Entre el árbol y el bosque

17/07/2007
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Queremos saludar y agradecer a las compañeras y compañeros de Vía Campesina en la India, el Brasil, Corea del Sur y en todo el mundo, la palabra que ahora nos obsequian en la voz muy otra de quienes traen su representación.

Es un honor para nuestro oído el regalo de su voz, y para la palabra nuestra una alegría el tener el amable hospedaje de corazones tan lejanos en la geografía de arriba y tan cercanos en la herida de abajo.

Saludamos el nuevo encuentro con las compañeras y compañeros del Congreso Nacional Indígena, lugar en el que l@s zapatistas navegamos nuestra lucha como pueblos indios que somos.

También queremos agradecer a los compañeros y compañeras del Club de Periodistas, el espacio y el tiempo que facilitaron para reunir estas palabras, tan distintas y, sin embargo, las mismas al nombrar el dolor y la lucha.

Traigo la voz de las y los zapatistas del EZLN. De un puñado de hombres y mujeres, indígenas en su gran mayoría, que vivimos y luchamos en el último rincón de este país, en las montañas del sureste mexicano. Nosotros nos dedicamos a subvertir el orden establecido, escandalizar a las buenas conciencias, y a poner le mundo de cabeza. De nosotras, de nosotros, los más pequeños, reciban nuestro saludo.

Es lugar común, entre analistas de distinto tipo y género, el usar la expresión de que “por mirar el árbol, se pierde de vista el bosque”. O viceversa. Frente a eso, queda la opción de mirar a ambos… o mirar otra cosa.

Aunque en lo que se refiere a la tierra, o al territorio en su sentido más amplio, como ha sido explicado en forma clara y contundente por el Congreso Nacional Indígena, parece cada vez más difícil encontrar algún árbol, y de bosques pues ni hablar. Y no sólo, también en el campo mexicano es ya raro encontrar campesinos ejidatarios o comuneros, por no hablar de tierras ejidales y comunales.

Pero si no encontramos ni a unos ni a otros, entonces busquemos y encontremos la causa de su desaparición.

La Guerra de Neo Conquista en el Campo Mexicano.

Ya en otras ocasiones nos hemos referido al capitalismo en México como una nueva guerra de conquista.

A nuestro paso por los distintos rincones del México de Abajo, hemos visto un territorio destruido, a veces con las ruinas aún humeando, a veces con las construcciones del conquistador, el gran capital, ya levantándose sobre lo que antes fueron campos de cultivo, pueblos de pescadores, tierras comunales y ejidales, territorios indígenas. En no pocas ocasiones, hemos escuchado de pueblos enteros desiertos, con sus habitantes originales viviendo y trabajando en tierras muy lejanas en distancia, lengua y cultura.

Y en otros lugares hemos visto una suerte de relevo poblacional, es decir, la expulsión de ejidatarios y comuneros, y su sustitución por peones agrícolas, mozos de empresas turísticas, empleados y sirvientes, traídos desde otros suelos de la misma forma en que los esclavistas del norte revuelto y brutal traficaban con los pobladores de África y Asia para suplir a la población original que aniquilaron, y hacerlos trabajar como esclavos en sus plantaciones.

Y hemos visto también otra desertificación humana que puede pasar desapercibida. Ahí está el pueblo, la colonia, la ciudad. Ahí está también la gente que habita esos lugares. Pero no hay ya sentido de colectividad, de pertenencia común. No tienen identidad cultural. No hay comunidad.

Un territorio poblado de fantasmas que deambulan por entre las ruinas de lo que antes fue el campo mexicano, eso es lo que deja el capitalismo salvaje, el neoliberalismo, a su paso en la nueva guerra de conquista de nuestro país: la guerra de despojo y destrucción de la tierra y el territorio.

Y hay datos duros, síntomas que son números y porcentajes y que sirven para darnos cuenta de que no se trata de un fenómeno aislado. El Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM), del equipo de apoyo de la Comisión Sexta del EZLN, ha recopilado lo siguiente:

Para el año del 2005, había poco más de 30 millones de personas viviendo en el campo mexicano. De ellas, cerca de 27 y medio millones de personas no podían tener los ingresos necesarios para satisfacer las necesidades mínimas.

La alternativa a morir o mal vivir en el campo es abandonar la tierra y la familia, y emigrar a otros lugares en busca de mejores ingresos. Las políticas gubernamentales, las crisis agrícolas, la baja en los precios de los productos del campo y el alza en los precios de lo necesario para la siembra y la cosecha, han provocado que, en los últimos años, la migración de las comunidades rurales rumbo a las ciudades o al extranjero haya crecido en 40%.

