Israel, un aliado peligroso

30/07/2013
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Washington no sólo mantiene una actitud complaciente con Tel Aviv y con frecuencia lo apoya en su política genocida contra los palestinos y, en general, en todas sus acciones en el Medio Oriente, sino que permite que las maniobras de su aliado lo involucren en aventuras guerreristas. Esto ha sucedido en varias ocasiones a través de la historia de sus relaciones bilaterales (“Lavon affair”*, incidente del “USS Liberty”,  transmisión radial falsa que indujo a Reagan al ataque a Libia**, alegada participación del Mossad en el 11 de septiembre, etc.). Existe un sinergismo en el carácter agresivo de ambos países. Seguramente, la política imperial de Estados Unidos  sería más prudente si no tuviese como catalizador a Israel y éste sería  mucho menos audaz si no tuviese el apoyo incondicional de la superpotencia.
 
En ocasiones, el maridaje entre ambos gobiernos llega a extremos inauditos. Recordemos el incidente del “USS Liberty”. Este barco de espionaje electrónico fue atacado intensa y repetidamente por aviones y lanchas torpederas israelíes el 8 de junio de 1967, durante la Guerra de los Seis Días, en aguas internacionales, a 29.3 millas de la ciudad egipcia de Arish. En el ataque murieron 34 estadounidenses y otros 173 resultaron heridos.
 
Por los medios de combate que utilizó  Israel y la duración y violencia del ataque, era evidente que el propósito –que no pudieron lograr- era hundir el barco sin dejar sobrevivientes y culpar de la agresión al gobierno egipcio, con el fin de obligar a Estados Unidos a participar directamente en la guerra.
 
Al fracasar la operación, Israel alegó que sus pilotos habían confundido el “USS Liberty” con el barco egipcio “El Quseir”. Sin embargo, el USS Liberty tenía más del doble de eslora, tonelaje cuatro veces mayor y silueta totalmente diferente. Además, el nombre del barco estadounidense se mostraba bien visible con caracteres latinos, no árabes, la bandera de Estados Unidos ondeó todo el tiempo sobre su mástil y los sobrevivientes declararon que era totalmente imposible que los pilotos israelíes no reconociesen la nacionalidad del barco.
 
El incidente marítimo del “USS Liberty” es el único en la historia de Estados Unidos en que mataron a militares de este país y que nunca fue objeto de investigación congresional. Dean Rusk, a la sazón secretario de Estado, escribió: “Nunca estuve satisfecho con la explicación israelí. Su ataque sostenido para incapacitar y hundir al Liberty descarta un asalto por accidente o la acción de algún comandante local de gatillo alegre. A través de canales diplomáticos rehusamos aceptar sus explicaciones. No las creí entonces y no las creo ahora. El ataque fue ultrajante”.
 
Por el contrario, el presidente Lyndon Johnson y el secretario de Defensa, Robert McNamara, por oscuras razones de Estado, aceptaron totalmente la versión israelí a pesar de la abrumadora evidencia que la contradecía. Israel pagó 3.3 millones de dólares (21.9 al valor de 2013) de compensación a los familiares de las víctimas mortales, posteriormente algunos millones más a los heridos y para resarcir los daños materiales  y se dio por terminado el incidente. Llama mucho la atención el hecho de que Johnson, en sus memorias, sólo dedica al “USS Liberty” un pequeño párrafo en el cual intenta minimizar la significación del artero ataque y distorsiona las cifras de muertos y heridos, rebajándolas de 34 a 10 y de 173 a 100, respectivamente.
 
Actualmente, Israel considera como peores enemigos a Irán y Siria. A medida que se evidencie el fracaso de la insurrección en este último país, es predecible que, en consecuencia con sus intereses geopolíticos, Israel realizará acciones de mayor protagonismo y estimulará, en todo lo que pueda, los aires guerreristas del Pentágono.
 
El tiempo es propicio para la fabricación de un nuevo incidente pero... ¿acaso tanto Estados Unidos como Israel no demuestran fehacientemente su “buena fe” con el reinicio de las negociaciones con los palestinos, suspendidas durante tres años? –Sí, pero alguien podría preguntar lo que –si existiese realmente voluntad de entendimiento- resultaría obvio: ¿por qué no comienzan por cumplir las decenas de resoluciones del Consejo de Seguridad y de la Asamblea General de Naciones Unidas concernientes a Palestina?. La respuesta la sabemos: porque el papel que impone Estados Unidos a la ONU no es otro que el de encubridora de fechorías imperiales, o el que ella misma se asigna de orquesta que toca mientras el Titanic se hunde.
 
Lamentablemente, no hay que ser profeta de calamidades para preveer que, una vez más, los halcones permitirán que los intereses sionistas prevalezcan sobre los no siempre coincidentes  de Estados Unidos, y Tel Aviv jugará a la paz mientras enciende la guerra.
 
Notas:
 
(*) La “Operación Susannah”, acción encubierta conocida posteriormente como “Levon affair” porque su fracaso obligó a renunciar al ministro de Defensa israelí Pinhas Lavon, tuvo lugar en 1954. La inteligencia militar israelí reclutó a judíos de nacionalidad egipcia para ejecutar actos terroristas en Egipto contra instalaciones británicas y norteamericanas. Se culparía de estos actos a la Hermandad Musulmana y a los comunistas egipcios. Durante 51 años Israel negó su responsabilidad hasta que, en 2005, fueron reconocidos oficialmente y condecorados por el presidente Moshe Katzav los sobrevivientes de la operación.
 
(**) Victor Ostrovsky, desertor del Mossad refugiado en Canadá, afirmó que la inteligencia israelí introdujo clandestinamente en Trípoli un transmisor que radió mensajes para hacer creer a Estados Unidos que Libia estaba a punto de lanzar un masivo ataque terrorista contra occidente. Basándose en estos falsos mensajes radiales, Ronald Reagan ordenó el bombardeo de Libia, asesinando a la hija de Khadaffi.
https://www.alainet.org/es/articulo/78095
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