Hipocresía e Infamia de Naciones Unidas en Colombia

25/09/2011
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Increíble, pero cierto. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados hace suya la consigna más racista de apadrinamiento y apropiación de indígenas como objetos de políticas humanitarias y no sujetos de derechos humanos: “Muestra tu apoyo a nuestros indígenas”, los de Colombia en su sentido no locativo, sino posesivo. Para empeorarlo, la información sobre pueblos en vías de extinción lleva el broche de un apotegma miserable por hipócrita: “Si ellas y ellos desaparecen una parte de ti desaparece”. No se nos dice que se les está llevando a la extinción para que el resto, tanto cómplice como inconsciente, nos beneficiemos del acceso de empresas agroindustriales y extractivas a sus territorios y recursos. Apóyales, se nos dice, porque los hay que se extinguen sin remedio y nadie, por lo visto, es responsable. Cada pueblo en extinción se representa como una estrella mortecina en la lejanía del firmamento. ACNUR, en vez de dirigirse a la Fiscalía de la Corte Penal Internacional instándole a que tome cartas en el asunto ante la falta patente de voluntad política de la Colombia oficial por frenar en seco dinámicas genocidas con responsables identificables, lo que hace es impulsar una campaña inane de solidaridad inútil. Eso sí, las fotos de la galería son muy bonitas, tanto como el portal del firmamento de estrellas mortecinas. Felicitaciones a los artífices, ellas o ellos. Los espíritus sensibles pueden recrearse en unas imágenes capaces de solapar información sangrante que no falta en el mismo sitio, aun con ACNUR como protagonista autocomplaciente. En fin, la fanfarria no dejará de acompañar y arropar al exterminio.  El trabajo sobre el terreno de personal de a pie de esta agencia de las Naciones Unidas en Colombia no se merece la infamia de la consigna, del apotegma ni de la fanfarria.
 
La fanfarria encubridora de ACNUR es una más de las manifestaciones del cambio reciente de actiud de Naciones Unidas respecto a Colombia. No niega la posibilidad de que se estén entre sus fronteras cometiendo genocidio y otros crímenes contra la humanidad, pero entiende que éste es un asunto de competencia interna antes que internacional y que (aquí el cambio) Colombia está haciéndose cargo de sus obligaciones como Estado en la prevención y sanción de tales crímenes, lo que no se compadece con la evidencia misma que, con la fanfarria y todo, ACNUR despliega.
 
Hay responsables identificables del genocidio colombiano en curso sobre quienes no hay que insistir porque son internacionalmente notorios, como los mandos de las guerrillas, pero también los hay que campean como personas respetables por el mundo internacional, inclusive por Naciones Unidas. Álvaro Uribe, el Presidente de Colombia entre 2002 y 2010 y Gobernador de Antioquia entre 1995 y 1997, años claves para el auge en dicho Departamento de un paramilitarismo tan terrorista como las guerrillas con más que indicios hoy de su implicación, lo hace. Pruebas de que siguió encubriendo y tal vez comandando al paramilitarismo terrorista siendo Presidente, con utilización también del ejército, se han tenido en el proceso contra Jorge Noguera, estrecho colaborador suyo como jefe del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), quien acaba de ser condenado a veinticinco años de prisión por haber puesto el aparato de seguridad del Estado, ejército inclusive, literalmente al servicio del paramilitarismo terrorista. Juan Manuel Santos, actual Presidente de Colombia, fue Ministro de Defensa de Uribe.
 
La semana pesada, al par de días de la condena de Noguera, encontrándome en Bogotá, un miembro de la Corte Constitucional me comentaba que a Uribe sólo puede achacársele culpa in eligendo, esto es descuido en la selección de colaboradores, comentario a estas alturas inverosímil que convierte a un presunto criminal en un simple incompetente. Resulta de lo más improcedente en boca de un magistrado, pues lo que correspondería ante tales evidencias, no otra cosa que abrir diligencias judiciales sobre la responsabilidad de Uribe, no se ha hecho todavía (en España las hay abiertas, pero sólo por espionaje extraterritorial del DAS).
 
Aparte la complicidad de agencias y órganos internacionales de desinformación (no he visto que la condena de Noguera haya realmente trascendido; la cosa está entre quienes ni han dado la noticia y quienes la han relegado, no dedicándosele en caso alguno fuera de Colombia el editorial que amerita), el comentario del magistrado constitucional es significativo del estado de opinión en medios no sólo domésticos uribistas, sino también exteriores dominantes. Al fin y al cabo, Colombia es actualmente miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y Álvaro Uribe es un personaje con el que las mismas cuentan para encargos tan delicados, igualmente con terrorismos cruzados, como el de participación en una Comisión sobre Gaza e Israel. No parece que sea porque se le considere, como merece, un experto terrorista y, por esto, en terrorismo.
 
En el País Vasco, esta semana, una fundación dependiente de la Diputación Foral de Vizcaya, gobernada por el Partido Nacionalista Vasco, celebra un Encuentro Iberoamericano sobre Ciudades Digitales en el que el orador principal es… Álvaro Uribe.
 
Respecto al ACNUR, el susodicho  sitio ofrece una dirección de contacto por si alguien quiere comunicar sus impresiones, sean indignamente estéticas o dignamente éticas: colbopi@unhcr.org.
 
- Bartolomé Clavero es Catedrático de la Universidad de Sevilla.
https://www.alainet.org/es/active/49677
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