La gran Ucrania made in USA: todo comienza por un TLC

La paz y la seguridad constituyen objetivos concomitantes con el desarrollo humano. Por ello paz, seguridad, desarme, desarrollo y derechos humanos son conceptos que se encuentran estrechamente vinculados.

25/02/2022
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
54f81dae71139e7f488b4629.jpg
-A +A

¡Nunca uno acaba de aprender! Este proverbio popular parece responder a la pregunta: ¿Se puede conocer la verdad de una vez, por entero completamente, incondicionalmente? Podíamos pensar- tal vez ingenuamente- que, a pesar del revisionismo de la izquierda europea, había al menos unas cuantas cosas que siempre habían quedado claras. Como, por ejemplo, que el enemigo común, al que siempre hay que combatir es el fascismo, la mayor bestia posible.  
 

No obstante, la Europa alejada del Siglo de las Luces no es más que una pálida fotocopia de sí misma. Europa, no es más que una víctima complaciente de la globalización, hasta el punto de transformarse en un bloque económico que se encuentra en crisis de todo tipo.  

 
En la medida en que la sociedad y la historia universal es arrastrada como nunca por la globalización, la duda, donde la desazón se ampara de los pueblos, cuyas consecuencias no se hacen esperar: el repunte de la extrema derecha fascista es un signo evidente del estado de ánimo de sus habitantes. Hay otro grave componente político, la ausencia llamativa del debate dialécticamente serio de estos hechos en amplios círculos del pensamiento crítico europeo. Sin conciencia crítica solo queda la aceptación tácita de la “americanización” de este continente. 
 

Ucrania sus derivas la historia se repite  

 
La grave situación que atraviesa Ucrania y la forma en la cual los medios de información han tratado el tema nos deja perplejos. Es verdaderamente sorprendente que gente de izquierdas, gente crítica, gente con raciocinio, conocedora de como la prensa manipula, sea capaz de tragarse y de repetir esta opereta sin cuestionarse algunas cosas.  
 

El mismo escenario que se orquesto a principios de siglo, cuando los grandes grupos de comunicación daban vida a una revuelta popular, autodenominada “revolución de colores”. Para empezar, vayamos por partes. Jamás fue una revuelta popular, ni una revolución. Ha sido un Golpe de Estado perpetrado por liberales pro europeos y, lo que es más grave, conto con el apoyo de todas las terminales mediáticas occidentales, de la UE y EEUU.  
 

¿UE y EEUU apoyando a fascistas abiertamente? Se sorprenden algunos. Como si no hubiera existido en los años setenta en Chile, Argentina, Uruguay… ¡Algunos tienen una memoria corta y selectiva! 
 

El rol de la prensa y su manipulación   

 
El periodismo siempre se vinculó al poder, expresándolo, deseándolo o queriendo destruirlo; siempre encontró referencia en el Estado, y se postuló como una especie de Estado ideal.  

 
Sin embargo, la imbricación del periodismo con el poder después de cumplidas las revoluciones burguesas mostró que la relación no era unilateral ni simple. Y ahora ya es lícito preguntarse quién condiciona a quién: si el poder formal al periodismo, o a la inversa, si el periodismo no ha transcendido en realidad al poder formal, postulándose como fuerza dominante de la ideología y conciencia rectora del espacio del poder real. 
 

La dependencia del poder democratizado respecto de la opinión pública depositó una fuerza inédita en manos de los periodistas, que empezaron a ser cortejados y manipulados por un poder oficial que encontró que la vida sin el periodismo era imposible. 
 

Los funcionarios del Pentágono, por ejemplo, filtrarían a la prensa secretos del gobierno para desequilibrar a su favor una puja interna; los presidentes empezaron a calcular la hora de su discurso de modo de poder «hacer» o evitar la noticias televisivas en la hora de mayor audiencia; los políticos y candidatos programaron sus actividades de modo de usurpar el mayor espacio gratis de TV, y los jefes de Estado ya aparecen hoy en los avisos de la CNN diciendo: “Me enteré de la noticia por la CNN”. 

 

Las grandes negociaciones internacionales se han vuelto torneos por la opinión pública; el poder ha perdido la máscara hermética y enigmática del pasado para convertirse en un conservador compulsivo y en un incontinente chismoso crónico sobre sí mismo. La manipulación periodística del público se disfrazó en los Estados Unidos de objetividad por medio de un montaje que organizó ideológicamente la noticia mediante una sucesión planificada de golpes emocionales. 

 

Algo similar hicieron con la prensa escrita, donde el ordenamiento de los párrafos, cada uno de los cuales no suele contener más que un solo hecho, se programa para generar determinada deducción de hechos intrascendente y una cortina de palabras bien fraseadas, en una verborragia seudo ensayística y seudo literaria. 

 

Ucrania ha sido y es un país dividido en dos. Así ha sido desde su independencia. Existen, dentro del país, dos burguesías que pretenden y luchan por controlar ese estado. Una pro occidental, pro europea, aliada a EEUU y la UE; y la otra, partidaria de la alianza con la Federación Rusa. 

