Las afrouruguayas, las políticas y los políticos

07/05/2014
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  • Opinión
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La ley de cuotas para la intervención de mujeres en política parece estar siendo respetada en las elecciones internas 2014. Casi siempre van uno o dos hombres primero, pero al menos avanzamos. La cuota legal trata de participación democrática en espacios de decisión gubernamental. Pretende justicia al repartir poder por igual entre varones y mujeres.
 
Féminas a nivel de liderazgo profesional, social y político, aunque escasean, las hay en Uruguay. Han logrado sortear escollos legendarios impuestos por una cultura sexista y opresora de las iniciativas femeninas. Deberían ser muchísimas más porque somos el 52%.
 
La discriminación positiva contribuye a equiparar oportunidades entre ambos sexos. ¿Es esto una amenaza para la carrera política de los hombres? En un análisis simplista y hasta mezquino digamos que sí.
 
El principio acorde a derechos humanos es: ayudemos a quien hace generaciones venimos empujando para atrás.
 
Así se entiende fácil.
 
La representatividad pública de los géneros femenino y masculino, debería ser reflejo fiel de la realidad poblacional. Si no, algo no está bien. Y no se trata de obligar a nadie a hacer lo que no quiera sino de tener la misma libertad de elegir sin diferenciaciones por sexo más que las biológicas.
 
No al sofisma de las capacidades porque si encerramos a las mujeres con las responsabilidades hogareñas como dominio exclusivo, condenamos al exilio de lo público a quienes en otras condiciones podrían optar por desarrollarse en otras áreas, también, además, o exclusivamente.
 
Se podría, si la cosa es compartida.
 
La ley propone algo más que cuotas. Propone una verdadera revolución cultural. Dice de expresarnos en clave de libertades y cambiar los parámetros de contribución al sistema político, hasta ahora machista, clasista, racista, hacia una dinámica social plural, inclusiva, con oportunidades reales para todas y todos. De lo contrario nos perderemos un aporte sustancial, la otra pierna para apoyarnos y caminar hacia un futuro disfrutable en colectivo.
 
Vamos más allá en las reflexiones dada la desventaja acentuada de las damas afrouruguayas intra comunidad y entre las femeninas en general. 
 
La propuesta sería prorrogar la ley de cuotas hasta revertir la situación de inequidad y que se transforme en ley de paridad de género y racial con espacios obligatorios para afrouruguayas -elegibles, de importancia política y no figurativa- a definir en su proporción.
 
Más del 70% de nuestras mujeres afro son sirvientas y muchas, además de profesionales, somos militantes formadas a fuerza de exclusión permanente. Una población vulnerada históricamente, nunca accedería a cargos jerárquicos sin un apoyo específico.
 
La calidad de la democracia uruguaya estará en tela de juicio en tanto sus jerarcas estatales no reflejen cabalmente la diversidad cultural del país.
 
¡Hacen falta flores negras para perfumar nuestro Parlamento y organismos de Gobierno!
 
Iguales condiciones para personas diferentes no es igualdad. Pensemos en un muro y de un lado gentes de distintos tamaños: si les damos un apoyo de la misma altura para subirse, unos lograrán ver al otro lado y los más pequeños seguirán sin ver, invisibles y ocultos.
 
No queremos eso para nuestra sociedad… ¿o si?
https://www.alainet.org/es/articulo/85389?language=es
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