Un debate pobre

12/10/2016
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El rechazo al Acuerdo de Paz en Colombia, ha desatado un afiebrado debate nacional escenificado en los medios, que lejos de esclarecer la situación, la tornan más incierta. Como suele ocurrir en una crisis política, como es el caso, no se trata de un debate de altura, más bien estamos asistiendo a un bullicio mediático en que a falta de buenas ideas se impone el prejuicio, el eslogan fácil, y una nada despreciable dosis de mediocridad política y espiritual.

 

Es triste constatar que Colombia, tras cincuenta años de guerra civil, sigue siendo lo que antaño se denominaba un “país subdesarrollado”, por más que los eufemismos actuales enmascaren esa triste realidad. Poco importa que le llamemos un país de “ingresos medios”, cuando la brutal realidad muestra a millones de colombianos en el límite de la extrema pobreza; poco importa que hablemos de un país “democrático” cuando hay amplios sectores políticos carcomidos por la corrupción y la violencia.

 

El nivel en que se desenvuelve el debate nacional no está exento del estigma del subdesarrollo. La sociedad colombiana exhibe rasgos de lo que algunos han llamado “modernidad oligárquica”. Añejos discursos que apelan en la letra al derecho liberal y en los hechos a la brutal represión moral, cuando no, policíaca. Como si el tiempo se hubiese detenido en la década de los sesenta del siglo pasado, el bizantino debate colombiano nos retrotrae más de medio siglo en la historia.

 

Los actores del drama, con tintes de sainete, lo constituyen una oligarquía ultra conservadora, una burguesía liberal y una guerrilla marxista de viejo cuño. Lo que pudiéramos llamar “pueblo” es una masa anónima que no participa con su voto, apatía, indiferencia, desconfianza, distancia. El presidente Juan Manuel Santos, pareciera el más liberal y cosmopolita, un personaje que ha hecho de su figura un adalid de la Paz y de su gobierno el más firme gestor del Acuerdo. Sin embargo, la racionalidad moderna choca frontalmente con una realidad cultural y social donde predomina, todavía, una estratificación colonial muy distante de sociedades democráticas abiertas.

 

El rechazo al Acuerdo de Paz ha desnudado una realidad profunda de la sociedad colombiana. Colombia tiene una herida muy profunda que dista mucho de haber sanado. De algún modo, se ha destapado una cloaca desde donde surgen, en ritmo de cumbia, los hedores del odio, el rencor, el dolor, la injusticia, la violencia y la muerte. Como en aquella vieja novela de Juan Rulfo, en Colombia se vuelve a escuchar esa sentencia que parece una maldición “Aquí, todos somos hijos de Pedro Páramo”.

 

Álvaro Cuadra es Doctor de la Université Paris-Sorbonne. Paris. France

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/180924
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