Victoria de un modelo alternativo
Zanon quedó en manos de sus trabajadores
16/08/2009
- Opinión
Tras nueve años de lucha, una de las fábricas de cerámicos más grande de Latinoamérica fue expropiada y entregada los obreros. Un disparo al discurso monocorde del capitalismo.
La pequeña provincia de Neuquén, enclavada en la Patagonia, al sur de Argentina, fue testigo el miércoles por la noche de un hecho histórico para el movimiento de los trabajadores. Tras nueve años de lucha, cinco intentos de desalojo y miles de marchas por las calles de todo el país, los obreros de la ex cerámica Zanon lograron que el gobierno local expropie la fábrica, para dejarla en manos de los trabajadores.
Entre abrazos y lágrimas, cientos de personas festejaron la decisión de la legislatura (parlamento) de la provincia, que por una amplia mayoría aprobó el proyecto que estipula la expropiación con avenimiento para luego entregar la cerámica a la cooperativa Fasinpat (Fábrica sin Patrones), organización que nuclea a los trabajadores.
Emocionado, y desafiando el viento neuquino, el titular del gremio de los ceramistas, Alejandro López, resumió la situación en unas pocas palabras: “los trabajadores nos queremos y nos cuidamos. Todo lo que tenemos se los debemos a la conciencia”, dijo al borde de la afonía. El dirigente no exagera.
Cuando los obreros de Zanon decidieron, en marzo de 2002, tomar el control de la fábrica y ponerla a funcionar, nadie imaginaba cómo iba terminar la situación. La cerámica más grande de Latinoamérica en su tipo estaba en quiebra, había suspendido el pago a sus trabajadores y había decretado un lock out patronal. “Costó mucho dar el paso para tomar la fábrica”, dijo a APM Raul Godoy, uno de los dirigentes históricos. “Al principio éramos muy pocos, no sabíamos bien qué hacer. Fuimos aprendiendo sobre la marcha y en eso fue fundamental el contacto con otras agrupaciones sociales”, reconoció el dirigente quien calificó este paso como “histórico”, aunque aseguró que la lucha no termina. “Vamos por más, queremos la estatización, queremos que hayan más zanones, queremos avanzar por los derechos de los trabajadores”, sostuvo Godoy.
Luego de arduas discusiones que por momentos se encerraron en tecnicismos, el proyecto que se aprobó ordena al gobierno provincial efectuar un pago de 23 millones de pesos a los principales acreedores de la familia Zanon, dueña de la empresa. Como un signo de la historia (esos que se repiten más allá de las latitudes), uno de los beneficiados por este acuerdo será el Banco Mundial, aunque sólo recibirá un porcentaje menor del dinero que en su momento invirtió en la insolvente compañía.
Si bien los obreros consideran esta ley como un logro, su reclamo histórico fue la expropiación sin pago de la compañía para que pase a manos del estado y pueda dirigirse su producción (de gran calidad) a obras claves como vivienda social, tan necesaria en las provincias del sur argentino.
Como era de esperarse, el proyecto generó sus resistencias. Más allá de los sectores conservadores de la política, desde la burocracia sindical de la CGT (Confederación General del Trabajo) se expresó que se trataba de “una violación a la propiedad privada”. Es cuanto menos curioso que un gremio que supuestamente vela por los derechos de los trabajadores se preocupe tanto por la propiedad de sus patrones. No lo es tanto, sin embargo, que los propios empresarios salgan escandalizados como ocurrió en este caso. El vicepresidente de la principal cámara del sector en Neuquén afirmó que con la expropiación el gobierno “avala la lucha de clases”.
Más allá de las disquisiciones pseudomarxistas –la lucha de clases es una forma de concebir lo social que precede a cualquier ley, gobierno e incluso al propio estado- los obreros de la ex Zanon lograron con los años el apoyo de gran parte de la sociedad argentina.
En ese sentido, a modo de capitulación de sus nueve años de lucha, pueden citarse tres grandes logros de la cooperativa Fasinpat.
El primero de ellos es haber vencido el miedo, haber sorteado ese límite que impone el poder. Miles de trabajadores quedaron en la calle durante el 2001 en Argentina, año en que Zanon dejó de funcionar. Cientos de empresas se acuñaron a la fraudulenta ley de quiebras aprobada a instancias del ex ministro de economía Domingo Cavallo, principal exponente del neoliberalismo en el país. Con este recurso, los empresarios lograban salir limpios de sus excesos, llevarse millonarias ganancias y depositar los costos sobre las espaldas de los trabajadores.
