Necesitamos una revolución dentro del Foro Social Mundial?

22/04/2013
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El Foro Social Mundial ha iniciado una nueva etapa, en la cual parece enfrentarse con la imperiosa necesidad de transformarse de manera importante o correr el riesgo de perder sentido en la lucha global anticapitalista. Hemos esbozado los principales desafíos y alternativas que se desprenden de las ricas discusiones desarrolladas en los espacios del FSM de Túnez 2013. Agradecemos enormemente a Damien Hazard de “Abong” - Brazilian Association of NGOs y miembro del Consejo Internacional del FSM; a Rami Brahem y “Santa” del colectivo de Túnez “T'harrek!”; a Raffaella Bolini de ARCI y también miembro del CI; y a Marisa Holmes, activista del movimiento Occupy Wall Street, por su colaboración para la realización de este artículo.
 
La culminación del Foro Social Mundial de Túnez 2013, nos ha dejado sobre la mesa una serie de expectativas e interrogantes fundamentales, sobre todo si tomamos en cuenta el período de grandes movilizaciones populares a escala mundial que se han desatado desde 2011, con el Mundo Árabe como epicentro, y Europa y los Estados Unidos como unas de las más notables expresiones de estás revueltas sociales. La progresiva agudización de la crisis sistémica, que ha venido transformando las condiciones de vida de millones de personas en todo el planeta, interpela al FSM, tanto en la forma como funciona internamente, como en la capacidad que tiene para generar resistencias y alternativas al modelo capitalista/colonial.
 
Lo cierto es que desde sus inicios, el FSM ha contribuido enormemente a construir discursos e imaginarios alternativos, que en sus primeros años luchaban contra el pensamiento único neoliberal, y que han logrado visibilizar temas de gran importancia global, como los modelos de “desarrollo”, la financiarización y mercantilización de la vida y su relación con las desigualdades sociales, las potencialidades transformadoras de las cosmovisiones de los pueblos originarios y tradicionales, así como las prácticas de la economía solidaria, entre otros. A su vez, ha arrojado saldos organizativos importantes, como la manifestación contra la Guerra de Irak del 15 de febrero de 2003 (la primera manifestación global y la más grande de la historia), que usó como plataforma principal mundial al FSM; o como el FSM de Belém de 2009, que logró reunir a pueblos indígenas de toda la Amazonía, un hecho inédito en la historia de América Latina, por mencionar algunos ejemplos.
 
Luego de un cierto aislamiento en el cual se estaba sumergiendo el FSM en los últimos años, producto de una serie de problemas que han caracterizado a este espacio, la edición tunecina de 2013 ha reoxigenado al Foro, rompiendo con este retraimiento y logrando el establecimiento de nuevas relaciones con distintos movimientos sociales de otros territorios, muchos de ellos de reciente conformación. Para Túnez ha significado un apoyo al muy importante proceso de democratización que vive el país, alimentando así las perspectivas y formas de organización de la sociedad civil, y reforzando las conquistas sociales que podrán servir de plataforma para la profundización de estos procesos en la región. Ha sido, a juicio de la activista de ARCI - Italia, Raffaella Bolini, el FSM más importante desde el punto de vista político.
 
Sin embargo, el FSM Túnez 2013 también trató de problematizar y abrir discusiones sobre las dificultades y dilemas que ha enfrentado este espacio prácticamente desde sus inicios, los cuales han supuesto importantes barreras para la consecución del gran objetivo altermundista planteado en él: constituir una plataforma global para la construcción de “otro mundo posible”. Numerosas actividades autogestionadas durante el FSM de Túnez se propusieron para discutir sobre los principales problemas internos y el futuro próximo del foro, un debate que en general se da con no pocos detractores del mismo, y en el cual, incluso sus más grandes defensores reconocen la necesidad de que se den algunos cambios importantes.
 
Más allá de los obstáculos sistémicos y geográficos, de las enormes dificultades que se presentan para un diálogo y articulación intercultural de alcance mundial, no sólo para resistir al avance neoliberal, sino para poder construir otro mundo “donde quepan muchos mundos”, surge una pregunta fundamental: ¿qué existe en la propia estructura del Foro Social Mundial, que produce estas importantes limitaciones en la tarea de hacer de este espacio, un poderoso instrumento en la lucha altermundista?
 
Hemos identificado 5 problemas fundamentales, que creemos representan los aspectos más sensibles de la dinámica interna del FSM, y que requieren de un proceso de transformación que hagan del foro un espacio más “productivo”, pertinente y funcional a la lucha global de los pueblos del mundo. Estos son:
 
a) Élites antisistémicas y mercantilización del FSM
 
Sostener una reunión internacional como lo es el FSM, supone una gran movilización y despliegue logístico, que viene acompañado por la necesidad de grandes sumas de capital. Esto ha implicado que la organización del foro haya sido dominada por las grandes ONGs y sindicatos, que a su vez tienen vínculos con diversos partidos políticos, gobiernos y grandes corporaciones. De esto, se desprenden 3 factores importantes:
 
· Las organizaciones que tienen más presencia y fuerza en el FSM generalmente se organizan de manera piramidal;
 
· Los grandes financiamientos de éstas, provienen pues de gobiernos, corporaciones y partidos políticos, con sus respectivas implicaciones;
 
· Las visiones, críticas y propuestas más radicales, probablemente no tengan vocería en estas cúpulas organizativas del FSM.
 
Lo cierto es que los procesos de toma de decisiones del foro, se han orientado a partir de una lógica de tendencias piramidales y centralizadas, siendo que los componentes del llamado “Consejo Internacional” son estas grandes ONGs y sindicatos, quienes, a juicio deRami Brahem y “Santa”, de la organización tunecina «T'harrek!» ―los cuales hicieron parte del Consejo Internacional y se retiraron por diferencias en la forma de llevar la organización―, gobiernan desde lo más alto de la organización, generándose una especie de élite. Para Marisa Holmes, del movimiento Occupy Wall Street, los defectos estructurales en la organización del FSM perpetúan un entorno capitalista en su seno.
 
Diversas organizaciones han objetado la falta de transparencia e inclusión en la toma de decisiones, la carencia de una contraloría en la gestión y en la forma en la cual se manejan los fondos, y la ausencia de una comunicación horizontal. Se ha cuestionado la mercantilización del espacio ―el cobro de entrada para ingresar a las actividades del FSM en Túnez fue el colmo de esto― y de cómo el foro puede también ser usado como plataforma de negocios. Bajo la superficie, parece que esta estructura fomenta un tipo de relaciones de poder que promueve una lucha por intereses personales o grupales ―carreras e imágenes políticas, contactos y manejo de fondos― que finalmente reproduce algunos de los resultados más criticados que se visibilizan en el FSM.
 
Mucho de este aislamiento del foro que mencionáramos anteriormente, ha estado vinculado con esta lógica imperante, y ha supuesto el alejamiento de algunas agrupaciones que no comulgan con esta dinámica. Pero esto, por supuesto, no representa una situación irremediable, sino que refleja las tensiones entre corrientes que velan por una organización más centralizada y piramidal, y otras que intenta abrir el FSM hacia formas organizativas más horizontales y descentralizadas. Como nos relatara Raffaella Bolini (ARCI), la manifestación del 15 de febrero de 2003 “non venne deciso dal Consiglio Internazionale del Forum o da un FSM. Fu decisa dai movimenti per la pace europei, che usarono il Forum Sociale Europeo per costruire la rete europea e il Forum Sociale Mondiale per costruire la rete globale”(1).
 
b) ¿Dónde poner los límites del FSM?
 
La indignación generalizada que produjo la instalación de la carpa de la US Aid en los espacios del FSM, llevaba a los asistentes recurrentemente a la pregunta, ¿y dónde están los límites del FSM? Probablemente haya que reconocer dos elementos que pueden chocar entre ellos: i) la enorme necesidad de establecer un criterio más específico en relación a los actores que se terminan juntando en los espacios del foro; y ii) la enorme dificultad de establecer un criterio más específico para un movimiento global de tan vasta diversidad biocultural.
 
Damien Hazard, de la organización Abong (Brasil) y miembro del Consejo Internacional, plantea que el FSM no es una ideología en absoluto, sino una articulación de diversos actores y luchas que deberían ser reconocidos como representativos de la mayor parte de la población planetaria y de sus intereses, mientras que Bolini resalta la importancia de cómo el foro, como un red, puede producir un verdadero “servicio” político a aquellos que forman parte de ella.
 
Ante esto, ¿es posible una articulación global asignificada, o de una red aideológica? Pues se corre de esta manera el riesgo de impulsar una especie de cosmopolitismo amoral. ¿Qué costo político ha tenido para el FSM tan amplia inclusión, en la que, por ejemplo, habitantes afectados por la actividad petrolera y activistas ecologistas, se sientan en la misma mesa con empresas petrolera como Petrobras? ¿Termina así el FSM siendo infiltrado, disuelto en una especie de dinámica posmodernizada, ultraflexible, y sumamente abstracta?
 
El problema fundamental parece ser la forma en la cual los procesos de inclusión se hagan tan amplios que terminen incluyendo lo excluyente. En la medida que se incluye lo excluyente, el proyecto mismo puede dejar de ser incluyente. ¿Es la hora de establecer criterios más específicos? ¿Es posible ahora mismo establecerlos?
 
