Salarios dignos

16/01/2006
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A propósito del regateo y hasta lloriqueo empresarial por el alza de salarios, caben las siguientes reflexiones. La dolarización asumida en el año 2000, con una macrodevaluación, que ubicó el dólar en $25.000 y pulverizó los sueldos, salarios, pensiones, fondos, provocó especulación y carestía de la vida; en efecto, la tasa de inflación fue de un altísimo 96%, se redujo en el 2001, pero siguió alto su nivel (38%). Hasta el 2004 la inflación acumulada fue de 166% y provocó un gran impacto en el grueso de la población y en la clase trabajadora, deteriorándoles su capacidad adquisitiva. Los ajustes salariales obviamente no fueron suficientes para compensar la carestía de la vida. La inflación a diciembre del 2005 fue de 4.3%, el doble de lo estimado por el BCE, y ha agravado la brecha. En efecto, según el INEC, el costo de la canasta básica fue de $437 ($253 en el 2000) y los ingresos familiares, considerando 1,6 ingresos por familia de $ 280 ($164 en el 2000) lo que provocó un déficit de $157 ($89 en el 2000); es decir, no se puede cubrir, el 36% del presupuesto mínimo familiar. Pero la situación es más grave que lo que el INEC ha determinado con su metodología. Si hay, un solo perceptor de ingresos en una familia de cuatro miembros con un salario de $153 la brecha se hace del 65%. Si se considera que en las áreas urbano -marginales el número de miembros es superior, la brecha se convierte en un infierno ¿Quién duda que hay familias de 6, 7, 8 miembros? Esto es un referente para determinar una política salarial con rostro humano, para beneficio de la empresa, que no puede levantarse con trabajadores desnutridos, analfabetos, con mil problemas familiares, con un medio ambiente y laboral insanos, sin seguridad y con la permanente incertidumbre del despido. Eso deben entender los empresarios, a muchos de los cuales hay que ayudarlos a que abandonen los cavernícolas esquemas respecto a sus trabajadores creadores de la riqueza. Por cierto que los índices de productividad y ganancias es diferenciado y se constituyen en otro referente. Pero las estadísticas son mentirosas y -como es de conocimiento general- muchas empresas tienen triple contabilidad y esconden las utilidades para evadir el pago de impuestos y perjudicar a los trabajadores en el reparto de utilidades. Sin embargo hay datos que dan sobrada cuenta del grado de concentración del ingreso en beneficio de los propietarios, incluido un buen sector de los medianos. El Sistema Integrado de Indicadores Sociales (SIISE) en su última edición (2005) señala que el 10% más pobre de la población tiene apenas el 1,1% de la riqueza y que el 10% más rico concentra el 45% (35% en 1990); o lo que aparece en el diario HOY (Nov. 2005) que el 20% más pobre de la población en el 2004 tenía el pírrico 1,73% del ingreso (en 1995, 4,13%) frente al 20% más rico que concentraban el 62,3% del ingreso (54,9% en1995). Es decir hay una bárbara concentración y tienden a intensificarse. Una política de salarios dignos debe basarse, aunque sea en una tímida redistribución. En este marco no es posible desarrollar la producción. Todos debemos contribuir para que mejoren las condiciones empresariales y productivas, en base a una nueva política económica.
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