Pero los obreros de Zanon se organizaron y rompieron el discurso dominante. “Fue la unidad y la conciencia lo que nos salvó”, dijo Raúl Godoy a APM. “Es darte cuenta que hay que salir a tomar lo que nos corresponde, que no puede ser de otra manera”, enfatizó.
El segundo gran logro fue demostrar que, detrás de las banderas y las consignas políticas, existe un proyecto que toma cuerpo en cada uno de los cerámicos que sale de la fábrica. “En estos años aumentamos la producción y con ellas las fuentes de trabajo. Actualmente 450 familias viven de la fábrica y más del doble se benefician indirectamente”, explicó Godoy. A la crisis, los obreros le respondieron con más trabajo, demostrando que la distribución equitativa de la renta –el enemigo público del capitalismo- es una opción viable.
El tercer mérito de los obreros fue haber desplegado toda una política social más allá de su causa. “Abrimos las puertas a todos los movimientos y nos sumamos a todas las luchas de los trabajadores”, afirmó Godoy. Los trabajadores de Zanon acompañaron los reclamos de los docentes en la provincia y sufrieron en carne propia los dislates del ex gobernador Jorge Omar Sobisch, exponente local de la derecha vernácula y artífice de la muerte del docente Carlos Fuentealba en medio de una sangrienta represión policial.
Pero no sólo cautivaron a los movimientos sociales. También lo hicieron con el ciudadano medio. Quizás el ejemplo de solidaridad más extremo lo recordó en la noche del miércoles el dirigente Alejandro Lopez, cuando, casi al borde de las lágrimas, contó que los presos de la unidad de detención 11 de esta provincia donaron parte de su refrigerio a los obreros de Zanon que no tenían dinero para la comida.
Neuquén es una pequeña provincia cuyo mayor ingreso es el petróleo. Su política local no tiene demasiadas consecuencias en el escenario nacional. Aún así, sus expresiones populares trascienden fronteras. En su momento, los piquetes como forma de lucha fueron los que coparon los medios de todo el mundo. Nacieron aquí, en está fría y seca provincia, cuando los trabajadores de la estatal YPF salieron a pedir por sus fuentes de trabajo. Casi 15 años más tarde es el turno de la ex Zanon, cuyos trabajadores son el fiel testimonio de que la gestión obrera es posible. Ellos, junto a otras 190 empresas recuperadas en todo el país, son un faro en medio de la oscuridad monocorde del capitalismo.
Comenzó la cuenta regresiva para los obreros y obreras de Zanon. Dentro de tres meses vence el permiso que la Justicia le dio a la cooperativa Fasinpat (Fábrica sin patrón) para seguir a cargo de la administración de la fábrica. Si la Legislatura neuquina no sanciona la ley de expropiación antes de octubre, se producirá el desalojo y el fin de una de las experiencias más audaces y sólidas del movimiento de fábricas bajo gestión obrera, según coinciden los expertos. Los ceramistas mantuvieron reuniones con el Gobierno y diputados provinciales, pero denuncian que aún no discuten el proyecto de esa ley. Aunque el gobernador Jorge Sapag se pronunció a favor de que la planta quede en manos de los trabajadores, no hubo ningún hecho concreto en tal sentido. En los seis años que lleva la gestión obrera aumentaron la producción, los puestos de trabajo y sus sueldos, lograron el apoyo de la comunidad y se mantuvieron alertas. Esa lucha va camino a endurecerse, pero confían en que tienen el apoyo de amplios sectores porque dicen haber “sembrado solidaridad de clase”, tal como lo expresó a Página/12 Alejandro López, secretario general del Sindicato Ceramista de Neuquén.
Sobre la ruta 7, entre Neuquén y Centenario, está la reja; luego el playón que parece una cancha de fútbol, el polvillo de la arcilla, el calor de los hornos en funcionamiento, los olores de los esmaltes y el ruido de las líneas de producción. La autogestionada Zanon creó un cerámico para cada coyuntura: uno por Julio López, otro por Carlos Fuentealba, uno más para el conflicto en Mafissa, y varios para Attaque o la Bersuit, desde aquel primer modelo que llamaron El Obrero, y venía en celeste, gris y blanco.
