Chiapas: la treceava estela. Primera parte: Un Caracol.
30/07/2003
- Opinión
Madrugada en las montañas del sureste mexicano.
Despacio, con un lento pero constante movimiento, la luna deja
que la oscura sábana de la noche le resbale por el cuerpo y
muestra al fin la lúbrica desnudez de su luz. Se tiende
entonces a lo largo del cielo con el deseo de mirar y ser
mirada, es decir, de tocar y ser tocada. Si algo hace la luz
es remarcar su opuesto, así que, abajo, una sombra ofrece a la
nube una mano mientras murmura:
"Ven conmigo, mira con tu corazón lo que mis ojos te muestran,
camina en mis pasos y sueña en mis brazos. Allá arriba las
estrellas hacen un caracol con la luna como origen y destino.
Mira y escucha. Es ésta una tierra digna y rebelde. Los
hombres y mujeres que la viven son como muchos hombres y
mujeres del mundo. Caminemos entonces para mirarlos y
escucharlos ahora, cuando el tiempo titubea entre la noche y
el día, cuando la madrugada es reina y señora en estos suelos.
Cuidado con ese charco y el lodo. Mejor sigue la huella que,
como en muchas otras cosas, es la más sabedora. ¿Escuchas esas
risas? Son de una pareja que a esta hora repite el antiguo
rito del amor. Él murmuró algo y ella ríe, ríe como si
cantara. Luego silencio, luego suspiros y gemidos apagados. O
tal vez fue al revés, primero los suspiros y gemidos, después
los murmullos y las risas. Pero sigamos adelante, porque el
amor no requiere de más testigos que las miradas trocadas en
piel y, siendo luz de sol sin importar la hora, también
desnuda a las sombras.
Ven. Sentémonos un rato y déjame contarte. Estamos en tierras
rebeldes. Aquí viven y luchan ésos que se llaman "zapatistas".
Y muy otros son estos zapatistas... y a más de uno desesperan.
En lugar de tejer su historia con ejecuciones, muerte y
destrucción, se empeñan en vivir. Y las vanguardias del mundo
se mesan los cabellos, porque en el "vencer o morir" estos
zapatista ni vencen ni se mueren, pero tampoco se rinden y
aborrecen el martirio tanto como la claudicación. Muy otros,
es cierto. Y luego ése que se dice que es su líder, el tal Sup
Marcos, cuya imagen pública se acerca más a la de Cantinflas y
Pedro Infante, que a la de Emiliano Zapata y el Ché Guevara. Y
es inútil decir que así nadie los toma en serio, porque los
primeros en burlarse de ser muy otros son ellos mismos.
Son indígenas rebeldes. Rompen así con el esquema tradicional
que, primero de Europa y después de todos aquellos que visten
el color del dinero, les fue impuesto para mirar y ser
mirados.
Así que no les acomodan ni la imagen "diabólica" de los
sacrificadores de humanos para malcontentar a los dioses, ni
la del indígena menesteroso con la mano tendida esperando la
limosna o la caridad de quien todo tiene, ni la del buen
salvaje que es pervertido por la modernidad, ni la del infante
que divierte a los mayores con sus balbuceos, ni la del sumiso
peón de todas las haciendas que hieren la historia de México,
ni la del hábil artesano cuyo producto adornará las paredes de
quien lo desprecia, ni la del ignorante que no debe opinar
sobre lo que está más allá del reducido horizonte de su
geografía, ni la del temeroso de dioses celestiales o
terrenos.
Porque has de saber, azul reposo, que estos indígenas enojan
hasta a quienes simpatizan con su causa. Y es que no obedecen.
Cuando se espera que hablen, callan. Cuando se espera
silencio, hablan. Cuando se espera que dirijan, se ponen
atrás. Cuando se espera qu e sigan atrás, agarran para otro
lado. Cuando se espera que sólo hablen ellos, se arancan
hablando de otras cosas. Cuando se espera que se conformen con
su geografía, caminan el mundo y sus luchas.
O sea que no tienen contento a nadie. Y parece no importarles
mucho. Lo que sí les importa es tener contento a su corazón,
así que siguen los caminos que él les marca. Así parece que
están haciendo ahora. En todas partes hay gente en los
caminos. Van y vienen apenas cruzando los saludos de rigor.
Pasan largas horas en reuniones o asambleas o lo que sea.
Entran con rostro ceñudo y salen sonriendo con complicidad.
Mmh...
Como quiera que sea, es seguro que lo que vayan a hacer o a
decir no les va a gustar a muchos. Además, como dice el Sup,
la especialidad de los zapatistas es crear problemas y ya
luego a ver quién los resuelve. Así que de esas reuniones no
cabe esperar más que problemas...
