Arzobispo Romero: la dimensión política de la fe
23/03/2014
- Opinión
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Aproximación filosófica al enunciado “opción preferencial por los pobres” del obispo martir
WASHINGTON -. Una de las razones por el profundo interés en Monseñor Romero ha sido su personificación de la teología de liberación y la política de emancipación. En un discurso que Romero dio dos meses antes de su muerte, él se enfocó en como estas dos dimensiones de praxis (prácticas) están relacionadas. El discurso de Monseñor Romero, "La Dimensión Política de la Fe desde la Opción por Los Pobres" fue presentado en la Universidad de Lovaina, Bélgica, el 2 de Febrero de 1980, en ocasión de su aceptación de un Doctorado Honorario. Su discurso definió tres conceptos centrales dentro de su visión de práctica teológica. Voy a tratar de interpretar las principales categorías de acercamiento, encarnación y conversión de manera de que sean comprendidas por los humanistas en general, pero a la vez honrando el punto de vista de la fe Cristiana de Monseñor Romero.
Opción por los Pobres
El postulado de "La Dimensión Política" es que los feligreses y la iglesia misma pueden ser parte de la transformación del mundo actual en que vivimos a través de la "opción preferencial por los pobres". Cuando uno entra en el camino de la opción preferencial por los pobres, como insta Monseñor Romero, no significa que al principio uno es motivado por algún entendimiento profundo de la experiencia de los pobres. Es más, uno tiene que admitir desde el principio que no hay garantías que aunque haya experimentado la pobreza, uno va a estar automáticamente al lado de los pobres. Por cierto uno puede tener tal experiencia y aún así traicionar los intereses de la comunidad a fin de obtener algún beneficio personal. En El Salvador de 1980 no había escasez de aquellos que estaban dispuestos a delatar a sus vecinos y colaborar con las fuerzas de seguridad, ORDEN (una organización paramilitar) y los escuadrones de la muerte.
Lo que distingue a los defensores de los pobres no es un estrecho interés personal, sino la fe, o, más bien, la buena voluntad, la cual busca hacer realidad el desarrollo completo de cada ser humano
Lo que distingue a los defensores de los pobres no es un estrecho interés personal, sino la fe, o, más bien, la buena voluntad, la cual busca hacer realidad el desarrollo completo de cada ser humano. Los fieles tienen cierta intuición, basada en la ley moral, de que la opción por los pobres es consistente con el deseo del bien, pero esta intuición, y su objeto, el bien, permanecen todavía sin desarrollar. Monseñor Romero nos llama, entonces a que nos fijemos en aquellos que optan por los pobres aún antes de que hayan conocido o experimentado la situación de pobreza
A pesar de las intuiciones iniciales que lo motivan a uno a optar por los pobres, un tipo circular de razonamiento parece triunfar aquí. Aún asumiendo una buena voluntad, ¿cómo uno opta auténticamente por los pobres sin antes haber compartido sus experiencias? Esta es una pregunta legítima para muchos de los liberales, quienes han caído en una actitud paternalista hacia el pobre, promoviendo un mero asistencialismo en vez de una verdadera liberación. A lo mejor, la conciencia liberal reconoce los males de la pobreza, y aún simpatiza con los pobres, pero nunca pone seriamente en duda las meras instituciones y estructuras que producen y reproducen la extrema desigualdad económica. En el peor de los casos, la conciencia liberal, bajo el disfraz de altos principios de derechos humanos, democracia y libertad, justifica el apoyo a la violencia de los opresores. Muchos gobernantes de los Estados Unidos, a manera de justificar la ayuda militar para El Salvador usaron una serie de artimañas que en 1980 incluyo excusas de que la ayuda militar era necesaria para la preservación de la estabilidad regional, la defensa de los derechos humanos, la lucha contra el comunismo internacional, y para mantener influencia sobre las fuerzas de seguridad y así supuestamente estimular las reformas. En realidad, lo que esta mentalidad buscó fue preservar la continuidad de los "derechos" oligárquicos, la represión de una lucha popular, y el apoyo a los militares que cometieron asesinatos masivos de personas inocentes.
