Algunos errores de las izquierdas
19/04/2014
- Opinión
Uno de los argumentos que sostienen amplios sectores de las izquierdas es que los Estados están perdiendo soberanía, siendo sustituidos por entidades llamadas multinacionales (las famosas empresas financieras o industriales) que se han convertido en las unidades que dirigen la actividad económica mundial. Según esta teoría, los Estados –enfrentados a estas multinacionales– tienen cada vez menos poder. De ahí que se concluya que la globalización de la actividad financiera y económica ha debilitado enormemente a las izquierdas, puesto que el área de intervención de las izquierdas se ha basado tradicionalmente en su acción sobre los Estados.
De esta interpretación de la realidad se deriva la estrategia de establecer instituciones públicas supranacionales –como la Unión Europea (UE)– que puedan enfrentarse, de igual a igual, con las multinacionales. La idea de que haya “más y más Europa”, término utilizado por las familias políticas que favorecen el desarrollo de unos Estados Unidos de Europa, surge de esta lectura de lo que está ocurriendo. De esta manera, la UE protegerá a los Estados frente a aquellas entidades financieras y económicas globalizadas. Este es el pensamiento dominante entre la mayoría de los partidos de izquierda y los sindicatos, que han visto mermada su fuerza en los últimos treinta años. Y los medios están llenos de artículos que subrayan y lamentan el impacto negativo de la globalización de la actividad económica en las izquierdas.
Este argumento tiene varios puntos vulnerables que no resisten a la evidencia empírica existente. Veamos los datos.
1. Por extraño que parezca, la economía mundial está hoy menos globalizada de lo que lo estaba a principios del siglo XX. Se ha escrito extensamente sobre ello. Hay libros rigurosos y bien documentados que han mostrado esta realidad. La llamada “globalización” es menos nueva de lo que se dice.
2. Hoy, los países escandinavos están entre los países más globalizados del mundo debido a su escaso tamaño y sus economías están plenamente integradas en él. La suma de sus exportaciones e importaciones alcanza unos de los porcentajes mayores sobre el PIB conocidos en los países de la OCDE. Y, sin embargo, sus salarios y su protección social, y sus Estados del Bienestar están entre los más elevados del mundo. Según las teorías de la globalización, que asumen que tal globalización imposibilita realizar políticas redistributivas y progresivas, estos países tendrían que estar en un estado de desesperación, tal como lo están los países periféricos o llamados PIGS en la UE. Pues bien, no lo están. Y ello debido al gran peso que el movimiento obrero ha tenido y continúa teniendo sobre sus Estados. Los Estados continúan siendo la pieza clave para entender nuestra realidad. Y la fuerza social que más los influencia es la determinante de las políticas públicas que se realizan. La pobreza de los salarios, de la protección social y del Estado del Bienestar en los países periféricos –incluyendo España– tienen poco que ver con la globalización y mucho que ver con el enorme dominio de las fuerzas conservadoras han tenido históricamente sobre sus Estados.
3. Las mal llamadas multinacionales no son multinacionales, es decir, no son propiedad de varias naciones. La General Motors es una empresa estadounidense, Telefónica es una empresa española, y el Banco de Santander es una empresa española. Todas las empresas multinacionales están en varios países. Su sistema de producción y distribución está en múltiples naciones. Pero ello no las hace multinacionales. Es decir, no son propiedad de varias naciones, como el nombre de multinacional implica. En realidad son empresas transnacionales. Para entender el comportamiento de General Motors hay que entender la relación entre esta empresa y el estado federal de EEUU. Un tanto igual ocurre con Telefónica o el Banco Santander. Para entender su comportamiento hay que ver su relación con el estado español. Y ello ocurre independientemente de los cambios de propiedad de su accionariado. Los principales directores de la sede central son del país donde está ubicada. Y cuando un conflicto ocurre entre transnacionales, los que se sientan para arreglar el conflicto son los Estados donde dichas empresas están ubicadas. La evidencia es robusta en este sentido.
4. Las causas de que las izquierdas estén a la defensiva desde los años ochenta no se deben a la globalización, sino a la forma en como esta se construyó, que depende de la relación de fuerzas existente en cada Estado. Un tanto igual ocurre en cuanto a la Unión Europea y el euro. El diseño de la eurozona respondió a las coordenadas de poder existentes dentro de cada Estado y muy en particular, del dominio de partidos conservadores, liberales y socioliberales en los estados constituyentes de tal comunidad. Ellos son la causa de que la eurozona esté diseñada para debilitar al mundo del trabajo a favor del mundo del capital. El conflicto de clases dentro de cada Estado juega un papel clave. Y la alianza europea de las clases dominantes dentro de cada país es la fuerza determinante que configura las políticas públicas en la Unión Europea y en cada país miembro.