 
Si fuera la primera vez, todavía podríamos pecar de cierta ingenuidad. Pero ya en 2004 se produjo una «revolución de colores». Se llama así a aquellas rebeliones que están auspiciadas por EEUU y la UE para controlar, económicamente y políticamente, estados de menor nivel. Revoluciones falsas que solo cambian a peor un país, introduciendo el capitalismo más salvaje y descarado.  
 

Esa revolución fue liderada por  Timoshenko. Otro falso mito creado por la prensa. Una señora cuya virtud es ser amiga íntima de Bush, McCain, Aznar y Durão Barroso. Una política encarcelada, no por sus ideas políticas, sino por la corrupción y el saqueo de la Hacienda Pública ucraniana. Una neoliberal a ultranza que consiguió, durante su mandato, aumentar las desigualdades en Ucrania. 
 

 Desigualdades que hicieron que la población ucraniana empeorase sus condiciones de vida. Una de las pruebas es la evolución demográfica del país. De un ascenso continuado durante el periodo soviético, la población en Ucrania no ha dejado de descender y emigrar. Esa revolución naranja fue barrida de Ucrania en unas elecciones, donde el Partido de las Regiones obtuvo la mayoría de votos. 
 

El Partido de las Regiones, del que era líder el depuesto presidente Yanukovich, obtuvo un triunfo electoral. Se puede cuestionar su forma de gobernar, por supuesto, y su corrupción, similar a la de Timoshenko. Pero no hay duda que, así como Timoshenko ya llegó al poder en 2004 por otra «revolución patrocinada», este presidente, de un partido de centro derecha pro-ruso, llamado el Partido de las Regiones, llegó por unas elecciones.  
 

Ello no le tiene porque dar legitimidad, por supuesto, pero no deja de ser un dato a tener en cuenta. Bien podemos decir, no sin razón, que, con motivos suficientes, una parte del pueblo pudiese tener razones para estar descontento con el presidente Yanukovich. Es posible. Pero la realidad es que la tasa de paro de Ucrania no había experimentado grandes ascensos ni nada que pudiera imaginar una protesta. 
 

¿Se produjo la protesta por algún hecho concreto que afectase a la población? ¿Por un recorte? ¿Por un caso grave de corrupción? ¿Por una medida lesiva a los intereses populares? Lo sorprendente es que no fue así. Y aquí comienza algo que roza lo delirante. La razón de la protesta es el rechazo del presidente a la firma de un tratado comercial con la Unión Europea. Pues ese ha sido el motivo del Euromaidan. 
 

Ese, pues fue tras ese rechazo a la firma lo que desató la protesta. Después, los medios ya se encargaron de decir que era «el pueblo indignado», «la gente harta». Pero la verdadera razón que desata esta «revolución» fue la toma de una decisión negativa para la Unión Europea. Y, curiosamente, lo primero que se le ha ofrecido al nuevo Gobierno nacido del Golpe de Estado ha sido firmar ese acuerdo con la UE. 
 

Pero quizá lo más descarado fue ver como EEUU mostraba abiertamente su simpatía por esta «revolución» y el republicano de derechas y belicista McCain, no dudaba en ir a la plaza a fotografiarse con el hermano del líder de un partido ultraderechista. 
 

Es así como los «manifestantes pacíficos» o «ciudadanos indignados» que nos han vendido informativo tras informativo, eran, en una proporción bastante significativa, fascistas sin disfraz. De hecho, a Svoboda, debido a los enfrentamientos con la Policía, le salió competidor por la derecha de la ultraderecha. 

 
Los hinchas de varios equipos de fútbol de equipos ucranianos junto a los seguidores de un grupo abiertamente nazi llamado «Sector Derecha», cuyos líderes, desde Euromaidan, no han dudado en avisar de que perseguirán como a ratas a comunistas, judíos y rusos.  
 

Por si quedaban serias dudas a muchos despistados, las primeras medidas aprobadas por ese Parlamento surgido del Golpe de Estado fue, en primer lugar, abolir la protección de las lenguas minoritarias, de esta manera: los rusos, polacos, tártaros, rumanos, griegos que viven en Ucrania y representan un 21% de la población, dejan de tener igualdad de derechos. 
 

Es una de las reivindicaciones de Svoboda y Sector Derecho, un paso para crear esa «Gran Ucrania» que tanto les gusta a ellos. Otros ya intentaron en su momento crear una «Gran Alemania». No hace falta aquí recordar cuál fue el precio en sangre y millones de vidas que se pagó con ello.  
 

Para terminar, diremos que la cultura estadounidense extendida por todo el planeta ha difundido un rico catálogo de acosos, desde los marcianos, a los Darwinistas, de Sadam Husein, «el eje del mal» hasta el Ébola, como puede extrañar el fulgor puesto para evitar la paz.  
 

La paz y la seguridad constituyen objetivos concomitantes con el desarrollo humano, pues sin paz y seguridad difícilmente puede haber desarrollo y respeto de los derechos humanos. Por ello, paz, seguridad, desarme, desarrollo y derechos humanos son conceptos que se encuentran estrechamente vinculados. Ya no hay tiempo que perder, el ruido ensordecedor de los bombardeos no puede ser el pretexto de la inoperancia del “laissez faire”.   

https://www.alainet.org/es/articulo/215003
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS