Narcóticos, despenalización y frivolidad

27/05/2013
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A pesar de los esfuerzos en buena medida publicitarios y discursivos del grupo gobernante, el de la democracia de resultados, para diferenciarse del gobierno del empleo y del estado de derecho, surgen cada vez más rasgos que los empatan hasta en líneas secundarias frente a problemas tan complejos y debatibles como es la creciente exigencia de franjas de la sociedad para despenalizar el consumo, la comercialización y la producción de la mariguana.
 
Soportada por múltiples voces de la opinión pública y publicada, la propuesta despenalizadora fue descalificada por Enrique Peña desde Cali, Colombia, no desde México como sería deseable esperar de un político que afronte la diversidad de sus gobernados, y no con simplificaciones salpicadas de frivolidad:
 
Me parece que para algunos ésta puede ser una posición o una forma fácil o quizá y hasta falsa eventualmente de combatir con mayor eficacia al crimen que está muy vinculado al narcotráfico y a la venta de drogas.
 
¿Quién en su sano juicio, que no esté como Emilio Azcárraga en el Estadio Azteca, el domingo 26 tras el triunfo del América frente al Cruz Azul, puede establecer una sola línea de acción contra el narcotráfico y no programas y políticas multilaterales de corto, mediano y largo plazos?
 
Volvemos a los viejos trucos de Felipe Calderón que desacreditaba una propuesta simplificándola y atribuyéndole propósitos inalcanzables. Pero lo más sorprendente es que lo hace Peña Nieto, el mexiquense que puja por diferenciarse de su antecesor, sólo que no obtiene buenos resultados, sino más bien un respaldo ciudadano demasiado bajo para un gobierno de apenas seis meses. Y esto es así porque la ciudadanía ya ubica los asuntos económicos como centro de sus preocupaciones y el primer semestre del año fue de desaceleración de la economía.
 
La disciplinada alineación de la televisión duopólica y la radiodifusión oligopólica con la guerra de Calderón Hinojosa fue sustituida en un santiamén. Y como pregonan como máxima Lo que no aparece en televisión no existe, pues la violencia criminal según ellos casi despareció, pero no las miles de víctimas mortales, aunque el colombiano Óscar Naranjo elogiado por su jefe porque enriqueció la visión oficial presenta cifras de éxito que no guardan correspondencia ni con las de la Secretaría de Gobernación.
 
El titular del Ejecutivo federal tuvo la pertinencia de aclarar que En lo personal, y lo he expresado públicamente, nunca he estado en favor de la despenalización del consumo de drogas ni de la legalización de las mismas. El problema estriba en que fue a Cali no a título personal y que la repercusión de sus mensajes tiene que ver con la función pública que desempeña. Es respetable su opinión, pero poco importa y menos aún si no la fundamenta, pero sí frivoliza.
 
Para nadie es fácil nada. Y menos aún para los mexicanos que ponen los muertos, ajenos a las élites dominantes, y todo para sellar la frontera sur de Estados Unidos desde el lado norte de México, esto es, para hacerle el trabajo sucio a Washington, incluso con los indocumentados de Centroamérica.
 
Pese a la cerrazón y hasta frivolidad del mexiquense de Atlacomulco, recalcó estar abierto para que se dé un amplio debate sobre el tema. Pero igual que Felipe del Sagrado Corazón de Jesús no da ningún paso, en México, en esa insoslayable dirección.
 
Es recomendable que los asesores presidenciales revisen el estudio de la Organización de Estados Americanos, El problema de las drogas en las Américas, y hagan una síntesis para que Peña se aleje a la brevedad posible de las simplificaciones, porque de lo contrario México las pagará y caro.
 
 
https://www.alainet.org/es/articulo/76322?language=es
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