Por otro lado, se encuentran los límites afirmativos. ¿Cómo logramos articular a todos aquellos actores y movimientos sociales que, por razones económicas, políticas o sociales, no pueden asistir al evento? ¿Cómo hacemos para redefinir un espacio que, como afirmara Samir Amin, está siendo representado en un 75% por estas grandes ONGs jerarquizadas(2), siendo que el porcentaje restante lo cubren gran parte de esos movimientos sociales que se encuentran en condiciones de pobreza y que en ocasiones están inmovilizados detrás de las fronteras de sus países? Y también, ¿cómo eliminar las barreras de clase para el ingreso de un espacio como el FSM, y se evita cargar los costos del evento sobre los y las trabajadoras y habitantes de los territorios donde se realizan los mismos, cobrando una especie de “cover” por ingreso?
 
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c) Las posibilidades de construir un programa de luchas globales
 
Tal y como lo reconoce Immanuel Wallerstein: “¿Hay gente que ya se cansó de estos debates continuados? Sí, por supuesto”(3). Esto no hace perder vigencia y validez al FSM, aunque es claro que una buena parte de los movimientos sociales mundiales están en la búsqueda de un programa de acciones territoriales y mundiales para hacerle frente a la crisis global que viene agudizándose, lo que hace que muchas de estas organizaciones tomen distancia del foro.
 
Esta situación coloca al FSM en una profunda interpelación sobre la correspondencia que debe tener este espacio con la coyuntura de crisis sistémica. La carencia o debilidad de un programa concreto de luchas globales a partir del foro, parece justificarse en esta idea: a mayor concreción en la lucha y mayor especificidad en la demanda, mayor es pues el riesgo de desidentificación de una parte del movimiento altermundista global con las mismas, y por ende, mayor es el riesgo de desarticulación de éste. Este enorme dilema, de suma importancia para la lucha política mundial, parece decirnos que esta situación de estancamiento se puede superar sólo asumiendo este riesgo. ¿O debe ser el FSM sólo un espacio para el encuentro y la articulación de los movimientos sociales y la sociedad civil? ¿O puede este riesgo ser tal, que termine afectando decisivamente al FSM, como único espacio de encuentro mundial de estas características?
 
Esta dinámica del foro, de constante tensión entre fuerzas incluyentes y excluyentes, hace también evidente que las carencias de un accionar más robusto a partir de este espacio, se inscriben a su vez en los problemas anteriormente descritos en este artículo. Nuevamente, al redefinir la estructura organizativa, las relaciones de poder internas y los límites del foro, tenemos un replanteamiento de su fuerza activista y propositiva que tendrá sus ventajas y desventajas. Lo fundamental parece ser el rediseño conceptual y metodológico que permita potenciar el proceso de convergencia de las luchas, donde funcione productivamente la unidad global en la diversidad.
 
Mientras tanto parece que el FSM ha entrado en una nueva fase de refrescamiento, articulándose con nuevas organizaciones, nuevas propuestas y nuevas realidades sociales, lo cual reaviva las expectativas sobre su futuro.
 
 
d) El FSM como una escuela para el altermundismo
 
La gran particularidad del FSM es que nació al calor de las nuevas formas de resistencia al capitalismo globalizado, lo cual suponía una necesaria estrategia de alcance global cualitativamente distinta, algo que no tenía antecedentes en todo la historia de la lucha anticapitalista. Por esto, es claro que los movimientos sociales y la sociedad civil en general, no tenemos experiencia en un tipo de organización antisistémica de estas dimensiones y características. Y no solamente esto: la gran mayoría de nuestras organizaciones carecen de prácticas de organización y representación horizontales, lo que hace del FSM un proceso pedagógico único en el mundo, y por lo tanto una muy valiosa oportunidad de transformación.
 
Evidentemente, las diferencias políticas, unidas a la estructura jerarquizada y centralizada que se ha reproducido en el FSM, han estimulado el mencionado distanciamiento de varios grupos sociales de este espacio. Sin embargo, una transformación del foro, como una alternativa única y sui géneris para la construcción de “otro mundo posible”, no se logra abandonándolo. Es esencial, tanto tomar las riendas de un proceso de mayor empoderamiento social en la gestión y gobernanza interna de los FSMs, como asumir este necesario proceso pedagógico con humildad. Tal y como expresa Damien Hazard, el FSM “É um exercício de respeito à diferença e de tolerância para com aqueles/aquelas que não pensam como nós”(4). Las experiencias del Foro Social, pueden no sólo enseñarnos a practicar otras formas de pensamiento y de vida, sino a establecer nuevos tipos de relaciones de alcance mundial.
 
e) Decolonizar el FSM
 
La idea de decolonizar el foro, ha sido una idea que ha venido tomando fuerza, como parte del reconocimiento no sólo de un relativo centrismo de cosmovisiones y perspectivas de origen primordialmente occidentales en este espacio, sino de una especie paternalismo que se ha ejercido desde los movimientos y organizaciones sociales de Europa y los países del Norte, hacia los movimientos sociales y la sociedad civil de países del Sur Global. Raffaella Bolini afirma que el FSM de Túnez ha sido una ocasión importante para decolonizar nuestro modo de pensar, siendo que los actores sociales de una Europa en crisis y decadencia, que no logra encontrar una alternativa, han aprendido de la inteligencia y la visión de los actores sociales magrebinos. Además, un drama como el de la migración África-Europa, sufrido principalmente desde el Sur, ha sido puesto como prioridad por primera vez en el foro 2013, cuando anteriormente había sido considerada como un tema secundario.
 
