El gran señuelo: el capitalismo verde
Quienes detentan la decisión sobre los rumbos de la humanidad no han aprendido nada de la Covid-19 ni de los crecientes disturbios climáticos.
- Opinión
Los grandes megacapitales están reuniendo a centenares de economistas y politólogos para preparar el mundo de la pospandemia. Ya han salido varios documentos. El principal tal vez sea el publicado por el conservador The Economist (principales accionistas las familias Rothschild y Agnelli) con el título: “El futuro que nos espera”. Si leemos los 20 puntos enumerados nos quedamos horrorizados: presentan un proyecto donde solo entran ellos, dejando fuera al resto de la humanidad, que será controlada, ya sea cada individuo o toda la sociedad, por la inteligencia artificial cuya función es desarmar y liquidar cualquier reacción en contra. La expresión introducida por el parásito príncipe Charles, en la última reunión en Davos es: “el gran reinicio” (the Great Reset). Lógicamente se trata de un nuevo comienzo del sistema capitalista que protege las fortunas de un puñado de multimillonarios. El resto, que se aguante.
Como afirmó la escritora alemana Helga Zepp-La Rouche (cf. Alainet 29/9/21): «En definitiva, se trata de una expresión altanera, petulante y racista de la élite global, la misma que para mantener sus privilegios mata de hambre diariamente a 20 mil personas, decreta guerras de exterminio y puede irresponsablemente destruir el planeta». Vean en qué manos está nuestro destino.
Predican el capitalismo verde, mero ocultamiento de la depredación que este hace de la naturaleza. El capitalismo verde de estas megacorporaciones que controlan gran parte de la riqueza del mundo, no es ninguna solución. Para él, ecología significa plantar árboles en los jardines de las empresas, llamar la atención sobre un menor uso de los plásticos y contaminar menos el aire. Nunca cuestionan su modo de producción, depredador de la naturaleza, la verdadera causa del desarreglo climático de la Tierra y de la intrusión de la Covid-19 y especialmente de la abismal desigualdad social y mundial.
Otro gran grupo de megacorporaciones emitió un documento sobre “la responsabilidad social corporativa de las empresas”. Robert Reich, exsecretario de trabajo del gobierno norteamericano desenmascaró este propósito engañador: «ellas están en el negocio de hacer la mayor cantidad de dinero posible, no de resolver los problemas sociales; buscan solamente el bienestar de “todos nuestros accionistas”» (cf. Carta Maior 30/9/21).
En otras palabras: el diseño de la gran banca, de las multinacionales y de la sociedad planetaria pensada por la élite global está configurado según sus conveniencias, nunca para salvaguardar la vida en la Tierra, incluir a los pobres, sino para garantizar sus fortunas y el modo de producción devastador que las produce. Los pobres, las grandes mayorías de la humanidad están totalmente fuera de su radar. Serán contenidos por la inteligencia artificial que impedirá que levanten la cabeza.
Si estos propósitos prosperan, se estará pavimentando el camino que nos llevará al desastre planetario, como ha advertido el Papa Francisco en las dos encíclicas ecológicas: “o cambiamos de rumbo y así todos se salvan, o no se salva nadie” (cf.Fratelli tutti, n.34).
Quienes detentan la decisión sobre los rumbos de la humanidad no han aprendido nada de la Covid-19 ni de los crecientes disturbios climáticos. Ellos confirman lo que decía el gran teórico de un marxismo humanista, el italiano Antonio Gramsci: “La historia enseña, pero no tiene alumnos”. Aquellos no han frecuentado la historia. Solo (des)aprenden de la razón instrumental-analítica que hoy en día se ha vuelto irracional y suicida.
Embriagados por su ignorancia y su codicia ilimitadas (greed is good), nos llevarán como inocentes corderos al matadero. No por voluntad del Creador ni por un desvío del proceso cosmogénico, sino por su irresponsabilidad y por la falta de conciencia de los errores cometidos que no quieren corregir. Y así, alegremente y disfrutando todavía de la vida, nos obligarán tal vez a sufrir el destino vivido hace 65 millones de años por los dinosaurios.
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