La construcción de una amenaza hemisférica

13/12/2013
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SAN JUAN, Puerto Rico, 13 de diciembre de 2013 (NCM) – Los aviones de transporte militar en la pista de la Base Aérea Muñiz, estacionados mientras en Venezuela se contaban los sufragios de las elecciones municipales –que los mandos castrenses intentaron despachar como algo rutinario- han dejado consignado que Puerto Rico está disponible para actuar como amenaza regional aunque ya no sea lo que una vez fue.
 
De hecho, los aviones estacionados ala con ala el domingo ocho de los corrientes constituían apenas un recuerdo difuso de cuando en 1958 las pistas militares puertorriqueñas sirvieron para la concentración de tropas aerotransportadas listas para caer sobre Venezuela como parte del ataque aeronaval que preparaba Estados Unidos poco después de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez.
 
Pero el potencial que pueda haber de que esta nación isleña pueda volver a usarse como base de asalto en otra guerra en el Caribe no parece poner en alerta a un país agobiado por su peor crisis económica en más de setenta años y por la insistente convocatoria corporativa para un movimiento de masas que reclame el estado policíaco justicia y derechos civiles. El deterioro ya es tan acelerado que ni siquiera ha sido noticia que el Gobierno prohibió que los presos puedan celebrar la Navidad y que reciban los días de las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Reyes la visita de los grupos religiosos que por decenios le llevaban música y golosinas.
 
Es una situación inmediata tal que mientras el banco del Estado ha tenido que recurrir a pedir préstamos a las propias agencias del Gobierno, en Wall Street la empresa acreditadora Moody’s tiene a Puerto Rico en vigilancia para una posible degradación de sus bonos al nivel conocido internacionalmente como “basura” en los primeros meses del año próximo.
 
Ante ese cuadro, las glorias –o vergüenzas- militares de esta colonia estadounidense en el siglo pasado parecieran cuentos sobre épocas remotas y, sin embargo, hace apenas 66 años de que el empresario y ex presidente de la Cámara de Comercio de Puerto Rico, Sosthenes Behn, pactara con el Secretario de la Defensa que la ITT daría acceso total a todas las comunicaciones de individuos para la inspección por la agencia de seguridad secreta de EEUU. Fue en aquella reunión, en la que también participó la RCA, que se estableció que los consorcios de comunicaciones no tendrían responsabilidad criminal ni se permitiría que se supiera públicamente lo que hacían, con lo que se sentaron las bases para el actual caso Snowden.
 
Las consecuencias que tienen en el presente aquellas aventuras militares y de inteligencia para las que fue usado Puerto Rico –ubicado en un punto estratégico del Caribe equidistante de Guantánamo y de Caracas- plantean uno de los asuntos más delicados para una agenda internacional que atienda la solución del caso colonial, si es que se busca una opción por la paz y no para la guerra.
 
La construcción de Puerto Rico como amenaza, primero para el sur y ya también para el propio norte, fue un proceso que fue fraguando y tomando velocidad según avanzaba el siglo XX, según consta en archivos desclasificados y documentos públicos estadounidenses. .
 
En las primeras tres décadas, cuando EEUU consolidaba su poderío en Centroamérica con la veintena de campañas de las “Guerras Bananeras” y en el norte del Caribe con las ocupaciones de Cuba, Haití y la República Dominicana, Puerto Rico sólo tuvo una participación menor, como la expedición a la última mencionada por “marines” de la guarnición de Culebra. Esos años fueron más bien internos desde el punto de vista militar, pero no estuvieron exentos de aventuras, como el primer cañonazo de EEUU en la Primera Guerra Mundial, disparado en 1915 desde el Morro contra un barco alemán o las hazañas del ya mencionado Coronel Behn en Francia con el Cuerpo de Señales.
 
Este coronel Behn, hijo de un venezolano y una isleña nacido en San Thomas que inmigró a Puerto Rico tras heredar una fortuna en este país y lo representó ante el Partido Republicano de EEUU, fue clave en el diseño y expansión del modelo corporativo internacional del nuevo imperio y jugó un papel controversial en la Segunda Guerra Mundial, primero como agente de Hitler y luego de la inteligencia aliada. Además, convirtió las oficinas de la ITT en bases para espías de EEUU.
 
A partir de los años cuarenta, Puerto Rico se convirtió en un enjambre de bases militares –que llegó a incluir la base aérea de Ramey Field con los bombarderos atómicos del Comando Aéreo Estratégico y la Estación Naval de Roosevelt Roads- así como instalaciones de espionaje y vigilancia regional mediante radio y telefonía. En 1954, la Guardia Nacional de Puerto Rico le proveyó a la Agencia Central de Inteligencia los aviones cazas P-47 para bombardear Guatemala y en 1956 se usó Vieques para sacar, en bolsas de la Armada de EE.UU., el cargamento de drogas por el que iría a la cárcel Vito Genovese, pero con impunidad total para Puerto Rico, que llegaría a ser puerto de trasbordo de drogas y armas.
 
En 1961, sirvió de ruta para el escape de los agentes de la CIA que huyeron de República Dominicana tras la ejecución del dictador Rafael Leonidas Trujillo y, también para la CIA, de centro de práctica para el desembarco anfibio de Playa Girón, Cuba.
 
En los años sesenta, Ramey sería base para los aviones espías U-2, así como para el transporte de miles de soldados para la invasión de 1965 a la República Dominicana. En esa guerra, desde Roosevelt Roads, se usó por primera vez un Blue Eagle I para la transmisión radial de propaganda –el Programa Jenny- que sería muy utilizado en Vietnam.
 
Durante muchos años continuaría el uso militar intenso de Puerto Rico y los puertorriqueños pelearían en todas las guerras de EEUU. Por aquellos tiempos, el poeta Pablo Neruda escribiría “los soldados de ese pueblo asociado de esta manera singular combaten, los norteamericanos dan las armas y los puertorriqueños dan la sangre”.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/81674?language=es
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