Zenobia Machicado Caero, nació en el distrito minero de Huanuni un 8 diciembre de 1945, hija de una familia proletaria, a la edad de los 12 años quedó huérfana de madre junto a sus 6 hermanos , cursó hasta el sexto de primaria y tuvo que abandonar la escuela para ayudar en la precaria economía de su familia, conoció la cruda realidad del emporio minero, una vida dantesca donde las palliris entre minerales y combos extraviaban su sonrisa en los gélidos parajes de los desmontes, donde las mujeres hacían milagros en las ollas vacías en una realidad asediada por los pasos certeros de la muerte. Su vida estuvo consagrada a la lucha por la emancipación de los pobres, de los que no tenían ya nada que perder ni esperar, pues estaban convencidos de la indiferencia y el olvido de los gobernantes hacia su condición de parias invisibles del subsuelo con olor a copajira.
Su vida estuvo signada de avatares, de luchas y enconos políticos por los que confiscaron la libertad de su gente, como dirigente de base de las Amas de Casa del distrito minero de Huanuni estuvo siempre al frente de sus bases, con ese sentimiento rebelde que siente todo revolucionario como cuando sintió el Che en aquella misiva a sus hijos antes de partir al país de la fatalidad "Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario”.
La compañera Zenobia muchas veces de manera silente y sin hacer ruido, en éste mundo de muchos ruidos y pocas nueces, luchaba en la resistencia, organizando y preparando raciones de alimento con sus compañeras en las históricas marchas de los mineros o curando las dolencias del alma de sus hijas cuando el hambre llegaba y no había nada de alimento que darles.
Tortuguita le llamaban cariñosamente sus compañeras como alusión a su apodo de su compañero Felipe Vásquez que se adelantó a la eternidad producto de una enfermedad que le ocasionó las múltiples torturas que recibió por los paramilitares en su época de dirigente minero , pese a su baja estatura, Zenobia, en honor a su apodo, tenía una coraza indomable contra el neoliberalismo y la debacle del capitalismo, fue una partisana más en la Guerra del Agua de aquel abril histórico del 2000 en Cochabamba.
La encontré en su modesta morada en la comunidad de Sauce Rancho municipio de Sipe Sipe, del departamento de Cochabamba, muy amable accedió a ésta entrevista para conocer de cerca las facetas de su historia y su percepción de la vida en estos tiempos de cambio como un justo reconocimiento a todas las compañeras que desde el anonimato contribuyeron para la apertura democrática en el país.
Entrevistador E.J.H.: ¿Cómo interpreta la lucha de las mujeres en la historia del movimiento minero?
Entrevistada Z.M.C.: Recordemos las luchas constantes que sufrió el pueblo boliviano en los periodos de dictaduras, como los campesinos en Epizana y Tolata durante el gobierno de Banzer o en las ciudades con la resistencia de los universitarios, los profesionales, las juntas vecinales ,los fabriles, las mujeres y hombres de los cinturones de pobreza, pero los centros mineros al ser contestataria y haber enarbolado la lucha obrera como vanguardia del proletariado del país contra los regímenes de facto y haber tenido líderes sindicales de una meridiana condición revolucionaria, fuimos los más reprimidos y sitiados por las dictaduras militares, recordemos “La masacre de la noche de San juan” en 1967, un genocidio que practicó el gobierno de Barrientos por aplacar la Guerrilla del Che en Ñancahuazú , es así que las mujeres mineras junto a nuestros compañeros mineros luchamos siempre por cambiar el sistema injusto del capitalismo.
El 28 de diciembre de 1977 cinco mujeres mineras con apoyo de la iglesia, tomaron la decisión de iniciar aquella histórica huelga de hambre en la ciudad de La Paz, entre éstas compañeras estaba Luzmila Rojas de Pimentel, Nelly Colque de Paniagua, Aurora Villarroel de Lora, Angélica Romero de Flores y Domitila Barrios de Chungara , junto a 14 niños, quienes decididas en la lucha por recuperar la democracia, despertaron la conciencia del pueblo y así ese piquete de huelga de hambre se fue masificando por todo el pueblo pidiendo la apertura democrática, el retorno de los exiliados, la vigencia sindical, la vigencia de los Derechos Humanos, entre otras reivindicaciones, se logró el histórico objetivo pero desafortunadamente duró sólo tres años.
