Algunas preocupaciones acerca de la mujer y la grave disminución de la natalidad
08/06/2014
- Opinión
A partir de la Cumbre de la ONU sobre la Mujer en 1995 se introdujo el concepto de “transversalización de género", pero aún no existe interacción coherente (efectiva) entre ese proceso a nivel mundial en la académico y en la praxis social con la importancia de la mujer en la reproducción (la natalidad) y las condiciones elementales que aseguren un embarazo bien pensado, planificado. Todavía en el mundo actual, generalmente, la imagen del embarazo es la de la precariedad hacia desamparo. No pocos gobiernos mueven propuestas programáticas al respecto, pero los resultados distan mucho de los objetivos a perseguir a favor de la mujer.
Desde mucho antes de la emergencia de dicho concepto en Cuba los actos de justicia social efectivos, aun en medio del machismo ambiente bien enraizado en la cultura local, han ido dando resultados; pero insuficientes.
No soy de los que piensa que la compresión de la natalidad, en el país, sea una consecuencia de esos actos de justicia social, sino un efecto del mismo. Por cierto no, propiamente, beneficioso para la mujer; sino un efecto proveniente de las tensiones a las que las mismas mujeres deben someterse con que mantener lo alcanzado. Entre dichos actos de justicia social y la concienciación de la masculinidad cubana –en su diversidad de opciones sexuales-, existe una brecha que se caracteriza por un océano de falta de compromiso social y humano. Es un asunto político caracterizado por un bajo nivel de discernimiento fruto de un grado insustentable de cultura política pertinente. Las masculinidades se conciben a sí mismas como “colaboradoras” que ven la integración de las mujeres a la sociedad como una concesión que ellos, en tanto “concesores” de ese espacio que parte de su “autoridad” cultural y política. ¿A cambio? de que las mujeres accedan a dicho espacio cargando con todo lo demás que ya traen históricamente encima de ellas, con la menor molestia posible para la masculinidad dominante, de la que no puede echársele toda la culpa sólo a la expansión histórica de la cultura del capitalismo. Hace mucho emergieron variantes socialistas o de izquierdas de esa dominación masculina.
En Cuba tanto desde la academia como dentro de la praxis social cotidiana ese asunto se trata, pero insuficientemente y con pinzas. Incluso desde una amnesia muy conveniente que responde a los intereses de esa masculinidad dominante a la que se somete el resto de las masculinidades, y un porciento no despreciable de las mujeres. El tema del género en Cuba dentro de la cotidianidad es casi tabú; el CENESEX ha hecho un buen trabajo; pero es otra cosa, y se mueve desde una colateralidad que también perjudica a dicha institución. La paciencia con la explotación femenina alcanza alrededor de los siete siglos de la era moderna.
Algunos filósofos y sociólogos franceses desde mediados de los ochenta del siglo veinte han planteado una tesis, convenientemente muy sofisticada acerca de que a estas alturas de la “posmodernidad” traer hijos al mundo es el resultado de un lujo planificado: antes (según ellos) la concepción de los hijos tenía un interacción estrecha con el aporte económico a la familia; hoy es lujo que solo pueden darse las parejas que alcanzan una estabilidad en esa inestabilidad sociogrupal que se conoce como “clase media”. Que a estas alturas de la crisis global del capitalismo se está disipando.
De alguna manera, la compresión en la natalidad que sucedió al llamado “boom” de la década de los sesenta y setenta en Cuba (1960-1975 ¿?) tiene una relación innegable con la necesidad por parte de las mujeres cubanas no solo de tener el tiempo para materializar su acceso e integración a la sociedad nueva; a su vez conservar los frutos progresivos de esa integración, ante los imprevistos socioeconómicos que ha experimentado y sufre aún un país bloqueado por EE.UU., al insuficiente compromiso por parte de los hombres, y hasta algunos miembros importantes de las familias. En un momento determinado, la mala educación sexual y el bajo grado de cultura general convirtieron al aborto en un método esencial de contracepción.
Las dificultades materiales siempre han existido en mayor o menor grado; pero lo esencial para la mujer es no perder la estabilidad alcanzada –a veces de manera fragorosa-, aumentando la prole, o en casos que ya no son excepcionales, renunciando al embarazo deseado. Entre las mujeres que lograron alcanzar un nivel científico académico o universitario y que ocupan plazas de especialistas o funcionarias, de manera empírica he descubierto un porciento alto de mujeres sin hijos, y que debido a la edad promedio que tienen no habrá oportunidades para ellas en se sentido. Al margen de las excepciones y los “mitos” provenientes de malas promociones, que no hacen más que reafirmar la regla. Si una mujer en Cuba alcanza los cuarenta años de edad, quizás un poco menos, sin haber parido será casi imposible que lo logre. Y las mujeres con alta calificación alcanzan más de sesenta por ciento de la fuerza laboral del país. Es quizás lamentable o risible, pero a estas alturas de la rectificación radical socialista posible la sociedad cubana está saturada de “masculinidades socotrocas”.
