a los fines de evitar vernos subsumidos nuevamente en el caos.
- Virginia María Chiesa es abogada (UNR) - Rep. Argentina. Alumna de la “Maestría en Sistemas Ambientales Humanos”, Centro de Estudios Interdisciplinarios (U.N.R.). Autora del libro: “MERCOSUR: Un nuevo desafío para la humanidad. La crisis del agua” UNR Editora, prólogo: Dr. Luis Orlando Andorno y de otros artículos sobre recursos hídricos publicados en Argentina, América Latina y la Unión Europea.
Notas
1) ALVAREZ GARDIOL, Ariel. “Manual de Filosofía del Derecho”, p.39-40, Editorial Juris, Rosario, 1998.
2) CHIESA, Virginia M. “Mercosur. Un nuevo desafío para la humanidad: la crisis del agua”, p.27, UNR Editora, Rosario, 2005.
3) ELIZONDO, Silvana - PAZOS, Leonardo. “La cuestión del agua dulce en la Argentina desde una perspectiva estratégica” Centro de Estudios Estratégicos del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas dependiente del Ministerio de Defensa de la Nación Argentina, p.23, editorial bibliográfica de Voros S.A., junio de 2006.
4) CASTELLI, Luis. “Revista Nueva - Diario La Capital”, p.16, 03/12/2006.
https://www.alainet.org/fr/node/120660?language=en
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