En los años ochenta otro Golpe de Estado irrumpe en la historia boliviana, más cruento y sañudo aún, era el golpe paramilitar de Luis García Meza con esa su sentencia maquiavélica de su Ministro del Interior Luis Arce Gómez, que nos recordaba siempre que había que andar con “el testamento bajo el brazo”, amenaza que se consuma con la pérdida de los mejores hijos que tuvo Bolivia, Marcelo Quiroga Santa Cruz cae herido producto de las ráfagas de las armas automáticas de los paramilitares en las gradas de la Federación de Mineros en La Paz donde se realizaba el ampliado de la COB, también cae el compañero Gualberto Vega, a Marcelo lo retiran del lugar aún herido en una de las ambulancias utilizadas por los paramilitares, fue torturado y vilmente asesinado posteriormente, no se devela hasta ahora sobre el paradero de su cuerpo , pese a la exigencia y la lucha de sus familiares y el pueblo, una silenciosa complicidad con el argumento de no poder desclasificar los archivos secretos del Estado Mayor de entonces.
El 17 de noviembre de 1981 en el Gobierno de Celso Torrelio tomaron presos a los compañeros mineros en los centros mineros y entre estos, a mi compañero Felipe Vásquez Condori , quien era dirigente sindical del distrito minero de Huanuni, a raíz de una solicitada que sacó en el periódico “Hoy” del 7 de noviembre, denunciando los atropellos de los golpistas, de Huanuni salen las denuncias y los paramilitares fuertemente armados toman el campamento minero a las 02:00 de la madrugada, ingresan a nuestras viviendas por los techos y las paredes, mi esposo cae preso junto a muchos compañeros y desde ese instante no supimos más de su paradero.
Estas injusticias nos motivaron a las mujeres mineras de Huanuni para denunciar y reclamar por nuestros esposos, nos movilizamos pidiendo la libertad de los presos, recurrimos a la iglesia para solicitarle apoyo a nuestra demanda, pero la iglesia católica estaba amedrentada por los maltratos que recibían sus fieles por las hordas paramilitares, ya que meses antes habían sentido el escarmiento con el demencial asesinato del padre jesuita Luis Espinal Camps la noche del 21 de marzo de 1980, encontrado muerto al día siguiente con signos de tortura a orillas del río Choqueyapu.
Llegamos a La Paz 20 compañeras mineras el 22 de noviembre de 1981, entre ellas estaban Ester Gonzales, Cristina de Barrios, Lina de Veizaga, Inés de Huaygua, Analia de Quiróz, Constancia de Siles, Janeth Barrios, Wilma Ochoa, Elena Vásquez, Dionisia Ortega y mi persona, entre otras, tocamos las puertas de la iglesia pero no quisieron aceptarnos con nuestro piquete de huelga de hambre por temor a las represalias, nosotras también sufríamos amedrentamientos de muerte por los paramilitares, en La Paz tratamos de contactarnos con Derechos Humanos que estaban en la clandestinidad, nos ayudaron para entrar a una casa de seguridad provisionalmente, decidimos dividirnos en dos grupos, un grupo de mujeres se fue a la embajada de las Naciones Unidas y mi grupo tomó por asalto el Arzobispado, porque el monseñor Jorge Manrique Hurtado no quería recibirnos por temor a los problemas con los paramilitares, estuvimos muy decididas en hacer la huelga de hambre ya que si no presionábamos en ese entonces el destino hubiese sido funesto para nuestros compañeros presos, nos ubicamos en la oficina del tercer piso del arzobispado, el personal se fue echando llave el edificio, por temor a que no se entere nadie, estuvimos encerradas e incomunicadas con el pueblo varias horas hasta que ubicamos hojas sábanas y logramos hacer un cartel enorme, escribiendo en letras grandes “mujeres mineras en huelga de hambre” , colgamos el cartel en la azotea del edificio y llamamos la atención de los transeúntes . El pueblo se había dado cuenta de nuestro propósito.
Al cabo del día escuchamos sonidos estrepitosos en la entrada del edificio al promediar las 17:30 de la tarde, pensamos que los paramilitares habían venido a tomar el edificio, nosotras nos agarramos en cadena humana, decididas a no separarnos, se abrió la puerta de la oficina donde estábamos y apareció el monseñor Manrique con un periódico en las manos y nos dijo acusadoramente ¡qué han hecho ustedes! , mostrándonos el periódico Jornada en el cual estaba la noticia que se había publicado sobre el piquete de la huelga de hambre de nosotras, así mismo ésta noticia se había difundido en CNN internacional, el monseñor se veía más comprensible por nuestra lucha, a raíz de esa noticia todo cambió a nuestro favor, nos llovió los fax y telegramas de los países amigos solidarizándose con nosotras, alentándonos a no desmayar en nuestra lucha, estos gestos de apoyo nos fortificó mucho y tiempo después se logró una nueva apertura democrática en el país.
Al día siguiente 23 de noviembre de 1981, redactamos un documento con el aporte de todas las compañeras, exigiendo la amnistía general e irrestricta, el retorno de los exiliados al país, la libertad de nuestros compañeros detenidos y desaparecidos, la vigencia de los derechos humanos, la vigencia sindical, la salida de las fuerzas represivas de los centros mineros, la reposición y funcionamiento de las radioemisoras mineras y la libertad de prensa entre otras peticiones (Al recordar este pasaje de su vida Zenobia con lágrimas en los ojos relataba estos momentos de lucha).
