Reconstruir a la izquierda

22/10/2013
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Rec
En “Constanza y el giro a la izquierda” se afirma que “reconstruir a la izquierda es su gran desafío”. En su fino aporte “¿Quién es quién en el Frente Amplio?” Hoenir Sarthou pregunta: “¿Es posible una nueva izquierda?”
 
Reconstruir a la izquierda es un desafío posible siempre y cuando acordemos que los gobiernos del Frente Amplio se han apartado de los principios originarios, antiimperialistas, antioligárquicos y de combatientes contra el gran capital. Varios   hechos lo confirman. Desde el Poder Ejecutivo se ha enviado al Parlamento la renovación del Acuerdo de Suministros de armamentos con EE.UU. Uruguay ha ingresado en la Alianza del Pacífico como observador, proyecto continuador del ALCA y antagónico al Mercosur, y el vicepresidente aboga por la incorporación plena. Aunque no ha trascendido Uruguay se suma al TISA (Trade in Services Agreement), impulsado por países autodenominados “amigos de verdad” (Australia, Canadá, Chile, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Estados Unidos, Hong Kong, Islandia, Israel, Japón, México, Noruega, Nueva Zelanda, Panamá, Pakistán, Perú, Suiza, Taiwán, Turquía y los 28 miembros de la Unión Europea). Buscan un acuerdo plurilateral de servicios –por fuera de la OMC- de liberalización y desregulación extrema para asegurar mayores beneficios a las empresas a costa de los trabajadores, agricultores, consumidores y medio ambiente. A él va Uruguay contra la opinión y sin el “estribo” de Brasil. Quien duda de la existencia del imperialismo y admite ser aliado de Bush es el intérprete adecuado para tal abandono de principios.       
 
Reconstruir a la izquierda es un desafío posible siempre y cuando se conjugue firmeza de principios, estrategia definida y habilidad táctica. Será posible -es tarea delicada- si en el Espacio Alternativo hay quienes actúen con lineamientos precisos, que sean garantías para sus protagonistas y para las masas. 
 
Las masas son el sector activo de la población, el que se modifica en calidad y cantidad constantemente según las situaciones concretas: reducidas al comienzo de una lucha o en circunstancias adversas, vastas en los procesos desarrollados. En ellas se distinguen tres sectores: las avanzadas, las intermedias y las atrasadas. Los teóricos del materialismo dialéctico fundamentan que es a partir del sector avanzado que se gana al intermedio y se arrastra al atrasado, pues los procesos emancipadores y revolucionarios son reales sólo cuando cuentan con la mayoría de las clases y sectores populares. Políticamente en Uruguay las masas atrasadas se identifican con los partidos tradicionales; las intermedias son hoy frenteamplistas como sinónimo de “vazquistas” sin diferenciar esos conceptos; las avanzadas están indignadas con los liderazgos de los “tres grandes” y en sí mismas son un “collage” (feministas, pro cambio generacional, pro ley de salud sexual y reproductiva, pro diversidad sexual, antiimperialistas, socialistas). Constanza las representa. Fortalecer a ese sector es hoy la tarea principal inmediata.
 
El esclarecimiento ideológico y político no nace exclusivamente de las luchas concretas sino también del rol desempeñado por los militantes más formados, que pueden conformar una vanguardia en tanto constituyan una fuerza política capaz de elaborar teoría sólida y de   incidir prácticamente en esas masas. Y ahí radica el talón de Aquiles del proceso político de Uruguay y de otros países: en la ausencia de vanguardias reconocidas por las masas. Es que las transformaciones del capitalismo, el fin de las “certezas científicas” tales como el inexorable triunfo del “campo socialista”, han generado desorientación y crisis de las principales fuerzas políticas, escenario de agudas contradicciones entre pragmáticos defensores del sistema y sus combatientes. Ante la defección e incapacidad de oficiar como vanguardias de las fuerzas políticas principales, la gran interrogante uruguaya que se presenta es si los partidos o movimientos de menor peso relativo hasta el presente y los núcleos recientes de cuadros de diversa procedencia, más la precandidata erigida en líder, podrán superar sus debilidades.              
 
Por de pronto se imponen garantías políticas para ganar credibilidad, para asegurar la confianza de los militantes, víctimas del desprecio y la coacción de los aparatos dominantes del FA y de los agravios de la ultra-izquierda enfurecida por su confirmada impotencia. ¿Cuáles pueden ser? 
 
Explicitar la condición anti-imperialista y socialista y en especial, la oposición al imperialismo norteamericano. Explicitar que no se aceptará la imposición de disciplina en medidas contrarias a los principios fundacionales del FA.   Explicitar que se defenderá la unidad dentro del campo popular y alternativo y del Frente Amplio, pero no la falsa unidad sobre la base de disposiciones que pretendan imponer los que pactan o conciliar con el enemigo. Con esos y algunos otros presupuestos, es posible afrontar el desafío de reconstruir a la izquierda.
 

 

 
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