En 10 años, de 1995 al 2005, los hogares que se mantienen de lo que envían los familiares que trabajan en el extranjero pasaron de 600 mil a más de 4 millones. Y en el mismo periodo, las remesas en dólares que ingresaron a México se cuadriplicaron.

Y este despoblamiento del campo mexicano, y del país entero, es también un negocio en lo que se refiere al envío de remesas. Un ejemplo: el ingreso del Grupo Elektra (propiedad de la familia Salinas Pliego), se incrementó por el cobro hecho a cada envío.
A través de Western Union, el señor Salinas Pliego (dueño también de TV Azteca, - la “televisora buena”, según AMLO-) se robó casi 20 de cada 300 dólares que fueron enviados en el año del 2005.

Pero el despojo no sólo se realiza a través de bajos salarios y robo de remesas. La reforma constitucional promovida por ese ladrón que, como Felipe Calderón, se hizo presidente mediante un fraude electoral, Carlos Salinas de Gortari, permitió al gran capital conquistar, como en los tiempos de la colonia y del porfirismo, las tierras ejidales y comunales.

Con la reforma al artículo 27 constitucional, la expedición de la Ley Agraria y la instrumentación del programa PROCEDE, las tierras ejidales o comunales se incorporaron al mercado de tierras mediante diversos mecanismos, sea a través de la celebración de contratos de enajenación de derechos ejidales (cesión, compraventa, donación) o mediante la aportación de tierras de uso común que realizan los ejidos y comunidades a sociedades civiles o mercantiles.

En síntesis el PROCEDE (Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares, que consiste en la entrega de títulos individuales de las parcelas que cada familia de ejidatarios o comuneros trabaja. Así, estos núcleos agrarios ya se pueden arrendar, vender, comercializar ó hipotecar en garantía – el PROCECOM es su equivalente en lo que se refiere a tierras comunales) forma parte de una política general mas amplia.

Conjuntamente con las reformas del artículo 27 constitucional, se trata de privatizar, despojar y dar las condiciones mínimas para que el capital en sus diferentes modalidades pueda acrecentar y acumular las ganancias.

Lo que va a ocasionar esta aplicación de política con respecto al campo es, de nuevo, un proceso de concentración de tierra, despojo y desolación en los campos mexicanos.

Para diciembre de 2005 y de acuerdo al centro de estudios y publicaciones de la procuraduría agraria; 22% del total de tierras ejidales y comunales se encontraba en proceso de cambio de dominio, para pasar a ser propiedad privada.

El nuevo mercado de tierras se ha llegado a constituir en latifundios. A esto hay que sumar la presencia de las trasnacionales, y tomar en cuenta que dichas empresas no quieren el total de las tierras, sino solamente las que a ellas garanticen una ganancia, tal es el caso de zonas forestales, y zonas con recursos naturales con posibilidades de ser explotadas.

Al incrementarse el empobrecimiento de las familias en el campo, también se incrementó el número tierras ejidales y comunales que han entrado en secesión de derechos para su renta o bien como incorporación al cambio de dominio. Quienes han aprovechado el cambio de dominio, o bien, lo han usado para explotar los recursos son, fundamentalmente, las cadenas hoteleras.

Los núcleos agrarios que se ubican dentro de los litorales costeros del territorio nacional, han sufrido cambios en los dominios en la tenencia de la tierra. Mediante el Procede se certificaron 609 ejidos y bienes comunales.
La mayoría de los ejidos y comunidades que fueron tomados prisioneros por el PROCEDE y el PROCECOM tienen recursos turísticos, ecológicos, pesqueros y urbanos para ser desarrollados, y se concentran en los estados de Veracruz, Sonora, Nayarít, Sinaloa, Oaxaca, Baja California Sur, Tabasco, Jalisco, Baja California, Quintana Roo, Tamaulipas, Guerrero, Michoacán, Yucatán, Colima, Campeche y Chiapas.

De acuerdo a la Procuraduría Agraria, un gran número de los procesos de controversia y conflicto agrarios se concentran en dichas comunidades, en la mayoría de los casos por el manejo o uso de los recursos. Lo mismo sucede con los recursos forestales, agua y tierras.

