Santos: ¿El enemigo oculto de la paz?
27/02/2013
- Opinión
Cuando el señor Belisario Betancur fue Presidente (1986), la época en que bajo sus órdenes se incendió el Palacio de Justicia ocasionando una tremenda tragedia humana, se dieron unos diálogos de paz pero los encargados del asunto desistieron de hacer su tarea por el sabotaje de los enemigos ocultos de la paz. Oto Morales Benitez se quejó de los francotiradores embozados de las negociaciones con los grupos guerrilleros.
Hoy, con varias experiencias a cuestas en materia de diálogos con la insurgencia, muchos observadores coinciden en señalar que los enemigos de la paz lo hacen a la luz del día, con franqueza y sin tapujos.
Sabemos que el señor Uribe Vélez y su cohorte de seguidores realizan abiertamente una obstrucción a la Mesa de La Habana, descalificando y estigmatizando sus labores, recurriendo a todo tipo de recursos, a cual más sucio. Es la oposición de ultraderecha al actual proceso de conversaciones.
Hay también otro espectro de contradictores que se expresan visiblemente por los medios de comunicación.
Todos generan controversia y escepticismo entre importantes sectores de la opinión ciudadana.
Así las cosas, el consenso generalizado es que hoy no existen los enemigos agazapados de la paz.
Pero estamos equivocados.
A estas alturas del paseo lo que se puede inferir es que, en medio de las dificultades políticas al ver que se malogra su gobierno y su reelección en la Casa de Nariño, el señor Santos, tal vez mal aconsejado por JJ. Rendon su asesor de cabecera, actúa como el enemigo oculto de la paz y los diálogos de La Habana.
Es la personalidad del dueño de la Casa de Nariño. Santos es una estructura psicoanalítica inestable y excesivamente volátil/inconsistente Tan pronto como llora por la muerte de Angélica Lozano, la líder de las víctimas que fue asesinada recientemente en el Cesar, lo encuentras departiendo con los militares a quienes felicita por su eficaz labor contra los enemigos de la "democracia" (justamente A. Lozano) que mueren en la trama de los "falsos positivos".
Es curioso, con la ayuda de su hermano Enrique, buscó organizar el proceso de acuerdos con la insurgencia revolucionaria y materializó un Acuerdo general para la superación del conflicto y la construcción de la paz, sin embargo la gestión de su parte es ambigua y en exceso contradictoria. Le prende una vela a Dios y otra al diablo. Más al diablo en la medida que lo invade la incertidumbre por su futuro político.
Santos cobra la forma del enemigo agazapado de la paz. No solo por la actitud de su Ministro de Defensa y la cúpula castrense, que es de franco y crónico sabotaje estatal al proyecto de la paz, sino por su más reciente desempeño político para descalificar con su discurso en el Caguan o en Antioquia, lo hecho hasta el momento en La Habana.
Santos debería ser más transparente con el país. Dejar tanto juego sucio. Es por su propio bien y el del país. Las vacilaciones lo matan y se llevan por delante medio mundo.
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