El relevo

06/09/2013
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Como decía Lao Tsé, “quien acepta mucho fácilmente, tiene luego muchas dificultades”
 
Dice un viejo proverbio africano que cuando cambia la música, cambia el baile. Yo creo que es cierto y que así ocurre en todos los aspectos de nuestra vida, también en la política y mucho más cuando la nueva música proviene de la elección, como ahora en Andalucía, de quien dirige la orquesta.
 
Basta pulsar ligeramente el sentimiento de la gente más diversa para comprobar que la investidura de Susana Díaz como presidenta de la Junta de Andalucía se valora como un claro factor de cambio en nuestra vida política y en la acción del Gobierno. Su presencia es novedosa, más por el hecho de ser mujer que por ser joven y por encima de ambas cosas por su discurso de perfiles más a la izquierda o por su crítica directa hacia la forma actual de hacer política que asquea a las personas corrientes y molientes.
 
Pero tampoco se puede olvidar que esta sensación de novedad y aires de cambio ya se ha sentido otras veces. Trajo inicialmente nueva música el anterior presidente, José Antonio Griñán, pero su etapa ha terminado siendo una pieza menor e inacabada que ha dado muy pocas posibilidades para ensayar un nuevo baile. Lo que ahora ocurra con su sucesora tampoco está escrito de antemano sino que depende casi exclusivamente de ella y de sus decisiones más inmediatas. Y quizá más que en otros casos, pues no creo que se suela acceder a la presidencia de los gobiernos con las manos tan libres como las tiene Susana Díaz para poder escribir a su antojo las notas de un nuevo pentagrama.
 
Su discurso de investidura no ha dado muchas claves. Las propuestas que ha realizado han sido más bien parcas, algunas mal definidas y ni siquiera muy novedosas. Buscar la complicidad y la participación de la ciudadanía con la acción del Gobierno o la plena transparencia están bien y son deseables pero no garantizan lo que sobre todo se necesita en Andalucía: que el poder real esté donde tiene que estar, en toda gente y en las instituciones representativas y no en grupos oligárquicos, por ejemplo, para que no nos quiten en nuestra cara el sistema de cajas de ahorro. La idea de que hay que ir hacia otro modelo productivo la compartimos todos pero lo importante es saber con qué instrumentos se piensa avanzar.
 
Limitarse a señalar que hay que “revaluar nuestros activos” es decir muy poco o casi nada y es iluso creer que con solo algo así se puede hacer frente, como dijo en su discurso, a la devaluación salarial que la mala unión monetaria europea impone a las economías, como la nuestra, que son menos competitivas. Como también choca su insistencia en el crecimiento (posiblemente el objetivo más repetido en el discurso), pues solo con él no se garantiza la equidad que a su vez reclama, dado que no implica necesariamente más empleo, ni igualdad, ni sostenibilidad, como hemos comprobado en la anterior etapa de expansión.
 
Otras propuestas más concretas son interesantes y muy necesarias: la simplificación administrativa, la evaluación de políticas, el análisis de la situación de nuestra administración, la revisión de nuestra fiscalidad, la incorporación de indicadores de igualdad, el Observatorio de Tierras, el instituto de crédito, las dirigidas a combatir la corrupción... Solo llevando estas a la práctica se daría un paso de gigante en nuestra comunidad, dados los tiempos que corren.
 
No obstante, lo más seguro es que no baste con ello para que Susana Díaz pueda hacer efectivo el deseo de cambio que ofrece y el que la sociedad demanda desde hace tiempo. Necesita un equipo de gobierno que también inspire pulsión de cambio, valiente y dispuesto a asumir riesgos en esta etapa difícil y no solo a consolidar posiciones en el aparato del partido.
 
Susana Díaz subrayó durante la investidura que Andalucía no puede limitarse a aceptar lo que nos impongan terceros porque, así lo dijo, hay otra política posible. Lleva razón y ojalá sea capaz de hacer que su Gobierno resista con inteligencia y que nade con fuerza frente a la corriente que impone un PP dispuesto a enterrar el bienestar social en España. No hay más remedio porque, como decía Lao Tsé, “quien acepta mucho fácilmente, con seguridad tiene luego muchas dificultades”.
 
@juantorreslopez
 
https://www.alainet.org/es/articulo/79137?language=en
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