Entre 1994 y 2005, el 22% de los conflictos agrarios del país se enfrentaron en contra de las siguientes figuras que usa el capitalismo: Inmobiliarias. Hoteles, Centros recreativos, Centros Turísticos, Desarrollos Gubernamentales (expropiaciones), Desarrollos Privados, Industrias, Explotación de recursos naturales y Centros Comerciales.

Pero el PROCEDE y el PROCECOM no llegaron solos, sino acompañando al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC).

Como consecuencia del TLC, las importaciones de maíz proveniente de Estados Unidos se multiplicaron por 15 desde la entrada en vigor del TLCAN.

A la avasalladora competencia estadounidense se ha sumado una \'\'política más liberal\'\' del gobierno mexicano que, en el caso del maíz, ha liberalizado el mercado más allá de lo requerido por el propio acuerdo y ha permitido el ingreso de maíz transgénico.

Para México, el TLCAN significó el derrumbe del agro mexicano, ahora, nuestro país sobrevive con los más de 20 mil millones de dólares que los migrantes envían a sus familiares. La migración, la desigualdad, la concentración de la riqueza en unas cuantas manos y un cada vez más acentuado desequilibrio en el comercio agrícola internacional con la agresiva apertura de los mercados, son sus resultados más evidentes.

Pero no sólo los campesinos han sufrido los efectos de esta guerra de conquista. El capitalismo también destruye y contamina la naturaleza.

Se calcula que los daños por contaminación de la última década alcanzaron en nuestro país los 36 mil millones de dólares. La actual tasa de deforestación es de 631 mil hectáreas al año. Tenemos el nada honroso primer lugar mundial en destrucción de bosques. Y cada vez son menos los manantiales de agua pura y más los mantos acuíferos contaminados.

Además, los cambios al artículo 27 posibilitan a particulares no arriesgar nada, ya que no necesariamente tienen que comprar la tierra, ahora pueden tener acceso a ella por otras modalidades. El PROCEDE y PROCECOM han abierto esta posibilidad. Ahora se pueden obtener derechos corrompiendo autoridades municipales o a representantes para usar tierras comunales o ejidales.

Los principales grupos que han recibido denuncias penales por afectación a ejidos y comunidades son: clubes de gol, parques temáticos y centros turísticos.

Las empresas hoteleras con mayores denuncias son Hoteles Fiesta Americana, Sheraton, Hoteles Hilton, Holiday Inn, Hoteles Radisson Flamingos, Hyatt, Presidente Intercontinental, y éstas también han recibido gran número de inconformidades y quejas frente a la Profeco por discriminación y uso de áreas federales.

En esta guerra de conquista ninguno de arriba se quiere quedar atrás. Al igual que empresas especializadas en construcción de vivienda, las grandes empresas inmobiliarias, buscan terrenos para negocios. El ejemplo más claro es la expansión de Grupo GEO, la cual ha triplicado sus ingresos comprando terrenos a $10 pesos el metro cuadrado y vendiéndolo en $300 o hasta $400 pesos.

Si antes el Estado era el aval de la producción nacional de los campesinos, ahora se abre un gran mercado para la acción del capital en sus diferentes formas: desde el industrial, el financiero, el comercial, el bancario el inmobiliario, etc.

El resultado de todo este proceso es la concentración de tierras, primero en pequeños y medianos poseedores, posteriormente la tendencia indica que la tierra de mejor aprovechamiento (recursos naturales y de explotación turística), se concentrará en latifundios, empresas, corporativos y hasta transnacionales de capital nacional y de capital internacional o de ligas, fusiones, asociaciones o convenios entre ambos.

Así que, en el campo mexicano, tenemos un despoblamiento (migración a las ciudades y el extranjero, principalmente a Estados Unidos) y repoblación (traslado de trabajadores agrícolas, principalmente de indígenas que fueron despojados de sus tierras, a los nuevos latifundios y agroindustrias; y una destrucción (de la naturaleza, tierra, bosques, aire, agua, fauna; y de las relaciones comunitarias) y reconstrucción (sobre campos antes agrícolas se erigen campos de golf, centros comerciales, hoteles y parques de diversión).

Todo bajo un nuevo orden: el del mercado mundial capitalista.

Si no me equivoco, eso es precisamente lo que hace una guerra de conquista. Es decir, conquista, destruye, despuebla, reconstruye, repuebla, reordena.

Hemos hablado del campo en nuestro país, en México, pero estamos viendo, escuchando y aprendiendo que lo mismo está ocurriendo en los 5 continentes. Lo que nos permite afirmar que se trata de una guerra de conquista en todo el planeta, una guerra mundial, la IV Guerra Mundial.