En 1998 la familia Zanon comenzó el proceso de vaciamiento de la fábrica, no pagaban los sueldos, suspendían al personal y no cuidaban la seguridad. Dos años después, la muerte del operario Daniel Ferrás colmó el vaso y sus compañeros salieron por primera vez a la calle. Los empresarios apagaron los hornos y la Justicia los condenó por el delito de lockout (paro patronal). Los operarios y operarias quemaron los telegramas de despido frente a la Casa de Gobierno y estuvieron seis meses acampando al borde de la ruta hasta que decidieron tomar la fábrica y volverla a poner en funcionamiento. En marzo de 2002 reactivaron la producción sin apoyo financiero privado ni estatal, y enfrentando el boicot de los proveedores que sólo pudo ser superado por el aporte de arcilla de los mapuches. Mantuvieron y repararon la maquinaria, abonaron los servicios y enfrentaron cinco órdenes de desalojo con represión. Aunque la condena por lo-ckout fue ratificada en segunda instancia, los empresarios la desconocieron y se presentaron a concurso preventivo.
La experiencia generó 220 nuevos puestos de trabajo, por lo cual hoy viven de la fábrica 470 familias. Como parte de la nueva campaña, los obreros emitieron un informe en el que se dirigen a la comunidad. “¿Sabía usted que para seguir produciendo tuvimos que pagar una deuda de la familia Zanon de un millón y medio de pesos? ¿Sabía usted que mensualmente donamos más de mil metros cuadrados de cerámicos destinados a las familias de bajos recursos, que hemos construido viviendas y un centro de salud?”, explican en sucesivas “panfleteadas”. Los volantes enuncian que “en octubre vencen los plazos de la cooperativa Fasinpat”, por lo cual dicen que necesitan “una solución política ya, que los diputados pueden darla”.
A la hora de mantener el apoyo logrado en la comunidad saben que tienen que ser creativos. “La semana pasada paramos la producción, fuimos a supermercados, puentes y caminos”, dice Mariano Pedrero, abogado de los ceramistas. En el pasado contaron con la adhesión de artistas e intelectuales, desde León Gieco hasta Naomi Klein y Hebe de Bonafini. “Hay apoyos concretos tanto a nivel regional, nacional e internacional, se empiezan a formar comités por la ex Zanon en diferentes ciudades por diversas organizaciones”, describe López. Sin embargo, el dirigente dice ser consciente de que “no será tarea fácil” porque “el MPN (Movimiento Popular Neuquino) siempre ha privilegiado los intereses de la propiedad privada, por lo tanto no quieren sentar este precedente”. A pesar del pronunciamiento de Sapag, los diputados que hasta ahora expresaron su apoyo a los ceramistas son todos de la oposición.
El proyecto de ley de expropiación fue presentado por los ceramistas en tres oportunidades (2003, 2006 y 2007) y cuenta con el respaldo de 90 mil firmas. “La mayoría de los casos de fábricas y empresas recuperadas (más de 160 en casi todas las provincias de Argentina) se encaminaron por medio de leyes de expropiación votadas por las legislaturas. La expropiación es la vía más directa, rápida y económica para una solución de fondo, porque en lugar de considerar una transacción comercial prevalece el bien común”, afirman los ceramistas en su informe.
“¿Este escenario los obliga a endurecer su plan de lucha?”, le pregunta Página/12 a López. “Sí, nos jugamos la carta más difícil. El gobierno va a tratar de desprestigiar la gestión obrera, pero nuestra columna vertebral es el trabajo de todos estos años de solidaridad de clase manifestada en cada conflicto. Tenemos muchos aliados entre los docentes, los trabajadores de la salud y la comunidad en general. Por eso ahora la clave es ver cómo hacemos para que el apoyo de esos sectores nos ayude a obtener la voluntad política para la aprobación de la ley, que por ahora nos es esquiva”, responde el secretario general de los ceramistas neuquinos. “Mantenemos vivo este monstruo con un sentido social, y tenemos otros frentes como la crisis energética, la del campo y la inflación, pero estamos bien plantados para lo que venga”, agrega. Eso que venga será decidido en asamblea, uno de los secretos de la experiencia en Zanon. ¿El otro? Están dispuestos a todo antes que entregar la fábrica a patrón alguno.
