Las mujeres contra la guerra
08/03/2003
- Opinión
La conmemoración del Día Internacional de las Mujeres coincide este
año con lo que parece ser una fatídica cuenta regresiva hacia la
guerra, que se vislumbra ya como un hecho indetenible. La prepotencia
del gobierno Bush es tal que no hay instancias internacionales,
maniobras diplomáticas o arreglos geopolíticos capaces de persuadir o
controlar sus decisiones; así lo confirman las más recientes
declaraciones, hechas en tono de dueños del mundo.
Pero las mujeres no hemos perdido la esperanza de detener la guerra, y
las acciones conmemorativas de este día en el planeta enfatizan en
esta causa. Y es que la paz y la no violencia son consustanciales al
feminismo, visión que subyace en los significativos cambios hasta
ahora avanzados en cuanto a derechos de las mujeres y ordenamiento de
género, a su vez parte de las propuestas de cambio global, para todas
y todos, para el mundo, que las mujeres impulsan con base justamente
en esos principios.
La historia no registra guerras de invasión, a ninguna escala,
promovidas o protagonizadas por mujeres, aunque hayamos tenido que
afrontar de mil maneras sus costos y consecuencias. La oposición de
las mujeres a la guerra se sustenta en consideraciones que van desde
lo simbólico hasta lo material. La guerra es, sin duda, la forma más
exacerbada de violencia machista. Esta verdad ha quedado grabada con
el dolor del exterminio, del éxodo –80% de refugiados son mujeres y
menores-, de las violaciones masivas o "selectivas", del acentuado
comercio sexual.
Pero además, sintetiza la irracionalidad e injusticia económica que
hacen de este un mundo empobrecido. Entre las tantas iniciativas de
las mujeres contra la militarización, una campaña hace un par de años
demandaba "inviertan en cuidar, no en matar", señalando que mientras
80.000 millones de dólares por año alcanzarían para cubrir las
necesidades básicas de todas las personas en el mundo, los países
destinan una suma de 800.000 al gasto militar. La guerra trae los
"frutos" de ese gasto: destrucción del ambiente, de la base productiva
y del tejido social que sustentan, mal que bien, la sobrevivencia;
para las mujeres esto se traduce en inimaginables –y casi siempre
invisibles- esfuerzos para mantener la atención y cuidado de la vida
de menores y dependientes en medio del caos y el desastre.
Hay una constante de sinrazón, destrucción y muerte que caracteriza
las guerras imperiales en todos los tiempos, pero en las de este siglo
nos encontramos además con una "novedad": se invoca la causa de las
mujeres entre los pretextos para desatar barbaries como la de
Afganistán. Puede haber pretensión más absurda que la de defender los
derechos de las mujeres y democratizar sociedades con guerra y
neocolonialismo? Las mujeres afganas sólo dan cuenta de un saldo de
horror.
En estos días las mujeres del mundo queremos revestirnos del espíritu
de tantas que han resistido y resisten a la guerra, que han sido
incansables en movilizarse, aún en los momentos más críticos y de
mayor escepticismo, para exigir paz. Queremos creer que un mundo sin
guerras es posible.
https://www.alainet.org/es/articulo/107072
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