Al optar por los pobres, y al mismo tiempo teniendo cuidado de evitar las fallas del paternalismo y liberalismo, una buena voluntad está saliendo a luz, la cual busca encontrar tanto la humanidad propia, como la de los demás en una relación de reciprocidad. La buena voluntad reconoce que uno no puede alcanzar su propia humanidad a menos que la encuentre en el otro, a menos que uno ame. Sin embargo no es cualquiera que muestra el potencial para promover el bien común, sino, el pobre y los que se identifican con el pobre. Por supuesto que no somos tan ingenuos para aceptar cualquier presunción del "hombre nuevo" que surge en la lucha por la emancipación. Nosotros sabemos que ídolos falsos surgen aún en las filas progresistas y nos damos cuenta que la lucha por la justicia social y económica puede ser permanente, y que con mucha probabilidad encontrará desvíos en el camino. El punto es que la igualdad política y la justicia social para todos son consistentes con los intereses de los pobres; aún más, son demandadas urgentemente. Por contraste, los intereses de la oligarquía no pueden ser universalizados porque son inherentemente antagonistas a la igualdad política y la justicia social. Al principio de los 80's, después de las fallas de las juntas cívico-militares, se estaba viendo claro que los partidarios de la línea dura de la oligarquía salvadoreña y sus aliados en la Fuerza Armada, los cuerpos de seguridad y ORDEN, tenían sólo dos cosas que ofrecer a los que buscaban cambios estructurales verdaderos: terror y muerte.
Monseñor Romero acepta, entonces, que la opción preferencial por los pobres es exactamente eso, una parcialidad, una elección, pero es una opción preferencial consistente con la misión de la iglesia de servir a todos los salvadoreños. Romero sin embargo, estaba interesado en servir aún aquellos que son poderosos: “Desde ellos [los pobres] podrá la Iglesia ser para todos, podrá también prestar un servicio a los poderosos a través de una pastoral de conversión; pero no a la inversa, como tantas veces ha ocurrido.” Esta "pastoral de conversión" entonces, no es solo para los pobres, sino también para los ricos y poderosos. En sus homilías y programas radiales, Romero alcanzaba a todos los salvadoreños.
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Nuevamente, la buena voluntad, aunque optando por los pobres todavía no está basada en una experiencia real de pobreza y opresión, por ésta razón opta por lo que todavía es una abstracción universal, el mero concepto de humanidad. La opción entonces, aparece primero en forma de un deber. La buena voluntad entiende su deber, pero todavía no lo percibe ni lo siente. Esta alienación del objeto de la fé (o sea, de la buena voluntad) es un obstáculo en el camino no solo a un mayor entendimiento de el otro, sino a la realización de uno mismo. La buena voluntad debe de alguna manera cambiarse de la seguridad que da la perspectiva del espectador del mundo a retomar la lucha por la emancipación. Siempre y cuando el que opta es todavía un solo espectador, la humanidad es solo un concepto abstracto, Sin embargo, media vez el que opta realmente se convierte en miembro de la comunidad de los pobres, la humanidad se concretiza y es expresada en cada persona.
Este cambio de humanidad de lo abstracto a lo concreto, de la conciencia de espectador al de solidaridad es delineada por Romero como un paso del acercamiento a los pobres, a la encarnación y últimamente a la conversión: “Este acercamiento al mundo de los pobres es lo que entendemos a la vez como encarnación y como conversión.” Voy a intentar una interpretación de ésta transformación en la vida actual.
La buena voluntad se mueve fielmente hacia la realización de una comunidad basada en igualdad política, económica, y social (lo concreto universal) por medio de un acercamiento a los pobres. La buena voluntad se da cuenta que sólo a través del acercamiento va a ser capaz de conocer más profundamente el significado del concepto de humanidad y llegar a vivir la experiencia de los pobres. Para Romero ésto significó no sólo colocarse personalmente él mismo entre los pobres y defenderlos, sino poner a la iglesia misma en medio del conflicto político y social entre ricos y pobres en El Salvador.
El acercamiento de la persona de fé a los pobres pone en movimiento una dialéctica en donde los pobres comparten sus vidas y como resultado, la fe del primero se profundiza y envigoriza. En términos concretos, regresando a los años 80's la persona que se acerca alos pobres experimenta directamente o por proximidad como la concentración de la riqueza y poder en El Salvador está directamente relacionada al hambre, desnutrición; falta de acceso a la educación, salud, vivienda y agua potable; y a los desaparecimientos, la tortura y el asesinato de miles de Salvadoreños. El acercamiento también muestra a la persona de fé las aspiraciones de los pobres a ser ultimadamente protagonistas de su propia emancipación; además muestra como ésta lucha por la emancipación está relacionada a la dimensión política de la organización popular y su resistencia. Nuevamente, éste acercamiento profundiza el compromiso de la persona de fe y la hace comprender el concepto de humanidad en la vida real.
Monseñor Romero explica en su discurso como el acercarse a los pobres ayuda a superar el sentido de alienación: lo que ha sido generalmente abstracto es reemplazado por una experiencia concreta real (universal) en la cual uno encuentra no solamente al otro sino también a uno mismo. Para Romero el sufrimiento de los pobres es el sufrimiento de los hijos e hijas de Dios en la tierra. Así es que una profundización de la relación con los pobres es también vista como una profundización de la fé y un acercamiento a lo divino. Monseñor Romero dice que el acercamiento conduce tanto a la encarnación del individuo entre los pobres, así como a la conversión del individuo a velar por la defensa de los intereses de los pobres.
