Prepotencia imperial y complicidad europea

03/07/2013
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Los países que suelen autoconsiderarse “la civilización” y la encarnación del derecho internacional, han quedado en evidencia al saltar una pequeña tuerca

 
de su maquinaria de control social. En pocos dias, una serie de acontecimientos encadenados, han demostrado el abismo entre la retórica de los discursos gubernamentales y los hechos.
 
Comenzó con la decisión personal de un analista subcontratado por la Agencia ( norteamericana ) de Seguridad Nacional de dejar su puesto de trabajo y revelar el espionaje intenso y continuado que practica su gobierno incluso con países “aliados o amigos”.
 
Snowden abre sus ordenadores
 
El joven técnico estadounidense Edward Snowden, se dio de baja en su empresa y abandonó Hawai el pasado 1º de mayo. Veinte días mas tarde, viaja a Hong Kong, y allí entrega información a The Washington Post y The Guardian. La documentación revela que Estados Unidos espía a representantes y altos cargos de la Unión Europea. Pero no de manera ocasional y puntual, sino sistemática, a partir de una vigilancia masiva de Internet, de comunicaciones telefónicas, y del espionaje a la propia sede del Consejo de la Unión Europea en Bruselas. Snowden afirmó que su decisión no tiene finalidad económica, sino que es producto de su profundo desacuerdo con las prácticas de su gobierno. En sus revelaciones a The Guardian, afirmó que “el no creía haber cometido un crimen”. “Hemos visto suficiente criminalidad por parte del gobierno de los Estados Unidos. Es hipócrita hacer una acusación en mi contra”.
 
Desde Washington primero no confirmaron lo ocurrido y luego intentaron restar importancia a las filtraciones. Pero la presunta indiferencia duró poco. Los datos demoledores y el riesgo evidente de nuevas revelaciones puso en marcha el mecanismo de presión “diplomática” contra China por haber dejado marchar a Snowden de Hong Kong, y luego contra Rusia reclamando su extradición.
   
Quejas con sordina.
 
 Simultáneamente, los países europeos (excluyendo al Reino Unido, “todo-terreno” de EEUU en espionaje, invasiones, bombardeos y en casi todo) formularon quejas formales y pidieron “explicaciones”. Francia quiso dar más credibilidad a su reclamo y anticipó que “se congelarían las conversaciones para el TLC (Tratado de Libre Comercio) entre la Unión Europea y Estados Unidos“.
 
Después, Hollande matizó que sería “por 15 días y hasta que Estados Unidos se explique sobre el espionaje practicado”. Por lo visto, el gobierno francés ya se anticipaba a que las “explicaciones” serían satisfactorias. Merkel dijo que era “intolerable que se espíe a un país aliado”, pero rechazó que se paralizara el comienzo de las negociaciones fijado para el próximo lunes 8 de julio. En el Parlamento Europeo las expresiones de “disgusto” por ser espiados dia y noche por un aliado, también fueron perdiendo fuelle y contundencia. 
 
Obama no se preocupó mucho. No intentó disculpas ni explicaciones. Generalizó en torno a que “todas las agencias de inteligencia del mundo intentan comprender el mundo mejor a través de fuentes que no sean The New York Times o la NBC News”. Después añadió que no es necesario espiar a Hollande o a Merkel, porque “trabajamos juntos en forma tan estrecha que no hay información que no compartamos”. Nadie le preguntó que si las cosas son como las describió desde la Casa Blanca, para qué gastan tanto dinero y despliegan tecnología para controlar millones de conversaciones telefónicas y de ordenadores oficiales y privados.
 
“A mí con espías”…dijo el veterano del KGB
 
En Moscú, Putin también jugó su propio juego. Snowden se convirtió en un personaje incómodo. No es el clásico espía “desertor” que se pasa de un servicio secreto a otro, sino que al parecer se mueve por razones morales. El presidente del Consejo de Derechos Humanos de su gobierno - Mijail Fedótov - afirmó que Rusia no puede entregar a Snowden porque lo prohíbe la convención sobre el estatus de refugiado de Ginebra de 1951. Pero Putin también forma parte del entramado de “poderosos” y no tiene sentido disentir con Washington en esta cuestión menor y de la que no sacaría rédito alguno. Putin dijo entonces que estudiaría recibir a Snowden en Rusia, “siempre que se comprometiera a no revelar más datos que perjudicaran a Estados Unidos”. Putin apostó sobre seguro: Snowden no busca amparo como un delincuente, sino que precisamente reivindica su derecho a revelar las prácticas de espionaje de Washington que transgreden el derecho internacional y la intimidad de todos los ciudadanos. Putin sabía de antemano que Snowden no aceptaría esa condición. Para eso se hubiera quedado en Hawai con su puesto laboral y su buen salario.
 
Medianoche en el baile de máscaras
 
Pero los hechos se suceden. Snowden queda en una especie de “limbo” en un aeropuerto moscovita, sin entrar en Rusia y sin poder salir. “En tránsito”, pero sin poder transitar. Los países europeos, que gracias a él se han enterado del descomunal control ilegal de sus comunicaciones informáticas y telefónicas, le niegan la posibilidad de asilarse. Medianoche en el baile de máscaras. Caen los antifaces y los gobiernos muestran su rostro verdadero. Snowden queda varado en una zona imprecisa del aeropuerto ruso.
 