Entre abrazos y lágrimas, cientos de personas festejaron la decisión de la legislatura (parlamento) de la provincia, que por una amplia mayoría aprobó el proyecto que estipula la expropiación con avenimiento para luego entregar la cerámica a la cooperativa Fasinpat (Fábrica sin Patrones), organización que nuclea a los trabajadores.
Emocionado, y desafiando el viento neuquino, el titular del gremio de los ceramistas, Alejandro López, resumió la situación en unas pocas palabras: “los trabajadores nos queremos y nos cuidamos. Todo lo que tenemos se los debemos a la conciencia”, dijo al borde de la afonía. El dirigente no exagera.
Cuando los obreros de Zanon decidieron, en marzo de 2002, tomar el control de la fábrica y ponerla a funcionar, nadie imaginaba cómo iba terminar la situación. La cerámica más grande de Latinoamérica en su tipo estaba en quiebra, había suspendido el pago a sus trabajadores y había decretado un lock out patronal. “Costó mucho dar el paso para tomar la fábrica”, dijo a APM Raul Godoy, uno de los dirigentes históricos. “Al principio éramos muy pocos, no sabíamos bien qué hacer. Fuimos aprendiendo sobre la marcha y en eso fue fundamental el contacto con otras agrupaciones sociales”, reconoció el dirigente quien calificó este paso como “histórico”, aunque aseguró que la lucha no termina. “Vamos por más, queremos la estatización, queremos que hayan más zanones, queremos avanzar por los derechos de los trabajadores”, sostuvo Godoy.
Luego de arduas discusiones que por momentos se encerraron en tecnicismos, el proyecto que se aprobó ordena al gobierno provincial efectuar un pago de 23 millones de pesos a los principales acreedores de la familia Zanon, dueña de la empresa. Como un signo de la historia (esos que se repiten más allá de las latitudes), uno de los beneficiados por este acuerdo será el Banco Mundial, aunque sólo recibirá un porcentaje menor del dinero que en su momento invirtió en la insolvente compañía.
Si bien los obreros consideran esta ley como un logro, su reclamo histórico fue la expropiación sin pago de la compañía para que pase a manos del estado y pueda dirigirse su producción (de gran calidad) a obras claves como vivienda social, tan necesaria en las provincias del sur argentino.
Como era de esperarse, el proyecto generó sus resistencias. Más allá de los sectores conservadores de la política, desde la burocracia sindical de la CGT (Confederación General del Trabajo) se expresó que se trataba de “una violación a la propiedad privada”. Es cuanto menos curioso que un gremio que supuestamente vela por los derechos de los trabajadores se preocupe tanto por la propiedad de sus patrones. No lo es tanto, sin embargo, que los propios empresarios salgan escandalizados como ocurrió en este caso. El vicepresidente de la principal cámara del sector en Neuquén afirmó que con la expropiación el gobierno “avala la lucha de clases”.
Más allá de las disquisiciones pseudomarxistas –la lucha de clases es una forma de concebir lo social que precede a cualquier ley, gobierno e incluso al propio estado- los obreros de la ex Zanon lograron con los años el apoyo de gran parte de la sociedad argentina.
En ese sentido, a modo de capitulación de sus nueve años de lucha, pueden citarse tres grandes logros de la cooperativa Fasinpat.
El primero de ellos es haber vencido el miedo, haber sorteado ese límite que impone el poder. Miles de trabajadores quedaron en la calle durante el 2001 en Argentina, año en que Zanon dejó de funcionar. Cientos de empresas se acuñaron a la fraudulenta ley de quiebras aprobada a instancias del ex ministro de economía Domingo Cavallo, principal exponente del neoliberalismo en el país. Con este recurso, los empresarios lograban salir limpios de sus excesos, llevarse millonarias ganancias y depositar los costos sobre las espaldas de los trabajadores.
Pero los obreros de Zanon se organizaron y rompieron el discurso dominante. “Fue la unidad y la conciencia lo que nos salvó”, dijo Raúl Godoy a APM. “Es darte cuenta que hay que salir a tomar lo que nos corresponde, que no puede ser de otra manera”, enfatizó.
El segundo gran logro fue demostrar que, detrás de las banderas y las consignas políticas, existe un proyecto que toma cuerpo en cada uno de los cerámicos que sale de la fábrica. “En estos años aumentamos la producción y con ellas las fuentes de trabajo. Actualmente 450 familias viven de la fábrica y más del doble se benefician indirectamente”, explicó Godoy. A la crisis, los obreros le respondieron con más trabajo, demostrando que la distribución equitativa de la renta –el enemigo público del capitalismo- es una opción viable.
