Aniversario eclesial feliz
Hace un año tuvo lugar en Guayaquil el 11º Encuentro Continental de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) con la presencia de unas 250 personas provenientes de 16 países, incluido Estados Unidos.
- Opinión
En medio de una pandemia que nos sigue diezmando, de un desempleo que no deja de crecer, de un desgobierno que permite tanta sangre derramada en las cárceles del país, de una campaña electoral llena de mentiras y de odios de parte de los perdedores, y de unos cuántos etcéteras, es bueno recordar un acontecimiento eclesial relevante para los pobres y a los cristianos de Ecuador y América Latina. Hace un año tenía lugar en Guayaquil el 11º Encuentro Continental de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs) con la presencia de unas 250 personas provenientes de 16 países, incluido Estados Unidos. Nos acompañaron cuatro obispos de varios países latinoamericanos y nos visitaron 2 de Guayaquil. Fueron 7 días de una gran fiesta de fraternidad, de fe y de compromiso. Muchas familias pobres de Guayaquil acogieron solidaria y alegremente a unos 180 participantes en sus modestas casas.
Varios aspectos son llamativos y nos incitan a la esperanza. Fue un encuentro de los cristianos pobres del Continente con el compartir alegre de su dura realidad y de sus compromisos transformadores tanto de la Iglesia católica como de la sociedad en cada país. No faltaron las celebraciones creativas de su fe viva, la conciencia de ser “la Iglesia de los Pobres” soñada por el papa Juan 23 hace exactamente 60 años en vísperas del Concilio Vaticano 2°. Hicimos resonar frases, actitudes y acciones del papa Francisco que comulga con nuestras vivencias y nuestros anhelos.
Como signo alentador de renovación, se dio el 1° Encuentro Latinoamericano de CEBs juveniles con unos 40 jóvenes de 6 países latinoamericanos. Se autoproclaman los “colaboradores entusiastas del Reino” inaugurado por Jesús de Nazaret. Nos invitaron a “soñar juntos esfuerzos de rebeldía para transformar la Iglesia y la sociedad”. En su Mensaje final denuncian la terrible realidad de los pobres de América Latina que siguen con sus “venas abiertas”. Anunciaron la presencia de un Dios liberador en todas las luchas de las mujeres, los indígenas y los jóvenes del continente. Se comprometieron a formarse constantemente. Decidieron seguir junto a las organizaciones populares como protagonistas de un futuro mejor para todos y para la misma naturaleza. Señalaron como una necesidad su compromiso por una “participación activa en la política partidaria” y el desarrollo de una espiritualidad multicultural liberadora. “Hay que seguir andando nomás, hay que seguir andando”… amando y luchando porque el Reino es nuestro destino.
Tuvo lugar luego el 11° Encuentro continental de CEBs adultas, 40 años después del primero en Rio de Janeiro, Brasil. La temática era: “Escuchando a Dios en los clamores de la naturaleza y de los pobres, defendemos la vida y construimos el Reino”. En un primer tiempo, desde los aportes de los distintos países, escuchamos los clamores de América Latina y de los migrantes en América del Norte: Clamores sociales provocados por el neoliberalismo perverso, clamores ecológicos de tanta contaminación y destrucción ambientales, clamores culturales por los atropellos a los pueblos originarios, clamores eclesiales por una institución clerical y patriarcal que margina a las mujeres, los jóvenes y los indígenas, clamores de las CEBs por la persecución de párrocos y obispos tradicionalistas que silencian al papa Francisco.
Recordamos que nacimos en Brasil por los años 1955, que el Concilio nos señala positivamente, que los Documentos Episcopales latinoamericanos nos confirman como un nuevo modelo de Iglesia en la base de la sociedad, signos de la opción por los pobres y sus causas, cuidadores de la naturaleza, presencia liberadora del Reino, semillas de un mundo fraterno y equitativo, anticipación de “la tierra nueva y del cielo nuevo”.
Nos comprometimos a seguir trabajando por la conversión de las mentalidades, el despertar y el protagonismo de los pobres, la renovación profunda de la Iglesia y el cambio social. En un Mensaje final confirmamos que somos una Iglesia viva que quiere enamorar en nombre de Jesús a todas y todos los que buscan una vida plena, una fraternidad sin frontera, una alianza con la naturaleza, una armonía con el cosmos y una comunión con Dios.
Siguió el Encuentro Continental de Asesores de las CEBs con el Equipo de Articulación: unas 40 personas. Retomamos los grandes ejes de los Encuentros anteriores, los desafíos señalados y la ampliación del Equipo de Articulación continental. Nos alegramos de la vitalidad de esta pequeña Iglesia de Jesús que continúa su misión, retoma las intuiciones y el testimonio de las primeras Comunidades cristianas, asume la gran tradición de la Iglesia Pueblo de Dios que une oración y compromiso, acción y contemplación, fe y política… Y nos despedimos apresurados por el cierre de los aeropuertos y la decisión del confinamiento por la pandemia…
Al año, continuamos nuestro testimonio, solidarios de los sufrimientos, los anhelos y las luchas a largo y ancho del continente. Sentimos la fuerza de Dios porque somos la barca de Jesús que desafía las actuales tempestades, segura y alegre, que se llama ‘Esperanza’.
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