“Este acercamiento al mundo de los pobres es lo que entendemos a la vez como encarnación y como conversión.” Oscar Arnulfo Romero
Romero afirma: “El constatar estas realidades y dejarnos impactar por ellas, lejos de apartarnos de nuestra fé, nos ha remitido al mundo de los pobres como a nuestro verdadero lugar, nos ha movido como primer paso fundamental a encarnarnos en el mundo de los pobres. En él hemos encontrado los rostros concretos de los pobres de que nos habla Puebla.”
Esta encarnación establece una dialéctica entre la fe y la práctica al servicio de los pobres, con cada aspecto de esta relación robusteciendo el uno al otro. Para Romero, esta encarnación en la realidad socio-política de los pobres hace real la propia fe de la persona.
Monseñor Romero dice: “La dimensión política de la fé se descubre y se la descubre correctamente más bien en una práctica concreta al servicio de los pobres. En esa práctica se descubre su mutual relación y también su diferenciación. La fé es la que impulsa en un primer momento a encarnarse en el mundo socio-político de los pobres y a animar los procesos liberadores, que son también socio-políticos. Y esa encarnación y esa praxis a su vez concretizan los elementos fundamentales de la fé.”
De la Encarnación a la Persecución
Esta encarnación y conversión (las dos son inseparables) se expresan no solo en dar esperanza al pobre, sino en defenderlos en sus esfuerzos por desenmascarar la ideología dominante y buscar su propia liberación. El acercamiento, entonces, y la subsecuente encarnación y conversión, conducen a la dimensión política de la fé.
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Al entrar en la dimensión política y la defensa de los pobres, la iglesia se encuentra a sí misma y también sufre realmente la misma persecución de los pobres. Como Romero señala: “De nuevo son los pobres los que nos hacen comprender lo que realmente ha ocurrido. Y por ello la Iglesia ha entendido la persecución desde los pobres. La persecución ha sido ocasionada por la defensa de los pobres y no es otra cosa que cargar con el destino de los pobres.” Este es el destino de aquellos que literalmente personifican en su propio cuerpo las experiencias vividas de los pobres y acompañan al pobre en su lucha por la liberación. La extrema derecha y sus aliados en las fuerzas de seguridad y los escuadrones de la muerte persiguieron a sacerdotes y a otras personas pertenecientes a la iglesia popular y ultimadamente al mismo Arzobispo. Pero ellos no pudieron silenciar el mensaje de Romero, pues éste mensaje continuó siendo escuchado a través de la guerra civil e inspira a una nueva generación a continuar una práctica (praxis) liberadora.
Por lo tanto, la pregunta para Romero, no es si la iglesia tiene un impacto político, sino que qué impacto debe tener de acuerdo a la fe. Refiriéndose al Consejo del Vaticano II, Romero insta a que “la esencia de la Iglesia está en su misión de servicio al mundo, en su misión de salvarlo en totalidad, y de salvarlo en la historia, aquí y ahora.” Aquí Romero se refiere no sólo a la realidad de El Salvador, sino que a los ciudadanos (polis) en general e insiste que “…los pobres son los que nos dicen que es la “polis”, la ciudad y que significa para la Iglesia vivir realmente en el mundo.” Para Monseñor Romero, entonces, la teología de la liberación requiere primero y ante todo el "acercamiento" de la iglesia al mundo de los pobres. Si nosotros traducimos esto en términos existenciales, significa que debemos buscar maneras de substituir nociones abstractas del ego aislado de una persona por experiencias compartidas en sentido comunitario, y de reemplazar el uso liberal de los "derechos humanos" y "libertad" por una solidaridad verdadera en vez de permitir que solo sean aplicadas selectivamente al servicio del capital.
"La Dimensión Política," alcanza a todos aquellos que están comprometidos con realizar valores humanistas en el mundo. Los procesos de acercamiento a los pobres, de encarnación, y de conversión, trazan la transformación desde el concepto meramente abstracto de lo que es la humanidad hasta la experiencia real de compartir la vida en comunidad. Desde un punto de vista existencial, esto significa que se espera que la misma práctica de solidaridad conlleva a una solidaridad siempre más auténtica.
Domingo, 23 de marzo de 2014
Frederick B. Mills
Profesor de Filosofía, Departamento de Historia y Gobierno, Bowie State University e Investigador, Consejo de Asuntos Hemisféricos-COHA.
Traducción al Español: Arístides González y Evelyn González.
Versión original en inglés: http://www.coha.org/commemorative-essay-archbishop-oscar-arnulfo-romero-on-the-political-dimension-of-faith/
Fotos: ContraPunto
https://www.alainet.org/es/articulo/84198
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