FARC: ¿Actor político en la paz?

12/06/2013
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El título de esta columna se corresponde con el tema que será debatido el 13 de junio en el Archivo Distrital por Convocatoria de IPAZUD (Instituto para la Paz de la Universidad Distrital de Bogotá), el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, de reciente creación, y el Centro de Estudios Constitucionales Plural, surgido a raíz de la Constitución de 1991.
 
La convocatoria ha suscitado gran interés dada la actualidad del tema al coincidir con la apertura de otra ronda de diálogos precisamente sobre participación política.
 
Las consideraciones de los convocantes son dignas de tenerse en cuenta. Con los avances de la agenda en La Habana –factible ya un entendimiento sobre el espinoso tema agrario– emerge a primer plano la conversión de la guerrilla en partido; algo que debiera ser el resultado natural de un pacto entre el Estado y los alzados en armas.
 
Se abre así el terreno para la discusión sobre los términos de la participación política de las FARC, a cambio de su dejación de armas, términos que, entre otros, incluyen: 1. El tratamiento del Estado a los delitos de los subversivos, tipificables algunos como atrocidades o como crímenes de lesa humanidad; 2. La inserción de los guerrilleros a la vida civil; 3. La transformación de las FARC-EP en partido.
 
El escenario futuro en que nos encontramos implicará el empeño del Estado en brindar condiciones de favorabilidad para que el abandono de las armas por parte del subversivo le signifique a este compensaciones en el campo de la representación política; todo lo cual no se convertiría en un premio a la lucha armada, o a los crímenes, sino a su abandono.
 
Oportuna esta convocatoria que se plantea como un espacio de reflexión en torno a las implicaciones, dilemas y retos que supone el tránsito desde la subversión hacia el ejercicio de la política y la incidencia que esto tendrá en la democracia del país.
 
El debate no es solo entre Gobierno y Farc en La Habana, demanda también la intervención del ELN y su pronta vinculación al proceso, y exige que la sociedad toda – civil y política - los que votan y los que no votan, desde las regiones, digan lo que piensan y proponen sobre las vías y garantías del ejercicio de la política porque este es vital para la viabilidad de un proyecto de nación.
 
El diálogo es cruzado entre insurgencia, gobierno y sociedad. La ciudadanía soberana incide desde su propia orilla y sus propios espacios, jugando en la pluralidad y construyendo acuerdos y aún consensos. La iniciativa de la sociedad para opinar y proponer es definitiva porque finalmente el espacio natural, el locus de la política, es la sociedad. Las insurgencias van a ser nuevos actores políticos en el seno de la sociedad.
Precisamente el domingo 9 de mayo este diario publicó una entrevista donde Andrés París, uno de los voceros de las Farc en La Habana, toma la palabra sobre el tema político: “Partimos de una reforma estructural que dé garantías”, “hablamos de participación en política no para la guerrilla sino para todos”, “si están amenazados dirigentes de fuerzas de centro y de izquierda, ¿cómo será cuando comandantes guerrilleros salgan a hacer política?”.  
 
Todos los partidos, excepto el nuevo partido del Expresidente Uribe, apoyan la dejación de armas y el ingreso de los movimientos insurgentes a la política. ¿Cómo hacerlo? Se debate en la mesa de diálogo y en escenarios de sociedad como el referido. El marchitamiento del conflicto armado puede significar un nuevo florecimiento de la política y la democracia en Colombia.
 
              
 
https://www.alainet.org/es/articulo/76733?language=es
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