Fox y su política exterior con Cuba
29/04/2002
- Opinión
El presidente Vicente Fox y su secretario de Relaciones Exteriores, Jorge G.
Castañeda, deliberadamente ignoran la Doctrina Estrada (DE) y los principios
históricos de la política exterior mexicana, así como los compromisos adquiridos
al firmar la Carta de las Naciones Unidas y la de la Organización de los Estados
Americanos.
Bastaría decir que entre las facultades y obligaciones del Presidente de la
República consagradas en la Constitución Política que juró al tomar posesión
como tal, destacan en relación con la política exterior las enunciadas con
absoluta precisión, es decir sin problemas de interpretación, en la fracción X
del artículo 89. En esta fracción se lee: "Dirigir la política exterior y
celebrar tratados internacionales, sometiéndolos a la aprobación del senado. En
la conducción de tal política, el titular del poder ejecutivo observará los
siguientes principios normativos: la autodeterminación de los pueblos; la no
intervención; la solución pacifica de controversias; la proscripción de la
amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales; la igualdad
jurídica de los estados; la cooperación internacional para el desarrollo; y la
lucha por la paz y la seguridad internacionales" (las cursivas son mías).
Estos principios normativos, es decir, que sirven de norma o como precepto
jurídico, forman la columna vertebral de nuestro sistema constitucional desde
principios del México independiente. La Constitución de Apatzingán del 24 de
octubre de 1814, en su artículo 9, señalaba que "ninguna nación tiene derecho
para impedir a otra el uso libre de su soberanía". La autodeterminación y la no
intervención no pueden ser principios regateables de ninguna nación que se
respete y que respete a las demás. Son principios, por cierto, muy anteriores a
la Doctrina Estrada (1930), ratificados por ésta, e incluidos en las Cartas ya
mencionadas de la ONU y de la OEA y en nuestra Constitución.
Cuando en agosto de 2000 y como Presidente electo, Fox declaró en Santiago de
Chile que revisaría la Doctrina Estrada, nos estaba revelando sus intenciones. Y
cuando más adelante añadió que respetará la soberanía de cada país, pero sin
callar lo que le parezca equivocado en materia de democracia y de derechos
humanos, es obvio que se refería a lo mismo, a la revisión de nuestra Doctrina,
comenzando con Cuba, país sobre el que señaló que deseaba hacerlo avanzar hacia
el mercado y la democracia. El 10 de enero del 2002 Legisladores de la Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa discutieron con legisladores mexicanos sobre
el ingreso de nuestro país al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Pertenecer a este Consejo, opinaron los europeos, contradice la Doctrina Estrada
de no intervención ya que "en esa instancia se decide la intervención en países
que no respetan los derechos humanos."(Véase La Jornada, 11/01/02). Algunos
legisladores mexicanos, especialmente del Partido Acción Nacional externaron que
eso no sería problema pues se está trabajando en la revisión de los principios
implícitos en la DE.
Queda claro de lo anterior que inmiscuirse en materia de derechos humanos en
otros países es contrario a la DE y a los principios más caros de nuestra
tradicional política exterior. La DE, de la que se habla con más frecuencia que
acierto, establece que "México no se pronuncia en el sentido de otorgar
reconocimientos a los gobiernos porque considera que esta es una práctica
denigrante, que sobre herir la soberanía de otras naciones, coloca a éstas en el
caso de que sus asuntos interiores puedan ser calificados, en cualquier sentido,
por otros gobiernos". Al asumirse Fox como defensor de los derechos humanos y
del mercado en otros países está violentando los principios de nuestra política
exterior y la DE que dijo que revisaría. Aceptando sin conceder que ya revisó en
los hechos la Doctrina Estrada, convirtiéndola en "Doctrina Castañeda", deberá
reconocer que no se ha reformado la fracción X del artículo 89 de la
Constitución y que, mientras esto no ocurra, se obliga a cumplirlo, es decir a
cumplir la DE que le sirvió de antecedente en política exterior.
