Ocupen su localidad
20/03/2003
- Opinión
La función ya comenzó. Impúdicamente la televisión nos muestra los
preparativos, los misiles que se van a emplear, las bombas inteligentes
que se van a lanzar, el armamento sofisticado jamás pensado que se
utilizará en la primera guerra del nuevo orden mundial imperial. El
espectáculo promete ser de primera. En el despacho oval de la Casa Blanca
ya se han instalado pantallas de última generación, para que el
comandante en jefe pueda sentir que participa en una guerra de verdad, no
como en los tiempos de Vietnam, cuando el joven George, gracias al dinero
de su padre, pudo escapar del reclutamiento e iba de bar en bar y de
chica en chica a bordo de un Triumph descapotable, mientras otros mataban
y morían en el frente de batalla.
Esos tiempos quedaron atrás, nada de sangre en las pantallas, ahora
la guerra puede ser un magnífico espectáculo, compitiendo por cuotas de
pantalla con la ceremonia de los Oscar. Para esos tenemos a la CNN. Ya
nos está dando adelantos. Las tropas del imperio esperando en el
desierto kuwaití, infladas de hamburguesas, pizzas y toda clase de
bocadillos, en una ciudad virtual donde en la noche brillan los letreros
de la Burger, Subway, Coca Cola, incluso se ha instalado una joyería para
que la tropa, integrada mayoritariamente por negros y latinos, pueda
regresar a la casa con algún regalo para la novia o la esposa. La guerra
light, no dejará huella del lado del agresor, nadie aparecerá con las
manos manchadas de sangre. Tampoco, seguramente, nos dejarán ver los
cadáveres de las víctimas. El Pentágono es últimamente muy sensible, como
lo pudimos observar ya en la guerra del Golfo de 1991 y en la más
reciente de Afganistán. Guerras limpias, bombas inteligentes, soldados
que parecen salidos de una pasarela de la alta costura, fuegos
artificiales que adquieren una luz especial en las noches casi siempre
estrelladas del Medio Oriente.
Hay quien pueda pensar que no tienen derecho a hurtarnos una parte
del espectáculo, al fin y al cabo estamos acostumbrados a una televisión
que chorrea sangre, hasta en las más inocentes de las telenovelas. Pero a
Bush se le puede atragantar algún pretzel si le colocan, en vivo y en
directo, una niña iraquí despezada, o los ojos saliendo de las órbitas de
un ciudadano iraquí mirando al comandante supremo, al que la fe y la
lectura continua de la Biblia, le ha permitido, según confesó a un grupo
de predicadores que visitaba la Casa Blanca, vivir sin el vaso de
bourbon.
La CNN y otras cadenas, se quejan de esta férrea censura del
Pentágono, pero igual prometen que el espectáculo será extraordinario.
Una maquinaria de guerra que nos despierte, ¡ se ha inaugurado el siglo
XXI! Sobre los escombros de la ONU, el Gran Hermano nos transporta a la
barbarie, y quiere que todos seamos testigos de este gran asesinato,
premonitorio de futuras masacres y humillaciones, que podrá ser suicidio
colectivo si en esa hora, en ese instante en que lluevan las bombas,
millones de mujeres y de hombres en el planeta no sentimos que por
nuestras venas hierve la sangre de la indignación y de la rebeldía contra
este poder que nos ofende y nos invita a luchar por otro mundo posible.
https://www.alainet.org/es/articulo/107133
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