El tercer mérito de los obreros fue haber desplegado toda una política social más allá de su causa. “Abrimos las puertas a todos los movimientos y nos sumamos a todas las luchas de los trabajadores”, afirmó Godoy. Los trabajadores de Zanon acompañaron los reclamos de los docentes en la provincia y sufrieron en carne propia los dislates del ex gobernador Jorge Omar Sobisch, exponente local de la derecha vernácula y artífice de la muerte del docente Carlos Fuentealba en medio de una sangrienta represión policial.
Pero no sólo cautivaron a los movimientos sociales. También lo hicieron con el ciudadano medio. Quizás el ejemplo de solidaridad más extremo lo recordó en la noche del miércoles el dirigente Alejandro Lopez, cuando, casi al borde de las lágrimas, contó que los presos de la unidad de detención 11 de esta provincia donaron parte de su refrigerio a los obreros de Zanon que no tenían dinero para la comida.
Neuquén es una pequeña provincia cuyo mayor ingreso es el petróleo. Su política local no tiene demasiadas consecuencias en el escenario nacional. Aún así, sus expresiones populares trascienden fronteras. En su momento, los piquetes como forma de lucha fueron los que coparon los medios de todo el mundo. Nacieron aquí, en está fría y seca provincia, cuando los trabajadores de la estatal YPF salieron a pedir por sus fuentes de trabajo. Casi 15 años más tarde es el turno de la ex Zanon, cuyos trabajadores son el fiel testimonio de que la gestión obrera es posible. Ellos, junto a otras 190 empresas recuperadas en todo el país, son un faro en medio de la oscuridad monocorde del capitalismo.
Comenzó la cuenta regresiva para los obreros y obreras de Zanon. Dentro de tres meses vence el permiso que la Justicia le dio a la cooperativa Fasinpat (Fábrica sin patrón) para seguir a cargo de la administración de la fábrica. Si la Legislatura neuquina no sanciona la ley de expropiación antes de octubre, se producirá el desalojo y el fin de una de las experiencias más audaces y sólidas del movimiento de fábricas bajo gestión obrera, según coinciden los expertos. Los ceramistas mantuvieron reuniones con el Gobierno y diputados provinciales, pero denuncian que aún no discuten el proyecto de esa ley. Aunque el gobernador Jorge Sapag se pronunció a favor de que la planta quede en manos de los trabajadores, no hubo ningún hecho concreto en tal sentido. En los seis años que lleva la gestión obrera aumentaron la producción, los puestos de trabajo y sus sueldos, lograron el apoyo de la comunidad y se mantuvieron alertas. Esa lucha va camino a endurecerse, pero confían en que tienen el apoyo de amplios sectores porque dicen haber “sembrado solidaridad de clase”, tal como lo expresó a Página/12 Alejandro López, secretario general del Sindicato Ceramista de Neuquén.
Sobre la ruta 7, entre Neuquén y Centenario, está la reja; luego el playón que parece una cancha de fútbol, el polvillo de la arcilla, el calor de los hornos en funcionamiento, los olores de los esmaltes y el ruido de las líneas de producción. La autogestionada Zanon creó un cerámico para cada coyuntura: uno por Julio López, otro por Carlos Fuentealba, uno más para el conflicto en Mafissa, y varios para Attaque o la Bersuit, desde aquel primer modelo que llamaron El Obrero, y venía en celeste, gris y blanco.
En 1998 la familia Zanon comenzó el proceso de vaciamiento de la fábrica, no pagaban los sueldos, suspendían al personal y no cuidaban la seguridad. Dos años después, la muerte del operario Daniel Ferrás colmó el vaso y sus compañeros salieron por primera vez a la calle. Los empresarios apagaron los hornos y la Justicia los condenó por el delito de lockout (paro patronal). Los operarios y operarias quemaron los telegramas de despido frente a la Casa de Gobierno y estuvieron seis meses acampando al borde de la ruta hasta que decidieron tomar la fábrica y volverla a poner en funcionamiento. En marzo de 2002 reactivaron la producción sin apoyo financiero privado ni estatal, y enfrentando el boicot de los proveedores que sólo pudo ser superado por el aporte de arcilla de los mapuches. Mantuvieron y repararon la maquinaria, abonaron los servicios y enfrentaron cinco órdenes de desalojo con represión. Aunque la condena por lo-ckout fue ratificada en segunda instancia, los empresarios la desconocieron y se presentaron a concurso preventivo.
