Trabajo infantil, tentáculos de la pobreza
09/06/2008
- Opinión
De acuerdo con las estadísticas oficiales, uno de cada cinco menores entre seis y 17 años de edad, que trabajan, está excluido del sistema educativo peruano, situación que de no revertirse llevará a miles de niñas, niños y adolescentes a un futuro de postergación, discriminación y pobreza.
Según la Encuesta Nacional de Hogares del IV Trimestre de 20001 (ENAHO-IV), del Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI), entre 1993 y 2001 el trabajo infantil (menores de 6 a 11 años) se multiplicó nueve veces, elevándose de 2,5 por ciento a 21,7 por ciento. En tanto, el trabajo adolescente (menores de 12 a 17 años) se elevó en algo más de dos veces, de 13,7 por ciento a 32,5 por ciento.
Kathia Romero, coordinadora nacional del Programa de Erradicación del Trabajo Infantil para Sudamérica (IPEC) de la OIT, dijo a SEMlac que aunque no cuentan con datos recientes sobre la cantidad exacta de niños que laboran, se estima que 70 por ciento de ellos se encuentran en las zonas rurales.
El trabajo infantil es un problema antiguo en este país sudamericano, pero recién empezó a ser tratado desde 2001, año en que Perú ratificó los convenios que establecen el rango mínimo de edad para la ejecución del trabajo infantil y sus peores formas.
Romero advirtió que, entre otras consecuencias, el empleo infantil “les resta horas de escuela a niñas, niños y adolescentes y les genera agotamiento, lo que no les permite acceder de manera satisfactoria porque entran en condiciones de desventaja frente al niño que duerme y come bien”, agregó.
También influye negativamente el hecho de que las escuelas a las que acuden las familias pobres no disponen de recursos suficientes y tienen limitadas y sobrepobladas sus aulas de clase, lo que imposibilita una educación personalizada.
Tampoco hay programas educativos que atiendan especialmente a esa población y no pocas veces el director y los profesores desconocen la problemática del trabajo infantil.
“En cierto modo hay marginación por desconocimiento y, otras veces, por excepción, porque igual terminan creándose diferencias con esa población que no recibe lo que necesita, ya sea por agotamiento o por sobreprotección, por creerse que ‘pobrecito esta trabajando’ y no logran un aprendizaje completo”, explicó.
Los resultados de una investigación realizada por la organización Tarea Asociación de Publicaciones Educativas en Independencia, distrito ubicado en zona norte de Lima Metropolitana, nuevo eje de desarrollo económico de la capital peruana, alertan sobre el alto índice de escolares de primaria y secundaria, 44 por ciento, que ha realizado una actividad económica fuera de su casa.
El estudio, que intentó tomar una radiografía de la población escolar de Independencia, comprendió a estudiantes de primaria y secundaria de 15 colegios, distribuidos en las seis zonas del distrito. Los resultados se darán a conocer el 24 de junio.
Jorge Chávez, educador y coordinador del Proyecto Fortalecimiento de Políticas y Estrategias Educativas Locales para la Prevención del Trabajo Infantil de Tarea, dijo a SeMlac que del total de escolares que tiene experiencia laboral, 26,8 por ciento son menores de 14 años.
“La problemática es mucho más compleja para el distrito de Independencia, porque en términos gruesos ese indicador se calcula en 12 por ciento para la Región Lima. Nos estamos preguntando qué tipo de trabajo realizan y estamos haciendo cruces más finos para saber si estas labores son peligrosas por la naturaleza de lo que realizan y por las condiciones en que se llevan a cabo”, explicó.
Según Chávez, otro hallazgo del estudio es que tanto los escolares que trabajan como los que no trabajan carecen de oportunidades recreativas, lo cual “peligrosamente se refleja en su afluencia de los menores al tragamonedas (ocho por ciento del total de las personas entrevistadas). Otra forma de entretenimiento es Internet”, agregó.
Para el educador, la situación de riesgo y violencia que existe en las calles y la ausencia de los padres hacen que la principal forma de entretenimiento de los escolares sea la televisión.
“Los indicios que estamos encontrando en esta investigación nos impulsan a considerar políticas y acciones para brindar oportunidades recreativas y formativas, más allá del tiempo escolar”, afirmó.
Trabajo infantil, parte de la cultura peruana
“La prevención del trabajo infantil puede ir en contra de la cultura peruana, pues ese tipo de labor era una práctica común desde el tiempo de los incas. También podría ir en contra de nuestro crecimiento, porque el trabajo nos ayuda a desenvolvernos por nosotros mismos”, afirma Samuel Calderón Serrano, delegado nacional del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC).
A sus 13 años, es un gran defensor del trabajo infantil, aunque reconoce que existe la explotación infantil, la cual rechaza enérgicamente, al tiempo que demanda que “no se meta en el mismo saco a niñas, niños y adolescentes que tienen un trabajo digno, que les permite desarrollar habilidades que, con el estudio, no se podrían descubrir”, dijo.
Fabiola Segura, también delegada nacional del MANTHOC, señala por su parte que “las escuelas no educan para el trabajo y, si eres parte de una organización, no hay riesgo de que seas explotado”.
El MANTHOC apoya el trabajo digno, “aquel que se desarrolla considerando la capacidad del chico y la chica y le permite estudiar, recrearse y tener tiempo para la familia.”
Fabiola tiene 17 años, estudia por las mañanas y en las tardes brinda apoyo secretarial a MANTHOC, que paga por sus servicios, y en su casa ayuda en el taller de artesanía de su papá. “Pero estas actividades no perjudican mis estudios”, aseguró.