Y en eso…llegó Morales
 
El siguiente acontecimiento se produce en la tarde del martes 2, cuando el presidente boliviano Evo Morales concluye su participación en Moscú de una reunión de países productores de gas y se dispone a regresar a su país. El avión FAB001 Falcon del Estado Plurinacional de Bolivia despega con normalidad y poco antes de cruzar el espacio aéreo francés, los pilotos son notificados de que la autorización solicitada y concedida el 27 de junio, ha sido revocada. Intentan una ruta alternativa, pero se encuentran con igual posición de Portugal. Ante la imposibilidad de llegar a la escala técnica prevista en las Islas Canarias, el avión presidencial termina realizando un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Viena. Allí el portavoz del ministerio austríaco de interior confirma que el imprevisto aterrizaje “se produjo a raíz de los problemas con los derechos de sobrevuelo por otros países”. 
 
Pronto trasciende que la causa de este virtual bloqueo al avión de Evo Morales, es la sospecha de que allí viaja de incógnito Edward Snowden. En el aeropuerto de Viena, Evo Morales negó categóricamente que el analista informático norteamericano viajara en su avión. Así lo ratificó también su ministro de defensa Rubén Saavedra.
 
Luego, es el propio gobierno austríaco el que “desmiente claramente los rumores sobre la presencia de Snowden en Austria”. 
 
Para ese entonces, casi 14 horas había permanecido el presidente boliviano en el aeropuerto de Viena ante la imposibilidad de continuar su viaje. Lo sucedido había llegado a los países latinoamericanos, que a través de sus cancillerías comienzan a expresar su indignación y su reclamo. Ecuador, Argentina, Uruguay son los primeros en pronunciarse en solidaridad con Bolivia. Lo consideran un atropello inadmisible, una clara violación del derecho internacional.
 
Finalmente, Francia y otros países europeos rectifican su negativa al sobrevuelo del avión presidencial boliviano, y España confirma que el Falcon FAB001 puede repostar en el aeropuerto de Las Palmas de Gran Canaria. A la hora de redactar esta crónica, el avión en el que viaja Evo Morales realizó su escala técnica en territorio insular español, y vuela hacia el sur del continente americano con destino final en La Paz.
 
Estos acontecimientos encadenados en el transcurso de unos pocos días, desnudan las verdaderas conductas de los gobernantes que proclaman diariamente su voluntad democrática, y nutren su vocabulario de palabras y conceptos como “derechos humanos”, “libertades”, “justicia”, “respeto”, “derecho internacional”, “relaciones solidarias”, “seguridad jurídica” y un extenso catálogo de frases huecas. 
 
Estados Unidos ha mostrado una vez más que puede saltarse cualquier norma, acuerdo o convenio con prepotencia imperial. Los países europeos han suavizado sus reclamos como víctimas del espionaje de sus “aliados y amigos” y prestamente han colaborado para bloquear el destino de Snowden. Intentarán neutralizarlo, y si pueden, silenciarlo.
 
El episodio que cierra este relato, evidencia la impunidad con la que actúan. Solo un servilismo ciego puede explicar el acto de hostigamiento contra el avión presidencial boliviano. Ignoraron que tiene un status especial y goza de total inmunidad. Con más razón cuando va a bordo el propio jefe de estado.
 
El profesor Antonio Brotons, catedrático de derecho internacional de la Universidad Autónoma de Madrid, declaró a la BBC que “los gobiernos que han tomado esta medida estúpida y torpe realmente deberían haber sopesado todo esto. Cabe suponer que la relación con el país al cual están sirviendo es para ellos más importante que respetar la soberanía de otro país.” (1)
 
Con todo derecho y razón, Bolivia y los países de América Latina reprobarán y rechazarán este atropello. Las sociedades de los países implicados, están recibiendo una información manipulada y evitan todo cuestionamiento o debate sobre el comportamiento de sus gobiernos. Nadie parece cuestionar como no trataron primero de verificar algo que parecía realmente imposible, porque se supone que Snowden está bajo control permanente donde se encuentra.
 
Y aún si así hubiera ocurrido y Snowden estuviera en el avión presidencial, es territorio soberano de Bolivia, y por tanto inviolable. Y la decisión de darle asilo o no, es un derecho de las autoridades bolivianas. Pero además, el presidente de Bolivia y su ministro de defensa negaron terminantemente que el ex agente de la inteligencia norteamericana estuviera en el avión. Actuaron con el presidente de un país soberano, como si fueran matones de un supermercado ante un presunto delincuente.
 
La respuesta serena pero firme, ratificó la dignidad que representa Evo Morales como presidente latinoamericano elegido por sus compatriotas.
 
No hay justificación. Ha sido una compleja conjunción de arbitrariedades, prepotencia y desconocimiento de las leyes internacionales que estos mismos países suelen mencionar cuando creen que sus intereses económicos pueden ser afectados. Como suele decirse, “sus propios actos, les han retratado”.
 
(1) La entrevista completa al profesor Brotons, puede encontrarse en:
 
Fuente: Servicio de Prensa Alternativa (SERPAL)
 
https://www.alainet.org/es/articulo/77346
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