Ucrania: Jaque mate al Rey en Crimea

27/03/2014
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Desde hacía casi dos décadas, Ucrania había sido seleccionada por el imperio norteamericano como piedra de toque para desbaratar el poderío militar ruso en el Mar Negro, pues allí radica su fuerza naval más operativa todo el año, por razones climáticas. Pero, además, desde allí se protege el flanco sur de Rusia, aparentemente más vulnerable que otros de sus fronteras. Ambas razones son de vital importancia para Rusia.
 
De ahí el empeño en planear y ejecutar golpes de Estado en Ucrania para apoderarse, mediante gobiernos títeres, como el de ahora, de la península de Crimea, antigua pieza del ajedrez en el dominio mundial de muchos imperios venidos a menos desde el siglo XVIII.
 
Crimea fue y vuelve a ser rusa
 
El Imperio Ruso Zarista se había hecho de esta estratégica península en la guerra contra los otomanos (turcos) en 1786. La emperatriz de terciopelo Ekaterina II (Catalina de Rusia, protectora y amiga de Francisco de Miranda) coronó su victoria militar allí, para desbaratar justamente el poderío militar turco que dominó el sur de Europa y todo el Medio Oriente durante varios siglos, tomando como punto de apoyo la Península de Crimea.
 
Desde entonces, Crimea fue el diamante más destacado de las fuerzas navales rusas que defendió el frente sur del imperio en todas las ofensivas de la competencia imperial europea y asiática.
 
Ya se conoce el destino de la Crimea regalada a Ucrania por Nikita Krushov en 1954, claro, él era ucraniano. Pero allí ancla la Flota Naval Rusa del Mar Negro, pagando arrendamiento hasta hace unas semanas.
 
Gano a arrebato
 
En lo anterior radica el interés de Estados Unidos en apoderarse de Crimea, para lo cual debe controlar primero a Ucrania.
 
El primer intento de apoderarse de Ucrania en este siglo por parte de Estados Unidos ocurrió con la llamada Revolución Naranja en 2004, un golpe de Estado, disfrazado de “suave y juvenil”, contra el gobierno del Presidente Yanukovich.
 
Pero el derrocado líder retornó al poder mediante otra victoria electoral, y el gato volvió a jugar con el ovillo ucraniano hasta que asestó el zarpazo sangriento en marzo de 2014, para colocar a sus marionetas e ir por su premio mayor: Crimea.
 
El resto de Ucrania no deja de ser importante porque es frontera con Rusia desde donde amenazarla con bases misilísticas, pero no es lo que más preocupa a los rusos. Crimea es el premio mayor, el trofeo más apetecido por el imperio más agresivo de la historia: los Estados Unidos.
 
La jugada rusa
 
Sin embargo, EE.UU. no consiguió ese objetivo. Le salió el tiro por la culata. El trofeo se lo quitó, silenciosa y sagazmente, Rusia, con una jugada maestra de ajedrez político-militar, aprovechando la desvergonzada participación de políticos de Estados Unidos y la Unión Europea en la ejecución del golpe de Estado en Kiev, con su dinero y apoyo expertos israelitas, ultraderechistas, fascistas y antisemitas, lo cual causó rechazo y estupor en la población del sur de Ucrania, especialmente en Crimea. El rechazo a esta grosera intervención fue aplastante: 97% de votos a favor de Rusia.
 
No podía ser de otra manera. La ruidosa euforia de los vencedores en Kiev fue interpretada por la población rusohablante de Ucrania como una amenaza mortal contra ellos, especialmente en Crimea, que se volcó hacia Rusia como su tabla de salvación. Y ya los rusos tenían tomada la península con fuerzas de autodefensa, aplaudidas por la población.
 
El bumerán se les devolvió
 
Los estrategas imperiales volvieron a subestimar al enemigo. La lista de sus derrotas por esa causa se hace larga: Corea, Vietnam, Cuba, Nicaragua, Venezuela (donde han sido derrotados tres golpes de Estado: en 2002-2003 dos y en 2014 uno, todos preparados, apoyados y financiados por EE.UU.).
 
