No a las Águilas invasoras
20/09/2003
- Opinión
La historia de toda nuestra América Latina encuentra -desde la mirada puesta hacia la
autodeterminación de sus pueblos- la constante intromisión de los Estados Unidos de
Norteamérica (EE.UU.) en sus asuntos internos, muy extenso sería detallar cada uno de los
casos en que nuestros diferentes gobiernos y revoluciones han visto caer sus esperanzas
en las manos de dictaduras militares propiciadas y apoyadas irrestrictamente por ese país
imperial y ahora convertido en el mayor terrorista invasor mundial.
En momentos que desde diversos rincones del sur continental están creciendo las ideas y
los movimientos populares que van trabajando para lograr una integración regional que
tiene características inéditas y auguriosas se presenta nuevamente la necesidad, no
sabemos para quién y para qué fines, de realizar un operativo militar conjunto de una
magnitud jamás vista entre el 27 de octubre y el 10 de noviembre de 2003 comandada por
EE.UU. y la participación de tropas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
Conocemos que EE.UU. no ha querido allanarse al Tratado de Roma firmado en el año
1998 que estableció el Tribunal Penal Internacional, y dentro de esa posición ha presionado
a la República Argentina para que otorgue "inmunidad diplomática" a sus tropas que
ingresen a nuestro país. Sabemos de la intención de los EE.UU. de realizar patrullajes
sobre nuestra Mesopotamia dentro de la hipótesis de que el área fronteriza con Brasil y
Paraguay, la Triple Frontera, es un sitio donde tiene asiento el "eje del mal" y que
desgraciadamente ha tenido en su intención el apoyo de nuestras mismísimas cancillerías.
Éste operativo se ha postergado en dos oportunidades en lo que va del presente año por
haber iniciado el Imperio su invasión a Irak -en primer término- y la falta de autorización por
parte de nuestro país para el ingreso de las tropas, como también el rechazo de las
legislaturas de otros países invitados a participar en nuestro propio suelo sobre la
participación de sus militares.
Argentina tiene aviadores caídos en la Guerra de las Islas Malvinas Argentinas producto de
la asistencia logística y armamentística que los EE.UU. dieron a los militares de Gran
Bretaña en el año 1982. Esos conciudadanos no participarán en éstos ejercicios. Esto lo
saben los legisladores y el gobierno Nacional, a menos que no quieran recordar las
palabras de agradecimiento hecho públicas por Margaret Thatcher hacia su socio imperial
norteamericano.
Para no referirnos solamente a nuestro país recordemos la invasión a Cuba aquel abril de
1961 en Playa Girón, el 11 de setiembre de 1973 -bajo el paraguas del operativo "Unitas"-
las naves de guerra norteamericanas apoyaron a la aviación chilena en su ataque al
Palacio de La Moneda y derrocamiento del gobierno constitucional del mártir de la libertad y
de las causas nacionales y populares el socialista Salvador Allende; como también los
ataques aéreos sobre poblaciones civiles densamente pobladas seguidos de la invasión en
diciembre de 1989 a la República de Panamá, país éste que tuvo en su tierra asentada la
triste y terrorista Escuela de las Américas lindante a las bases que conformaban el
Comando Sur de EE.UU. Escuela, triste nombre, no formadora de dirigentes democráticos
y republicanos sino de militares genocidas latinoamericanos que aplicaron la
norteamericana Doctrina de la Seguridad Nacional.
En la provincia de Mendoza se pretende colocar, en el ámbito del "Ejercicio Águila III", la
"base leal" -base del eje del bien- mientras que en la de San Luís la "base insurgente" -base
del eje del mal- para realizar las prácticas sobre un posible conflicto interno en suelo
amerindio. Esto en nuestro ibérico lenguaje significa, por ahora claro está, Colombia, Cuba
y Venezuela.
Cómo si la historia nos quisiera jugar una mala pasada la base mendocina será en "El
Plumerillo" que fue sitio donde el General José de San Martín en el año 1816 reunió a las
tropas que contribuyeron a las luchas por la liberación e independencia de nuestra América.
Los instructores y militares estadounidenses pretenden llegar a nuestro cielo, como lo han
realizado en nuestros mares en los operativos "Unitas", en nuestras tierras en los
"Cabañas" o en nuestros ríos en los "Fluviales", con el maloliente olor de pólvora y muerte
que traen de sus intervenciones en Yugoslavia, Afganistán e Irak. En ésta última en una
determinante demostración de su falta de respeto a las decisiones de las Naciones Unidas
y en un claro ejemplo de avasallamiento de la soberanía de los pueblos del mundo. Una
invasión colonialista, en la cual ha quedado demostrada las mentiras que personajes como
Bush, Blair y Aznar dijeron a sus pueblos para justificar la guerra por el dominio energético
y económico del Medio Oriente.
Tampoco vamos a ser tan inocentes pensando que a partir del "Águila III" el poder imperial
podrá conocer a nuestros territorios, ya que ellos cuentan con los medios tecnológicos y
militares que les permiten tener bajo control operacional y militar a cada metro cuadrado de
todo nuestro planeta, pero no por ello le vamos a abrir nuestras puertas.
Nuestra posición radica en que éstas tropas mercenarias de los intereses económicos,
financieros y políticos del Imperio nos causan el mayor de los repudios porque conocemos
su impronta de participar en operaciones contrainsurgentes.
Sabemos que cada paso dado por el Imperio tiene una connotación que va más allá de los
motivos explicitados, sus estructuras decisorias responden a los "Halcones" y a la "CIA"; al
Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Reserva Federal; a la droga y el tráfico de
armas legal e ilegal. En éstos momentos hasta han logrado que la misma opinión pública
estadounidense se le de vuelta y que cientos de millones de latinoamericanos los
aborrezcan, como miles de millones también lo hacen por doquier en el orbe. La oposición
que existe al ALCA es otra de sus preocupaciones que se convertirán en ocupaciones en la
medida que se aleje la posibilidad del reforzamiento de su modelo neoliberal hegemónico.
Estos son algunos de los motivos por los cuales nos oponemos al "Águila III" y a cualquier
otro intento de acciones militares en nuestro territorio de tropas foráneas. Nuestra
oposición, condena y movilización para impedirlo tiene origen en principios constitucionales,
morales, éticos, nacionales, jurídicos, humanistas; y fundamentalmente latinoamericanistas.
Mantengamos la memoria siempre activa.
Disfrutamos solamente ver las águilas que vuelan nuestros cielos en libertad.
Basta de águilas de metal, pólvora y muerte.
21 de setiembre de 2003
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