La generación del “boom” antes enunciada anda cercana a la media rueda; las que nacieron, por ejemplo, en el año 1974, ahora mismo tienen o están a punto de arribar a los cuarenta años. Edad muy crítica para el parto. Al menos en una economía como la nuestra. La institucionalidad y la política nuestras se percataron del asunto un poco tarde. Pero todo parece indicar que son, precisamente, las mujeres quienes tienen o cargan con la “culpa” del problema. Las aperturas legales implementadas, sobre todo las que tienen relación con los procesos migratorios, al menos en principio, garantizan la libertad de movimiento a los ciudadanos, pero agravan la situación. La primera presión en ese sentido está en que una mujer que emigra o viaja, por razones económicas al parir en el extranjero e inscribir a su hijo como ciudadano de otro país, asegura salir nuevamente sin dejar de ser ella misma cubana. Y a estas alturas no es EE.UU. un destino totalmente preferencial. Hay una buena comunidad cubana en Australia. Según el especialista y escritor español Salvador López Arnal, el año pasado emigraron hacia Cuba noventa y pico de europeo, la mayoría hombres y para colmos muchos en edad de jubilación (en mi edificio viven dos europeos uno en concubinato y otro casado con una cubana; ambos mayores de 55 años). La sustentabilidad económica del país ya no puede perseguir (al menos solo) el aumento de la natalidad de las mujeres cubanas; a su vez estimular la inmigración hacia la isla como destino posible.
A continuación algunos comentarios acerca del artículo de referencia:
Antes una breve reflexión. Se observa dentro de la sociedad cubana, la existencia de mujeres que alumbran un número de hijos que no pueden mantener y que deberá entonces el sistema de seguridad social encargarse de ellos. Mujeres desocupadas o con trabajo muy precario, pero sobre todo adictas al alcohol, o en condiciones mentales también precarias; me baso en la observación diaria dentro del entorno social en el que me muevo, que es bastante amplio. Las razones son varias; y ninguna vinculada al compromiso de los hombres, sino a la búsqueda del mismo a través de los hijos, y a la irresponsabilidad personal. A fin de cuentas, las reales condiciones materiales y económicas existentes condicionan el problema.
En una parte del texto de referencia se puede leer:
“estudios confirman que las mujeres cubanas, en general, quieren y aspiran a ser madres alguna vez y en no pocas ocasiones este argumento sobresale por encima de otras consideraciones de índole socioeconómica, como la falta de recursos o de vivienda, así como también de aquellas relacionadas con la realización personal o la responsabilidad y sobrecarga que implica la crianza y manutención de hijas e hijos." i
Pero tales aspiraciones al ser materializadas pasan la cuenta solo a las mujeres y a su relación y responsabilidad para con los hijos. Los hombres miran desde “lejos” y colaboran a su manera. O se distancian del problema como padres. No puede desconocerse la existencia de un porciento no desdeñable de mujeres jóvenes que buscan el camino de emigrar no solo para realizar esas aspiraciones, existen casos en que se llevan con ellas a los hijos ya nacidos. El peor daño no estriba en los potenciales niños por nacer, sino en la partida de los ya nacidos. No se debe olvidar que aquel “boom” enunciado fue la respuesta social a la Operación Peter Pan de principios de la Revolución; y fue una acción subversiva de la inteligencia imperialista. Cuidado con la amnesia histórica. Puede existir una estimulación solapada a los efectos de esta época. La falta de condiciones elementales para materializar aspiraciones de esa índole (vivienda, dinero, insumos etc.) mueve mucha emigración alrededor del mundo.
De todas formas, se observa un esfuerzo de las mismas mujeres en la materialización de esas aspiraciones; parejas homosexuales femeninas han llegado a acuerdos que les permiten parir y criar hijos, en un proceso solidario de género que el prejuicio existente cultural evita sea visualizado dentro de la cotidianidad cubana.
