Constanza y el giro a la izquierda

21/10/2013
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¿Hacia dónde se encamina el Frente Amplio? Para unos debe reafirmar su condición antiimperialista, antioligárquica, contra el gran capital, popular, democrática. Debe abrir el camino a una prolongada transición al socialismo, a la ampliación democrática, a una profunda reforma constitucional, a la defensa de la unidad de Nuestra América, en Uruguay socavada por la continuidad de la orientación económica, las intenciones de la incorporación plena a la Alianza del Pacífico, la renovación del Convenio Militar de la guerra fría (1953). Y para reafirmar esa condición es preciso conformar un Espacio o Frente Antiimperialista, que profundice la lucha contra la burguesía asociada o   conciliadora con el imperialismo (los empresarios, dicho en lenguaje pos-moderno) y sus agentes políticos, que radicalice al movimiento obrero-popular en pos de sus objetivos, que se pare con firmeza frente a la degradación del FA y que defina que no se prestará a ser rastrillo de izquierda para que se imponga el candidato que ha abandonado las definiciones y valores de la izquierda. En suma, que gire a la izquierda y enfrente a cualquier gobierno de impronta pro-imperialista, cualquiera sea su origen.

 
Para otros -y en esa dirección apunta la Propuesta de la Comisión de Programa al Congreso Hugo Cores- se impone un giro a la derecha, travestido de “izquierda”; en esa dirección se proyecta la conjunción de fuerzas social-liberales, social-demócratas, demo-cristianas y tupas institucionalizados. Las contradicciones afloran: los socialistas apoyan a quien destituyó a Gargano por su consecuencia antiimperialista, los viejos tupas institucionalizados imponen en dividida votación, su apoyo al aliado de Bush contra su mejor historia simbolizada en Raúl Sendic. Mientras, el PCU deshoja la margarita de su definición (ser o no ser vanguardia, dar un paso al frente o resignarse a poner flores en sus sillones parlamentarios frente a decisiones previsibles del “líder natural”, quedar a la intemperie o asegurar los cargos). El Programa está hecho a la medida de la “moderación” de los amigos de Estados Unidos, de los asesores del FMI, del Opus Dei y del sionismo punta de lanza del imperialismo. Un programa que mezcla aportes valiosos de técnicos con otros de menor calidad, pero con el sustrato común del desconocimiento de las clases y la lucha de clases, del sistema capitalista y su crisis, del ABC del imperialismo, del ocultamiento que el capitalismo en su fase imperialista, organiza y combina la desigualdad entre los países centrales y la periferia dependiente. Pero lo más grave es su profundo estilo antidemocrático, ocultar las divergencias y que haya quienes oficien de Supremo Tribunal Inquisidor atribuyéndose la función de encorsetar el debate y quitar todo lo que pueda molestar al gobernante. Ése es el profundo giro a la derecha.
 
De allí que se impone analizar la realidad política del país, del Frente Amplio, y de su izquierda, la definida contra el imperialismo, la oligarquía y el gran capital. Varias encuestas –entre otras, la de CIFRA de principios de octubre- constatan un panorama coincidente. La de CIFRA indica el porcentaje de votos del FA, del Partido Nacional, del Colorado, del Independiente y de la Unidad Popular, que respectivamente son 42, 25, 16, 2 y uno por ciento. Los votos en blanco son el 6% y los indefinidos el 9%. Vale decir que el FA no gana por sí solo; y que a tantos meses de las elecciones, comparando con encuestas realizadas en elecciones anteriores, el voto en blanco que andaba en un 2 ó 3 por ciento, hoy está en 6 por ciento. Cuando se pregunta al encuestado que vota en blanco por su filiación partidaria, dice ser frenteamplista. Eso indica que un sector firme de convicción anticapitalista, antiimperialista, ha perdido la ilusión que el FA avance hacia la izquierda y que descree de sus principales dirigentes (Vázquez, Mujica, Astori). Le escuchamos decir a un viejo militante, que los gobiernos del FA ha mejorado casi todo, pero cambios profundos no han habido. En otras palabras, que el FA ha actuado como enfermero del capitalismo, sin plantearse enfrentar al sistema, como se ha hecho en Venezuela, Ecuador, Bolivia. Y ese sector siente profundo dolor cuando observa que aquel FA que luchaba “por un gobierno obrero y popular” se ha convertido en este FA de empresarios que “festejan” el 1º de mayo en el Quincho de Varela, con la presencia de la embajadora que ha definido a Uruguay como “socio y cómplice” de Estados Unidos; se ha convertido en el FA que frena impuestos contra los grandes capitalistas a quienes otorga todo tipo de facilidades, pero que niega recursos para los trabajadores, o peor, que con policías entrenados en Israel, ha comenzado a reprimir. Ese FA, con el “líder natural” anticipa su regresión, su acercamiento a EE.UU., su distanciamiento del Mercosur, la continuidad de su línea centrada en la atracción de inversionistas extranjeros.  
 
En otras palabras, un sector firme de izquierda piensa votar en blanco ante el proceso de degradación de este FA, y la ausencia de otras opciones de izquierda, que no sea la suma de sectas fundamentalistas.  
 
Han transcurrido 25 años del alejamiento de la 99 y del PDC. Hoy, esos restituidos al FA merced a los esfuerzos de Vázquez y Astori, más éstos y la mayoría del PS derechizado, timonean al FA con posturas similares a los de la 99 y el PDC de 1988. A esa realidad hay que enfrentarse. El Espacio Alternativo debe plantarse con firmeza frente al social-liberalismo para atraer a ese 6 por ciento y a otros descreídos. Reconstruir a la izquierda es su gran desafío. 
 
 
 
 
 
 
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