Fuente: Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac www.redsemlac.net
Según la Encuesta Nacional de Hogares del IV Trimestre de 20001 (ENAHO-IV), del Instituto Nacional de Estadísticas e Informática (INEI), entre 1993 y 2001 el trabajo infantil (menores de 6 a 11 años) se multiplicó nueve veces, elevándose de 2,5 por ciento a 21,7 por ciento. En tanto, el trabajo adolescente (menores de 12 a 17 años) se elevó en algo más de dos veces, de 13,7 por ciento a 32,5 por ciento.
Kathia Romero, coordinadora nacional del Programa de Erradicación del Trabajo Infantil para Sudamérica (IPEC) de la OIT, dijo a SEMlac que aunque no cuentan con datos recientes sobre la cantidad exacta de niños que laboran, se estima que 70 por ciento de ellos se encuentran en las zonas rurales.
El trabajo infantil es un problema antiguo en este país sudamericano, pero recién empezó a ser tratado desde 2001, año en que Perú ratificó los convenios que establecen el rango mínimo de edad para la ejecución del trabajo infantil y sus peores formas.
Romero advirtió que, entre otras consecuencias, el empleo infantil “les resta horas de escuela a niñas, niños y adolescentes y les genera agotamiento, lo que no les permite acceder de manera satisfactoria porque entran en condiciones de desventaja frente al niño que duerme y come bien”, agregó.
También influye negativamente el hecho de que las escuelas a las que acuden las familias pobres no disponen de recursos suficientes y tienen limitadas y sobrepobladas sus aulas de clase, lo que imposibilita una educación personalizada.
Tampoco hay programas educativos que atiendan especialmente a esa población y no pocas veces el director y los profesores desconocen la problemática del trabajo infantil.
“En cierto modo hay marginación por desconocimiento y, otras veces, por excepción, porque igual terminan creándose diferencias con esa población que no recibe lo que necesita, ya sea por agotamiento o por sobreprotección, por creerse que ‘pobrecito esta trabajando’ y no logran un aprendizaje completo”, explicó.
Los resultados de una investigación realizada por la organización Tarea Asociación de Publicaciones Educativas en Independencia, distrito ubicado en zona norte de Lima Metropolitana, nuevo eje de desarrollo económico de la capital peruana, alertan sobre el alto índice de escolares de primaria y secundaria, 44 por ciento, que ha realizado una actividad económica fuera de su casa.
El estudio, que intentó tomar una radiografía de la población escolar de Independencia, comprendió a estudiantes de primaria y secundaria de 15 colegios, distribuidos en las seis zonas del distrito. Los resultados se darán a conocer el 24 de junio.
Jorge Chávez, educador y coordinador del Proyecto Fortalecimiento de Políticas y Estrategias Educativas Locales para la Prevención del Trabajo Infantil de Tarea, dijo a SeMlac que del total de escolares que tiene experiencia laboral, 26,8 por ciento son menores de 14 años.
“La problemática es mucho más compleja para el distrito de Independencia, porque en términos gruesos ese indicador se calcula en 12 por ciento para la Región Lima. Nos estamos preguntando qué tipo de trabajo realizan y estamos haciendo cruces más finos para saber si estas labores son peligrosas por la naturaleza de lo que realizan y por las condiciones en que se llevan a cabo”, explicó.
Según Chávez, otro hallazgo del estudio es que tanto los escolares que trabajan como los que no trabajan carecen de oportunidades recreativas, lo cual “peligrosamente se refleja en su afluencia de los menores al tragamonedas (ocho por ciento del total de las personas entrevistadas). Otra forma de entretenimiento es Internet”, agregó.
Para el educador, la situación de riesgo y violencia que existe en las calles y la ausencia de los padres hacen que la principal forma de entretenimiento de los escolares sea la televisión.
“Los indicios que estamos encontrando en esta investigación nos impulsan a considerar políticas y acciones para brindar oportunidades recreativas y formativas, más allá del tiempo escolar”, afirmó.
Trabajo infantil, parte de la cultura peruana
“La prevención del trabajo infantil puede ir en contra de la cultura peruana, pues ese tipo de labor era una práctica común desde el tiempo de los incas. También podría ir en contra de nuestro crecimiento, porque el trabajo nos ayuda a desenvolvernos por nosotros mismos”, afirma Samuel Calderón Serrano, delegado nacional del Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos (MANTHOC).
A sus 13 años, es un gran defensor del trabajo infantil, aunque reconoce que existe la explotación infantil, la cual rechaza enérgicamente, al tiempo que demanda que “no se meta en el mismo saco a niñas, niños y adolescentes que tienen un trabajo digno, que les permite desarrollar habilidades que, con el estudio, no se podrían descubrir”, dijo.
Fabiola Segura, también delegada nacional del MANTHOC, señala por su parte que “las escuelas no educan para el trabajo y, si eres parte de una organización, no hay riesgo de que seas explotado”.
El MANTHOC apoya el trabajo digno, “aquel que se desarrolla considerando la capacidad del chico y la chica y le permite estudiar, recrearse y tener tiempo para la familia.”
Fabiola tiene 17 años, estudia por las mañanas y en las tardes brinda apoyo secretarial a MANTHOC, que paga por sus servicios, y en su casa ayuda en el taller de artesanía de su papá. “Pero estas actividades no perjudican mis estudios”, aseguró.
Fuente: Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe-SEMlac www.redsemlac.net
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