Moisés convoca a la huelga general en Egipto…

18/11/2006
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Reflexión sobre Éxodo 5 y 6
"Deja ir a mi pueblo al desierto,
para que haga allí una fiesta en mi honor…"

Llamado a la Huelga general

La huelga general, la insurrección popular y la guerra de guerrillas han sido diversas modalidades de lucha implementados por los movimientos sociales a lo largo de la historia, sea para conquistar la independencia o para liberarse del yugo de una brutal tiranía. La experiencia liberadora de Moisés en Egipto fue en su fase inicial la de una huelga general contra el faraón.

Los sectores populares han usado con mucha creatividad los más variados métodos para impulsar las transformaciones revolucionarias y la defensa de su identidad nacional, que van desde el rechazo a hablar el idioma del invasor hasta el asalto a los cuarteles coloniales del imperio.

La responsabilidad de la vanguardia revolucionaria es sistematizar las diferentes formas de lucha mediante las cuales, los sectores populares y las clases oprimidas responden a las agresiones económicas, políticas, ideológicas y militares que surgen de los sistemas de opresión al servicio de los poderosos. Esto fue lo que realizaron Moisés y Aarón.

El siglo pasado fue una época de intensas y multifacéticas luchas sociales que incluso condujeron a la formación de un amplio y variado campo socialista que por sus mismas contradicciones colapsó en 1989.Entre las más relevantes experiencias de ese período sobresalen la Gran Revolución Socialista de Octubre que en 1917 con Lenin a la cabeza formó el primer estado proletario; la Revolución China de 1949 y la Revolución Cubana de 1959.

En la historia del pueblo hebreo, la resistencia patriótica ante los imperios y las luchas de clases de los sectores oprimidos, abarcaron desde las guerras contra los dictadores locales cananeos; contra los invasores filisteos entre los que estaba Goliat; contra los crueles asirios, contra los caldeos.

Contra los persas y romanos hasta llegar a la denuncia profética de la injusticia, pronunciada por Isaías, Jeremías y Amós; desde el trabajo revolucionario clandestino en Babilonia hasta el regreso para construir los muros destruidos de Jerusalén. En cada uno de estos momentos determinado método de lucha fue el principal.

La experiencia revolucionaria de Moisés y Aarón

Pero entre las diversas experiencias revolucionarias del pueblo hebreo, sobresale por su riqueza y profundidad, la gesta liberadora conducida por Moisés y Aarón y un grupo de revolucionarios que se enfrentaron a la maquinaria militar más poderosa de esa época, la del faraón de Egipto y lograron derrotarlo. La salida de Egipto fue el Dien Bien Fu que sufrió el imperio del faraón.

Los hebreos eran esclavos en Egipto. Habían llegado buscando comida y fueron sometidos a la explotación. Y el sistema tributario existente los obligó a trabajar como peones en la construcción de grandes ciudades de almacenamiento de trigo. Estos campesinos hebreos convertidos en obreros de la construcción eran una masa abandonada, oprimida y explotada por los poderosos que se encarnaban en el faraón.

Moisés que estaba exilado en Madian recibe el mandato divino de regresar a Egipto y ponerse al frente del movimiento de liberación. Al regresar, lo primero que hace es sostener una reunión con los ancianos hebreo-israelitas y ponerlos al tanto de sus planes. Los ancianos lo escuchan con atención y se regocijan ante la noticia que Yahvé ha escuchado sus lamentos y esta dispuesto a acompañarlos.

Moisés busca primero a su gente para organizar la resistencia. Y logra ganarlos a la idea de la revolución. Ello le agradecen a Yahvé su solidaridad. Al organizarse y asumir tareas como núcleo dirigente dejan de ser masa y se convierten en un pueblo en resistencia, empiezan a caminar con dignidad. Donde hay opresión hay resistencia.

Acto seguido se reúnen con el faraón de Egipto. Es un encuentro entre la resistencia hebrea y el imperio egipcio. Eran ya dos poderes, uno que subía y otro que bajaba. El poder de los débiles y el de los poderosos. Cuando los oprimidos se organizan construyen poder popular, se convierten en una fuerza y permite que la dignidad de los explotados se coloque frente a frente con la soberbia de los poderosos. Es entonces que surge la flor de la victoria.

Moisés, desde los oprimidos, le habla al faraón con mucha autoridad, con la fuerza del pueblo: Esto dice el Señor, deja ir a mi pueblo al desierto para que haga una fiesta en mi honor. Era una demanda atrevida. Los esclavos revindicaban el derecho a la fiesta; exigían el derecho a practicar su religión, demandaban su liberación de las cadenas de la esclavitud. Y lo hacían a nombre de un Dios que los escuchaba y los acompañaba.

El teólogo nicaragüense Jorge Pixley nos enseña que "saber que Dios esta de lado de los oprimidos es siempre un impacto para el opresor; y la mayoría de las veces esta experiencia es negada con una indignación que brota de un sentido de culpa."

¿Y quien es el Señor?

Y el faraón responde furioso: ¿Y quien es el señor? En su mentalidad imperial el único dios es él. En su mundo de ideas no cabía que los esclavos pensaran y se rebelaran. Moisés le rompe los esquemas. Y le responden Moisés y Aarón: el Dios de los hebreos ha venido a nuestro encuentro, así que iremos a una distancia de tres días de camino para ofrecerle sacrificios.

