¿Qué pasa con la impunidad de Israel?
08/03/2003
- Opinión
El pasado mes de octubre, formando parte de una delegación de Hirugarren
Mundua ta Bakea, visité el campo de refugiados de Yabalia en la franja de
Gaza. Fue en este lugar donde comenzó la primera Intifada un 9 de
diciembre de 1987, lo que es recordado por un monumento hecho con un
bidón y unos cuantos palos. Aquella Intifada, en la que fueron asesinados
1206 palestinos -la mayoría de Gaza-, terminó en Yabalia el primero de
junio de 1994, día en que los refugiados pudieron iniciar la recogida de
montañas de basura que se habían acumulado durante seis años debido a la
prohibición israelí de retirarla.
Yabalia, como la franja de Gaza, es el objetivo recurrente del gobierno
sionista cuando se trata de tomar venganza. Durante los dos últimos
meses, las incursiones de tanques y de flotillas de helicópteros
artillados con misiles, han sido casi diarias con un resultado de 140
palestinos muertos, entre ellos un número significativo de jóvenes
comprendidos entre los 12 y los 18 años. Los cien mil refugiados de
Yabalia viven en un infierno. Sin posibilidades de autodefensa asisten
perplejos y encerrados a su propia muerte.
Yabalia ha sido nuevamente atacado como vendetta, en respuesta al
atentado de Haifa, donde un suicida palestino se inmoló matando a 15
israelíes. Un atentado sin duda indiscriminado y condenable que hay que
contextualizar en un ambiente desesperación: en ocho semanas sin
atentados palestinos el ejército israelí ha matado a 140 personas en
nombre de operaciones de limpieza contra el terrorismo. ¿Qué pueden hacer
los ocupados? ¿Resignarse? ¿Aceptar que los niños y niñas asesinados por
soldados medio-locos y palestinófobos eran terroristas? ¿Aceptar que
mujeres, algunas embarazadas, y ancianos merecían morir bajo la coartada
de la lucha contra el terrorismo? ¿Pueden aceptar los ocupados la
constante demolición de sus viviendas?
Sin duda Sharon es un gran beneficiado de la crisis internacional actual.
Mientras medio mundo mira hacia Irak y el otro medio hacia el Consejo de
Seguridad, él y su gobierno prosiguen en su estrategia genocida contra el
pueblo palestino. El sionismo practica el asesinato indiscriminado -lo
que siempre ha hecho-, ahora como forma de neutralización de la
resistencia de los ocupados, para asegurarse que al inicio de la guerra
de agresión contra Irak su dominio de Cisjordania y Gaza será
incontestable. El objetivo sionista sigue siendo la sustitución de un
pueblo por otro mediante una inversión forzada de la demografía, a través
del procedimiento de las expulsiones, de empujar a los palestinos hacia
Jordania, y de continuar levantando nuevos asentamientos de colonos en
los territorios ocupados.
La guerra contra Irak es la gran esperanza del sionismo. Con ella espera
dos cosas: avanzar hacia la modificación del mapa político regional,
quedando Israel como la gran potencia con mayor número de armas nucleares
en la zona; e imponer a los palestinos un seudo-estado subordinado a la
coalición Israel-Estados Unidos. En realidad, hace tiempo que vengo
afirmando que la sharonización de la política exterior de la
administración Bush responde a una alianza fundamentalista con un
componente marcial y otro misionero. Los gobiernos de Estados Unidos e
Israel han decidido que sus pueblos son los elegidos para modificar el
curso del mundo. Es la tentación totalitaria que funde visiones
políticas, militares y religiosas, y las traduce en acciones sumamente
peligrosas para la humanidad.
He dicho que el gobierno de Sharon, aun sin atentados que lo justificara,
ha seguido matando mientras se pide el desarme de Irak y el cumplimiento
de Sadam Husein de las resoluciones de Naciones Unidas.
Sucede, sin embargo, que Israel ostenta el record histórico de
incumplimientos de resoluciones de Naciones Unidas, después que terminara
el apartheid sudafricano. Son docenas las resoluciones incumplidas,
siendo la más conocida la 242 que exige la retirada de Isarel a las
fronteras de 1967. Otras resoluciones exigen el desmantelamiento de
asentamienros de colonos; las hay que exigen el fin de la expropiaciones
de tierras a palestinos; algunas condenan la anexión unilateral de
Jerusalén al estado de Israel. Ninguna de las resoluciones ha sido
cumplida. ¿Qué pasa entonces con la autoridad de Naciones Unidas y del
Consejo de Seguridad? ¿Dónde está el celo de Washington, Londres y
Madrid, para imponer al sionismo el cumplimiento urgente de las
resoluciones que le obligan a retirarse de los territorios ocupados? Y,
¿por qué hay tanto interés en ocultar hipócritamente que Israel posee
armas nucleares en abundancia?
El 3 de febrero del año 2000 el diputado israelí Issam Makhoul hizo
historia en el Knesset (Parlamento). Makhoul afirmó que Israel es el
sexto país del mundo en lo que concierne a la cantidad de plutonio de
alta calidad en su poder. Añadió: "El mundo sabe que Israel es un gran
depósito de armas nucleares, biológicas y químicas" Makhoul reconoció que
Israel tiene más de 200 bombas atómicas almacenadas en el desierto de
Negev. ¿Se ha dirigido el Consejo de Seguridad a Israel para que
destruya sus armas de destrucción masiva? No. Y si lo hiciera Estados
Unidos vetaría automáticamente dicha resolución, ya que el asunto que
está en juego no es el desarme de Oriente Medio, sino el desarme de Irak
como pretexto para cambiar el régimen de ese país, poniendo en su lugar
un gobierno vasallo de Estados Unidos que aspira al control del petróleo
en el siglo XXI.
Ciertamente, en el fondo el desarme de Irak es irrelevante. No hay
pruebas fehacientes de que tenga armas de destrucción masiva y, además,
casi todos los países que pueden tenerlas las tienen. Es cinismo puro
montar una guerra preventiva por el peligro potencial de Sadam cuando
Sharon lo es ya de hecho, ocupando contra las resoluciones de la ONU el
territorio palestino a sangre y fuego. Son dos varas de medir que van en
descrédito del sistema de Naciones Unidas cuya crisis exige una
refundación urgente, so pena de hundirse irremediablemente para gozo del
imperio y del imperialismo que habita en los herederos de Morgenthau.
Recuerdo a un enjambre de niños y niñas de tres o cuatro años deambulando
entre los escombros de Yabalia. Condenados a sobrevivir entre la
inmundicia, asistiendo a velatorios de otros niños, medio-muertos y
medio-hambrientos, acumulan rabia frente al ocupante. Ese ocupante
formado de soldados sin escrúpulos que con alguna frecuencia, tiran al
blanco por el placer de dar en el blanco sobre estos niñas y niñas. Me
acongoja saber que los niños de Yabalia cuando cumplan unos años se
prestarán como voluntarios para quién sabe qué atentado en Israel. No
tienen nada que perder. A ellos les llamarán terroristas los dueños de la
doctrina que son los terroristas del Estado de Israel.
https://www.alainet.org/es/articulo/107075
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