Diario de Bolivia (I)
Una historia abierta
16/12/2005
- Opinión
La llegada ya da una idea del país que se quiere proyectar.
No hay vuelos de Brasil a La Paz. Tanto los vuelos de Varig,
como de Lloyd Aéreo Boliviano, llegan a Santa Cruz de La
Sierra, donde hay que hacer una transferencia a un avión de
LAB, el único que vuela hacia La Paz. Es claro que lo que
interesa es garantizar el intercambio con el centro de la
economía oficial de Bolivia, la región que reivindica su
autonomía, sede de la burguesía más dinámica y con menos
raíces nacionales. Sin embargo, si el vuelo fuera directo, se
llegaría de São Paulo a La Paz en tres horas, estamos muy
cerca de ese país tan desconocido para nosotros.
El mitin de Evo Morales en Santa Cruz de la Sierra fue
anunciado por la prensa local como: “Evo en tierra enemiga”.
Se presupone que allí, el candidato de la derecha, Jorge
Quiroga - llamado de “Tuto”-, supera a Evo en una relación de
tres a uno de votos, la proporción inversa de La Paz. Pero la
derecha está preocupada por el crecimiento del candidato del
MAS en su reducto fuerte.
Un editorial de un periódico cruzeño reivindica a la ciudad
como aquella que se incorporó a la historia de Bolivia hace
tan sólo 50 años, “al margen del centralismo”, delineando su
propio modelo de desarrollo ,“más inclusivo del punto de vista
social”. según el diario “El Nuevo Día”, en contraste a lo que
llaman “oligarquías mineras del occidente”, que serían
responsables de la sistemática opresión del campesinado. Se
enorgullecen de ser la zona que más atrae gente en búsqueda de
trabajo, como resultado de la expansión de la explotación de
los hidrocarburos.
La prensa derechista -ese periódico, así como la revista
“Datos”- demoniza a dos personajes en particular: a Hugo
Chávez y al candidato a vicepresidente del MAS, el intelectual
marxista Álvaro García Lineira. La revista anuncia, en su
tapa, en la semana de elecciones, “El peligro de la
desintegración”. Incluye un destaque, “Opinan especialistas:
‘El candidato del MAS es un riesgo para América Latina”.
En el mismo estilo de guerra fría que en la misma semana la
revista “Veja” entrevistó a Thomas Friedman, columnista
derechista de los EE.UU., quien afirmó que “el modelo del
Foro Social Mundial de Porto Alegre es Corea del Norte” (sic),
el especialista al que recurre “Datos” es nada menos que
Fukuyama. Recoge segmentos de la entrevista del funcionarios
del Departamento de Estado estadounidense a la revista
argentina “Noticias” donde afirma que los movimientos
indigenistas del Ecuador y de Bolivia... “se están quedando
fuera de la modernidad, sus vidas fueron perturbadas por ella,
pero sin recibir hasta ahora sus los beneficios. El futuro de
Bolivia está en el aire. Si Evo Morales es electo presidente,
entonces Santa Cruz puede decidir independizarse, generando un
conflicto interno.”
Ese separatismo es también alentado desde posiciones de (ultra
izquierda). El mismo número de la revista entrevista Felipe
Quispe, principal dirigente del Movimiento Indígena Pachacuti
(MIP), también candidato a la presidencia de la República,
aunque luchando para llegar al 3% de los votos para que su
partido mantenga personería jurídica. Propulsor de un
indigenismo fundamentalista, Quispe propone el separatismo de
las regiones, desconociendo el Estado boliviano en tanto
creación de los colonizadores y, por tanto, de la nación
boliviana. Propone que se dé la autonomía a Santa Cruz, al
igual que a La Paz, Cochabamba y al Gran Chaco; que
constituyen las tres grandes naciones de los aymaras, quéchuas
y guaranís.
Dice que Evo Morales y el MAS son sus principales enemigos, en
el estilo clásico de la ultra-izquierda, que descargan sus
baterías preferentemente contra quienes ocupa el espacio
central de la izquierda. “Todos los candidatos de estas
elecciones, inclusive Evo, representan a las transnacionales”,
afirma en la entrevista a la revista derechista “Datos”. Y
añade: “Evo es el niño mimado de Chávez”, sumándose al coro de
la derecha. Para él, Evo “no tiene una línea indigenista, es
socialista”.