E.J.H.: ¿La lucha de antes fue la antesala para el cambio que se vive hoy en día?
Z.M.C.: La satisfacción personal que tengo desde lo profundo de mi ser, es que toda esa lucha de las mujeres mineras, todo ese sacrificio inmolando muchas de ellas sus vidas por recuperar la democracia en el país, hoy toda esa lucha se ve reflejada en la participación de las mujeres en el actual proceso de cambio. Pero esta historia debe de impartirse en las nuevas generaciones para que nunca más vuelva estos atropellos al ser humano, al menos existe un compromiso a nivel internacional de La Haya, de los Derechos Humanos a nivel internacional de no permitir que nunca más se practiquen estas violaciones.
E.J.H.: Cree usted que han sido comprendidas, han sentido el apoyo de los compañeros en la lucha conjunta?
Z.M.C.: A partir de nuestra participación todo fue cambiando, nos dieron mayor espacio y respeto los dirigentes mineros, desde la casa nuestros esposos que por la formación de la sociedad eran machistas fueron cambiando paulatinamente, nos valoraron más, todo esto hizo que nos volviéramos a reorganizar en Comités de Amas de Casa y junto a nuestros compañeros desde entonces emprendimos la lucha por las reivindicaciones obreras, pero considero que el machismo está enraizado en la sociedad y pese a las nuevas leyes en favor de las mujeres seguirá costando desligarse de este mal.
E.J.H.: Se sabe que las mujeres han jugado un papel importante en las marchas históricas de los mineros como la marcha por la vida.
Z.M.C: El 21 de agosto de 1986 después de un ampliado de la Central Obrera Departamental de Oruro a la cabeza de Freddy Ontiveros en la avenida Cívica de ésta ciudad se decidió realizar “La marcha por la Vida”, de una desarrapada movilización en sus inicios, se convirtió en un movimiento de más de 10 mil marchistas entre mineros, fabriles, universitarios, la clase media, y todas las valerosas mujeres que estábamos en esta marcha, a lo largo del recorrido se sumaron los compañeros campesinos, en algunos poblados a lo largo del recorrido, salían con algo de comida los hermanos campesinos como muestra de solidaridad.
Ésta histórica marcha de Oruro hasta Calamarca hizo tambalear al Gobierno neoliberal de Paz Estenssoro, fue un hito histórico en el movimiento obrero que marcó el inicio de las posteriores marchas que experimentaría el país, porque después de ese sacrificio con los pies ensangrentados y el hambre en el estómago, al llegar a las 04:30 de la madrugada del 28 de agosto, el poblado de Calamarca fue sitiada de militares, la fuerza aérea , el ejército y los policías empezaron a sitiarnos, parecía una zona de guerra, los aviones sobrevolaban muy cerca a la llanura, el lugar parecía un enorme campo de concentración, los militares fuertemente armados nos mantuvieron amedrentados durante todo el día y toda la noche, mientras que nuestros dirigentes en comisión exponían nuestras demandas al gobierno de Víctor Paz Estenssoro, quien temeroso del impacto que cobraba nuestra movilización, logró persuadir a nuestros dirigentes. La perfidia y la traición se apoderó de nuestro movimiento, Simón Reyes y el dirigente de los mineros Filemón Escobar entre otros, capitularon en nuestra lucha, por el temor inminente de desatarse una masacre, esa actitud sumisa impidió continuar la marcha hacia La Paz, nuestra dirigente de las Amas de Casa de Huanuni, la compañera Emiliana Reyes de Solís al saber de ese perjurio y la impotencia de no poder hacer nada lo zarandeó a Simón Reyes tildándole de traidor y sepulturero del movimiento obrero. Obligados a punta de fusil, volvimos con el sabor amargo de la resignación a nuestros distritos mineros, pero dijimos a los cuatro vientos que “Los mineros volveremos”.
El gobierno siguiendo la línea neoliberal del Decreto Supremo 21060 del 29 de agosto de 1985, seguía lanzando el anzuelo para seguir relocalizando a los obreros, ofreciendo indemnizaciones antojadizas como el Mil por uno, el plan era cerrar a toda costa las minas y seguir echando a las calles a los obreros que quedaban, en este tiempo las mujeres mineras jugamos un rol importante en defensa de las fuentes de trabajo de nuestros compañeros, hicimos manifestaciones permanentes en la ciudad de La Paz, fuimos reprimidas y maltratadas por la policía en innumerables veces llegando a ser gasificadas y reprimidas con balines un 27 de mayo de 1987, en el día consagrado a las madres bolivianas, pero pudo más nuestra lucha que la soberbia neoliberal y anti patriótica del gobierno, logrando así con nuestra lucha a que la mina de Huanuni no se cierre.
