Ciudades que violentan ciudadanías
14/03/2010
- Opinión
Los asaltos, robos, violaciones y secuestros se han incrementado en Lima y son las mujeres las más expuestas, evidenciando que existe un conjunto de problemas sobre seguridad en la vía pública que no está siendo contemplado por las autoridades.
Según la Policía Nacional, el índice delincuencial se incrementó en 2008 en un 5.10%, período en el que se registraron 151,560 denuncias por comisión de delitos, de estas 7,560 fueron por violación de la libertad sexual, el 91.6% fueron contra mujeres.
Mientras que el Instituto de Medicina Legal (IML), ese mismo año atendió un promedio de 75 mujeres diariamente por casos de violencia sexual. Asimismo, realizó 34,994 Exámenes de Integridad Sexual. El 78.75% de ellos fueron hechos a mujeres.
"Las mujeres conviven con una sensación de inseguridad cotidiana y temor, casi permanente, a ser agredidas, lo que limita el libre uso y disfrute del espacio público", dijo a SEMlac Ivonne Macassi, coordinadora del programa de Derechos Humanos de las Mujeres del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán.
Para Macassi las ciudades no son iguales para hombres y mujeres y el problema es cómo lograr que las políticas de seguridad ciudadana incorporen alternativas que consideren esta situación de agresión latente y manifiesta vivida por las mujeres cotidianamente, tanto en la calle como en su casa.
"La violencia de género no está reconocida ni tipificada como problema de seguridad urbana, siendo una de las limitaciones fundamentales para el ejercicio de la ciudadanía de las mujeres porque los miedos contribuyen a debilitar la autoestima femenina y ahondan los sentimientos de inseguridad", explicó.
Para identificar las distintas formas de violencia que sufren las mujeres en dos distritos de Lima, así como los modos de enfrentarla individual y colectivamente, el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán realizó un diagnóstico sobre seguridad ciudadana en San Juan de Lurigancho y Villa El Salvador.
En San Juan de Lurigancho, distrito más poblado del Perú, y de América del Sur, ubicado en el extremo nororiental de la ciudad de Lima, el 39,8% de las encuestadas señaló que se siente incómoda cuando sale sola debido a la inseguridad que se vive en las calles.
El salir solas a la calle es una actividad considerada tan peligrosa que las consultadas toman una serie de medidas cuando lo hacen, una de la ellas es evitar las calles oscuras (44,7%), otra es reducir toda posibilidad de atractivo para los posibles delincuentes: no llevar joyas (38,9%), no llevar carteras/bolsos (38,5%), incluso "vestirse lo menos provocadoramente posible" (25,0%).
En el caso de Villa El Salvador, distrito autogestionario ubicado a 25 kilómetros al sur de la capital peruana, el estudio revela que 37,9% de las consultadas se siente incómoda cuando sale sola, cifra que se incrementa ligeramente entre las mujeres mayores de 35 años.
La sensación de seguridad está relacionada con la permanencia en el hogar (39,6%), pero también con el estar permanentemente acompañadas (16,7%) y, en menor medida, con la sensación de "saber defenderse" (16,7%).
La delincuencia se ha constituido en la mayor preocupación de las mujeres de Villa El Salvador, por encima de la violencia familiar: el 58,5% dice que la violencia relacionada con actos de delincuencia le preocupa más. Sin embargo, el 40,1% del total de encuestadas manifiesta preocupación por el tema de la violencia familiar.
La Ley 27933, promulgada por el entonces presidente Alejandro Toledo, el 11 de febrero del 2003, creó el Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana con el encargo de coordinar eficazmente la acción del Estado y promover la participación ciudadana para garantizar una situación de paz social.
"En Seguridad Ciudadana no hay ni siquiera información para hacer las políticas. Las estadísticas delictivas de la policía son una farsa, no son serias", dijo a un medio local Carlos Basombrío, investigador y consultor en temas de seguridad ciudadana y ex viceministro del Interior.
Según Basombrío, el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, espacio interinstitucional en el que distintos sectores deberían converger para hacer políticas de prevención, no funciona.
"La calle, para el ciudadano, se ha vuelto más complicada con los robos y arrebatos, creando una sensación de inseguridad muy peligrosa. Creo que estamos mal. Lo más grave es la profunda inacción que tenemos y que, con tantos errores, nos puede llevar a estar peor", señaló.
Para Macassi, las estrategias para una ciudad sin violencia contra las mujeres deben contemplar un enfoque integral del problema que explique sus causas, la ubique como un problema sociocultural, tanto en espacios públicos como privados y que oriente posibles respuestas no restringidas al ámbito policial o judicial.
"Es necesario la participación de los distintos actores sociales, los gobiernos, las municipalidades, las mujeres organizadas, la sociedad civil, las organizaciones de base, pues no habrá democracia con violencias", señaló.
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