Al borde del proceso electoral más polarizado de la historia

13/12/2005
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Con la última resolución del Tribunal Constitucional, que declara infundada la demanda de inconstitucionalidad contra el Decreto Supremo de modificación del número de curules (presentada por el diputado Dante Pino, que con esto ha quedado como el símbolo más visible de lo que es un “político tradicional” en el peor de los sentidos), se ha removido el último escollo para la celebración de las Elecciones Generales, que tendrán lugar el próximo domingo 18, con presencia de numerosos observadores internacionales. La campaña electoral está llegando a su término, las encuestas de intención de voto se han multiplicado, los debates y entrevistas tienen agotados a los candidatos, la Corte Electoral ya ha procesado las demandas de inhabilitación de candidatos, y por tanto ya se puede intentar una valoración de lo que puede significar para el país este proceso electoral que, como todo el mundo señala, está llegando a unos niveles de polarización que no se había visto en los últimos 27 años de democracia formal ‘modernizada'. El punto de partida de nuestro análisis es que las elecciones como tales no pueden resolver los problemas del país, ya que sólo son un mecanismo de reproducción de un sistema que hasta ahora fue destructivo para la población y para la propia nación. De hecho durante la crisis de junio nadie pidió elecciones. Las fuerzas conservadoras aspiraban a la presidencia de Vaca Díez, los movimientos sociales pedían Nacionalización de los Hidrocarburos y Asamblea Constituyente. Ante el “empate” entre ambas fuerzas vino la convocatoria a elecciones, una suerte de “tregua”. Pero toda tregua sirve para intentar modificar la correlación de fuerzas entre los bandos en pugna. Eso es lo que ahora vale la pena intentar analizar. Los que “no van” En primer lugar están los partidos “sistémicos”, cuya quiebra ha quedado patente con las elecciones. La UCS se marginó en silencio. La ADN se plegó al nuevo proyecto de la derecha (Podemos, al que haremos referencia). El MIR hizo un intento de participar con candidatura propia pero al encontrarse sin el respaldo de su máximo jefe (que prefirió apostar a la Prefectura de Tarija), se tuvo que retirar. Ya son tres siglas que simplemente no aparecen en la papeleta electoral. La NFR sí aparece, con un candidato prestado (Gildo Angulo) que fuera de su formación militar no tiene nada en común con el partido, mientras su jefe y fundador también intenta refugiarse en una prefectura (la de Cochabamba); el discurso de su candidato, centrado en la recuperación de los recursos naturales, no parece que lo pueda salvar de la desaparición. Por su parte el MNR se inventó un candidato desconocido (Michi! aki Nagatani) con el fin de mantener ese mínimo de votos que le garantiza su presencia en todos los rincones del país y en algunos sectores sociales más atrasados. Su discurso concentrado en el Bonosol y el Sumi, más la “participación productiva”, parece ser suficiente para que no pierda la sigla y obtenga una mínima bancada parlamentaria (lo más a que puede aspirar). Entre los “no sistémicos” hay tres candidaturas que tampoco tienen perspectivas: el MIP de Felipe Quispe (que parece haber perdido completamente su espacio y su electorado), y dos agrupaciones ciudadanas que nadie conoce y a quien casi nadie parece tener intención de votar (FREPAB y USTB). Los que realmente compiten Son sólo tres, y uno de ellos en inferioridad de condiciones (UN), lo que permite hablar de polarización entre las dos candidaturas principales (MAS y PODEMOS). UNIDAD NACIONAL (UN) no deja de ser un desgajamiento del MIR (sus dos principales candidatos fueron hombres importantes de dicho partido), si bien su ruptura oportuna con el mirismo y su nueva sigla le han permitido captar restos de diversos naufragios políticos. Su candidato a la Presidencia, Samuel Doria Medina, es uno de los más sólidos empresarios del país (conocido como el rey del cemento y de las hamburguesas). Como ministro de Planeamiento de Paz Zamora fue uno de los campeones de la privatización de las empresas públicas (lo que hace poco creíble su propuesta de recuperación de las empresas y recursos nacionales). Su candidato a la Vicepresidencia (Carlos Dabdoub) fue diputado del MIR (también en tiempos de Paz Zamora) y fue fundador de la Nación Camba y partícipe de las estridencias regionalistas y racistas de dicha organización, por lo que su discurso bolivianista tampoco ! resulta muy convincente. Se puede considerar que es una candidatura de la derecha democrática y burguesa, con algunos rasgos socialdemócratas, lo que justifica su tercer lugar en todas las encuestas y una previsión de votos que va entre el 10 y el 15 por ciento. Su fuerza potencial puede ser la de factor “dirimidor” en el Parlamento. PODER DEMOCRÁTICO Y SOCIAL (PODEMOS). Si bien su tronco central es la antigua ADN, ha reunido a numerosos