5. Las políticas que se están realizando hoy en la eurozona no se deben a la globalización del capital financiero, sino a la falta de protección de los Estados frente a los mercados financieros, lo cual es consecuencia del diseño que se hizo del sistema de gobernanza del euro. El BCE no es un banco central (ya que, si lo fuera, defendería a los Estados frente a la especulación) porque fue diseñado así por los partidos gobernantes de los países que lo crearon.
6. El sistema imperante es consecuencia de esta alianza de clases. Cuando los Sres. Zapatero o ahora Rajoy hacían los recortes, por ejemplo, indicaban que no tenían otra alternativa pues así lo instruía la Troika (el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo). Los datos empíricos muestran, sin embargo, que sí que podían haber hecho y llevado a cabo otras políticas (ver el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar en España, de Navarro, Torres y Garzón). En lugar de congelar las pensiones para conseguir 1.500 millones de euros, el Sr. Zapatero podría haber eliminado la bajada del impuesto de patrimonio (consiguiendo 2.100 millones) o de sucesiones (2.552 millones) que realizó en su reforma fiscal del 2006. Y Rajoy, en lugar de recortar 6.000 millones de euros en sanidad (que representa un ataque frontal al sistema nacional de salud) podría haber eliminado la bajada de impuestos (también incluida en la reforma del 2006) a las empresas que facturan más de 150 millones de euros al año (que representan el 0,12% de todas las empresas), consiguiendo 5.300 millones. El hecho de que escogieran las primeras políticas públicas y no las segundas no tiene nada que ver con la globalización, sino con el poder de clase. Las políticas alternativas que cito habrían afectado más a las clases sociales que tienen más poder que las clases afectadas por las medidas que se tomaron. Todas las políticas que se están llevando a cabo –en teoría en respuesta a la Troika– benefician a las rentas del capital a costa de las rentas del trabajo.
7. En todos los países de la eurozona, las derechas dominan los aparatos de los Estados como consecuencia del enorme colapso de las izquierdas que gobernaban antes. La pregunta clave es, pues, por qué fracasaron. Y la respuesta es que fracasaron porque llevaron a cabo las políticas neoliberales. Y para entender esto, no es correcto escudarse en la globalización y en que no tenían alternativas. Sí que las tenían. Lo que ocurre es que no las conocían o sentían más identificación social y política con el capital que no con el mundo del trabajo. Es decir, dichos partidos han evolucionado enormemente, tanto en su composición social como en su comportamiento. El enorme empobrecimiento de la democracia es consecuencia de la aplicación de tales políticas que no tenían ningún mandato para realizarlas.
8. Toda la evidencia empírica muestra que los estados juegan el papel central en configurar las políticas públicas. De ahí que el punto determinante es la correlación de fuerzas existentes en cada estado. No es cierto lo que dicen los gobernantes de España (y de Catalunya) que tales políticas que están imponiendo a las poblaciones (que causan un gran dolor en las clases populares) se deban a Bruselas, o a Frankfurt, y aquí en Catalunya añaden Madrid. No. Naturalmente que Bruselas, Frankfurt y Madrid son un problema. Pero el mayor problema/causa de estas políticas hay que buscarlo en España y en Catalunya. La externalización de responsabilidades es la constante excusa de los grupos y clases dominantes. Y mientras, se están aplicando políticas públicas que las derechas siempre desearon. Y algunas izquierdas ni se enteran.
9. El problema de grandes sectores de las izquierdas es que han abandonado categorías de análisis, substituyéndolas por otras, que no explican satisfactoriamente la realidad que nos rodea. Tal como he señalado en mis trabajos (ver “Capital-Trabajo: El origen de la crisis actual” en Le Monde Diplomatique, 10/13/07), el conflicto capital- trabajo a nivel de cada estado es de una enorme importancia para entender el desarrollo de las políticas públicas tanto a nivel estatal como global. El artículo citado, que, tras ser aceptado en la sección económica de El País, no fue aceptado ni publicado en tal rotativo, ha tenido escasa incidencia en el mundo político español. Su publicación en inglés, sin embargo, generó mayor debate que en España, siendo otra publicación, en las mismas líneas, llamada Capital in the Twenty-First Century del profesor Thomas Piketty, que se ha convertido en uno de los escritos más influyentes hoy a los dos lados del Atlántico. En España, cuyo ambiente intelectual y político continúa siendo profundamente conservador, tal tipo de análisis prácticamente ha desaparecido y continúa marginado. La transición inmodélica determinó un gran retraso, no solo político y social, sino también intelectual en nuestro país, y es de lamentar que esté también afectando a los partidos de izquierda.
- Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra
https://www.alainet.org/es/articulo/84905
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