Sea que en el análisis se elija mirar “el árbol” o “el bosque”, la conclusión es la misma.

Pero hay algo, según nosotros los zapatistas, que hace de esta guerra algo especial. Y es que los efectos que está produciendo en la tierra y el territorio, es decir, en la naturaleza, son definitivos e irreversibles. Es decir que el planeta entero está siendo destruido y no tenemos otro lugar para vivir, así que la especie humana entera es la víctima de esta guerra.

Por eso decimos que es una guerra contra la humanidad.

La Resistencia y la Defensa de la Tierra y el Territorio.

En la segunda parte de esta plática, que se realizará en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, hablarán algunos de nuestros jefes indígenas zapatistas, y en el Encuentro de los Pueblos Zapatistas con los Pueblos del Mundo, se escuchará la palabra de las y los indígenas zapatistas bases de apoyo del EZLN.

Ellas y ellos contarán mejor cómo resistimos y defendemos tierra y territorio en las zonas donde vivimos y luchamos, en las montañas del sureste mexicano.

Por ahora, sólo adelantaré lo siguiente:

Uno.- Para nosotros, zapatistas, pueblos indios de México, de América y del Mundo, la tierra es la madre, la vida, la memoria y el reposo de nuestros anteriores, la casa de nuestra cultura y nuestro modo. La tierra es nuestra identidad. En ella, por ella y para ella somos. Sin ella morimos, aunque vivamos todavía.

Dos.- La tierra para nosotros no es sólo el suelo que pisamos, sembramos y sobre el cual crecen nuestros descendientes. La tierra es también el aire que, hecho viento, baja y sube por nuestras montañas; el agua que los manantiales, ríos, lagunas y lluvias vida se hacen en nuestras siembras; los árboles y bosques que fruto y sombra nacen; los pájaros que bailan en el viento y en las ramas cantan; los animales que con nosotros crecen, viven y alimentan. La tierra es todo lo que vivimos y morimos.

Tres.- La tierra para nosotros no es una mercancía, de la misma forma que no son mercancías los seres humanos ni los recuerdos ni los saludos que damos y recibimos de nuestros muertos. La tierra no nos pertenece, pertenecemos a ella. Hemos recibido el trabajo de ser sus guardianes, de cuidarla, de protegerla, así como ella nos ha cuidado y protegido en estos 515 años de dolor y resistencia.

Cuarto.- Nosotros somos guerreros. No para vencer y subyugar al diferente, al que otro lugar habita, al que otro modo tiene. Somos guerreros para defender la tierra, nuestra madre, nuestra vida. Para nosotros ésta es la batalla final. Si la tierra muere, morimos nosotros. No hay mañana sin la tierra. El que quiere destruir la tierra es todo un sistema. Ése es el enemigo a vencer. “Capitalismo” se llama el enemigo.

Quinto.- Nosotros pensamos que no es posible triunfar en esta batalla si no nos acompañamos en la lucha con los otros pueblos que son, como nosotros, el color que somos de la tierra, si no luchamos junto a los otros que otros colores, tiempos y modos tienen, pero les duelen los mismos dolores. Por eso hicimos palabra este pensamiento en la VI Declaración de la Selva Lacandona. Por eso caminamos, con el oído y el corazón abiertos, por los rincones de nuestro país. Para buscar y encontrar a los que dicen o quieren decir “¡Ya Basta!”, a los que han encontrado que el nombre de su enemigo es el mismo que a nosotros mata y duele.

Sexto.- Nosotros pensamos que ya no es basta con sólo resistir, y esperar uno y otro ataque del mandón y del dinero. Creemos que la fuerza que ahora se necesita para sobrevivir, es también suficiente para terminar con las amenazas. Es la hora.

Séptimo.- Ni al árbol ni al bosque. Nosotros como zapatistas que somos, para entender y saber qué hacer, miramos hacia abajo. No en señal de humildad, no para rendir nuestra dignidad, sino para leer y aprender lo que no se ha escrito, para lo que no hay palabras sino sentimientos, para ver en la tierra las raíces que sostienen, allá en lo alto, a las estrellas.

¡LIBERTAD Y JUSTICIA PARA ATENCO!

¡LIBERTAD Y JUSTICIA PARA OAXACA!

Muchas Gracias.

Subcomandante Insurgente Marcos. Intervención en la mesa redonda “Frente al Despojo Capitalista, la defensa de la tierra y el territorio” en la Ciudad de México, 17 de julio del 2007.
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