políticos tradicionales de las más diversas corrientes, transfugio que ha sido duramente criticado por la opinión pública. Su candidato Jorge Quiroga, vicepresidente y sucesor del extinto presidente Banzer, fue corresponsable de la privatización de las refinerías petroleras, emitió un decreto que liberó a las transnacionales de su obligación de perforar un pozo por parcela, concedió adjudicaciones mineras a empresas extranjeras dentro de los 50 km de las fronteras, ordenó la sustracción de 19 millones de dólares correspondientes a los gastos reservados 48 horas antes de dejar el gobierno. Actualmente se opone a la nacionalización de los hidrocarburos, quiere una reforma de la constitución y no una Asamblea Constituyente, es partidario cerrado del libre comercio, se inclina por una autonomía para beneficiar a los grupos de poder y pretende consolidar la política neoliberal. La novedad de su plan de gobierno consiste básicamente en “bonos” para estudiantes (más aún para mujeres), en la promesa de fuentes de trabajo para jóvenes en empresas privadas, pero pagadas por el gobierno (por tanto más bonos), en la extensión del Plane (otra forma de bono). Quiroga afirma que los recursos para este singular plan de “lucha contra la pobreza” saldrán de una hipotética condonación total de la deuda externa (“borrón y cuenta nueva”). De todas maneras es un proyecto que cuenta con el apoyo de los sectores conservadores y temerosos del cambio (que también los hay entre la gente pobre) y de los sectores racistas y coloniales (que también los hay entre la gente pobre), y es claro que cuenta con el apoyo decidido de los grupos oligárquicos y de los poderes económicos y políticos transnacional es. Pese a ello, y al apoyo indisimulado de la mayoría de los medios de comunicación, todas las últimas encuestas le auguran un segundo lugar (que podría compensarse con una mayoría en el Senado y una mayoría de las Prefecturas). El MOVIMIENTO AL SOCIALISMO (MAS) constituye el otro polo. Pese a su falta de organicidad, e incluso a la penetración de sujetos y grupos que al olor del poder están dispuestos a juntarse a cualquiera, esta candidatura no deja de representar la insurgencia social acumulada en el último tiempo. Evo Morales ha sido señalado hace años como el enemigo principal de los intereses norteamericanos y oligárquicos, y su carácter indígena sin grado académico provoca espasmos en los sectores de mentalidad neo-colonial. Su acompañante de fórmula, Álvaro García Linera, es probablemente el intelectual más prestigiado de los últimos años y ha recuperado la confianza de amplios sectores de la clase media progresista. Su programa de gobierno es de lejos el más completo de esta campaña, si bien se le pueden señalar algunos vacíos e incongruencias . En principio plantea las bases mínimas para la recuperación de este país quebrado: La recuperación de la propiedad efectiva de los hidrocarburos, de los minerales y de todos los recursos naturales (lo que no equivale a la expropiación ni expulsión de las empresas extranjeras, sino a su “relocalización” a la condición de simples socias), advierte claramente que se opondrá a los tratados de libre comercio y buscará en su lugar tratados de comercio justo, afirma que la lucha contra la corrupción empezará por la eliminación de la partida “gastos reservados”, y anuncia una Asamblea Constituyente soberana. Sin embargo conviene leer también con atención las observaciones críticas que acaba de publicar el CEDLA (se titula “Vendedores de ilusiones” y se refiere a los tres programas de gobierno), entre las que destacan la calificación de “ilusoria” a la pretensión de convivencia de las empresas transnacionales con las nativas y las pequeñas; la advertencia de que la preservación del equilibrio macro-económico tiende a mantener la dinámica económica de los últimos veinte años; y la previsión de que el régimen tributario que anuncia el MAS tiene la misma orientación que el actualmente vigente (gravar el trabajo, y no la obtención de plusvalía). Perspectivas mínimas Lo que en todo caso se puede prever (al margen de eventuales movidas parlamentarias para hacer presidente al segundo, cosa poco probable) es una gestión difícil, a partir del 2006, ya que la actual polarización no se resuelve con el triunfo de uno u otro de los candidatos. Y el que pierda estará en condiciones de hacerle la vida muy dura al ganador. Quiroga no tiene ninguna propuesta para resolver la crisis terminal del país. Morales sí las tiene, pero no está claro que vaya a tener también la capacidad orgánica para convertirlas en realidad a pesar de la feroz oposición que los poderes reales se preparan a ofrecerle. Primero veremos qué pasa el próximo día 18. Bolivia Press 2005, Nº 16 (12 de diciembre) Boletín electrónico quincenal del Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB). cedib@cedib.org - www.cedib.org
https://www.alainet.org/es/active/10051
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