Qué pasa en Venezuela?

09/03/2014
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En los últimos días, Venezuela ha aparecido en las portadas de periódicos y noticias de muchos países del mundo, como un país asolado por la violencia. Hay noticias que han querido mostrar la existencia de una dictadura sanguinaria, donde se tortura y se reprime con brutalidad a la población civil. Para ello, ha habido medios de comunicación que han usado fotos y videos de otras protestas en otras partes del mundo, con el fin de sembrar la cólera en todos quienes rechazamos la violencia. En el mundo simbólico que se forma alrededor de esas noticias, con pocos epicentros, aunque con una infinidad de repetidoras (los innumerables mecanismos de las redes sociales a disposición de cientos de miles de personas), lo que se ha configurado es una opinión generalizada sobre la violenta situación que se vive en Venezuela, cuyo responsable mayor es el gobierno bolivariano.
 
Sería absurdo negar los graves problemas por los que ha atravesado la sociedad venezolana en las últimas semanas. Sin embargo, más allá de lo que se ha visto en las cadenas de noticias, el problema tiene distintos y complejos niveles.
 
En primer lugar, hay sectores de la sociedad venezolana que han salido a protestar a causa del deterioro de la situación económica, de la seguridad, de la administración gubernamental. Estos sectores perciben una gestión deficiente por parte del gobierno, en esos temas y particularmente en el tema económico. De su lado, el gobierno ha señalado que existen hechos, impulsados por una oposición “de extrema derecha” –interna y externa-, que se han orientado a provocar, escasez, desabastecimiento, inflación y devaluación de la moneda nacional en el mercado paralelo. A esto lo ha calificado de “guerra económica”, dado que es muy parecido a lo que sucedió en el pasado con otros procesos políticos. Se ha señalado incluso que estos hechos son parte de una “estrategia imperial” denominada “golpe (de Estado) blando” que se orienta a crear un estado de indefensión económica, para corroer la aceptación y legitimidad del gobierno.[1] Estas acciones deliberadas, se mostraron con claridad por ejemplo en vísperas de las elecciones municipales de diciembre pasado, cuando se hizo público que había artículos que vendían ciertas cadenas comerciales hasta con el 2.000 % y 3.000 % de ganancia. Pero también, el gobierno ha reconocido que hay una serie de fallas y omisiones en el ámbito productivo, de política económica y de gestión de la economía. Hay mucho por hacer en ese terreno. Por supuesto, todo en su conjunto, y más cuando hay estrategias deliberadas, aquello ha hecho caldo de cultivo para la violencia, tanto la orquestada y programada por la oposición de extrema derecha, como la violencia espontánea que sucede en momentos de alteración social.
 
En segundo lugar, están los sectores que se oponen ideológicamente al proceso propuesto por la Revolución Bolivariana. En estos sectores no están necesariamente los grupos poseedores que podrían verse afectados por políticas de nacionalización o expropiación. Están sectores de ingreso medio e incluso sectores de ingreso bajo que se han visto contaminados por el miedo, el prejuicio, la propaganda alrededor de lo que por muchos años y de mil formas, ahí sí, los poderosos se encargaron de desprestigiar como son el “socialismo” y la “revolución”. Son temores propios de los procesos de cambio en los que se altera no solo la situación material de la sociedad, sino –y probablemente, sobre todo- la situación inmaterial: la cultura, los valores, los símbolos, las formas de relación entre los distintos miembros de la sociedad. Como le contestó Silvio Rodríguez a Ruben Blades en días pasados, “ninguna idea hondamente renovadora consigue apoyo unánime, al menos cuando aparece: el poder establecido –eso que los norteamericanos llaman stablishment– tiene muchos resortes, muchas maneras de “convencer”, de imponer sus intereses, y sabe que son pocos los que no ceden ante ellos”.[2]
 
En tercer lugar, está la minoría opositora de extrema derecha. Aquella que ha apelado directamente a “potencias extranjeras” para que intervengan en Venezuela, ha desconocido al gobierno del Presidente Nicolás Maduro y ha llamado a su derrocamiento, como la propuesta básica de su agenda.[3] Para esta minoría opositora, la democracia ya no le es funcional y por eso impulsa una salida anti democrática.
 
