El gobierno que pudo haber sido

25/06/2008
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Hoy día podemos decir que Costa Rica es conocida mundialmente. Pero a diferencia del denigrante título que nos distinguía a principios del siglo pasado de "banana republic", hoy nos reconocen por nuestra política de conservación y respeto por los recursos naturales no renovables, nuestras favorables condiciones turísticas y, entre los más cercanos, por la tradición democrática de nuestros ciudadanos.

Si se observan con cuidado, esas cualidades son el resultado de decisiones políticas tomadas en distintos momentos de nuestro desarrollo histórico e institucional. Primero dejando atrás los oscuros "Contratos Ley" con que las grandes empresas fruteras, eléctricas, telefónicas y ferrocarrileras (y no olvidemos la última, que fue la que derramó la copa, con la pretensión de adjudicarse la explotación de la bauxita en tales condiciones) quisieron imponer un trato preferencial para asegurarse réditos excepcionales de sus inversiones. Y paralelamente, con el desarrollo de un complejo sistema institucional que con recursos financieros, materiales y humanos propios, echara a andar una sociedad soberana que reconociera la idiosincrasia igualitaria y solidaria de su ciudadanía.

El resultado está a la vista. Aún lacerado por un proceso de debilitamiento que ya dura 30 años, el modelo social costarricense ha parido una sociedad capaz de insertarse en las duras condiciones que supone para los países en vías de desarrollo, la globalización del capital. Sus principales características son las que hacen posible su reconocimiento universal y, más aún, son ellas y no las que se han impuesto a contrapelo de ese modelo, las que sustentan la exitosa inserción de nuestro país en los círculos de la inversión internacional del capital.

Cuando se toma conciencia de esta situación es que, los que hemos vivido ese proceso, no podemos sustraernos de pensar en la oportunidad que este gobierno está dejando pasar. El aparato institucional que construyó nuestra sociedad y las condiciones sociales, políticas y culturales que ella ostenta, ofrecen, aún con el debilitamiento a que han sido sometidos, un excepcional medio –probablemente único en nuestro subcontinente– para articularse de manera soberana e históricamente consecuente, con la economía global.

El nivel cultural, educativo formal y moral del costarricense es un sustrato que el capital internacional aprecia de manera determinante. La verdadera inversión extranjera, aquella que busca el desarrollo de oportunidades de producción, reales y estables, más se fija en tales niveles que en los de los salarios y regulaciones del trabajo. Siempre habrá quienes quieran imponer su poder para obtener mayores y fáciles ganancias por medio de tratados internacionales que no son otra cosa que "Megacontratos Ley", el capital tiene ese miasma, pero también hay quienes prefieren un desarrollo más estable asegurando relaciones equilibradas con sus socios.

Nuestro aparato institucional aún ofrece la oportunidad de impulsar una articulación inteligente con la economía internacional, con la inversión extranjera seria, con los mercados estables, moralmente acordes con la idiosincrasia nacional. El gobierno está perdiendo la oportunidad de gobernar el momento actual, la oportunidad que se le abre a la Costa Rica reconocida mundialmente.

El Gobierno está perdiendo la oportunidad que tiene de gobernar el agua con un instituto de acueductos y alcantarillados y un ordenamiento legal que le permite planear inteligentemente y llevar a cabo las obras necesarias para asegurar para los próximos 20 ó 30 años, las necesidades de un recurso que ya, para el más inocente de los mortales, constituye un elemento vital para el desarrollo.

El Gobierno está perdiendo la oportunidad de gobernar los recursos energéticos, con un aparato institucional y un ordenamiento legal que le permite elaborar planes estratégicos de inversión en los campos de los recursos hidroeléctricos, eólicos y geotérmicos, en el campo de los hidrocarburos y en el nuevo campo de los recursos bioenergéticos. Falta la voluntad política para establecer acuerdos estratégicos de inversión con capital extranjero público o privado, que vea en las condiciones del país escenarios favorables para sanas inversiones. Obnubilado por la ideología neoliberal, el Gobierno piensa el desarrollo como un hecho de administración privada, despreciando la capacidad de gestión del sistema institucional público que creó el milagro.

El Gobierno está perdiendo la oportunidad de crear una mejor salud pública, una población más saludable, más longeva y experimentada; el sistema de salud nacional, con la Caja Costarricense del Seguro Social a la cabeza, ofrece la envidiable oportunidad de aprovechar las condiciones que está generando la inversión extranjera, los recursos generados por el turismo, para proyectar un sistema nacional de salud para alcanzar esas metas; y está perdiendo la oportunidad este Gobierno, por falta de confianza en sus mismas instituciones, de formar una población más educada, mejor formada, más eficaz y más libre: con la estructura institucional, con la extensión geográfica del sistema escolar y de educación media, y con el extraordinario desarrollo de la educación superior pública, Costa Rica tiene la oportunidad de insertar su población en el manejo del conocimiento y la técnica del siglo XXI.

El Gobierno está perdiendo la oportunidad que le brinda el poseer una institución de telecomunicaciones, para aprovechar, con visión de futuro y de bienestar social, las condiciones que ofrecen las inversiones en turismo, en desarrollos de bienes raíces, en nuevas instalaciones industriales que aprovechan nuestra mano de obra calificada. Asimismo, el Instituto Nacional de Seguros podría estar ofreciendo los seguros que requieren esas inversiones, esas nuevas instalaciones, esos nuevos negocios.

Cuando se observan estas condiciones, uno no puede menos que preguntarse ¿qué están haciendo los presidentes ejecutivos de las instituciones autónomas?, ¿no era acaso esa la idea de éstas, la de aprovechar las condiciones del país para potenciar su desarrollo con recursos propios y según nuestra idiosincrasia? ¿Qué está haciendo el señor Presidente, no estaba acaso –como él mismo lo proclamó al término de su primera gestión– capacitado para gobernar un país desarrollado? ¿Cómo es posible que una persona con aspiraciones de estadista no pueda darse cuenta de la extraordinaria oportunidad que tiene gobernando un país como la Costa Rica actual?

- MSc. Sergio Reuben Soto es Profesor de la Escuela de Antropología y Sociología, Universidad de Costa Rica.
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