Otro encuentro espurio de Temer: Esta vez con Trump
- Opinión
La capacidad de sobrevivir del gobierno Temer confirma la podredumbre del sistema político brasileño. Basta un presidente, llegado por medio de un golpe al gobierno, agradar en todo y por todo a los bancos privados, usar a su antojo todos los recursos posibles para comprar apoyos en el Congreso, y aparecer como alternativa al retorno de Lula al gobierno, para que pueda sobrevivir. No importa si cuenta con un apoyo mínimo – del 5% - de la población y con el rechazo de una mayoría aplastante, no importa si todos saben que él es el jefe de una banda que ha asaltado al poder, no importa si ni siquiera gran parte de los medios – incluida la Globo – ya no lo apoya. No importa si el presidente de Brasil es víctima de escarnios también fuera del país – entre ellos el apodo de Mr. Fuera Temer -, que ya nadie más toma en serio al mandatario del más grande país de América Latina. Demuestra que se puede ser presidente del país corrompiendo al Congreso, contando con complicidades del poder Judicial, valiéndose del dinero como forma de mantenerse en el poder. El gobierno Temer se ha convertido en el mejor gobierno que el dinero puede comprar en Brasil, así como el Parlamento y el poder Judicial, cómplices del gobierno más corrompido que el país haya conocido.
El presidente golpista recibe, en la oscuridad de la noche, en la residencia presidencial, a cómplices de todo tipo, desde miembros del Supremo Tribunal Federal hasta gente de su banda, incluso a algunos que después rompen con él, evidenciando los más graves crímenes que un presidente pueda cometer, incluyendo la recepción de valijas de dinero, cargadas por uno de sus más estrechos aliados, destinadas directamente a él. Temer ha levantado la altura de la cerca de la residencia presidencial, para impedir que los medios sepan a quién recibe, a veces en plena madrugada, los fines de semana. Nadie conoce el tipo de personas que entran y salen de ahí, ni con cuántos recursos entran y salen y con qué tipo de intenciones y planes.
Es un gobierno que ya no gobierna hace meses, que apenas sobrevive, desde que fue herido de muerte por denuncias de sus propias comparsas. Mientras tanto, da continuidad a la más antipopular política económica que Brasil haya conocido, que desmonta el patrimonio público, que atiende tan solamente a los grandes bancos privados, destruye el patrimonio público mediante privatizaciones, de forma impune, empezando por Petrobras, y pronto avanzará hacia otras empresas estatales brasileñas.
Brasil tiene un presidente odiado por el pueblo, despreciado por sus mismos aliados, ridiculizado por los medios nacionales e internacionales, ahora se otorga el derecho, como gobernante que asumió el poder mediante un golpe de Estado, de reunirse con el más peligroso presidente del mundo actual – Donald Trump – para articular un ataque a un gobierno elegido por el pueblo venezolano.
En el momento en que el continente vive problemas graves como el asedio del gobierno de EEUU en contra de México, de Cuba y de la misma Venezuela, en el momento en que gobiernos en manos de la banca como los de Brasil y Argentina, entre otros, hacen que esos países retrocedan en el combate a la miseria y la exclusión social, en el momento en que gobiernos como los de Perú y Guatemala son duramente cuestionados en su legitimidad para seguir gobernando sus países, entre tantos otros problemas, Trump invita a Temer para hablar de acciones violentas en contra de Venezuela, y Temer, como político débil, a quien nadie recibe o visita, acostumbrado a la subalternidad canina, acepta.
Brasil no puede aceptar que un presidente ilegítimo se preste a ese rol. El Congreso brasileño tiene que protestar, reafirmar el poder soberano que el país ha conquistado de decidir sus destinos por su propia cuenta, afirmar para América Latina y para el mundo que en esa aventura tampoco Temer representa a Brasil. Brasil ha afirmado su tradición en las buenas relaciones con los países del continente, de respeto a la soberanía de cada país, de solución pacifica de los conflictos entre países de la región, no puede ahora retroceder para servir de aliado servil a las aventuras imperialistas en América Latina.
Todas las distintas expresiones de la voluntad popular en Brasil, en el Parlamento y en los medios independientes, de los movimientos sociales a los partidos políticos, tienen que decir al continente y al mundo que Temer no representa a Brasil, no representa al pueblo brasileño, cuando se reúna de forma espurrea con Donald Trump, con objetivos violentos en contra un país del continente. Que Temer representa tan solo al gobierno más impopular de la historia de Brasil, el más corrompido, el más rechazado, que por ello no puede hablar en nombre de Brasil, ni de su pueblo ni de sus organizaciones populares y democráticas.
Afuera de Brasil, cuando llegue a los EEUU el Sr. Fuera Temer será rechazado. Fuera Temer de el acuerdo violento de EEUU en contra de Venezuela, una razón más para que los brasileños y todos los que defienden a la democracia y a la paz en cualquier lugar del mundo, sigan gritando: ¡Fuera Temer!
- Emir Sader, sociólogo y científico político brasileño, es coordinador del Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ).
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