Más adelante puede leerse:
"El llamado “cambio en la condición de la mujer” se alza, además, como una importante causal de la baja fecundidad. Se confirma en ellas “una singular autonomía que no deriva solo de la elevada escolaridad y participación en la actividad económica. Existe también una elevada seguridad en el sistema de salud y en los derechos sociales”, ha defendido en sus estudios la doctora Marisol Alfonso, actual oficial de Programa del UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas en Cuba. Otras indagaciones apuntan a la ausencia de procesos estructurados de planificación familiar cuando llega el primer bebé. O sea, en no pocas ocasiones la decisión se toma, ante la evidencia de un embarazo y no como consecuencia de una preparación consciente." ii
Agradeciendo a la doctora Alfonso su criterio, creo que no es todo lo objetivo necesario. Las tensiones en las que las mujeres cubanas viven producto de la aún insustentabilidad en la producción de bienes materiales y del salario medio, trastornan a las posibilidades de planificación posibles. El grado de cultura general interactúa con las condiciones de sustentabilidad económica; nosotros los que no parimos, pero “fuimos a la escuela” sabemos que a pesar de todas las garantías existentes en la atención médica, cuando una mujer promedio pare se está jugando literalmente la vida. Y debe rodearse de condiciones no solo materiales sino también sociorrelacionales, espirituales sicológicas personales que la estimulen en tan grave trance. Mientras mayor en edad es una mujer aumenta ese peligro. De tales condiciones no son solamente garantes la calidad y gratuidad de la atención médica. La otra parte de la pareja no solo “acompaña” sino que forma un “team” con la parturienta. No existe peor condición mental y espiritual que “parir sola”. Reiteramos que es caso común que las mujeres en Cuba terminen afrontando solas algo tan complicado.
En el mismo artículo se expresa que:
“Dice Isabel Moya: "las mujeres están estresadas, sienten culpa por las disfuncionalidades de la familia, están sobrecargadas." iii
O ¿será posible que algo así pueda resolverse con la formalista y falto de imaginación de las promociones en los medios?
"... sobre todo las que ya eran madres, hablaron del poco apoyo recibido por parte del esposo o novio en la atención a sus bebés y demandaron apoyo de los medios de comunicación. [...] “Las tandas de pañales sucios y las noches sin dormir fueron para mí sola y no quiero volver a vivir dos años como esos”, explicó una joven de 27 años de la provincia de Granma." iv
¿Es una excusa torpe endilgarle las culpas al envejecimiento de los ya nacidos y necesitados de cuidados?
"La baja fecundidad siembra el terreno para que florezcan las canas pero, a la par, las mujeres, generalmente sin hermanos o cuñados que las apoyen, comienzan a identificar el cuidado de ancianos –padres, suegros o abuelos- como causa de su baja fecundidad." v
¿Se pide que se promueva lo que se enseñaba antes dentro de la cotidianidad en la reproducción social con respecto a la familia; para esas parejas qué es la “normalidad”? Es un problema de valores ético-sociales. Es un problema no solo cubano.
"las parejas confesaron desconocimiento de alternativas que les permitan enfrentar la presencia en casa de adultos mayores necesitados de atención permanente, sin dejar de trabajar y desarrollar su vida con normalidad. Y demandaron del quehacer periodístico herramientas para manejar situaciones de la cotidianidad relacionadas con la educación de hijas e hijos y el intercambio o convivencia con el resto de la familia, sobre todo cuando comparten espacio varias generaciones." vi
La reproducción capitalista en los medios está saturada de programas de tv con esos temas; pero solamente referidos a familias dentro de la ya casi en “evaporación” clase media.
"Documentales con experiencias de cómo otras familias resolvieron los problemas, historias de vida con soluciones fueron alternativas demandadas." vii
El problema de la baja natalidad en Cuba es muy grave porque se extiende por casi cuarenta años, y se siguen yendo más personas del país de las que emigran hacia Cuba. Recién se comienzan a implementar los lineamientos económicos, lo que demorará algún tiempo, impreciso, en dar sus frutos. Aún cuando muchos estén buscando la posibilidad de viajar, lo ideal sería que la gente prefiera regresar a continuar su vida centro del país. No es un secreto, reiteramos, que la que pare en el extranjero le da la ciudadanía de ese país a su hijo. Y eso no lo inventó el socialismo.
Desde el litoral este de La Habana marxista, revolucionaria y martiana. 03/06/2014
i Dixie Edith. "Fecundidad, más allá de la estadística" Cubaprofunda. http://cubaprofunda.org/artdixie.php?ID=211)(http://cubaprofunda.org/artdixie.php?ID=211
ii Ibidem.
iii Ibidem.
iv Ibidem.
v Ibidem.
vi Ibidem.
vii Ibidem.
https://www.alainet.org/es/articulo/86211
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