Tal vez podríamos adivinar de qué se trata si miramos con
atención. Los zapatistas son muy otros, no sé si ya te lo
dije, así que imaginan cosas antes de que esas cosas estén y
piensan que, nombrándolas, esas cosas empiezan a tener vida, a
caminar... y sí, a da r problemas. Así que seguro ya
imaginaron algo y van a empezar a hacer como si ese algo ya
existiera y nadie va a entender nada hasta que pase un tiempo
porque, en efecto, ya nombradas, las cosas empiezan a tener
cuerpo, vida y mañana.
Entonces podríamos buscar alguna pista... No, no sé dónde
buscar... Creo que su modo es mirar con los oídos y escuchar
con la mirada. Si, ya sé que suena complicado, pero ahora no
se me ocurre otra cosa. Ven sigamos caminando.
Mira, allá el arroyo se hace un remolino y en su centro la
luna titila su danza deforme. Un remolino... o un caracol.
Dicen aquí que los más antiguos dicen que otros más anteriores
dijeron que los más primeros de estas tierras tenían aprecio
por la figura del caracol. Dicen que dicen que decían que el
caracol representa el entrarse al corazón, que así le decían
los más primeros al conocimiento. Y dicen que dicen que decían
que el caracol también representa el salir del corazón para
andar el mundo, que así llamaron los primeros a la vida. Y no
sólo, dicen que dicen que decían que con el caracol se llamaba
al colectivo para que la pabra fuera de uno a otro y naciera
el acuerdo. Y también dicen que dicen que decían que el
caracol era ayuda para que el oído escuchara incluso la
palabra más lejana. Eso dicen que dicen que decían . Yo no sé.
Yo camino contigo de la mano y te muestro lo que ve mi oído y
escucha mi mirada. Y veo y escucho un caracol, el "pu"y", como
le dicen en lengua acá.
Ssh. Silencio, La madrugada ya deja su paso al día. Si, ya sé
que aún está oscuro, pero mira cómo las champas se van
iluminando de a poco con la lumbre en los fogones. Como ahora
somos sombras en la sombra, nadie nos ve, pero si nos vieran
seguro nos convidarían un cafecito que, con este frío, se
agradece. Como se agradece el roce de tu mano en mi mano.
Mira, la luna ya se desliza a occidente, ocultando su embarazo
de luz tras la montaña. Es hora de marcharse, de cobijar el
paso en la sombra de la cueva, ahí donde se alivian el deseo y
el cansancio con otro cansancio más amable. Ven, ahí, con piel
y palabras te susurraré "¡Y, ay, cómo quisiera ser/una alegría
entre todas,/una sola, la alegría con que te alegrarás tú!/Un
amor, un amor solo:/el amor del que tú te enamorases./Pero/no
soy más que lo que soy"/(Pedro Salinas. "La voz a ti debida").
Ahí ya no miraremos, pero, en la duermevela del deseo anclado
en buen puerto, podremos escuchar la actividad que en estos
días agita a estos zapatistas que se empeñan en subvertir
hasta el tiempo y levantan de nuevo, como si una bandera
fuera, otro calendario... el de la resistencia."
Se van sombra y luz. No se han fijado en que una champa ha
mantenido su tenue iluminación toda la noche. Ahora, adentro,
un grupo de hombres y mujeres comparten el café y el silencio,
como antes compartieron la palabra.
Durante varias horas, estos seres de corazón moreno han
trazado, con sus ideas, un gran caracol. Partiendo de lo
internacional, su mirada y su pensamiento ha ido adentrándose,
pasando sucesivamente por lo nacional, lo regional y lo local,
hasta llegar a lo que ellos llaman "El Votán. El guardian y
corazón del pueblo", los pueblos zapatistas. Así desde la
curva más externa del caracol se piensan palabras como
"globalización", "guerra de dominación", "resistencia",
"economía", "ciudad", "campo", "situación política", y otras
que el borrador va eliminando después de la pregunta de rigor
"¿Está claro o hay pregunta?". Al final del camino de fuera
hacia dentro, en el centro del caracol, sólo quedan unas
siglas: "EZLN". Después hay propuestas y se dibujan, en el
pensamiento y en el corazón, ventanas y puertas que sólo ellos
ven (entre otras cosas, porque aún no existen). La palabra
dispar y dispersa empieza a hacer camino común y colectivo.
Alguien pregunta ¿ "Hay acuerdo? "Hay", responde afirmando la
voz ya colectiva. De nuevo se traza el caracol, pero ahora en
camino inverso, de dentro hacia fuera. El borrador sigue
también el camino inverso hasta que solo queda, llenando el
viejo pizarrón, una frase que para muchos es delirio, pero
para estos hombres y mujeres es una razón de lucha: "un mundo
donde quepan muchos mundos". Más despuecito, una decisión se
toma.
Ahora es el silencio y la espera. Una sombra sale a la lluvia
nocturna. Un chispazo de luz apenas le ilumina la mirada. De
nuevo en la oscuridad asciende el humo de sus labios. Con las
manos tras la espalda empieza un ir y venir sin destino. Hace
unos minutos, allá adentro, una muerte se ha decidido...
(Continuará...)
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos
México, julio del 2003.
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