Pat Robertson opinó que Hugo Chávez, presidente de Venezuela, tenía que ser asesinado. Lo hizo por televisión. En su "Club 700". Como para que todos lo sepan. Nada oculto. El argumento, "no necesitamos otra guerra que nos cueste 200.000 millones de dólares para librarnos de un dictador". Se lamentó, eso sí, de que Estados Unidos tuvo oportunidad de hacerlo y no lo hizo. Las protestas vinieron desde distintos lugares, especialmente de Centro América, la más afectada. Conocen al instigador por su apoyo a la introducción norteamericana en El Salvador, Nicaragua, Guatemala y la invasión de evangelistas respondiendo al documento de Santa Fe I, de fines del 60. El Gobierno de EE.UU. informó que no tiene nada que ver, hasta se enojaron algunos funcionarios, pero el promovido evangelista ya lo había dicho en otra oportunidad. Además está en debate público si se autoriza a EE.UU. matar líderes extranjeros. Se discute como si no lo hubiera hecho. Salvador Allende es uno de los tristes ejemplos. Si alguien no le creía a Chávez, cuando anunciaba los planes de magnicidio desde la potencia del norte, ahora tiene como salir de sus dudas. Claro, puede ser que sea un eficiente creyente y le apele la argumentación de que "es lo más inteligente y barato, y no va en contra del cristianismo" The New York Times, que quiere blanquearse de su ominoso apoyo a la invasión de Irak, deslumbra con la reflexión de que eso significa que el intento desestabilizador de EE.UU. no tuvo buena respuesta en Latinoamérica. Tal vez sugiere que la campaña de Donald Rumsfeld no da resultado, aún cuando algún apoyo tuvo en Paraguay. Así que, como en el 70, vuelven los evangelistas a ser carne de cañón de los intentos posesivos de EE.UU. Cristo para América Latina es un buen lema. Modernizado por cierto. Se sustituye la espada del colonizador español, de acción cuerpo a cuerpo, encargándole la tarea a un agente clandestino "con un fusil y mira telescópica, y ya está" Protestas oficiales, cantos de sirenas. Lo que la izquierda advierte desde hace décadas ahora se dice por televisión. La verdad se anuncia desde los tejados. No es un loco, es un representante de un gobierno totalitario. Tal vez se fue de boca, quizás el vocero escogido. También es un símbolo. El del sistema imperante acorralado. Una advertencia para quienes accionan con aquello de que en nuestros países nada vital ocurre. El síndrome colonizador de que no servimos para nada. Los sometidos funcionales al amo. Parió la montaña y dio a luz un ratón. Pat Robertson habló y se le cayeron los restos de la careta. - Domingo Riorda, Prensa Ecuménica