E.J.H.: Se dice que nuestra abigarrada sociedad boliviana tiene un machismo enraizado, ¿cree usted que ha habido un cambio desde que irrumpió el proceso de cambio en Bolivia?
Z.M.C.: Sí, se ha avanzado bastante desde la ley de leyes donde se incorpora los derechos de las mujeres y la paridad de género en las esferas de la administración del Estado Plurinacional, estamos avanzando pero aún falta mucho por recorrer, nos falta seguir socializando el rol de la mujer en la sociedad, por ejemplo en el sector donde vivo ahora en el municipio de Sipe Sipe, el alcalde valora el trabajo de la mujer, nos ha dado nuestro espacio en el tema de equidad de género, nos ha apoyado para que la organización de mujeres Bartolina Sisa, tengamos cursos de tejidos y costura, hay mujeres que vienen permanentemente al taller de comunidades alejadas, manifiestan que son comprendidas por sus esposos porque desean mejorar la condición de vida de sus familias, pero pese a estos matices, todavía falta mucho por concientizar, por ejemplo según datos estadísticos que maneja la Oficina de la Mujer en Cochabamba son alarmantes los casos de violaciones hacia las mujeres, en las esferas intrafamiliares, el acoso sexual en sus fuentes de trabajo, el acoso político, las violaciones sexuales y el feminicidio nos hace ver que no estamos a la altura de la Constitución Política del Estado, la sociedad sigue mentalizado en la cultura del machismo.
E.J.H.: Se supo que a raíz de su actividad sindical fue invitada a varios eventos internacionales como en el Ecuador y México.
Z.M.C.: Si he sido invitada el 2008 a un evento organizado por la organización ecuatoriana “ La emancipación de las mujeres “para hablar desde mi perspectiva sobre el rol que jugó la mujer boliviana en la elaboración de la Nueva Constitución Política del Estado y creo yo que mi modesta experiencia me dio solvencia para hablar sobre ese tema ya que estuve en todo estos procesos de cambio que vivió el país, asimismo el 2010 el Senado de México me invitó a una conferencia sobre Derechos Humanos, esto se debió a la referencia que los mexicanos tenían de mi persona cuando formé parte de la directiva de la Asamblea de Derechos Humanos en Huanuni, conjuntamente con las compañeras de entonces como Marta Centeno, Luz Arévalo, Marta Osini, María del Pino León entre otras. Aprovechando mi estadía en México a invitación de la juventud del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) participe de la Cumbre del “Foro global por la vida, la justicia ambiental y social “sobre el cambio climático que se realizó del 4 al 10 de diciembre del 2010 en Cancún, organizada por la Vía Campesina.
E.J.H.: Qué opina usted respecto al cambio climático en el país.
Z.M.C.: El granero de Bolivia que era Cochabamba perdió su razón de ser, porque todos quieren construir de manera frenética en el departamento sin prevenir lo que va a pasar en el futuro mediato, el tema de urbanizar áreas verdes, como quieren hacer en Pucarita Chico no es correcto, se elabora proyectos sin consultar a los comunarios del lugar, cómo vamos a poder garantizar la seguridad alimentaria sino cuidamos nuestras áreas de cultivo. De un tiempo a esta parte nuestro presidente sigue luchando con coherencia por abolir la pobreza hasta el 2025, pero muchos de sus colaboradores trabajan en contra ruta, muchos seguidores no están a la altura de los cambios revolucionarios, pienso que la reacción y la derecha está incrustada en algunas esferas de gobierno y quieren socavar desde adentro este cambio que ha costado mucho al pueblo.
E.J.H.: El motivo de esta entrevista fue la de ponderar la lucha de las mujeres que contribuyeron para el cambio que experimenta nuestro país. Su mensaje a la mujer boliviana.
Z.M.C.: La lucha y el sacrificio de las mujeres que a lo largo de la historia han contribuido para consolidar el estado de derecho que hoy en día los bolivianos y bolivianas vivimos, ha sido importante, muchas compañeras revolucionarias ya no están entre nosotras y no lograron ver éste proceso de cambio tan particular como es, ésta revolución cultural y democrática, pero quedan sus ejemplos y su testimonio de vida en la memoria colectiva de sus bases y como tributo a todas aquellas compañeras es importante seguir luchando para despojarse del machismo y educar al hombre nuevo profundizando el cambio hacia el socialismo.
“La mujer no sólo se la debe de ver como aquella rosa que engalana el entorno, nos cautiva con su delicada fragancia y su efímera lozanía, que una vez marchita la abandonan al desecho. Al contrario la mujer debe de ser la compañera de lucha junto al hombre, decididos por cambiar este sistema en detrimento, sin perder la sonrisa”. Zenobia Machicado Caero.