Una visión desde la economía política

El discurso económico convencional y la solidaridad del pueblo costarricense

30/03/2008
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  • Opinión
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El licenciado Luis Enrique Loría, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de Costa Rica, en un artículo publicado en la edición del pasado 28 de febrero de Tribuna Democrática, nos propone como mejor solución a la embarazosa situación por la que atraviesa el dólar en Costa Rica, la dolarización de nuestra economía, adoptando la divisa norteamericana como moneda nacional.

La propuesta no es nueva ni mucho menos original, en otros foros ha sida discutida y analizada. Es una propuesta hasta cierto punto congruente con el pensamiento económico convencional. Y digo hasta cierto punto porque obviamente, no forma parte del discurso de economistas británicos, ni de los de la comunidad del Euro, ni de las escuelas económicas de Japón o China, ni de los economistas del Common Welth, ni tampoco del resto de los países del sudeste asiático…, es, pues, una propuesta tercermundista; y dentro de estos países sólo los centroamericanos y el Ecuador caótico anterior al régimen de Correa, se la han planteado con "seriedad".

Y digo que forma parte del pensamiento económico convencional porque la costumbre de los economistas que piensan en esa clave, es aplicar con rigurosidad la lógica de los postulados que constituyen la estructura de esa particular perspectiva del comportamiento económico, sin parar mientes en la complejidad de las relaciones que conforman una sociedad.

Sin embargo, el modelo que formaliza esa particular perspectiva (Harrod), no puede explicar la distribución del excedente social (y en general del ingreso nacional) entre los dos factores de la producción fundamentales, esto es, entre el trabajo y el capital; como quedó demostrado luego de la polémica entre las escuelas económicas de los Cambridge en los años 70, originada en el trabajo de Piero Sraffa (1960) con el que demolió la valoración del capital hecha por medio de la tasa de ganancia, de la escuela convencional.

Y si el modelo que guía el pensamiento económico convencional no es capaz de explicar la distribución del ingreso entre los trabajadores y los dueños de empresa, no hay por qué pensar que sus recomendaciones puedan conducir a una sociedad justa y equitativa. Más bien, estas lo que hacen, por lo general, es reproducir la estructura económica y las relaciones sociales que la sustentan, sin poder valorar otras opciones de organización económica que mejor respondan a las demandas y aspiraciones de las grandes mayorías ciudadanas.

Efectivamente, la recomendación de dolarizar la economía que nos propone el señor Loría es una recomendación política disfrazada de "racionalidad económica convencional". Pero que si se desviste de esa "racionalidad", la idea desnuda es, en este momento, pedirle al pueblo de Costa Rica que esté dispuesto a echarse solidariamente sobre sus hombros, una parte alícuota de la deuda de los casi un millón de norteamericanos que viven en casas más grandes y lujosas de las que podían en realidad pagar. O contribuir con la guerra internacionalmente repudiada contra Irak… O …, etc.

Si realmente se quisiera resolver con toda seriedad el problema cambiario que vive la economía costarricense –esto es, dentro de la misma racionalidad económica convencional, sin pensar siquiera en otras opciones que se abren cuando uno deja de pensar en clave neoclásica– habría que aplicar la solución que han seguido la gran mayoría de las economía del mundo, esto es la flotación regulada con bandas cambiarias que se modifican según el comportamiento del mercado. La evidencia empírica muestra, según lo ha planteado el investigador Sebastián Edwards en un reciente libro publicado por la CEPAL, que los países que han dolarizado su economía, presentan mayores efectos negativos, que los que tienen regímenes fluctuantes.

No se ve en el horizonte económico costarricense y mundial factores que justifiquen una modificación en la política cambiaria. Pero, eso sí, habría que ser consecuente con ella. Y en este momento lo que impone la racionalidad de esa política es "bajar el listón", bajar las bandas con el objeto de que se revalore el colón con respecto al dólar (que no lo hará con respecto a otras monedas como el euro, el yen y el yuan, entre otras muchas más, por lo que la tendencia a la inflación y al deterioro de la balanza comercial no es tan real como la pintan). Es tiempo de que los asalariados costarricenses empiecen a probar las mieles de la bonanza, luego de más de 20 años de sacrificios y posposiciones de mejoras. Volver a las minidevaluaciones es someter a nuevas expiaciones a los trabajadores asalariados.

MSc. Sergio Reuben Soto
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