Y entonces el faraón comprende la magnitud de la amenaza y reacciona airado: Moisés y Aarón, ¿por que distraen a la gente de su trabajo? ¡Vayan a seguir trabajando! Y agrega de manera reveladora de sus verdaderos temores: ahora que hay tanta gente ¿van ustedes a hacer que dejen de trabajar? El faraón descubre su interés básico que es el de seguirlos explotando y evitar el desarrollo de la Huelga General.

Es probable a la luz del texto, que mientras dialogaban estos representantes del imperio y del trabajo, la Huelga General se abriera paso por todas las edificaciones y los martillos y piochas de estos trabajadores de la construcción se paralizaran por el llamado subversivo. Los oprimidos mostraban la fuerza de su unidad. Y el faraón pronto mostraría la respuesta represiva del imperio. Y los trabajadores aprendieron que el fruto de la lucha es la victoria, pero que la lucha es difícil. Era el choque de dos voluntades.

Y frente al llamado a la Huelga General el faraón responde endureciendo las ya críticas condiciones de trabajo de los hebreos y ordena a sus capataces: ya no les den paja a los israelitas para que hagan adobes, como se ha estado haciendo ¿Qué vayan ellos mismos a recoger la paja! pero exíjanles la misma cantidad de adobes que han hecho hasta ahora. ¡Ni un solo adobe menos! Son unos holgazanes y por eso gritan: ¡Vayamos a ofrecer sacrificios a nuestro Dios! Hagan trabajar más duro a esa gente, manténgalos ocupados para que no hagan caso de mentiras.

O sea que el faraón les quitó la materia prima. Eran esclavos y tenían también que buscar los materiales de construcción. Eran formas de profundizar la explotación. De la misma forma opinaban y actuaban los terratenientes cuando nuestros campesinos exigían sus derechos. Y de la misma forma actúan hoy los dueños taiwaneses y surcoreanos de las maquilas, donde explotan a nuestras mujeres en las zonas francas. Es la globalización de la explotación.

Y esta represión que mordió a los trabajadores hebreos impactó también a su núcleo dirigente e incluso a Moisés. Sucedió que cuando los jefes de los hebreos fueron a reclamarle al faraón por esta medida represiva el les respondió: ¡holgazanes, a trabajar! Y logró dividirlos, abrir una brecha entre los sectores organizados ya que estos le dijeron a Moisés: ustedes tienen la culpa. Y entonces Moisés vacila también y se queja con Yahvé, el dios liberador.

Yahvé no se deja impresionar ni confundir, tiene claridad del rumbo estratégico y le responde a Moisés con mucha autoridad: esto dice el Señor, solo por la fuerza les dejara salir de su país. Los faraones, los mandarines, los zares, los generales, los capitalistas solo son expulsados de su situación de privilegio por medio de la fuerza. Yahvé estaba claro de la situación, había que topar, había que confrontar. La palabra debía estar acompañada de a acción. Y la acción era la Huelga General.

Y Yahvé agregó con mucha autoridad: iré a decirle a los israelitas que yo, el Señor, voy a librarlos de su esclavitud y de los duros trabajos a que han sido sometidos por los egipcios. Desplegare mi poder y los salvare con grandes actos de justicia. Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Los llevará al país que prometí darles. Yo soy el Señor.

Cuando Moisés regresó con los jefes israelitas para informarles de esto, no le hicieron caso. El miedo se había apoderado ya de sus conciencias., estaban muy desanimados por la dureza de su esclavitud. Y entonces el Señor le reitera a Moisés la orden de decirle al faraón que deja salir a los israelitas. Era una lucha hasta el final.

Nuestra experiencia

Como pueblo salvadoreño en diversas ocasiones hemos hecho uso de la Huelga General. En mayo de 1944 logramos derrocar una dictadura de trece años por medio de una Huelga general de Brazos Caídos que paralizó el país. Fue una experiencia exitosa. En agosto de 1980 el llamado a la Huelga General realizado por el Frente Democrático Revolucionario (FDR) no logró el resultado previsto porque la gente ya había sido golpeada por la represión y no tuvo confianza en la capacidad de respuesta de la vanguardia popular.

A partir de 1992 la lucha electoral pasó a ocupar en nuestro país el lugar principal en el diseño estratégico para la construcción y toma del poder, desplazando a la lucha armada como forma principal de lucha. Como fondo de esto estuvo la apertura de espacios democráticos conquistados a través de una larga guerra de doce años, del 1980 al 1992.

En la actualidad, a punto de concluir el año 2006, el cierre de esos mismos espacios como resultado de la crisis del sistema político y social que origina una permanente protesta social, puede conducir de nuevo a la búsqueda de modalidades de movilización social que garanticen la autodefensa de los sectores populares. La derecha amenaza de nuevo con cárcel a los luchadores populares, la izquierda debe prepararse para nuevos desafíos. Como Iglesia Luterana Popular en cualquier situación, seguiremos acompañando a nuestro pueblo.

Rev. Roberto Pineda
Iglesia Luterana Popular

San Salvador, 18 de noviembre de 2006
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