La experiencia generó 220 nuevos puestos de trabajo, por lo cual hoy viven de la fábrica 470 familias. Como parte de la nueva campaña, los obreros emitieron un informe en el que se dirigen a la comunidad. “¿Sabía usted que para seguir produciendo tuvimos que pagar una deuda de la familia Zanon de un millón y medio de pesos? ¿Sabía usted que mensualmente donamos más de mil metros cuadrados de cerámicos destinados a las familias de bajos recursos, que hemos construido viviendas y un centro de salud?”, explican en sucesivas “panfleteadas”. Los volantes enuncian que “en octubre vencen los plazos de la cooperativa Fasinpat”, por lo cual dicen que necesitan “una solución política ya, que los diputados pueden darla”.
A la hora de mantener el apoyo logrado en la comunidad saben que tienen que ser creativos. “La semana pasada paramos la producción, fuimos a supermercados, puentes y caminos”, dice Mariano Pedrero, abogado de los ceramistas. En el pasado contaron con la adhesión de artistas e intelectuales, desde León Gieco hasta Naomi Klein y Hebe de Bonafini. “Hay apoyos concretos tanto a nivel regional, nacional e internacional, se empiezan a formar comités por la ex Zanon en diferentes ciudades por diversas organizaciones”, describe López. Sin embargo, el dirigente dice ser consciente de que “no será tarea fácil” porque “el MPN (Movimiento Popular Neuquino) siempre ha privilegiado los intereses de la propiedad privada, por lo tanto no quieren sentar este precedente”. A pesar del pronunciamiento de Sapag, los diputados que hasta ahora expresaron su apoyo a los ceramistas son todos de la oposición.
El proyecto de ley de expropiación fue presentado por los ceramistas en tres oportunidades (2003, 2006 y 2007) y cuenta con el respaldo de 90 mil firmas. “La mayoría de los casos de fábricas y empresas recuperadas (más de 160 en casi todas las provincias de Argentina) se encaminaron por medio de leyes de expropiación votadas por las legislaturas. La expropiación es la vía más directa, rápida y económica para una solución de fondo, porque en lugar de considerar una transacción comercial prevalece el bien común”, afirman los ceramistas en su informe.
“¿Este escenario los obliga a endurecer su plan de lucha?”, le pregunta Página/12 a López. “Sí, nos jugamos la carta más difícil. El gobierno va a tratar de desprestigiar la gestión obrera, pero nuestra columna vertebral es el trabajo de todos estos años de solidaridad de clase manifestada en cada conflicto. Tenemos muchos aliados entre los docentes, los trabajadores de la salud y la comunidad en general. Por eso ahora la clave es ver cómo hacemos para que el apoyo de esos sectores nos ayude a obtener la voluntad política para la aprobación de la ley, que por ahora nos es esquiva”, responde el secretario general de los ceramistas neuquinos. “Mantenemos vivo este monstruo con un sentido social, y tenemos otros frentes como la crisis energética, la del campo y la inflación, pero estamos bien plantados para lo que venga”, agrega. Eso que venga será decidido en asamblea, uno de los secretos de la experiencia en Zanon. ¿El otro? Están dispuestos a todo antes que entregar la fábrica a patrón alguno.
Fuente: APM | Agencia Periodística del Mercosur | www.prensamercosur.com.ar
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata.
https://www.alainet.org/es/active/32462
Del mismo autor
- Más de cinco millones de niños, en riesgo ambiental 15/04/2010
- Con el capitalismo, el agua siempre va a ser una mercancía 25/03/2010
- Zanon quedó en manos de sus trabajadores 16/08/2009
- Una ayudita para los bancos 19/04/2009
- Colombia es un Estado mafioso: Piedad Córdoba 24/08/2008
- Los partidos tradicionales abandonan la escena 28/10/2007
- Corrupción, ese resabio del neoliberalismo 27/09/2007
- Más tiempo para la Minustah 04/09/2007
- La oposición boliviana vuelve a “patear el tablero” 29/08/2007
- Los agrocombustibles y la sed del mundo 13/08/2007