Argentina: nuevos vientos políticos
- Opinión
Para cualquier observador ajeno a la realidad argentina, los resultados de la última elección del 25 de octubre constituyen una maciza derrota del oficialismo destinado a modificar la cartografía política no solo en aquel país sino en toda la región. En efecto, un eventual triunfo del aspirante Mauricio Macri en la segunda vuelta electoral que se realizará el 22 de noviembre próximo, tal como indican los sondeos, significa, también, un claro debilitamiento del llamado eje bolivariano, en el que el peronismo Kircherista se inscribió tempranamente.
Como sabemos, los países bolivarianos han hecho suya una cierta versión del populismo de izquierdas latinoamericano que han llamado el Socialismo del siglo XXI. Como suele suceder, tras más de una década en el poder, han comenzado a aparecer fisuras serias al interior de tales procesos, grietas que remiten a las repercusiones locales de una crisis económica mundial, no olvidemos cómo ha caído el precio del petróleo en los últimos años, generando con ello restricciones presupuestarias que generan malestar en los sectores medios. A lo anterior, debemos agregar síntomas de clara descomposición política en lo que podríamos llamar gobiernos de inspiración bolivariana. La irrupción de liderazgos sectarios y, muy especialmente, mal disimulados casos de corrupción que involucran a altos personeros de gobierno, Argentina, por cierto, no es la excepción.
Sea que observemos este fenómeno político desde una mirada de izquierdas o de derechas, lo cierto es que el diagnóstico no es auspicioso. El expediente de la “re-elección indefinida”, propuesto en varios de estos países como un modo para preservar la continuidad en el poder por la vía del “caudillismo”, puede resultar contraproducente e impopular frente graves síntomas de corrupción. Un gobierno que manifiesta la voluntad de perpetuar una figura o un proyecto político corre el riesgo de producir el efecto contrario.
Ante la descomposición del populismo de izquierdas en nuestra región surge inevitable el populismo liberal de derechas. El discurso de Sebastián Piñera en Chile es un libreto que hoy es replicado en la Argentina, como el rostro amable de los sectores de derecha. La promesa de una modernidad inclusiva, ya no apelando a un rol redistributivo y regulador desde el estado sino expandiendo la inversión y el consumo desde el mercado, deberá enfrentar a un peronismo arraigado en las cúpulas sindicales, en el poder legislativo y en muchas de las provincias argentinas. En pocas palabras, un probable gobierno Macri deberá gobernar con una fuerte oposición política, acaso cultural, en un segmento significativo de la sociedad argentina.
Con todo, el dato inmediato es que los argentinos han votado por poner fin al continuismo kirchnerista y eso quiere decir algo. Esto quiere decir que una mayoría significativa está harta de un modo de hacer política y de los rostros que la ejecutan, y eso no es poco. Si, como todo hace prever, Macri alcanza la presidencia se iniciará en esta país un nuevo ciclo político cuyos ecos van a repercutir en toda América Latina.
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