Dado que sigue en su trono y nosotros –la mayoría ¡pero ya no todo el mundo!– seguimos bajo su dominio en nuestro pensamiento, en las políticas, en los deseos, etcétera, es muy necesario volver sobre el tema y seguir invitando a su reflexión. Así nos iremos saliendo uno a uno, una a una, de su control y podremos imaginarnos y vivir en otro mundo real y posible, que se enorgullezca por valores humanos, comunitarios, solidarios, de amor, de felicidad, de bienestar y buena y armoniosa convivencia y ya no por sus ganancias, su riqueza, su éxito económico, su acumulación de capital, de poder, etcétera.
Como lo he escrito en algunos textos largos y analíticos, el Desarrollo es un fenómeno social cargado de contradicciones, luchas y tensiones por su lógica de dominación y de colonización del pensamiento. Los sociólogos latinoamericanos de los sesentas y setentas analizaban al Desarrollo como un proceso, sin darse cuenta que al quedarse en esa perspectiva lo estaban ontologizando, es decir, se brincaban la posibilidad de negarlo. Por eso conviene comenzar con la claridad de que no debe ser analizado como un proceso, sino como un fenómeno social y cuya centralidad es su lógica de dominación y colonización del pensamiento.
Al Desarrollo hay que entenderlo, analizarlo y desconstruirlo, pues es fundamental para entender el capitalismo actual, ya que se trata de su rostro atractivo y como representación social es el principio configurador de estructuras programáticas de carácter internacional y con concreciones en los niveles nacionales y regionales. El Desarrollo se configuró como la forma paradigmática del capitalismo establecida como norma de operación por el vencedor en la considerada segunda guerra de alcance mundial: los Estados Unidos de América.
Imagen y discurso que pareciera imposible contradecir sirven para, por dedo que designa, mandar a unos por un lado y a otros por el otro: los desarrollados y los subdesarrollados. Países enteros, con toda su historia, su gente y sus esmeros, ya estaban clasificados y, a partir de esa identificación, debían organizar su vida interior, sus intereses, sus deseos y confinar en esta lógica todas sus políticas y por tanto todas las asignaciones presupuestales. T. Adorno dijo: “Asesinan a fin de que lo que encuentran vivo se les asemeje”.
¿Cuál era el plan central? Los flujos de capital y, concretamente, favorecer la acumulación de capital en centros muy claramente definidos. Eso era y eso es lo esencial del Desarrollo. No obstante las consecuencias de esta acumulación y concentración de capital con sus consecuencias de dolor, devastación y muerte diseminadas por todo el planeta, al Desarrollo se le sigue entronizado y se refrenda como lo necesario y deseable por excelencia.
El Desarrollo, que fue planteado nítidamente en sus primeros momentos bajo la lógica del interés por el crecimiento económico (la posguerra mundial y la consolidación de la fuerza y el poderío imperial de los Estados Unidos), se entendió de inmediato y sin más como desarrollo económico; sin embargo, muy pronto y sin modificación esencial alguna se le expuso como desarrollo social. Así que ya no sólo era control de los recursos, sino control social y sometimiento en una lógica muy concreta y con fines bien estipulados a grupos social. ¿De cuál orientación se trataba? De dinamizar la economía bajo la lógica capitalista y controlada por los centros financieros y económicos de los Estados Unidos.
Posteriormente, con el control de la ONU por los EUA, la organización mundial comenzó con su discurso del desarrollo humano, y luego del desarrollo participativo, y después del desarrollo con justicia, y posteriormente del etnodesarrollo, hasta llegar al tan verde desarrollo sustentable. ¿Por qué los apellidos al mismo nombre? Pues como respuesta a las críticas. “Es que lo más importante no es lo económico sino lo social”. Pues que sea desarrollo social, pero al fin: Desarrollo. “No, que está quedando la dimensión humana fuera”. Pues que sea desarrollo humano. “No, que los pueblos indígenas también deben ser invitados al Desarrollo”. Pues entonces que sea etnodesarrollo. “No, que la naturaleza la están acabando”. Pues que se imagine como desarrollo sustentable. Sin embargo el origen de todos los diversos problemas ha sido el mismo y sigue intocable: el Desarrollo y su interés central en el capital.
Al asentarse entonces como lo deseable, también se vuelve una maquinaria, ya no sólo de poder y de sueños, sino de conocimientos. Con lo que se vuelve un círculo que pareciera perfecto: control total. Como se distingue, este círculo se alimenta una y otra vez recurriendo a nuevas categorías o nuevos conceptos, pero renovándose siempre como un mismo discurso, que podemos distinguir con gran facilidad en sus siete características más notorias:
1) Ubica al conjunto del planeta como espacio global (contenido, definido y controlable); 2) divide al planeta en países necesitados de ser asistidos (sub-desarrollados) y países asistentes, capaces de intervenir (desarrollados);3) a los “países necesitados” los define como pobres, estableciendoa priori sus necesidades; 4) entroniza la lógica del progreso con su tiempo unilineal, homogéneo y vacío; 5) establece que la producción, los conocimientos técnicos y la ciencia moderna son la clave para el progreso (excluyendo, y si es necesario atacando, los conocimientos relativos a lo humano y los conocimientos culturales en general); 6) su pensamiento y planteamiento positivo y racional convierte al ser humano en unidimensional (como lo planteara Marcuse) y, 7) en su conjunto convierte al Desarrollo en un fetiche (algo creado por las personas pero que ahora las somete) y a su vez fetichiza el poder.
Con base, pues, en un análisis crítico y deconstructivo podemos de manera sintética afirmar y comprender que el Desarrollo ha sido un fenómeno de dominación sustentado tanto en un discurso como en una serie de políticas y programas que han traído como consecuencia la adopción por muy amplios sectores de las poblaciones mundiales (países y sociedades específicas) de un modelo ideal de organización que implica la autopercepción en condiciones de atraso o subdesarrollo respecto de otras sociedades. Esto ha implicado una colonización del pensamiento y de los saberes en los ámbitos locales que va acompañada de una devaluación de las filosofías, conocimientos y culturas particulares; como ha sido el caso de México y de la mayoría de los países considerados como “el sur tercermundista”.
Nuestra mirada crítica al Desarrollo tiene que ver con dos cuestiones fundamentales; por un lado es la consideración al capitalismo como principio o clave hermenéutica (de interpretación) básica para comprender cualquier hecho o fenómeno social contemporáneo, y por el otro lado es porque lo entendemos como el rostro ideológico y cultural del capitalismo influyendo en nuestras formas de percepción y organización de nuestro existir, a partir de claves y criterios dualistas: quien puede y quien no puede, quien sabe y quien no, quien requiere ayuda y quien “puede” ayudar, quien determina y quien se somete; quien tiene y quien desea lo que no tiene.
En conclusión, cuando nos referimos al Desarrollo nos estamos refiriendo a aquella comparsa política y programática, configurada como instrumento ideológico fundamental del capitalismo vigente y neoliberal. Es la pauta dominante desde la cual o frente a la cual se conforman los modos de comprender y posicionarse en la vida, se configuran o re-configuran las relaciones (de todo tipo) y se establecen los criterios de construcción del futuro, sea éste desmemoriado o basado en las memorias.
Fernando Limón Aguirre
Sociólogo. Investigador en El Colegio de la Frontera Sur, Chiapas, México.