Lo que acaba de ocurrir en Crimea es un impacto en pleno rostro de un bumerán lanzado para bloquear la salida de la flota rusa al Mediterráneo (Mare Nostrum, le decían los romanos), pero que se devolvió hacia los autores del golpe de Estado en Kiev y los dejó nocaut, porque Rusia se les adelantó y convirtió nuevamente, con el apoyo de su población y en repudio al ascenso del fascismo en Kiev, a Crimea en territorio ruso, una guerra ganada sin disparar un tiro.  
 
No contaban con su astucia
 
Según el estratega chino Sun Tzu, de la antigüedad imperial asiática (544-496 AC), la astucia es el arma más poderosa y silenciosa en la guerra, pero es precisamente el punto débil del imperio dominante hoy, basado en la fuerza militar bruta y en la destrucción de países y el genocidio, en nombre de los derechos humanos, la democracia y contra el terrorismo (¡!), en realidad brutales agresiones para imponer su dominio mundial en base a campañas de mentiras, intervenciones e invasiones.
 
En estos avatares, subestimar a los adversarios es un grave error que se hace sentir actualmente en muchos lugares del planeta.
 
Pero la prepotencia y el considerarse dueños del mundo les ha producido muy malas pasadas a los gringos y sus secuaces.
 
La lección de Putin en Siria
 
Ya el presidente Vladimir Putin le había dado a EEUU una lección de diplomacia en el caso de Siria: frenó en seco el anunciado bombardeo selectivo, cuya realidad ya es conocida, a Damasco y demás ciudades sirias, en vista del fracaso de los mercenarios terroristas infiltrados desde Israel, el Líbano, Irak y Turquía (prácticamente, todas sus fronteras), y esa vez la excusa era otra mentira gigantesca: el uso de armas químicas contra la población de Siria.
 
Putin salvó de la muerte de decenas de miles de seres inocentes en sus casas y en las calles, y se convirtió en el héroe del Medio Oriente.
 
Estados Unidos tuvo que frenar su nuevo genocidio. Ahora sus mercenarios tratan de impedir que las armas químicas salgan de Siria por los puertos de ese país, para tener otra vez la excusa mentirosa para la agresión imperialista.
 
Tienen una papa caliente en sus manos
 
Estados Unidos y la UE conquistaron, mediante una revuelta armada, un país que hoy es un saco de gatos, sin el equilibrio que se había logrado mantener durante muchos años y que continuará rompiéndose en la medida en que los golpistas ultraderechistas y sirvientes del Imperio traten de imponer un régimen ilegal, mediante la fuerza, a regiones donde son repudiados y donde hay una mayoría claramente rusófila y antifascista. Además, son las zonas más productivas que subsidian al occidente del país.
 
Es una papa caliente que podría caérsele de las manos.
 
Las sanciones a Rusia
 
Los analistas rusos más destacados opinan que la Unión Europea, EE.UU. y sus satélites deberán tomar en cuenta la dependencia energética de casi toda Europa del gas y el petróleo rusos, lo cual es palabra mayor, puesto que, si Rusia llegara a cerrar las llaves de sus gasoductos, Europa Occidental va a tener que regresar a la época del carbón, sin hablar de las inversiones europeas y norteamericanas en Rusia, que duplican los capitales rusos en el resto del mundo.
 
¿Quién sanciona a quién?
 
Rusia es un país básicamente autosuficiente y una potencia militar a quien no se puede aislar y golpear económicamente tan fácil. Pero eso no es todo. Crimea no será regalada de nuevo a nadie bajo ningún tipo de amenaza, incluida la militar, pues pasó a ser un punto de honor sin vuelta atrás para el pueblo y el gobierno de Rusia. Y el mundo sabe lo que eso significa. Sobre todo Estados Unidos, el elefante con torpes patas en una vitrina llamada Mar Negro. 
 
Minsk, marzo de 2014.
 
Américo Díaz Núñez / Periodista, Venezuela
 
https://www.alainet.org/es/articulo/84341
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