En el mencionado proceso pedagógico que supone la continuación del FSM, la decolonización del mismo aparece como fundamental. Como hemos visto, el Foro Social, a pesar de estar compuesto por numerosos grupos y actores con una gran experiencia en la lucha anticapitalista, no está exento del patrón de poder imperante en el sistema-mundo, el cual permea su dinámica interna atravesándola con su lógica patriarcal, eurocéntrica, racista y antropocéntrica. Comenzar por descolonizarnos a nosotros mismos parece ser una de las bases de ese otro mundo posible en construcción.
 
Y entonces, ¿cuál es el futuro del FSM?
 
El Foro Social ha demostrado ser un espacio con enormes potencialidades. Sin embargo, algunos actores y organizaciones sociales se preguntan si el FSM ha dejado de adaptarse a las nuevas realidades de la lucha global. Se habla de un altermundismo 3.0, el cual coloca como modelo los procesos territoriales de acción directa, de horizontalidad, y de construcción concreta de alternativas al sistema capitalista imperante, propios de los movimientos “occupy” en varias partes del mundo. ¿Es posible no contraponer los modelos “occupy” con el del FSM, tratando de sintetizar el uno con el otro?
 
Es casi un consenso el hecho de que el FSM debe transformarse, renovarse y rejuvenecerse. Algunas ideas propositivas, plantean:
 
· El trabajo conjunto de organizaciones, movimientos sociales y los diferentes actores de la sociedad civil de todo el mundo, involucrados en el FSM, tiene que ser como iguales. No puede concebirse un espacio alternativo como este, de manera jerarquizada;
 
· El Consejo Internacional debe ser repensado y reestructurado, pasando por replantear el concepto y las formas de representatividad del propio FSM. A su vez, es fundamental la inclusión de nuevos actores, que involucren a sectores y organizaciones que no habían sido tomadas en cuenta anteriormente;
 
· Es fundamental definir los principios básicos y compartidos de lo que se entendería por horizontalidad en el FSM
· Son necesarias, tanto una profunda y abierta interpelación social a los problemas de gobernanza interna que tiene el foro (el FSM es de todos y todas y requiere de un empoderamiento popular horizontalizante), como un proceso de contraloría continuo y activo sobre las decisiones y acciones que se van ejecutando en su seno.
 
· ¿Cómo se definirían las estrategias de convergencia localizadas, territoriales y descentralizadas? ¿Cómo hacer que el modelo “occupy” pueda ser viable como movimiento global articulado, sobre todo tomando en cuenta las más difíciles realidades de los pueblos del Sur Global?
 
· ¿De qué manera pueden mejorarse las estrategias metodológicas tanto de registro como de comunicación? ¿Qué papel pueden jugar las nuevas tecnologías para crear un verdadero espacio abierto para el diálogo horizontal planetario? ¿Cómo articular la lucha con aquellos pueblos que prácticamente no tienen acceso a este tipo de tecnologías?
 
· El FSM debe ser un espacio cambiante, en constante transformación, de la mano de los cambios que se van dando en el sistema-mundo capitalista/colonial.
 
Necesitamos una revolución dentro del FSM si queremos hacer de él, la verdadera plataforma común de la lucha antisistémica y altermundista. Una revolución para la revolución.
 
- Emiliano Teran Mantovani es sociólogo de la Universidad Central de Venezuela, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos – CELARG, y hace parte del equipo del Foro Social Mundial Temático Venezuela.
 
Notas
 
(1)no fue decidida por el Consejo Internacional del Foro o de un FSM. Fue decidida desde los movimientos por la paz europeos, que usaron el Foro Social Europeo para construir la red europea y el Foro Social Mundial para construir la red global”.
(2) Sobre este dato, véase la entrevista realizada en Túnez a Santiago Alba Rico, en:http://www.rebelion.org/noticia.php?id=166376
(3) Cfr. Immanuel Wallerstein. El Foro Social Mundial sigue respondiendo a sus retos. En:http://www.jornada.unam.mx/2013/04/15/opinion/028a1mun
(4) “Es un ejercicio de respeto por las diferencias y de tolerancia para aquellos/aquellas que no piensan como nosotros”.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/75565
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