100 días del efecto Lasso

El efecto Lasso no es solo la disminución del riesgo país y la subida de los bonos internacionales de la deuda externa, sino también el incremento del desempleo, la disminución salarial y la migración pandémica.

06/09/2021
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Desde el gobierno de Mahuad-Noboa y su desenlace, no había un ejercicio directo de la burguesía en la presidencia, sino por intermediarios. El gobierno de Moreno fue el de un gran pacto político-bancario-empresarial-mediático pero, a diferencia de este, el gobierno de Lasso es en esencia un gobierno bancario-empresarial-mediático. Es vital entender esta diferencia, incluso para comprender el proceso de vacunación, porque Lasso proviene de los grupos burgueses más fuertes del Ecuador, quienes manejan el poder económico, político, social y cultural. Este es el cambio estratégico de la configuración hegemónica; no es lo mismo que gobierne el títere que el titiritero.

 

La burguesía ecuatoriana se juega su contradictorio discurso de la racionalidad económica y política capitalista en una economía dependiente. El gobierno hace énfasis en un cierto utilitarismo retórico liberal de “beneficio para las mayorías”, aunque se siga beneficiando a individuos y grupos privilegiados. En el discurso, Lasso dice que no es un “gobierno clientelar… ni agencia de empleos, ni oficina de trámites”. Sin embargo, en la práctica política se llenan los cargos con la misma tónica seglar de parentesco, amistades y favores políticos.

 

Igualmente, Lasso sostiene que está de acuerdo con los subsidios que benefician a las mayorías, pero no a los ricos, narcotraficantes y contrabandistas. No obstante, en el transporte tranza con los grandes empresarios y dueños de aerolíneas para beneficiar a una minoría, mientras millones de ecuatorianos tienen que pagar el incremento de los pasajes de bus y productos básicos. Se quitan aranceles para disminuir los gastos de los capitalistas agrícolas y comerciales tecnológicos, pero se mantienen los sueldos al mínimo de miles agricultores y trabajadores. La inversión extranjera anunciada en petróleo, minería, electricidad e infraestructura sigue esta misma racionalidad; llegará a 2.000 millones de dólares a fines de 2021, pero esto no significa más de 5 mil fuentes de empleo.

 

Para la reducción del tamaño del Estado, Lasso se escuda en que hay un trabajo inútil que no genera valor dentro del Estado. A pesar de que Moreno despidió a unas 200 mil personas, el presidente actual garantiza que continuará con los despidos. El déficit fiscal de 63 mil millones (4.500 millones al año) de los que habla Lasso, proviene principalmente del mal manejo del erario público, antes que de la excesiva contratación de talento humano. Aunque Lasso usa la parábola del avión con dos motores, el sector público y privado, para lograr un equilibrio económico, a todas luces, la mayoría de acciones económicas directas del gobierno están encaminadas hacia el capital privado. Los ecuatorianos/as piden que los Acuerdos Comerciales con China, Rusia y otros países que propone Lasso se hagan en condiciones de igualdad. Ecuador ya ha sufrido malas negociaciones como la venta anticipada de petróleo a China, que significó ingentes pérdidas de recursos en años anteriores, más aún cuando Lasso quiere duplicar la producción petrolera.

 

El mayor éxito del gobierno sin duda alguna es la vacunación: 9 millones 603 ecuatorianos vacunados en 100 días, el 52% de la población. Lo que unido a la inmunidad propia de las personas contagiadas y otros factores ha disminuido la mortalidad. Esto supone un retorno paulatino a clases, trabajos presenciales, turismo, deporte y ciertas actividades que se encontraban prohibidas. No obstante, continua la desigualdad de atención en los hospitales.

 

La estrategia política del “gobierno del encuentro” llega a consensos y acuerdos políticos con coidearios y grupos cercanos. Mientras que con las organizaciones que agrupan a indígenas, trabajadores, maestros -como la CONAIE, el FUT, la UNE- son tratadas con dilaciones y evasivas. Lasso y CREO tejen y destejen acuerdos con PK, ID y UNES, en una Asamblea Nacional que en menos de 100 días ya ha caído en el descrédito público. Sin importar estos acercamientos, Lasso ha amenazado con llamar a Consulta Popular o muerte cruzada de no aprobarse proyectos de Ley que le parecen urgentes; sobre todo se ha referido al Código de Trabajo paralelo y a las reformas tributarias.

 

En las reformas laborales se apunta a una mayor flexibilización, modalidades de contratación con fácil despido, por horas y sin estabilidad. Aunque Lasso crea que la vida de miles de “Lorenzas” se pueden mejorar con ingresos superiores a 20 dólares, esto es la profundización de la pobreza estructural. Lasso indica que la nueva ley “garantizará los derechos adquiridos”, lo que significa que los nuevos trabajadores no gozarán de los derechos del anterior Código de Trabajo. Los empresarios ecuatorianos que están con Lasso quieren bajar los costos del talento humano de todas las maneras posibles, además de ser un sector que se ha enriquecido pagando la mitad del salario y sin seguridad social a los hermanos extranjeros de Venezuela, Colombia y Perú. Mientras que las cifras para las familias ecuatorianas no son nada halagüeñas: 8 de cada 10 personas han visto reducidos sus ingresos. Según la UNICEF, desde este año a 2,8 millones de familias con niños y adolescentes les costará 11 años en salir de la pobreza, y a 4,8 millones de hogares sin niños, 4 años -esto suponiendo que tengan trabajo estable.

 

Las reformas tributarias planteadas por el gobierno como la eliminación de los impuestos a la herencia y a la salida de divisas, están dirigidas a los propietarios y empresarios. La frase de Lasso: “El más modesto de los ecuatorianos es dueño de un terrenito, dueño de una casa, dueño de un barco pesquero, dueño de una finca”, muestra quienes están en la primera fila de los beneficios de su gobierno. 6 millones 300 mil personas no tienen casa, ni bienes inmuebles y el 70% de la población no tiene suficiente dinero como para sacarlo del país a bancos o negocios extranjeros.

 

A pesar del discurso anticorrupción de Lasso quedan hechos pendientes a los que no se refiere: de los 2.777 casos en la Contraloría, apenas 3 han llegado a sentencia. En materia de salud, 48 de cada 100 dólares, quitando el seguro, son pagados por los ecuatorianos en atención y medicinas; los hospitales siguen sin medicinas, algunos desabastecidos en un 70% de insumos. En la Educación Superior 8 de cada 10 bachilleres no pueden ingresar a la universidad, pero el único cambio del gobierno en los exámenes de ingreso ha sido su nombre por “Transformar”, además de que se pretenden reabrir las universidades cerradas de garage y se propone un desorden en la aprobación de carreras de grado y postgrado.

 

Los reclamos de la población son estructurales y con justa causa, no de un grupo de “anarquistas” como ha dicho el presidente. Se ha descargado la crisis en los sectores productivos agrícolas, las comunidades indígenas, los trabajadores, mujeres y jóvenes. Los maestros del magisterio no han tenido alzas salariales en 12 años y el salario básico general está congelado hace dos. En conclusión, la tan cacareada reactivación económica es nula y se incrementa el desempleo, el subempleo y la precarización. La inseguridad y el narcotráfico en la Costa, la capital y todo el país rompen récords históricos.

 

El efecto Lasso no es solo la disminución del riesgo país y la subida de los bonos internacionales de la deuda externa, sino también el incremento del desempleo, la disminución de los salarios y la migración pandémica que se ha convertido en la más grande de la historia. El efecto Lasso debe hacerse cargo de los logros, pero también de las limitaciones y debilidades que se abren como heridas.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/213675?language=es
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