Hace tres años, cuando Evo Morales y Sánchez de Losada fueron
al segundo turno en el Congreso, la prueba fiel de la
expresión popular se daba por el contraste entre la cara
indígena y campesina de Evo y la tez blanca del representante
de la oligarquía de Sánchez de Losada; que para mal de sus
pecados aún habla con notorio acento gringo. Si se habría
mirado al país y a los semblantes de ellos, sin duda alguna el
ganador habría sido Evo. Pero se dio exactamente el
contrario, por las negociaciones partidarias.
Sin embargo, cuando Sánchez de Losada tuvo que enfrentar al
país real, en su segundo mandato, después de haber sido uno de
los artífices de la implantación del neoliberalismo en
Bolivia, su gobierno terminó en pocos meses, lo que dio paso a
la sucesión de vice: Carlos Mesa.
Desde la lucha de los campesinos que impidió la privatización
del agua, en 2000, Bolivia vive lo que Forrest Hylton y
Sinclair Thomson caracterizan -en un artículo de la New Left
Review de septiembre/octubre de este año-, como “el tercer
mayor momento revolucionario de la historia de Bolivia”. El
primero fue indígena, comenzando en agosto de 1780, como una
insurrección regional en Potosi, bajo el liderazgo de un
dirigente llamado Tomás Katari, que desencadenó una serie de
movimientos locales que se los reconoce por el papel
desempeñado por el descendiente de la realeza inca, José
Gabriel Tupák Amaru, que dirigió la rebelión en Cuzco.
Las tropas de aymaras y quéchuas expulsaron a los españoles
de la región. El comandante aymará en La Paz, Túpaj Katari,
cercó la ciudad durante cinco meses, aunque, a la falta de
aliados, nunca lograron tomar La Paz. En 1871 Katari fue
derrotado, los españoles retomaron el control del país, hasta
que fueron expulsados definitivamente en 1825. Pero para las
élites nativas, así como para los aymaras, los cercos de La
Paz en las manifestaciones de estos últimos años -incluido el
cerco de 2005, que llevó a que el Parlamento fuera desplazado
para reunirse en la conservadora ciudad de Sucre -, recuerdan
la gran insurrección anti-colonial de hace dos siglos.
El segundo momento fue el de la revolución nacionalista de
1952, que nacionalizó el estaño, hizo la reforma agraria,
sustituyó las FFAA por milicias populares, hasta ser cooptada
por la oligarquía conservadora. El tercero comenzó con la
derrota del plan de erradicación de coca del ex-dictador Hugo
Banzer, elegido posteriormente presidente, y se concretizó con
la “guerra de la agua”, cuando los campesinos impidieron la
privatización del agua. Desde 2000 Bolivia vive una situación
revolucionaria.
Ante este panorama, las oligarquias bolivianas tiemblan. Es
verdad que derrotaron a Tupác Amaru, tu’j Katari, Tomás
Katari; es verdad que neutralizaron y cooptaran la revolución
boliviana de 1952; Es verdad que asesinaron al Che; es verdad
que derrotaron la Asamblea Popular del gobierno de Juan José
Torres ; pero ahora los viejos fantasmas reaparecen, de nuevo
con cara de indios. Saben que puede derrotar a Evo Morales en
un segundo turno, en el Congreso, con una mayoría aceitada por
maquinarias de la oligarquía partidaria tradicional. Pero, se
atreverán a enfrentarse a la ira popular, que ya mostró su
capacidad de rebelión. O tratarán de cercar a Evo Morales a
partir de la mayoría parlamentaria que pretenden obtener? En
ese caso, tendrán que impedir la convocatoria a la Asamblea
Constituyente -uno de los ejes de la plataforma del movimiento
popular boliviano, junto con la nacionalización de los
hidrocarburos, el bloqueo a la privatización del agua y la
lucha por la recuperación de la salida al mar, circuitada por
Chile. Lo conseguirán?
La CNN hace su papel. Después de conversar con un taxista,
trabajadores de un hotel, todos a favor de Evo Morales, el
canal estadounidense selecciona a los entrevistados que
declaran que nada va a cambiar en Bolivia, que todos los
gobiernos son iguales, etc.; todo ello en contraste total a lo
que da cuenta la prensa: las grandes manifestaciones que
marcaron la campaña electoral. A estas alturas los
comentaristas sobre las elecciones de Bolivia –desde Miami- no
esconden sus preferencias por Quiroga y anticipan un periodo
muy alterado para el país.
Pocas veces la historia de un país parece tan abierta como la
de Bolivia en este diciembre de 2005. En este momento, los de
encima parecen ya no poder seguir dominando como antes,
mientras que los de bajo ya no quieren seguir siendo
dominados. En esos momentos el pasado si mezcla al presente
con toda su carga de vivencias históricas, señalando los
caminos de un nuevo asalto al cielo.
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