El Ministro de Seguridad, maras y juventud.

23/01/2010
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Es probable que al problema de las maras no le dimos la importancia que requería.

Al parecer, la mara es la estructura de organización que el imperio y las clases dominantes, propusieron a los jóvenes de Centro América.. La mara es una política imperial de paralización, control o, en la mayoría de los casos, de destrucción de los jóvenes.

Había que alienar a los jóvenes para evitar que fueran los relevos de la juventud guerrillera de los años ochenta. El imperio canalizó el descontento, alentando a los muchachos a formas enajenadas de organización (había que lumpenizar las formas organizativas en la década del 90) para evitar que la furia juvenil se convirtiera en lucha de clases.

En realidad, la década perdida es la de los noventa, época en la que gran parte de los jóvenes fueron inducidos a la evasión, mediante el recurso maldito de las drogas, luego los organizaron en maras (propuesta cultural de la globalización) para inducirlos al crimen, con miras a eliminarlos, acusándolos de criminales. Y así se cumplió el libreto del imperio y sus aliados locales, logrando el exterminio masivo de los muchachos para evitar la continuación de la guerra revolucionaria en los subsiguientes años.

El imperio y las clases sociales dominantes paralizaron el movimiento social anteponiéndole la mara. Los jóvenes fueron convertidos en piltrafas humanas, difíciles de recuperar física, social y mentalmente

Prefirieron destruir los cerebros de enormes contingentes de jóvenes centroamericanos antes que verlos como guerrilleros, luchando contra la injusticia que genera la explotación social.

Son tan grandes los negocios del imperio que ante el peligro de perderlos, prefirieron destruir a los muchachos, máxime cuando se trataba de pinches latinos, sudacas que sólo sirven de estorbo en los procesos de dominación neocolonial. Este es el pensamiento de los estrategas imperialistas y sus mandaderos del patio.

Es en este contexto donde caben las acciones del Ministro de Seguridad Oscar Álvarez (sobrino del sícopata Álvarez Martínez, quién persiguió y asesinó a centenares de jóvenes revolucionarios en los años ochenta).

Luego, este flamante Ministro de Seguridad, émulo de aquel sicópata en los noventa, junto al panameño Ricardo Maduro, se encargó de exterminar a los muchachos de las maras, acusándolos de criminales y desestabilizadores del orden establecido. Ellos, los sicópatas de nuevo cuño, fueron los ejecutores de las políticas de exterminio, fraguadas por el imperio para salvaguardar sus intereses en centro América.

Ahora Oscar Alvarez amenza con combatir a los carteles de la droga, pero esta medida, en realidad, será la tapadera para perseguir y asesinar a los muchachos organizados en el Frente de Nacional de Resistencia Popular, acusándolos de narcotraficantes y criminales.

Esos muchachos que hoy resisten con heroicidad junto al pueblo, son hijos de campesinos, obreros, pequeñoburgueses, profesionales y burgueses, quiénes se esmeraron en cuidarlos y educarlos con esmero para que hoy, aquellos se desempeñen como hombres de bien, partidarios de la libertad, la inclusión social y la solidaridad humana.

Esta es una razón fundamental para que estos muchachos sean protegidos por el pueblo hondureño para que los sicópatas del régimen golpìsta no los vayan a exterminar con el nefasto afán de cuidar los intereses del imperio y de la oligarquía gobernantes.

 

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