El argumento de Fox y sus empleados es que los derechos humanos no tienen
fronteras, pero se olvidan que las naciones sí las tienen, además de soberanía,
y que los pueblos deben ser respetados en su autodeterminación. Olvidan,
asimismo, la violación a los derechos humanos en otras naciones, porque el
objetivo del gobierno de Estados Unidos y, en consecuencia de Fox, es Cuba, no
los derechos humanos sin fronteras. La DE es muy clara: no se juzga a un
gobierno extranjero, no se les otorgan reconocimientos y no se califican "sus
asuntos interiores". El argumento de algunos columnistas pagados ha sido que
antes, durante el régimen priísta, se negó la misma Doctrina al intervenirse en
El Salvador, Nicaragua, Chile, etcétera, y que entonces nadie dijo que estaba
mal. Esto no es argumento. Si antes se hizo no se justifica que ahora se haga.
Si lo anterior no fuera suficiente para juzgar la política injerencista de Fox
respecto a Cuba, en la Carta de las Naciones Unidas, suscrita por México, se
dice, en su Capítulo I, Artículo 2, fracción 7, que "ninguna disposición de esta
Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en los asuntos que son
esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados, ni obligará a los
Miembros a someter dichos asuntos a procedimientos de arreglo conforme a la
presente Carta". Esto es, señalaba el senador Sobarzo Loaiza en el sexenio de
Miguel de la Madrid, se previene que no podrá autorizarse la intervención en
asuntos que corresponden esencialmente a la jurisdicción interna de los Estados.
Y como puede apreciarse, añadía, el principio de autodeterminación se halla
íntimamente vinculado con el de no intervención, puesto que sin éste se anularía
el primero. (Véase Alejandro Sobarzo Loaiza en su argumentación como Senador
sobre la fracción X del art. 89 constitucional en Derechos del pueblo mexicano.
México a través de sus constituciones, Cámara de Diputados, T. IX, p. 559.)
La Carta de la OEA, también suscrita por México, es todavía más enfática. Su
artículo 2, inciso b, dice: "Promover y consolidar la democracia representativa
dentro del respeto al principio de no intervención". Esto es, que se puede
promover todo lo que se quiera, incluso los derechos humanos, siempre y cuando
sea "dentro del respeto al principio de no intervención".
Y, por si hubiera alguna duda, en el artículo 3, inciso e de la Carta se añade:
"Todo Estado tiene derecho a elegir, sin injerencias externas, su sistema
político, económico y social, y a organizarse en la forma que más le convenga, y
tiene el deber de no intervenir en los asuntos de otro Estado. Con sujeción a lo
arriba dispuesto, los Estados Americanos cooperarán ampliamente entre sí y con
independencia de la naturaleza de sus sistemas políticos, económicos y
sociales." Y más adelante, en su artículo 18 se lee: "Ningún Estado o grupo de
Estados tiene derecho de intervenir, directa o indirectamente, y sea cual fuere
el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio
anterior excluye no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra
forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la personalidad del Estado, de
los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen" (las
cursivas son mías).
En la reunión ya mencionada con Legisladores de la Asamblea Parlamentaria del
Consejo de Europa, el presidente de la comisión de Relaciones Exteriores del
Senado de la República, el panista Fernando Margáin Berlanga, señaló que "es muy
importante y urgente que se precise el concepto de no intervención, a fin de
evitar una confusión o una controversia de la imagen de México por su
participación en dicho consejo (el de Seguridad de la ONU), y en asuntos
internacionales". Abundó que está trabajando en el procedimiento para revisar
los artículos en materia de política exterior, incluido el principio de no
intervención, para ver qué "debemos adecuar al tiempo que estamos viviendo". Y
añadió: "Espero que nadie se oponga a la revisión, y si el resultado es que se
queden las cosas como están, lo tenemos que respetar." Pero es el caso que no se
están respetando, ni por parte de los panistas que han apoyado las posiciones de
Fox ni, desde luego, por parte del presidente de la República.
No soy constitucionalista, pero es probable que estemos en presencia de una
controversia constitucional en la que quizá debería de intervenir la Suprema
Corte de Justicia de la Nación pues es obvio que el Jefe del Ejecutivo está
contraviniendo la Carta magna y las cartas de la ONU y de la OEA que el gobierno
de México signó. Por lo pronto, con base en el artículo 87 constitucional,
podemos demandar al presidente que cumpla con su juramento al tomar posesión
como tal, es decir "guardar y hacer guardar la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos" y que repare que el juramento dice Estados Unidos
Mexicanos y no Estados Unidos de América.
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