Apuntes para un ensayo

Épica de la resistencia en el muralismo de Virgilio Guardiola

16/10/2010
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La única forma para plasmar la gesta del pueblo hondureño, retomada  con inusitado ímpetu  el 28 de junio del 2009, es la selección de un género de las artes visuales,  que combine grandes planos generales y planos detalles, para aprehender aquellos acontecimientos que a  juicio del autor merecen destacarse.

Una epopeya como la librada por la resistencia hondureña no podía concretarse más que recurriendo a la épica homérica, género que no sólo es viable en la literatura, sino que también ensambla perfectamente con otros lenguajes del arte.

La épica literaria, al parecer, está emparentada con el muralismo, recurso que se han valido los muralistas para expresar los grandes movimientos sociales, antecedentes que datan desde la época precolombina y que se encuentran evidenciados en el Rosa Lila de de Copán, El mural de las batalla en el reino de Tlascala, entre otras manifestaciones de este tipo.

Más recientemente, se conocen los casos del muralismo mejicano que recreó en el mural la  gesta revolucionaria de 1910, en México,  por la interpòsita mano de Diego Rivera, David Alfaro Sequeiros, Clemente Orosco, Rufino Tamayo, José Luis Cuevas y el hondureño Álvaro Canales.

En realidad, el muralismo es una corriente que desde siempre se manifestó como el soporte para vehiculizar los signos de las revoluciones o de los grandes acontecimientos, donde los protagonistas principales son las  masas populares.

Es, pues, en esta vertiente, en la que se ampara el pintor hondureño Virgilio Guardiola para recoger, mediante el recurso de la épica, trocada en el mural, los grandes trazos de la recién iniciada revolución, que encabeza  la resistencia Hondureña.

Guardiola, para volver realidad el carácter épico del proceso social y político que se vive, recurre a dos elementos compositivos dominantes y que vertebran dialécticamente su obra: el ritmo y el movimiento. Es evidente cómo los otros elementos como el color, los encuadres, puntos de vista, los personajes, el equilibrio, entre otros,  se subordinan para manifestar la gran totalidad de esta epopeya de la historia política actual de Honduras.

Estos dos elementos compositivos son algunas de las formas para traducir en el lenguaje estético, la dinámica del movimiento social, el que se caracteriza por la rapidez de los cambios  cuantitativos y cualitativos, los que marcan, en el plano de la lucha social, económica, política e ideológica, los saltos y rupturas  que conducen a las revoluciones.

Es necesario puntualizar, además, en un recurso al que siempre acude Guardiola: la yuxtaposición de imágenes y realidades, para plasmar la idea de una lógica secuenciación, propia de una cronología de la historia, cuestión que remite a las lógicas gramaticales de la narrativa contemporánea (Bremond, Todorov). Es esta lógica la que permite cierta linealidad textual, sin descuidar por supuesto, el lenguaje estético de las artes visuales, y que posibilita que los receptores empaten con el mensaje de este hecho creativo.

Planos generales, secuenciación cronológica y lógica, es lo que permite ver, a la manera de un cinematógrafo, acontecimientos que se articulan en la lucha diaria de la resistencia, como la represión tomando cuerpo en los mártires del magisterio, los asesinados de otros sectores, los gaseados , los toleteados, los torturados; personajes claves como Emo; el heraldo que anuncia el número de cada marcha; las abuelas de la resistencia; el pueblo en marcha y sus dirigentes; la policía traidora; las iglesias y sus oficiantes del mal, todo está aquí, en los detalles, pero solo para remarcar la gran totalidad que exige el muralismo.

También hay que destacar que existe una correspondencia entre los significantes (Barthes),  disposición  y uso de los materiales  por parte del  pintor,  con los significados de trasformación y cambio a los que aluden el movimiento y el ritmo, evidenciados como dominancia estética, y que consecuentemente, remiten en forma homóloga (Lucien Goldman) al cambio social, económico y político planteados por el pueblo hondureño a través del Frente de Resistencia Popular FNRP.

Existe un detalle en este mural de Guardiola, que empata con la idea pacifista de la resistencia, y es su alejamiento  del rojo y negro, colores simbólicos usados por los pintores revolucionarios de la década del 80. Recurre a los colores de la gama fría para denotar un movimiento enérgico pero fresco, y que remite a la esperanza de coronar con éxito la epopeya emprendida por los hondureños.

Por supuesto, el mural, no agota otras posibilidades estéticas para manifestar la grandiosidad de la lucha de la resistencia; pero es un género que más se presta  para dejar constancia  a  las generaciones venideras, de lo que ocurrió en esta  aciaga época. 

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