Esta minoría opositora ha sido sin embargo quien ha liderado a la oposición. Esto se debe, por un lado a que la oposición democrática, que incluso se ha manifestado opuesta a las muestras de violencia de la minoría opositora de extrema derecha, ha delegado su liderazgo a este grupo minoritario. Se debe también al enorme eco internacional que ha logrado esta minoría opositora violenta, no solo en los medios internacionales de comunicación, sino en los líderes políticos de algunos países y sobre todo de los Estados Unidos. De ahí que las autoridades venezolanas señalen de manera directa la enorme responsabilidad que tiene el gobierno de ese país en los hechos que suceden en Venezuela. Al canto está el hecho de que el Presidente Obama hasta la fecha, o sea 10 meses después de haber sido electo el presidente Nicolás Maduro, no lo ha reconocido como autoridad principal de Venezuela.
 
El Gobierno Bolivariano ha dado un gran paso político el momento que su llamado al Diálogo a los sectores empresariales fue acogido. Pero este paso es aún más significativo porque este llamado reconoce que la oposición no es un campo homogéneo. O sea, que habiendo sectores de oposición que usan métodos fascistas, no todos los que se oponen lo son. Por ello, a despecho de la oposición violenta, a ese diálogo asistieron empresarios que, a pesar de sus discrepancias con el proceso revolucionario, reconocen la legitimidad del Estado de Derecho en Venezuela y la vigencia de la Constitución, como el marco ordenador de la convivencia social en ese país.
 
La desaparición física del Comandante Hugo Chávez el 5 de marzo del año pasado fue una gigantesca pérdida moral para el pueblo venezolano y para los dirigentes revolucionarios. Su ausencia impuso un escenario de enorme turbulencia. Los impactos se sintieron inmediatamente en el plano económico y político. El Presidente Maduro tuvo que enfrentar los desafíos más grandes de su vida política. La oposición violenta, la que hizo el golpe de Estado contra el Presidente Chávez en el año 2002 y la que ha señalado como punto único de su agenda el “cambio de gobierno”, definición eufemística del golpe de Estado, ha intentado aprovechar este escenario para lograr la hegemonía sobre toda la oposición. El reto para el Gobierno Revolucionario, está en enfrentar a la oposición violenta con la Constitución en la mano. Significativo ha sido el anuncio y las acciones que ha emprendido el Gobierno para castigar a todos aquellos miembros de los cuerpos de seguridad que se han extralimitado en la represión. Igualmente será indispensable que el gobierno aclare quiénes originaron esta ola de violencia y castigue legalmente a los responsables. Incluso, la garantía prevista en las leyes venezolanas a la protesta y a la movilización requiere que las autoridades den una clara señal en cuanto a evitar que estos hechos de violencia se vuelvan a repetir.
 
El reto para el Gobierno también es entender a la oposición que no quiere una salida ni autoritaria, ni violenta, ni anti-democrática, ni fuera de la Constitución. Los pasos dados en los últimos días van por ese camino.
 
La oportunidad que se abre para la Revolución Bolivariana, es llevar a fondo el diálogo, desarmar a los violentos con la democracia profunda, con la democracia avanzada, participativa y deliberativa que prevé la Constitución de Venezuela. Conciliar en los hechos la democracia con el socialismo y demostrar que en el Siglo XXI la democracia de los pueblos, la democracia emancipadora, que incluye y trasciende las elecciones y los plebiscitos, que incluye y trasciende la democracia representativa, es el único antídoto contra los “golpes de Estado blandos” y los “golpes de Estado duros”, con los que sueña el imperio y los poderosos para disciplinar a los rebeldes.
 
 

[1] Ver, por ejemplo la entrevista a Atilio Borón:http://www.cronicon.net/paginas/edicanter/Ediciones95/nota01.htm
[3] “Rescatar la soberanía nacional y popular ultrajada” es la misión que tiene la oposición a partir del 8 de diciembre, algo que solo se logrará con un cambio de gobierno, señalaba ya en Octubre de 2013 la Diputada de oposición María Corina Machado. Ver. http://www.notirapida.com/?p=3051. La misma que en días pasados llamaba a “prender las calles de Venezuela”. Ver,http://www.aporrea.org/oposicion/n243784.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/83756?language=en
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